sábado, 30 de julio de 2022

Lo que la guerra separe, que lo una la danza: El Lago de los Cisnes por el Ballet de Kiev.

Madrid, 29 de julio de 2022.

Este año parecía que no, pero al final sí, hay ballet en Madrid este verano. La interminable guerra de Ucrania, no solo ha diezmado vidas, ciudades y causado oleadas de refugiados, además de elevar el coste de vida en Occidente sino que también ha afectado a la vida cultural. El boicot a las instituciones rusas por parte de los principales teatros occidentales llevó, entre otros, a la cancelación de la actuación del Ballet Bolshoi de Moscú en el Teatro Real el pasado mayo. De ahí, que se pudiera pensar que las tradicionales temporadas de ballet clásico en la capital, habitualmente a cargo de compañías privadas rusas, se verían comprometidas. La mala imagen de la marca Rusia en este momento no parece propicia para compañías habituales de la ciudad (con muchos bailarines ucranianos en la plantilla pese a los nombres de las compañías) como el Ballet de San Petersburgo de Andrey Batalov o el Russian National Ballet de Sergei Radchenko. Sin embargo, las compañías privadas ucranianas han salido al rescate para el deleite de los madrileños, solidarios con su tragedia.


A varios de estos bailarines, la guerra les ha sorprendido de gira por Occidente, lo que también les ha supuesto apoyo por parte de  instituciones como la Ópera de París. En el caso que nos ocupa, el Ballet de Kiev está dirigido por Viktor IshchukAnna Sophia Scheller, bailarines principales del Ballet de la Ópera Nacional de Kiev, que se presenta en España por primera vez, con El Lago de los Cisnes, del gran Piotr Ilich Tchaikovsky, como presentación, ya que para las navidades llevarán El Cascanueces o Giselle, a varios teatros de nuestro país. Empezaron la semana pasada en el Teatre Tívoli de Barcelona, pero tuvieron que afrontar problemas, como la imposibilidad de algunos de sus bailarines masculinos de poder salir del país. 

Ahora llega al Teatro Coliseum de Madrid, donde habitualmente se representa el musical "Tina". No estoy muy convencido de la capacidad del Coliseum, pese a tener una sala moderna pero acogedora, para representar un ballet en condiciones, después de la decepción que me supuso ver un Cascanueces allí, hace cinco años. Pero en este caso, el espectáculo no salió tan mal como entonces. Nada más entrar, el amplio y negro escenario del Coliseum, que no permite poner la decoración verde boscosa que tuvo en Barcelona,  recibe al espectador con un telón negro al fondo, que dice "El Lago de los Cisnes, Ballet de Kiev". Como es habitual también en estas compañías, la música es grabada, pero no supone un problema, al menos para mí. Uno siempre se emociona con la música, pese a que en las introducciones parte del público suela hablar, sin valorar que la Obertura es tan famosa como el tema del cisne o el paso de cuatro. Escuchar el arpa en el segundo acto, o el final tan apoteósico, siempre resulta una maravilla, aunque venga de un altavoz. Los decorados son paisajes con una iluminación azul, mas un convencional salón real dibujado en el tercer acto, que se nos revelan tras el final de cada obertura.  La falta de un telón en el borde del escenario se resuelve con que tras el final feliz, se apagan súbitamente las luces, tras el último acorde, lo que refuerza la sensación que no puede haber nada más.

Una cosa que me gustó mucho, fue que el hermoso, también conocido y con frecuencia cortado en estas compañías, Andante con Moto, del famoso paso a seis, fuese incluido en la representación. Pero no como el primer baile del cisne negro, sino como obertura del acto cuarto, con el escenario a oscuras. Sin duda, era un efectivo momento de suspense que incrementaba la tensión tras la intensidad del acto anterior y el desenlace que estaba por llegar. Y luego ver a los cisnes entrar en la oscuridad para luego levantarse el telón y mostrar el azul intenso del lago. 

La pareja protagonista para estas funciones está formada por la jovencísima bailarina alemana Julianna Correia Dreyssig, de tan solo 17 años, en el rol de Odette/Odile , y por el ucraniano Ievgen Lagunov, miembro del Ballet de la Ópera de Budapest, en el rol del príncipe Sigfrido. Ambos vinieron acompañados por una treintena de bailarines, de los cuales el cuerpo de ballet ascendía a veinte, de los cuales los cisnes eran dieciséis.


