En España se han filmado tres Anillos para su comercialización o su emisión por televisión: en Madrid, el reciente Anillo del Real, en la producción de Robert Carsen para Colonia; en Barcelona, el de Harry Kupfer en coproducción del Liceu y la Staatsoper de Berlín; y en Valencia, el dirigido por La Fura dels Baus, bajo la dirección de Carlus Padrissa. Y es que la aportación de España a la discografía wagneriana comercial es más bien videográfica.
La tradición wagneriana en España, sin ser la de otros países, ha mantenido su epicentro en Barcelona, donde han actuado varios intérpretes referenciales, durante toda la historia del Liceu, pero aun así, no ha sido tan conocida mundialmente para otros aficionados en el extranjero. Durante la fiebre del wagnerismo a principios del siglo XX, Madrid y Barcelona ofrecían las obras del maestro con asiduidad. Pero en casi todos los grandes teatros de nuestro país, en alemán o italiano, Lohengrin, Tannhäuser y hasta Tristán e Isolda se han representado en más de una ocasión, sobre todo la primera.
En cuanto al Anillo, se ha criticado mucho que en España no se suela programar el ciclo entero en una semana, ya que fue concebido para representarse así. En tiempos modernos, el ciclo se ha representado completo en una sola temporada solo en dos ocasiones: en 2006 en Las Palmas de Gran Canaria con las huestes del Mariinsky y Gergiev, y en Valencia en 2009, en el ya extinto Festival del Mediterráneo. Habría que remontarse a 1974, en Palma de Mallorca, y a 1952 en Barcelona, para encontrar precedentes similares.
Si uno piensa en los inicios del Palau de les Arts y el Festival del Mediterráneo, quizá podría encontrarse un símil con la construcción del Walhalla. El hermoso teatro de ópera valenciano fue inaugurado en 2006, cuando España vivía la fiebre de su burbuja económica, cuando por toda la geografía se construían impresionantes edificios modernos, entre ellos varios auditorios. Una época en la que lo mejor del panorama musical internacional iba a todas las ciudades, precisamente para terminar de colocarnos en el mapa del mismo. Valencia es la tercera ciudad más grande del país, y en el jardín del Turia se construyó un impresionante centro cultural, que se convertiría en el símbolo de la ciudad : La Ciudad de las Artes y de las Ciencias. El complejo incluía un teatro de ópera: el Palau de les Arts, de arquitectura vanguardista. A la propia ópera valenciana se la formó de la mejor manera posible, para que desde el inicio se midiera con lo mejor del panorama lírico internacional: Helga Schmidt para la dirección artística, y los maestros Zubin Mehta y Lorin Maazel para hacer trabajar a la orquesta. El resultado no pudo ser más excelso, como muchos aficionados han podido corroborar a lo largo de estos años, y el cénit de esa excelencia artística es este Anillo. El Anillo de España.
La diosa Erda dice que todo lo que empieza termina: y ese esplendor económico terminó poco después: para cuando este Anillo se terminó de filmar, en 2009, el país se hundía en el desempleo y en lo peor de una crisis económica que transformó la sociedad para siempre. Hoy el Palau de les Arts sigue siendo un estandarte lírico en España y a nivel internacional, y su orquesta es posiblemente la mejor del país, pero el Festival del Mediterráneo celebrado en él desapareció hace largo tiempo, Helga Schmidt -ya fallecida- fue imputada por corrupción, y las programaciones líricas valencianas ya no tienen esa pomposidad, que costó mucho dinero, de sus primeros años. El Walhalla se incendió, pero por fortuna no desapareció y siguió adelante.
El Oro del Rin es de 2007, cuando España aún crecía económicamente, pero se acercaba a su inmolación. La puesta en escena de La Fura dels Baus es marca de la casa, pero elevada a la máxima potencia en un espectáculo visual, tecnológico y coreográfico, con su estética a caballo entre la ciencia ficción del estilo Star Wars y la estética provocadora de la compañía. En la primera escena, las hijas del Rin nadan y se sumergen en pequeñas piscinas, en las que ponen huevos de oro. Alberich intenta alcanzarlas, sin éxito, mientras que de fondo se ven proyecciones de agua. Al final de la misma, las piscinas se elevan y Alberich las vacía de agua, por las que se escapan los huevos de oro que finalmente roba. El oro del Rin es representado con la proyección de un bebé dorado, alegoría de la codicia. En la segunda escena, los dioses cantan suspendidos en grúas que se mueven, deslizándolos por la escena como divinidades omnipotentes. Los gigantes aparecen dentro de estructuras enormes con forma corpórea. El "outsider" Loge aparece en monopatín. De fondo, un cielo estrellado y la bola del mundo. El Nibelheim en la tercera escena es una industria, en la que el oro son figurantes colgados, embutidos en látex, como si fueran producción en masa. Ellos interpretarán al oro que se colocará encima de Freia en la siguiente escena, y también al Walhalla en el final de la obra, suspendidos en el aire, con el arcoiris proyectado en las paredes del escenario, y una vez que los dioses entran en esa estructura humana, ésta se cierra sobre ellos.
