Cada vez más figuras internacionales, sobretodo voces femeninas, se acercan a nuestro género lírico, la zarzuela, en recitales muy exitosos y bien preparados como los de Angel Blue en Alemania y Elina Garança en Madrid hace unas temporadas. Esta noche fue el turno de la soprano búlgara Sonya Yoncheva, una de las más grandes voces del momento, en sumarse a esa lista de divos actuales que se atreven con nuestra música, a fin de insuflar un poco de vida a la escena zarzuelera, que tanto lo necesita.
En un recital con las entradas agotadas, con una gran expectación, y muchos aficionados de toda la vida en la sala, la Yoncheva hizo su debut en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, así como en el género mismo. El programa, tan variado como interesante, fue el siguiente, que figura en la web del teatro:
FEDERICO CHUECA (1846-1908): Preludio, La alegría de la Huerta (1900) (instrumental)
PABLO SOROZÁBAL (1897-1988): Romanza: «Noche hermosa», Katiuska (1931) Texto de Emilio González del Castillo y Manuel Martí Alonso
FEDERICO MORENO TORROBA (1891-1982): Petenera: «Tres horas antes del día», La Marchenera (1928) Texto de Ricardo González del Toro y Fernando Luque
P. SOROZÁBAL: Intermedio, Los Burladores (1948) (instrumental)
RAFAEL MILLÁN (1893-1957): Romanza: «La luz de la tarde se va», El pájaro azul (1921) Texto de Antonio López Monís
MIGUEL MARQUÉS (1843-1918): Romanza: «Lágrimas mías en dónde estáis», El anillo de hierro (1878) Texto de Marcos Zapata
JOAQUÍN GAZTAMBIDE (1822-1870): Romanza: «Yo me vi en el mundo desamparada», El juramento (1858) Texto de Luis de Olona
GERÓNIMO GIMÉNEZ (1854-1923): Preludio, Los Borrachos (1899) (instrumental)
PABLO LUNA (1879-1942): Canción: «De España vengo», El niño judío (1918)
P. SOROZÁBAL Romanza: «No corte más que una rosa», La del manojo de rosas (1934)
REVERIANO SOUTULLO (1880-1932) y JUAN VERT (1890-1931): Intermedio, La leyenda del beso (1924) (instrumental)
MANUEL PENELLA (1880-1939): Dúo: «¡Vaya una tarde bonita!», El gato montés (1917) Texto de Manuel Penella
RUPERTO CHAPÍ(1851-1909): Carceleras: «Al pensar en el dueño de mis amores», Las hijas del Zebedeo (1889) Texto de José Estremera
GONZALO ROIG (1890-1970): Salida: «¡Yo soy Cecilia!», Cecilia Valdés (1932) Texto de Agustín Rodríguez y José Sánchez-Arcilla, basado en Cirilo Villaverde
PABLO SOROZÁBAL (1897-1988): Romanza: «Noche hermosa», Katiuska (1931) Texto de Emilio González del Castillo y Manuel Martí Alonso
FEDERICO MORENO TORROBA (1891-1982): Petenera: «Tres horas antes del día», La Marchenera (1928) Texto de Ricardo González del Toro y Fernando Luque
P. SOROZÁBAL: Intermedio, Los Burladores (1948) (instrumental)
RAFAEL MILLÁN (1893-1957): Romanza: «La luz de la tarde se va», El pájaro azul (1921) Texto de Antonio López Monís
MIGUEL MARQUÉS (1843-1918): Romanza: «Lágrimas mías en dónde estáis», El anillo de hierro (1878) Texto de Marcos Zapata
JOAQUÍN GAZTAMBIDE (1822-1870): Romanza: «Yo me vi en el mundo desamparada», El juramento (1858) Texto de Luis de Olona
GERÓNIMO GIMÉNEZ (1854-1923): Preludio, Los Borrachos (1899) (instrumental)
PABLO LUNA (1879-1942): Canción: «De España vengo», El niño judío (1918)
P. SOROZÁBAL Romanza: «No corte más que una rosa», La del manojo de rosas (1934)
REVERIANO SOUTULLO (1880-1932) y JUAN VERT (1890-1931): Intermedio, La leyenda del beso (1924) (instrumental)
MANUEL PENELLA (1880-1939): Dúo: «¡Vaya una tarde bonita!», El gato montés (1917) Texto de Manuel Penella
RUPERTO CHAPÍ(1851-1909): Carceleras: «Al pensar en el dueño de mis amores», Las hijas del Zebedeo (1889) Texto de José Estremera
GONZALO ROIG (1890-1970): Salida: «¡Yo soy Cecilia!», Cecilia Valdés (1932) Texto de Agustín Rodríguez y José Sánchez-Arcilla, basado en Cirilo Villaverde
La voz de Yoncheva es bella, con un timbre lírico, aunque con un sonido tendente a ser más oscuro, como spinto. El fraseo es impecable, además del legato. Es capaz de oscilar notas al mismo tiempo que mantiene un pianissimo increíble. El agudo puede ser espectacular, como lo hizo hacia el final. El grave también es digno de atención, así como la coloratura, aunque no se trate de una soprano ligera. En cuanto a la dicción, hay que tener en cuenta que es su primera vez con la zarzuela, pero sin duda estaba bien preparada, aunque en el dúo con el tenor no podía competir. En cuanto al recital, fue de menos a más. Algo tímida empezó con el número de Katiuska, que cerró con un agudo demasiado abierto.Sin embargo, a partir de la Petenera de La Marchenera, entró en calor. Entre lo mejor del recital se puede destacar las bellísimas romanzas de El Anillo de Hierro, un momento dramático, que Yoncheva abordó de forma intensa, sensible y melancólica, y la casi verista de El Pájaro azul, que le venía como anillo al dedo, pareciendo un aria de Puccini en la voz de la soprano. Fue a partir del "De España vengo" de El niño judío, que alcanzó su mejor momento, ya que con esta conocidísima canción se metió al público en el bolsillo, con su sentida, colorida interpretación, con la voz a pleno rendimiento, unos graves aterciopelados, del mismo modo que un agudo brillante, además del estilo tan castizo, reforzado por sus ademanes de gran diva, haciendo que bailoteara en esta aria y agitase la melena cual folclórica. En el "No corté más que una rosa" empezó interpretando la romanza con una sensibilidad y exquisitez que recordaban a las maravillosas funciones de La del manojo de rosas que vimos hace unos meses.
