lunes, 28 de abril de 2025

La vida misma, en el género chico: La Revoltosa y El Bateo en el Teatro de la Zarzuela.



Madrid, 27 de abril de 2025.

Además de su corta duración, otro problema del género chico es la enorme cantidad de obras del mismo, y muchas de ellas, grandes clásicos. En las últimas temporadas, se ha visto género chico en la cita anual del Proyecto Zarza, más que en el resto de la programación, aunque el año pasado tuvimos una gloriosa producción de La Verbena de la Paloma. Esta temporada, tenemos dos obras emblemáticas en un programa doble: El Bateo, de Federico Chueca, y La Revoltosa, de Ruperto Chapí. 

En ambas obras, se trata el ambiente vecinal del Madrid más castizo y auténtico. Ambas son obras con un fuerte carácter coral. La Revoltosa habla sobre las relaciones entre hombres y mujeres, de celos, de una mujer en apariencia liberada, Mari Pepa,muy deseada por el vecindario, pero en realidad es una treta para poner a prueba el amor de su amado Felipe, algo de lo que se benefician sus vecinas ya que ese flirteo les sirve para poner a prueba a sus maridos. En el Bateo, se trata además un tema de actualidad candente en los tiempos de Chueca: el anarquismo, cuyos activistas eran una amenaza para el régimen de la Restauración borbónica, y que además recurría al terrorismo si era necesario. El anticlerical Wamba, ardiente anarquista y verdadero protagonista de la obra, muestra sus ideales, asombrosamente vigentes a más de 120 años después de su estreno, en su célebre Tango. 

En esta ocasión, se ha contado con una nueva producción, a cargo de Juan Echanove, quien ya dirigió Pan y Toros en este mismo escenario en 2022. Echanove intenta actualizar estas dos historias, llevándolas a épocas más modernas, pero con resultados controvertidos. Ambas obras comparten la misma plataforma escénica, que viene a representar las vecindades en las que originalmente transcurren. Pero mientras que El Bateo parece transcurrir en una época actual, con personajes vestidos con una estética entre lo choni y lo punk, en un barrio demasiado humilde, casi miserable; La Revoltosa transcurre en una época más atemporal, con una estética propia de la segunda mitad del siglo XX, siendo ambientada en una discoteca que comparte nombre con la obra, apareciendo este con luces de neón rojo. El Bateo es caótico, La Revoltosa es elegante. En El Bateo aparece el andamiaje escénico cubierto con telas que durante el tango de Wamba se proyectan imágenes de letreros contra la especulación y la gentrificación. En la planta baja de la plataforma, se ve una mesa con varios platos de paella, encargados para el bautizo del niño de Nieves y Lolo, y de hecho el arrocero trae una enorme paella en el momento más tenso del conflicto por saber quién se mete en la casa de Nieves y Valeriana. En el coro de los organilleros, las coristas aparecen vestidas con trajes de chaquetas, más parecidas a ejecutivos. En La Revoltosa, hay danzas elegantemente coreografiadas, pero la acción es más estética, el número más animado es el de las Guajiras, cuando Soledad se pasea subida encima de la barra. En ambos casos, pese a las novedades introducidas, escénicamente es fácil seguir la trama, siendo más interesante El Bateo a nivel escénico que La Revoltosa.

Óliver Díaz ha dirigido la mayoría de funciones, excepto dos. Al frente de la orquesta, estuvo mejor En La Revoltosa que en El Bateo. En la obra de Chueca, la orquesta sonó un poco brusca en el preludio, pero fue mejorando. En cambio en La Revoltosa sonó más inspirada, desde las cuerdas con sus sonidos aterciopelados durante el preludio y el dúo de Felipe y Mari Pepa, como el viento durante el inédito terceto de las tres mujeres, redescubierto y arreglado en 2023, para su escucha por vez primera en estas funciones. El Coro obtuvo su momento de gloria en el Popurrí de los Organilleros, en el que se lucieron las mujeres.

En dos obras tan corales, cuyos roles además son cantados por el mismo elenco, destaca un espléndido Gerardo Bullón en los roles de Wamba en Bateo y Felipe en Revoltosa. Bullón hace gala de una excelente forma vocal y unas sólidas actuaciones: excelentemente cantado y actuado el Tango de Wamba, donde transmite lo cascarrabias y pillo del personaje, así como se convierte en un apasionado, viril y enérgico Felipe, sacando su lado más tierno en el dúo con Mari Pepa. 

Berna Perles, con una voz oscura, interpretó una Mari Pepa coqueta y de carácter, logrando su mejor momento en el dúo con Felipe.