El resto del ciclo es de 2009.
En La Valquiria, producción sigue en su línea, de impacto visual pero al mismo tiempo bastante fiel a la acción del texto. En el primer acto, se ve una animación que representa la huída de un bosque. Al levantarse el telón aparece un enorme árbol, en el que está clavada la espada Nothung. En el centro del escenario hay un círculo de huesos dentro del que se delimita un área en el cual transcurre la acción y que representa la casa de Hunding. Uno de los detalles de la primera escena de este acto consiste en ver cómo Sieglinde refresca los labios de Siegmund con sus cabellos. La estética de los 3 personajes deste acto es tribal, a caballo entre lo vikingo y la ciencia ficción. De hecho, los welsungos llevan rastas. El segundo acto es de gran belleza: un cielo estrellado proyectado al fondo en el escenario, y los dioses y Brunilda son elevados en grúas, moviéndose con ellas, representando su estatus sobrehumano y divino. En la aparición de Brunilda a Siegmund en el aviso de su muerte, aparece la roca de las valquirias y los héroes caídos en batalla. Al final del acto se levantan estos cuerpos y la estructura escénica. En el tercer acto, el más espectacular de todos, unas enormes bolas llenas de cuerpos humanos, que son los héroes caídos en batalla, se mueven a lo largo del escenario mientras que las valquirias también aparecen elevadas con grúas dadas su condición de semidiosas. Durante el final del del acto, la roca de las valquillas aparece representada por una enorme plataforma circular, en la que Brunilda queda dormida por Wotan, y el fuego mágico representa un grupo por un grupo de personas que rodea este círculo y sostiene antorchas con fuego real.
En Sigfrido, la producción se vuelve más espectacular si cabe. La bola del mundo, oscuro y con una luz deslumbrante, sitúa el primer acto en una oscura mina en el desierto marroquí. Muy similar al Nibelheim en el Oro, con la diferencia de que ahora los personajes están asistidos por figurantes vestidos de científicos. Asistimos a un proceso bastante realista de la fragua al final del acto. En el segundo acto, el bosque es sugerido por las proyecciones de unas grúas, mientras que en el suelo, los figurantes reptan, como si fueran insectos. Cuando transcurren los murmullos del bosque, la iluminación oscura se convierte en verde. El pájaro del bosque aparece elevado en una grúa, por lo que es de esas raras veces en las que se ve en escena a la cantante. El dragón es un robot al que Sigfrido, vestido con una estética más propia de la película "Campo de batalla: la Tierra", ataca con su espada. En el tercer acto, se ve a Wotan surcar las montañas, siendo éstas visibles gracias a una proyección en 3D. La aparición de Erda tiene lugar primero ante la bola del mundo quedándose quiera en la India, mientras que la diosa está elevada en una grúa. La entrada a la Roca de las Valquirias tiene lugar ante el círculo iluminado por antorchas de la jornada anterior. Al atravesar el fuego, el escenario queda iluminado de verde, y tras despertar Brunilda, ambos amantes salen de ese círculo y se mueven por el escenario. En este punto, la dirección de actores, especialmente para Brunilda, es convincente ya que ambos personajes muestran sus sentimientos, ternura, miedos... ella como una tierna y desconcertada mujer que ha perdido su divinidad y él como un joven intrépido y ansioso de amarla, ya que ha sentido un flechazo enorme al verla por primera vez.