Correia, a su joven edad, y a la que espera un futuro prometedor, sin duda se ha apuntado un éxito personal con su gran interpretación de Odette/Odile, deslumbrando al público con su agilidad, su técnica deslumbrante, su destreza en las complicadas escenas en el lago, su elegancia seductora como el cisne negro,y su sincronización con la música, que la hacen brillar en los actos segundo y tercero, en los que sus intervenciones fueron memorables.                                                                              

Lagunov como Sigfrido, se mostró un poco más discreto frente a la protagonista, pero supo salir airoso del reto de interpretar al héroe por antonomasia del ballet, especialmente en su danza final del acto primero y en la famosa coda del tercero. Lástima que el tamaño reducido del escenario le limitara en sus movimientos.

Me enerva mucho que en muchas de estas compañías no haya en el programa de mano una lista del reparto completo, pues creo que sin duda nos merecemos saber quién es quién. Aun así, el Rothbart, quien fuera, cumplió con su personaje, destacando sobre todo en su danza de introducción en el segundo acto. De quien sí pude adivinar quién era fue Kostiantyn Mayorov como Benno, el amigo de Sigfrido. Mayorov sí destacó en sus danzas del primer y tercer acto, además de tener un porte atlético impresionante, lo que le daba un mayor vigor en su interpretación, a la par que Sigfrido. Del resto del elenco, a destacar las cuatro solistas de la famosa danza de los pequeños cisnes, y los de la danza napolitana. 

Es una alegría volver a ver ballet en la capital, tras los obstáculos de la pandemia, y ahora de la invasión rusa de Ucrania, lo que le da un toque de empatía. Pero sobre todo, el que todos los veranos e inviernos haya una pequeña temporada de ballet en la capital española, pese a las limitaciones, especialmente de repertorio, pero que viene a cubrir el vacío por parte de las grandes instituciones culturales hacia algo tan valorado por el gran público como la danza clásica.

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martes, 19 de julio de 2022

ESP/ENG : Christian Gerhaher y Anna Lucia Richter cantan a Wolf en la Zarzuela.



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Madrid, 18 de julio de 2019.

Termina la temporada del Teatro de la Zarzuela con una cita imprescindible para los amantes del lied: el barítono Christian Gerhaher, uno de los liederistas más importantes de la actualidad, y la mezzosoprano Anna Lucia Richter interpretan en el Teatro de la Zarzuela uno de los ciclos de lied más famosos: Las Canciones Italianas de Hugo Wolf, o Italienisches Liederbuch, sobre poemas italianos traducidos por Paul Heyse, premio Nobel de literatura, al alemán. Al piano, les acompañaba el joven Ammiel Bushakevitz.

La semana pasada, Gerhaher y la soprano Julia Kleiter dieron un recital del Ciclo de canciones españolas. Ahora es el turno de las italianas. Hugo Wolf es uno de los más grandes compositores de lied. En el momento de componer este ciclo, las creaciones miraban hacia el exótico sur, después de tomar a la mitología nórdica como referente. Las canciones italianas hablan del amor, de la guerra, de la muerte, incluso tienen momentos cómicos como la parte final de la segunda parte. La belleza del lied, en la que piano y voz se complementan para crear algo mágico, que da rienda suelta a las emociones, es algo que abunda en este ciclo.


Gerhaher tiene una voz de barítono clara, ligera. Ciertamente conoce este repertorio y es expresivo, capaz de cantar en piano, como susurrando la canción al oído del espectador, aunque también es capaz de sacar todo el volumen posible y llegar generosamente a la sala, pasando de un registro a otro como en Selig ihr Blinden, die ihr nicht zu schauen, uno de los mejores momentos de la noche. La segunda parte fue sin duda la mejor, donde pudo sacar todas sus posibilidades vocales, como en la bella Benedeit die sel’ge Mutter, que abordó desde un piano fabuloso. En las canciones finales, las más jocosas y ácidas, sacó a relucir su caudal vocal.