El resto del elenco se entregó enteramente a la producción: María Rodríguez como Visitación y Encarna, mostrando sus excelentes graves, logró una gran interpretación del primer personaje. Milagros Martín también se defendió en su doble papel como Valeriana y Gorgonia, en esta última cantando muy bien, sacando igualmente unos graves maravillosos. José Manuel Zapata fue Virginio y Candelas. En el primero estuvo desternillante, con una buena interpretación del dúo con Visitación. 


Esta fue la última función, una tarde zarzuelera de domingo, con el teatro con alta ocupación de las butacas, en la que el público se divirtió mucho con unas obras que conoce y ama: uno puede apreciarlo cuando oye tararear los números más célebres y las carcajadas. 


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miércoles, 23 de abril de 2025

ESP/ENG Canto y circo: el original recital de Patricia Petibon en el Teatro de la Zarzuela.


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Madrid, 21 de abril de 2025.

Tras aplazar el concierto inicialmente previsto por una faringitis aguda, la soprano francesa Patricia Petibon debuta en el Teatro de la Zarzuela, en el marco de su Ciclo de Lied. A sus 55 años, Petibon, famosa en sus interpretaciones de ópera barroca, de Mozart (en Madrid cantó en Lucio Silla en 2017), o de ópera contemporánea, siendo una intérprete referencial de la ópera Lulú de Alban Berg, por no hablar de sus interesantes incursiones discográficas en el mundo de la canción lírica (en la década pasada grabó un disco de zarzuela, en un nítido español). Acompañada por el pianista Alfredo Abbati y el violonchelista Christian Pierre La Barca, la diva francesa  se ha presentado un programa tan amplio como su repertorio de concierto. Canciones populares en español e inglés, y otras de autores como Falla, Canteloube, Satie, Lara, Copland, Barber entre otros. 

Cuando escribí esta introducción, esperaba ver un recital como los demás del Ciclo de Lied: íntimo, recogido, serio. Sin embargo no estaba preparado para el peculiar recital que he presenciado anoche. No voy a reparar en las zapatillas de los acompañantes, ni siquiera en la peineta y el gigantesco moño que llevaba la señora Petibon, porque al final lo que espero es una buena velada musical. Incluso si el repertorio elegido era de un ecléctico que daba vértigo.

Petibon ya no está en su mejor momento vocal. Los agudos son estridentes, gritados,y le requieren un enorme esfuerzo. Si hay algo que a esta señora le queda es expresividad, y una entrega exagerada. Si acaso queda un centro aún escuchable. En la primera parte,  asistimos a un repertorio muy variado, incluida una canción de Falla que cantó bien y con gracejo, defendiéndose con la pronunciación, siguiendo por una apasionada (aunque vocalmente fuese correcta) versión de El vito de Fernando Obradors, canción que conoce y pronuncia bien. Las canciones francesas estuvieron mejor por la parte idiomática, y esta primera parte terminó con una personalísima, aunque poco memorable versión de la Granada de Agustín Lara. Así las cosas, la primera parte fue recibida con unos aplausos más bien discretos. La segunda parte fue mucho mejor, con una sugerente versión de Je te veux, de Satie; y concluyó con una, ahora sí, bellísima, cantada con sentimiento y memorable versión de Danny Boy, la popular canción irlandesa. Dos bises se dieron, una canción en gaélico y otra en francés, ambas mejor cantadas que el resto del programa.

Lo que es digno de mención, y elevó a la categoría no ya de memorable, sino de circense, fueron las bromas y juegos que la señora dio para el carcajeo del público. En la primera parte, al terminar la canción de Jean Cras, La rencontre, debería de haberse pasado a una tradicional escocesa, pero el piano empezó a tocar "Tiburón" de John Williams, mientras Petibon empezó a jugar con una cola de tiburón y a simular que nadaba, hasta acercarse al pianista que gritó: "¡un tiburón!". En la segunda parte, la señora desplegó todo su desparpajo. Abordó "Dona Janaina" de Francisco Mignone con una marioneta de una cacatúa, e imitando ruidos de ave. También se dedicó a agitar peluches, y una de las canciones la cantó con unas gafas oscuras, con la montura de un girasol. Incluso, antes de cantar "Les gars qui vont à la fête" de Poulenc, se puso a golpear un sombrero de copa y cantar La Marsellesa. Luego, mientras sonaba una pieza de solo piano, se puso una nariz de payaso y a canturrear. 

En un recital de canto, sin embargo, quienes estuvieron espléndidos fueron los acompañantes: el violonchelista La Marca dio unas espléndidas versiones de una obra de Marais y de El cant dels ocells, así como el pianista en sus intervenciones. Los momentos musicales más redondos de la noche, si nos atenemos a lo musical fueron, además de la pieza final del programa, las dos introducciones instrumentales: un Estudio de Ravel y la famosa Danza del Fuego de Falla. 