En el Ocaso, La Fura conecta lo mitológico con lo humano: el pasado legendario y el agresivo presente. El prólogo comienza con las tres nornas suspendidas, flotando sobre el escenario, y cada una con una antena parabólica, con los nombres (en valenciano) "presente, pasado y futuro". En el dúo de Sigfrido y Brunilda, los amantes desbordan pasión (una vez más gracias a la gran dirección de actores). El viaje de Sigfrido por el Rin se escenifica: se ve al héroe surcar las aguas de este río, formadas por figurantes que recrean las olas. De fondo, se proyectan imágenes de botellas de plástico flotando en lo que se supone el Rin, en un mensaje protesta por la contaminación, y el paso del mundo de los dioses y héroes al mundo de los humanos y a la actualidad. En una época donde la crisis económica golpeaba a Occidente con toda su furia, siendo España de los países más afectados, el primer acto transcurre en una época actual. Los Gibichungos parecen ser agentes de bolsa, y tanto Gunther como Hagen llevan tatuados los símbolos del yen japonés y del euro, y Gutrune los lleva como estandartes. Cuando Sigfrido hace su entrada, Gunther (con la cabeza pintada de blanco) ordena a su servicio que vista y arregle al héroe, quitándole sus ropas heroicas y las rastas para ponerle traje y corbata. En el inicio del segundo acto, en un guiño al Anillo de Harry Kupfer en Bayreuth, Hagen aparece sentado en lo alto de una torre, mientras al fondo aparecen proyectadas estructuras industriales y una gran ciudad. Al final del mismo, y en otro guiño al montaje de La Flauta Mágica de la propia Fura, aparecen proyectados varios ordenadores y dispositivos electrónicos que parecen llover en un cielo azul. El tercer acto supone un regreso a lo mitológico en lo referente a la estética de Sigfrido y los Gibichungos. Durante la marcha fúnebre, el cuerpo de Sigfrido es llevado a cuestas a través del patio de butacas. El final de la obra, sin embargo es espectacular pero no tan satisfactorio: Brunilda se sube a la grúa (Grane) y entrega el Anillo a las hijas del Rin, en esta parte interpretadas por unas actrices. El Walhalla, compuesto por acróbatas formando una torre, se deshace y los cuerpos flotan suspendidos en el aire mientras los dioses aparecen detrás de unas antorchas, y Loge reaparece en su patinete. La obra concluye con imágenes de fuego y la iluminación roja proyectados en el escenario, mientras las ondinas sujetan el Anillo, y cae el telón.
Zubin Mehta saca lo mejor de la Orquesta de la Comunidad Valenciana: es muy buena, y sin ser de las más importantes mundialmente, mantiene un nivel decente, que mejora hasta lo excelente en la última jornada. En el Oro, Mantiene un tímido arranque en el preludio, pero desde la entrada de las cuerdas, la cosa mejora. Durante los tutti orquestales en la entrada de los gigantes, el descenso al Nibelheim y las entradas de Alberich en la tercera escena, es donde la orquesta alcanza un volumen espectacular, transmitiendo la majestuosidad de la obra. Durante la cuarta escena la orquesta se constituye en un acompañamiento de lujo para las voces, y alcanza otro momento mágico, sombrío, grave, durante la entrada de Erda. El famoso final es igualmente de alto nivel. En Valquiria, Mehta sigue haciendo lo mejor posible con la orquesta. Aunque no es el de otras orquestas superiores en otras grabaciones,por ejemplo el metal destaca por encima de las demás secciones de la orquesta sonando éste espectacular y enérgico en casi todas sus intervenciones muy especialmente en el segundo acto, y en la cabalgata de las valquirias. En general los tempi son lentos pero mantienen ese pulso dramático. En Sigfrido, la orquesta mejora considerablemente, a medida que transcurren los actos. El tercer acto es emocionante, espectacular, y encontramos a la orquesta valenciana totalmente inspirada. En El Ocaso, la orquesta logra su mayor éxito en todo el ciclo. Mehta logra obtener de ella una interpretación solemne, lírica, a la altura del épico drama. Los interludios, y muy especialmente el Viaje de Sigfrido por el Rin, en una ágil y brillante interpretación y el del acto primero, con unos tiempos más lentos y un sonido bello de todas las secciones de la orquesta. A lo largo de toda la jornada se mantiene ese nivel. El Coro de la Comunidad Valenciana exhibe una potente sección masculina en el segundo acto.
El reparto, es de lo mejor de que se podía encontrar entonces, manteniendo un nivel decente.
Juha Uusitalo como Wotan es correcto, con el grave justo pero que se oye, algo raro en los que barítonos-bajos wagnerianos de hoy. La voz es buena, pero le falta más volumen y autoridad vocal. En Sigfrido, en el rol del Viandante está en su mejor momento en el ciclo, siendo mejor su voz lírica y no tan potente para esta jornada mejor que las otras.