Richter en cambio posee una enorme, bella y rica voz. Esta soprano que ahora es mezzosoprano, interpretó todas sus canciones con su potente volumen, sus agudos  increíbles y su grave que suena como gélido, además de su exquisitez en el canto, y también su vis cómica en las canciones más divertidas. Una agradable sorpresa para quien no la haya visto en su concierto de 2020 en este mismo teatro. 

Bushakevitz acompañó a los artistas, mimando sus voces en todo momento, aunque también pudo destacar, especialmente en las canciones más lentas, donde con sus tempos más pausados recreaba el ambiente íntimo y de belleza de las composiciones, aunque también supo agilizar en las más divertidas.

Termina así el XXIII Ciclo de Lied, así como la Temporada 2021-2022 del Teatro de la Zarzuela, que varias alegrías nos ha traído, y que sigue conquistando al público por su variada, interesante y asequible programación. Qué bien que lo haya hecho con la belleza de la música de Wolf.



Christian Gerhaher and Anna Lucia Richter sing Wolf at the Teatro de la Zarzuela.

Madrid, July 18, 2022.

The 28th Lied Cycle at the Teatro de la Zarzuela has concluded tonight with one of the major pieces in German lied: Hugo Wolf's Italian Song Book, sung by a major liederist, the German baritone Christian Gerhaher and the young mezzo-soprano Anna Lucia Richter, both accompanied by Ammiel Bushakevitz at the piano. 

This work puts music to a collection of Italian poems translated into German by Paul Heyse, 1910 Nobel Literature prize. These songs talk about love, death, war, and also comical situations. Last week, Gerhaher and Julia Kleiter sang Wolf's Spanish Song Book. Now, he returns with the Italian cycle complete. 

Gerhaher is a baritone with a light-toned voice, like humming to the listener's ear,  but also able to extract the most powerful volume and an impressive low voice. He was able to pass from one register to another in songs like Selig ihr Blinden, die ihr nicht zu schauen, one of the best moments in the night. In the second part he reached his peak, giving a beautiful rendition of Benedeit die sel’ge Mutter, singing from a piano line who had a beautiful effect. In the comical songs he raised the volume and voice to sound funnier.

Richter was a true surprise, to all of us who didn't attend her Madrid debut liederabend in 2020. Hers is a beautiful, rich, and volume generous voice. This young mezzo-soprano has beautiful high notes, also remarkable low voice and a great sense of humor in the comical songs. 

Bushakevitz accompaigned well and taking care of the singers' voices. In the most quiet, intimate songs he used slow tempi to recreate in their beauty and also to help the singers to also recreate the typical magic of lied, when voices and piano merge into a rich, introspective and charming music world.

And so concludes the 2022-2023 season at the Teatro de la Zarzuela, which so many joy has brought this year to the fans of this genre, with unforgettable productions of titles such as La Tabernera del Puerto or El Barberillo de Lavapiés, apart from the long-awaited and very successful Lisette Oropesa's debut in this genre with an unforgettable concert. After the ecstasy last night with Domingo's concert, its a joy to finish the vocal season with the beauty of Wolf's music, served by such accomplished singers.



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lunes, 18 de julio de 2022

Plácido Domingo returns home: moving comeback to the Teatro Real with Sonya Yoncheva.


Madrid, July 17, 2022.

In June 2019, Plácido Domingo gave a concert at the Catedral de la Almudena in Madrid, and after the end of the recital, a walkabout waited for him, the most beloved opera singer worldwide, an opera star who was let to do whatever he wanted: to continue his career singing baritone roles, to much acclaim, or even conducting at Bayreuth Festival. A true living legend. However, something happened in August 2019: a group of women in the United States (where he established his worldwide legend status) accused him of sexual harassment and abuse of power. Inmediately, not only the scandal began but also the MeToo movement (which  took to the court with solid proofs, and deservedly, to several show business moguls accused of atrocious sexual charges) fell upon him with all its fury, as well as the cancellation culture. At the beginning, Domingo apologised for any disturbance, stating that the parameters in which we today analyse relationships weren't the same than in the past, and later he denied firmly any accusation.

Even when American opera houses ran investigations, Domingo wasn't charged and there were neither formal accusations nor a trial. But his U.S. career met with an abrupt end, as every American theatre canceled their collaborations and scheduled performances with him. However, not everyone neglected him: his opera colleagues defended him publicily, among them several female singers, as well as his legions of fans worldwide, the "dominguistas".