Al final del concierto, las sonrisas de los tres artistas revelaron lo bien que se lo habían pasado y que sentían haber cumplido su objetivo: hacer que el público se haya divertido de lo lindo. Misión cumplida, entonces. 

ENGLISH: Singing and Circus. The original Patricia Petibon recital at the Teatro de la Zarzuela.

Madrid, April 21, 2025.

After postponing the initially planned concert due to acute pharyngitis, the French soprano Patricia Petibon makes her debut at the Teatro de la Zarzuela, in its well-famed Lied Cycle. Aged 55, Petibon, famous for her performances of baroque opera, Mozart (she sang Lucio Silla in 2017 at the Teatro Real), or contemporary opera, being a leading performer of Alban Berg's Lulu, not to mention her interesting recordings and performances of songs from different countries and in different languages (in the last decade she recorded a zarzuela album, in clear Spanish). Accompanied by pianist Alfredo Abbati and cellist Christian Pierre La Barca, the French diva has offered a program as extensive as her concert repertoire. Popular songs in Spanish and English, and others by authors such as Falla, Canteloube, Satie, Lara, Copland, Barber among others. 

When I wrote this introduction, I expected to see a liederabend: intimate, calm, serious. However, I wasn't prepared for the recital I witnessed last night. I'm not going to notice the sneakers of the companions, not even the peineta comb or the gigantic Top Knot that Mrs. Petibon was wearing, because what only matters for me is to have a good musical evening, even if the repertoire chosen was dizzyingly eclectic.

Petibon is past her prime. The high notes are strident, shouted, requiring enormous effort. If there is something that this lady has left, it is expressiveness, and exaggerated devotion. There still is a listenable middle voice. In the first part, we witnessed a very varied repertoire, including a song by Falla that she sang well and gracefully, followed by a passionate (although vocally correct) version of El vito by Fernando Obradors, a song that she knows and pronounces well. The French songs were better because of pronounciation, and this first part ended with a very personal version of the famous Agustín Lara's Granada, which for sure won't last in the audience's memories. As it was, the first part was received with rather discreet applause. The second part was much better, with a seductive version of Je te veux, by Satie; and concluded with a beautifully, heartly version of Danny Boy, the popular Irish song. Two encores were given, one song in Gaelic and one in French, both better sung than the rest of the programme, excepting that charming Danny Boy.

What is worthy of mention, and elevated the recital to the category not only of memorable, but of a true circus, were the jokes and games that Petibon gave, much to the audience's amusement. In the first part, at the end of Jean Cras' ​​song, La rencontre, the program should have continued with a traditional Scottish song, but the piano began to play "Jaws" by John Williams, while Petibon began to play with a shark's tail and faked a swim, until she approached the pianist who shouted: "Theres's a shark!" In the second part, she displayed all her self-confidence. She tackled Francisco Mignone's "Dona Janaina" with a puppet of a cockatoo, and imitating bird noises. She also dedicated herself to shaking stuffed animals, and she sang one of the songs with sunflower-framed sunglasses. Even before singing "Les gars qui vont à la fête" by Poulenc, she started to hit a top hat and to sing La Marseillaise. Then, while a solo piano piece was playing, she put on a clown's nose and hummed. 

Despite being a singing concert, the splendid ones were the accompanists: the cellist La Marca gave splendid versions of a work by Marais and El cant dels ocells, as well as the pianist in his interventions. The most complete musical moments of the night, if we stick to the musical aspect, were, in addition to the final piece of the program, the two instrumental introductions to the second part: an Etude by Ravel and the famous Fire Dance from "El Amor Brujo" by Manuel de Falla.


At the end of the concert, the smiles of the three artists revealed how much fun they had had and that they felt they had fulfilled their objective: to make the audience have a great time. Mission accomplished, then.

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sábado, 5 de abril de 2025

ESP/ENG Presintiendo la tragedia: Inolvidable Sexta Sinfonía de Mahler por la ONE en el Auditorio Nacional.


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Madrid, 4 de abril de 2025.