Antes de cantar la última pieza del concierto, se dirigió en español al público para decir que aunque no fuera un repertorio fácil, estaba contenta de cantar zarzuela en el Teatro de la Zarzuela, con romanzas de melodías increíbles, y agradeciendo a Miquel Ortega por la preparación. A continuación abordó la "Salida" de Cecilia Valdés que cantó con ligereza y alegría, bailando los ritmos cubanos de este gran número, donde deslumbró con la coloratura y con un agudo sonoro en la frase final "Yo soy Cecilia Valdés".
Como propinas dio una repetición de "Tres horas antes del día" de La Marchenera, más inspirada y mejor cantada que la anterior. Se despidió con un "hasta pronto" antes de cantar la segunda y última propina: la Habanera de Carmen acompañada al piano por el director de orquesta, que fue quizá el momento mejor cantado, sin desmerecer el inolvidable recital que dio, porque con esta pieza jugaba en casa. Una versión de la conocidísima pieza de Bizet, en la que sedujo con su actitud y sensualidad en escena, y por su canto aterciopelado, un sonido aterciopelado, casi de mezzo y un fraseo de suprema exquisitez. Sin duda alguna, una actitud honesta y una dedicación encomiable, Yoncheva ha debutado con éxito en el género.
Para el dúo de El Gato montés, se contó con la participación del tenor español Alejandro del Cerro, quien sin duda salió a darlo todo con su gracejo, su temperamento su voz lírica-ligera de generoso volumen y su fraseo, su dicción tan andaluza y sus agudos. Tanto es así, que en este número le robó el protagonismo a Yoncheva, cuya dicción no podía competir con la de Del Cerro, por razones obvias ya que no es nativa de nuestro idioma: en este dúo a él se le entendía perfectamente, a ella no tanto. Una pena que no tuviera alguna romanza de lucimiento.
Miquel Ortega fue el encargado de dirigir a la orquesta (Orquesta de la Comunidad de Madrid), de nuevo con su habitual buen hacer. Si bien al igual que la diva fue entrando en calor. Desde una correcta interpretación del preludio de "La alegría de la huerta", siguiendo por una interpretación ya inspirada del Intermedio de "Los Burladores". En la romanza de "El Juramento" la trompeta brilló en su solo, con un sonido cautivador, que envolvió a la sala con su interpretación llena de patetismo, como tristeza hay en este número. Excelente el Preludio de "Los Borrachos", una enorme pieza, con un casi wagneriano comienzo. El punto álgido de la orquesta fue en el Intermedio de la Leyenda del Beso, donde se logró una potente, dramática y opulenta versión de la pieza. Sonoro e impactante el sonido de pizzicato de las cuerdas, que brillaron con especial inspiración en el "No corté más que una rosa", así como el clarinete, que tuvo una de sus mejores prestaciones en este número. Excelente estuvo el maestro Ortega como acompañante de piano en la Habanera final, cuyo ritmo le iba a la zaga en picardía y sensualidad a la soprano.
De nuevo, una noche inolvidable más fue la ofrecida en este ciclo de conciertos del Teatro de la Zarzuela, que son un deleite para el público, que esta vez hizo llenarse (teniendo en cuenta la distancia de seguridad que aquí se suele cumplir a rajatabla). Yoncheva ha sido feliz cantando zarzuela, y nosotros de oírla disfrutar y deslumbrar con su deliciosa voz. Ojalá vuelva pronto al teatro de la calle Jovellanos.
Las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente.
Si tu pudieras ofrecerle un papel para interpretar del genero de Zarzuela, que papel le darías?
ResponderEliminarSoledad, de Curro Vargas
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