His 50-year Met career ended shortly before the premiere of a new Macbeth production. In his native Spain, the Ministry of Culture cancelled a performance at the Teatro de la Zarzuela, and Domingo himself retired from the Traviata production set for May/July 2020 at the Teatro Real. Meanwhile, the Covid-19 pandemic spread all over the world, and Domingo himself got the virus. 

After the big lockdown, he resumed his career at the Bolshoi Theatre in Moscow, and then came Vienna, Verona, Paris (not the ONP, though, but the Salle Gaveau), Munich, and future New stages to come like Paraguay and Bolivia. In June 2021, he returned to Spain, but at the Auditorio Nacional in Madrid, where he was received with a long and loud ovation. Such success raised outrage in the Spanish Ministry of Equality, whose minister protested about it in Twitter, as well as other female political figures, the same ones who lobbied to cancel the accompaigning orchestra in Mérida, Extremadura.

But he, and we his fandom, lacked the Teatro Real, the opera house in his birthplace Madrid, where he reigned until 2019, being its leading star for 22 years, since its re-opening in 1997. Today, he has returned. Nevertheless, he hasn't done in the official schedule, but in the Universal Music Festival, held by the Teatro Real every summer,  for pop stars such as Elton John, Joan Baez, or the pianist James Rhodes. Indeed, Anna Netrebko's next recital on July 25 will be featured in this festival, after being postponed last September.

He returns alongside the famous soprano Sonya Yoncheva, and the Teatro Real Orchestra, conducted by Jordi Bernàcer.

Part One

Sinfonía - La forza del destino, Giuseppe Verdi - Orquesta Titular del Teatro Real

Nemico della patria - Andrea Chénier, Umberto Giordano - Plácido Domingo

Pace! Pace, mio Dio! - La forza del destino, Giuseppe Verdi - Sonya Yoncheva

Perfidi… Pietà, rispetto, amore…Macbeth, Giuseppe Verdi - Plácido Domingo

Sinfonía - Luisa Miller, Giuseppe Verdi - Orquesta Titular del Teatro Real

Madamigella Valery? - La traviata, Giuseppe Verdi - Plácido Domingo and Sonya Yoncheva

Part Two

Pleurez pleurez, mes yeux - Le Cid, Jules Massenet - Sonya Yoncheva

O vin, dissipe la tristesse - Hamlet, Ambroise Thomas - Plácido Domingo 

Méditation - Thaïs, Jules Massenet - Orquesta Titular del Teatro Real

Ciel! Mio padre! - Aida, Giuseppe Verdi - Plácido Domingo and Sonya Yoncheva

Encores:

Petenera, from "La Marchenera", Federico Moreno Torroba - Sonya Yoncheva

Amor, vida de mi vida, from "Maravilla", Federico Moreno Torroba - Plácido Domingo

Torero quiero ser from "El Gato Montés", Manuel Penella - Plácido Domingo and Sonya Yoncheva



Aged 81, Plácido Domingo is still very active on stage.  However, the voice is not the same, because of age, the Covid and for sure the scandal. One of the keys of keeping himself for a long time and to a great success, has been the fact that Domingo has kept, administrated his voice with much intelligence, adequating it to what he could sing at every moment. That is why he could have preserved such beautiful, powerful and vigorous voice. In addition, his undeniable charisma and amazing presence on stage, his sense of drama, have always helped in this success. When appearing on stage, he was received with a 2-minute ovation, which could have lasted longer if he hadn't made a gesture to begin the concert.

Now with an unstable legato, Domingo uses his still remaining beautiful notes and tone to ensure his usual level. For example, in the amazing first line, "Nemico della patria" he still sounds as the old Domingo, the tenor who has delighted us for decades, but in other cases volume is not enough. I was surprised that the "Pietà, rispetto" has been transposed to adequate into his current vocal state, but he could still show some power in the final line "la nenia tua sarà". In the Aida duet he wasn't as enough as Yoncheva, despite an amazing singing in "dei faraoni tu sei la schiava". In the encores, which were zarzuela and Spanish opera, he won over the audience with a devotion, a command of the style which helped any vocal limitation. When singing, Amor, vida de mi vida, the audience was enraptured, as well as amused, delighted in the duet from El Gato Montés. 