Lance Ryan interpreta a Sigfrido. Aunque la voz no tiene el mejor timbre, aún no suena tan mal como en años posteriores, y el esfuerzo y entrega del tenor, hacen que sea una interpretación aceptable en lo vocal y buena en lo actoral. Sin embargo, en el tercer acto del Ocaso, el agudo en los Hoiho, Hoihe no suena bien, sino demasiado estridente.
Jennifer Wilson tuvo una breve época de esplendor antes de que su voz se consumiera rápidamente. Esta grabación la sorprende en esos buenos tiempos. Su Brunilda va a mejor a lo largo del ciclo. Tiene un sonido lírico e imponente al mismo tiempo. En el dúo de amor del final de Sigfrido ofrece una gran interpretación, de bello timbre y de impactantes agudos, cerrando con uno espectacular la obra. En el Ocaso, mantiene ese nivel. En el tercer acto logra una excelente y emotiva interpretación del gran final.
El legendario bajo Matti Salminen canta hasta tres roles: Fasolt, Hunding y Hagen. La voz ya está madura y a veces se cansa, pero aún es capaz de transmitir poderío vocal y toda la brutalidad de sus personajes, especialmente como Hagen. Impresionante en los dos primeros actos, tanto en su monólogo del primer como en todo el segundo.
El recientemente desaparecido Peter Seiffert como Siegmund tiene una voz muy bella y y es un excelente artista, pero su voz suena un poco lírica para lo heroico que se espera del personaje.
En cuanto a Petra Maria Schnitzer, su esposa en la vida real, y ahora su viuda, es una Sieglinde de voz dulce, lo cual suena agradable, pero le falta dramatismo y más robustez vocal.
Franz Josef Kapellmann es en el Oro un Alberich justo de grave, aunque a nivel interpretativo convence como el lascivo y luego desagradable nibelungo. Claro que al lado de un blanquecino Sigurdarson que hoy canta el rol en Bayreuth, es el mismísimo Gustav Neidlinger. En el resto del ciclo mejora el nivel, sonando la voz más grave, transmitiendo el rencor y la maldad del personaje.
Gerhard Siegel es un excelente Mime, como siempre. Una de las grandes sorpresas de este Anillo es la Fricka maravillosamente cantada por Anna Larsson. Si su potente grave nos hace asociarla a Erda, también encaja en el rol de la diosa celosa y ninguneada por su marido. En Valquiria ese timbre oscuro encaja con la frustración del personaje. El rol de Erda se reparte entre dos cantantes: Christa Mayer en el Oro, donde sin tanto grave consigue sacarlo adelante con su misteriosa y sentida interpretación, y Catherine Wyn-Rogers más discreta en Sigfrido. Wyn-Rogers también interpreta a Waltraute en el Ocaso, convincente en lo actoral pero vocalmente igual de discreta. Ralf Lukas es un correcto Gunther, y como actor representa bien la pusilanimidad del personaje. Elisabete Matos tiene voz, pero se antoja demasiado dramática para el personaje de Gutrune, lo que contribuye a avejentarlo. John Daszak es en cambio un excelente Loge, con un timbre heroico. Stephen Milling es un Fafner cuyo nivel va a más. Germán Villar como Froh e Ilya Bannik como Donner suenan más bien discretos. Bien cantada, con un timbre un poco oscuro, Sabina von Walther como Freia. Marina Zyatkova es un Pájaro del Bosque de voz agradable;y físicamente, es una mujer muy bella y de físico escultural.
Las hijas del Rin hacen lo que pueden con lo que el montaje pide de ellas, que es mucho, pero vocalmente son correctas. Las Valquirias sí están a un buen nivel. Las Nornas sin embargo, están a un nivel aceptable pero no impresionante.
La filmación de esta producción es testimonio de una era que acababa de terminar en esos años: la de una bonanza económica que trajo esplendor musical, aunque no solo por razones culturales, sino también por opulencia, que supuso una rivalidad cultural entre ciudades que en muchos casos fue pan para hoy y hambre para mañana. Este Anillo supuso una bocanada de aire fresco cultural en un momento en que el país iba cuesta abajo y la pobreza, el desempleo y el descontento acechaban a muchas familias españolas. Y sin embargo ahí está.
Esta es la única grabación de una obra wagneriana realizada en España, que ha alcanzado fama en el mundo operístico internacional, pues hay varias críticas en varios idiomas, se emitió en la televisión alemana y muchos wagnerianos que conozco la poseen. Quizá su espectacular montaje, moderno y a la vez fiel al mito, y su reparto disfrutable; convierten esta versión de la tetralogía, en una de las más populares en DVD. Los wagnerianos españoles podemos sentir orgullo por ello.
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