Su rotunda y sombría música le ha valido un apodo que Mahler no le puso: Trágica. Aun así, Mahler puso todos sus demonios y sufrimientos pasados en su Sexta Sinfonía, que fue compuesta entre 1903 y 1904. Es curioso cómo Mahler compuso una música tan ominosa cuando se encontraba en un momento de felicidad personal, casado y con dos hijas. Pero poco duraría: como presintiendo las tragedias que estaban por venir, tras componer esta sinfonía, Mahler perdió a su hija Maria siendo esta una infante, luego la presión social y política en una hostil Viena, regida por el infame alcalde antisemita Karl Lueger le hizo dimitir de su puesto como director de la Ópera de esa ciudad, y un diagnóstico de problemas de corazón que le llevaría a la tumba con tan solo 50 años. Hoy es vista como una obra menos accesible que otras del compositor austríaco, en parte por su oscuridad, pero también vista como una de sus obras maestras. También es conocida por la participación de un enorme martillo, tres golpes trágicos, premonitorios de su vida, en el cuarto movimiento. 

Cuatro movimientos forman parte: el primero y el tercero, con una música de aire marcial, una excitación bélica. El segundo es el más bello, el más personal, que recrea un mundo hermoso pero con un toque melancólico. El cuarto es la apoteosis final, pero no triunfa el amor, triunfa lo trágico. Hasta la segunda entrada del arpa es una lucha constante, en la que el triunfo parece estar cerca, pero los golpes de martillo nos recuerdan que la muerte será la ganadora, así la música se hace cada vez más triste hasta el trágico final.

Mahler es un habitual de las temporadas de la Orquesta Nacional de España, y David Afkham es el encargado de interpretarlo en la mayoría de ocasiones. Esta temporada la gran cita mahleriana era sin duda la Sexta sinfonía. Además, poco antes de que comenzara el concierto, se ha anunciado que estos tres conciertos serán grabados para la publicación de un álbum. Una vez más, el maestro alemán se ha apuntado un gran éxito, con una interpretación espectacular, apasionada, con cada sonido brillando. Ya las cuerdas que comienzan la obra estremecían con sus trémolos y su penetrante sonido, seguidas por la percusión que estuvo espléndida y un viento que transmitió lo trágico de la obra. En el segundo movimiento, la madera dio una interpretación memorable. La trompa, muy ovacionada, tuvo en él un gran lucimiento, para luego sonar ominosa en el cuarto . Varios espectadores se estremecieron con el golpe del martillo, que compartía percusionista con las campanas y el xilófono. 

El público que llenaba la sala, no dejó ni un minuto de silencio, ya que al terminar las cuerdas la última y fragil nota, inmediatamente irrumpieron los aplausos y ovaciones. Tal es la pasión del público madrileño por Mahler, que sabe que ha asistido a una velada para el recuerdo.


Presaging tragedy: Unforgettable Mahler's Sixth Symphony at the Auditorio Nacional.

Madrid, April 4, 2025.

Its resounding and somber music has earned it a nickname that Mahler did not give: Tragic. Still, Mahler put all his past demons and sufferings into his Sixth Symphony, which was composed between 1903 and 1904. It is curious how Mahler composed such dark music when he was in a moment of personal happiness, married with two daughters. But it would not last long: as if presaging the tragedies that were to come, after composing this symphony, Mahler lost his daughter Maria when she was an infant, then the social and political pressure in a hostile Vienna, ruled by the infamous anti-semitic mayor Karl Lueger, made him resign from his position as director of that city's Opera, and a diagnosis of heart problems that would take him to the grave at only 50 years old. Today it is still seen as a less accessible work than other works of his, partly due to its obscurity, but also seen as one of his masterpieces. It is also known for the participation of a huge hammer, three tragic blows, premonitory of his life, in the fourth movement.

Four movements form its structure: the first and the third ones, a martial, warlike excitement. The second is the most beautiful, the most personal, which recreates a beautiful world but with a melancholic touch, quietness before whirlwind. The fourth is the final apotheosis, but love does not triumph, the tragedy does. Until the second entry of the harp it is a constant struggle, in which victory seems to be close, but the hammer blows remind us that death will be the winner, so the music becomes increasingly sad until the tragic ending.

Mahler is a regular in the seasons of the Spanish National Orchestra, and David Afkham conducts this music in most occasions. This season the great Mahlerian event was undoubtedly the Sixth Symphony. Furthermore, shortly before the concert began, it was announced that these three concerts will be recorded for the publication of an album. Once again, the German maestro has scored a great success, with a spectacular, passionate performance, with each instrument sound shining. The strings that begin the work were already shaking with their tremolos and penetrating sound, followed by the percussion that was splendid and a wind section that conveyed the tragedy of the work. In the second movement, the woodwind gave a memorable performance. As the brass is concerned, the horn, highly applauded, sounded beautifully, elegiac, in the second movement, and then sounded ominous in the finale. Several spectators shuddered at the blow of the hammer.

The audience that filled the room did not leave a minute of silence, since when the strings finished the last and fragile note, applause and ovations immediately broke out. Such is the passion of the Madrid public for Mahler, that they know that they have attended an evening to remember.


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