Yoncheva had a personal success too. Her beautifully dark-toned voice, high notes and pianissimos, as well as her big volume, dazzled the audience too, despite some nasal vibrato in the Pace, Pace mio dio. In the Aida and Traviata duets, she did shine with her singing, specially the pianisssimo in "Dite alla giovine". In the aria from Le Cid, she gave a remarkable performance. The first encore, was the romanza "Petenera" from Maravilla, a zarzuela by Moreno Torroba, which she already sang marvellously last year at the Teatro de la Zarzuela, showing how she commands this genre.

The Teatro Real Orchestra conducted by Jordi Bernàcer fulfilled its commitment to accompaign the singers, but it was noticeable that the maestro Bernacer chose slow tempi, which favorised the violin in the Thais Meditation and the Overture from La Forza.

At the end, the audience gave a strong ovation to Domingo, despite the tickets weren't sold out, maybe because of the prices and the absence of cultural authorities. Domingo was moved and the applause was long. He has returned after three years which must have seemed him like eternities, because of Covid and the scandal. Two things are clear: Domingo needs the stage to live. The other one is that his name is part of the operatic history in the second half of 20th Century, and the operatic mainstream cannot be understood without his presence, despite some important venues efforts to forget it.  Whatever the difficulties he could confront, whatever hus conduct or misconduct could be, whenever we listen to a modern, digital Don José, Otello, Radamès or zarzuela, Domingo is always there, and will always be, that is the legacy of an artist.  


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El regreso de Plácido Domingo a su teatro: entrañable concierto en el Teatro Real con Sonya Yoncheva.


Madrid, 17 de julio de 2022.

En junio de 2019, Plácido Domingo se daba un baño de multitudes en la Catedral de la Almudena. El cantante de ópera más famoso y posiblemente el más admirado del planeta. Un artista que despertaba en España una admiración y respeto casi unánime entre muchos españoles, cosa rara en un país dado a politizar a sus celebridades. Un artista que en un escenario pudiera hacer cuanto quisiera, que contaba con no pocos aplausos: desde interpretar roles de barítono, con la misma pasión de siempre, hasta dirigir la orquesta del Festival de Bayreuth, reservada para los grandes de la dirección de orquesta. De repente, unos meses más tarde, en agosto de ese mismo año, un grupo de mujeres en Estados Unidos acusó a Domingo de acoso sexual y abuso de poder. No fue acusado formalmente ante un tribunal, no hubo juicio, pero sobre el tenor español cayó no solo la furia del movimiento Me Too (que en Estados Unidos había hecho caer a peces gordos del mundo del espectáculo, esta vez sí con pruebas y juicios) sino también la de la cancelación, sin considerar la presunción de inocencia. Domingo en un principio se disculpó por el daño posiblemente hecho, aunque aseguró no haber acosado a nadie. Luego, negó toda acusación. No obstante, también tuvo muchos apoyos, no solo de su legión de admiradores, los llamados dominguistas, sino también de sus colegas de profesión, con muchas mujeres entre ellos. 
Sin embargo, las puertas se cerraron no solo en Estados Unidos, el país que le convirtió en un dios de la lírica, sino también en España, ya que el Ministerio de Cultura le canceló una función en el Teatro de la Zarzuela, y él mismo se retiró de sus funciones previstas en La Traviata para el año 2020. Entre tanto, la pandemia del Covid-19 llegó y cerró los teatros y toda la vida social. Domingo, para colmo de males, enfermó de Coronavirus. Tras el parón pandémico, Domingo retomó su carrera. Primero en en el Bolshoi de Moscú, luego en Viena, y después vinieron Verona, Múnich, París, Buenos Aires, además de nuevos escenarios en Europa del Este, y finalmente, en junio de 2021 volvió a su Madrid natal. Una ovación de ocho minutos le recibió en el Auditorio Nacional, en una gala benéfica. Un éxito que disgustó a la ministra de Igualdad, y a otras damas de la izquierda política española. Sus admiradores, que aún se cuentan por cientos de miles, millones, en el mundo, nunca le dieron la espalda. Sin embargo, faltaba volver al escenario donde era el rey absoluto hasta 2019: el Teatro Real de Madrid. Este regreso se ha dado, pero no en la programación de abono, sino en el marco del Universal Music Festival, organizado por el Real para estrellas del pop. 


Junto a él, la Orquesta Sinfónica del Teatro Real dirigida por Jordi Bernàcer, y la famosa soprano Sonya Yoncheva.  

El programa, fue el siguiente:

Primera parte

Sinfonía - La forza del destino, Giuseppe Verdi - Orquesta Titular del Teatro Real
Nemico della patria - Andrea Chénier, Umberto Giordano - Plácido Domingo
Pace! Pace, mio Dio! - La forza del destino, Giuseppe Verdi - Sonya Yoncheva
Perfidi… Pietà, rispetto, amore…Macbeth, Giuseppe Verdi - Plácido Domingo
Sinfonía - Luisa Miller, Giuseppe Verdi - Orquesta Titular del Teatro Real
Madamigella Valery? - La traviata, Giuseppe Verdi - Plácido Domingo y Sonya Yoncheva

Segunda parte

Pleurez pleurez, mes yeux - Le Cid, Jules Massenet - Sonya Yoncheva
O vin, dissipe la tristesse - Hamlet, Ambroise Thomas - Plácido Domingo 
Méditation - Thaïs, Jules Massenet - Orquesta Titular del Teatro Real
Ciel! Mio padre! - Aida, Giuseppe Verdi - Plácido Domingo y Sonya Yoncheva

Propinas:
Petenera - La Marchenera, Federico Moreno Torroba - Sonya Yoncheva
Amor, vida de mi vida - Maravilla, Federico Moreno Torroba - Plácido Domingo
Torero quiero ser - El gato montés, Manuel Penella - Plácido Domingo y Sonya Yoncheva



A sus 81 años, Plácido Domingo sigue estando en activo en los escenarios. Ello no quiere decir que la voz no haya acusado cada vez más desgaste en los últimos tiempos, tanto por la edad, el Covid, y el escándalo. A lo largo de su gloriosa carrera, Domingo ha sabido administrar su bella, vigorosa, potente voz de forma inteligente y adecuarla a lo que los medios le permitían con el transcurso del tiempo, lo que ha hecho que la magia de verle, oírle, haya durado tanto tiempo. Además, tiene el innegable carisma y entrega propios de un animal escénico. A su entrada, el público se puso en pie y aplaudió. Esta ovación habría durado más si no hubiera sido porque el propio Domingo hizo un gesto para empezar. 


Ya sin un legato estable, Domingo aprovecha las notas, los agudos y el timbre que le quedan para recordarnos la gloria con la que hemos crecido.  Hay momentos en los que parece que todo sigue tan bien como siempre, esa forma de abordar la tremenda frase "Nemico della patria", pero en otros, el volumen a veces no le acompaña. Me llama la atención que hayan bajado el tono en "Pietà, rispetto", del Macbeth que ha cantado en los últimos años en todo el mundo, incluido en Madrid, hace cinco años, pero aún  queda pasión, garra escénica en frases como "La nenia tua sarà". En el dúo de Traviata y en el de Aida, aun dándolo todo, a veces me parecía que recurría  al parlato, aunque luego remontaba con frases como "dei faraoni tu sei la schiava". Las propinas fueron otro cantar. Domingo ha sido uno de los embajadores de la zarzuela, cantándola en todas partes. Y fue aquí donde conquistó a su público. Primero con Amor, vida de mi vida, donde cantó con su habitual fuerza y gallardía, y luego en el dúo final "Torero quiero ser", a dúo con Yoncheva, donde conquistó con su gracejo y sus movimientos en escena, además de con un canto entregadísimo. 


Yoncheva se apuntó un éxito personal. La diva búlgara deleitó una vez más al Real con su potente voz, su tono oscuro y su gusto para el canto, además de unos bellos pianissimi. Desde el dúo de Traviata, donde conmovió al público en el Dite alla giovine, pasando por una verdaderamente gloriosa segunda parte para ella, empezando con una bellísima interpretación del aria Pleurez mes yeux, y luego en el dúo Ciel, mio padre, donde deslumbró con su dramatismo y su agudo deslumbrante.  En las propinas, empezó con una interpretación de "Petenera" de la Marchenera, con la que ya conquistó al público del Teatro de la Zarzuela el año pasado, pero aún mejor estuvo en el dúo final con Domingo.

La Orquesta del Teatro Real dirigida por Bernàcer, cumplió con su cometido de acompañar a los solistas, si bien el director de orquesta optó por unos tempi lentos en los momentos orquestales. En la obertura de la Forza del Destino el viento estuvo a su buen nivel habitual, aunque no tanto los metales. El mejor momento orquestal sin duda fue la Meditación de Thais de Massenet, donde como era de esperarse, el primer violín se llevó una sonora ovación.



Al final, el público obsequió con una gran ovación a Domingo, quien debería de haber vuelto en la programación oficial y no fuera de la misma. Un público que no ha dado la espalda al tenor, pese a que no llenaba la sala, quizá por los altos precios de las localidades. Plácido Domingo vuelve a su teatro, a su público, tras unos tres años que le deben de haber parecido tres eternidades, por todo lo que ha tenido que enfrentar, y también por cómo ha cambiado la vida lírica y la vida de todos tras esta pandemia. Nadie sabe si la carrera de Domingo vuelva a ser la que era antes de lo sucedido, aunque también el estado vocal es importante a la hora de decidir ese futuro. Pero sí hay una cosa fuera de toda duda. Bueno, dos. La primera, que necesita a la escena y a su público como el aire. Y que una vez que se haya retirado, cualesquiera que sean las adversidades que le pudieran haber sobrevenido, y cualquier conducta que pudiera haber tenido en su vida, el nombre de Plácido Domingo está escrito con letras de oro en la historia de la lírica de la segunda mitad del siglo XX. Y esta, por mucho que ahora algunos teatros importantes quieran olvidarlo, no se entiende sin su presencia. Ni tampoco buena parte del mundo lírico de hoy. Su arte le sobrevivirá, y cada vez que oigamos un Radamés, un Otello, un Don José, un Cavaradossi, o grabaciones de zarzuela, él y su poderosa voz siempre estarán presentes. Ese es el legado de los grandes artistas.


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lunes, 11 de julio de 2022

One people freed, a torn family: Nabucco at the Teatro Real, Madrid.


Madrid, July 9, 2022.

Nabucco is part of the classic repertoire mostly because of its well-known chorus "Va, Pensiero", sung by the Hebrew slaves who are captive in Babylon. In its 1842 premiere, this chorus became a nationalist symbol for those Italians who were under the Austrian Empire dominion. However, it has been absent from the Teatro Real repertoire for 151 years. The reason? Maybe the changing tastes of the audience soon to discover Wagner, or the Verismo. Or maybe the extreme difficulty for singing such a terrible score, specially for the soprano. Maria Callas herself sang it only in few occasions, being the best Abigaille ever recorded. Fortunately for the Madrid audience, it has been seen outside the Teatro Real stage: in 2003 a private company set it on a stadium, in 2017 another private company set it in a theatre of the centre of the city, or some touring Eastern European companies have performed it in small theatres the outskirts, in cities like Alcobendas, Pozuelo or Boadilla del Monte. However, the last important production took place in the Teatro de la Zarzuela in 1971, with Cornell MacNeil and Elena Suliotis.  So, we can only celebrate the return of such a classic in the most appropriate venue for it.


It does in a production by Andreas Homoki, coming from the Zurich Opera. Homoki sets this opera in the time it was performed, the Risorgimento, when Italy's unification was still a project but soon to begin. In addition, he focuses on Nabucco's family: two sisters rivalising for the throne and their father's affection. The only set is a jaded, green emerald wall who is constantly turning. Wolfgang Gussmann's costumes identify the Babilonians with the Austrians, with military and luxurious costumes and the Jews with the Italians, in a working class aesthetic (similar to Bertolucci's Novecento?). Kimsun Chan's coreography tends to portray the supernatural element, specially when Nabucco self-proclamates himself as a god. However, it fails when Abigaille usurpates the throne in her Act 2 cabaletta, as the chorus makes a strange dance. Two interesting details could be mentioned:

After the duet of Abigaille and Nabucco, the chorus appears lying in the ground, and they begin their chorus while starting to sing Va, Pensiero, and they rise slowly until the epic verse "o mia patria, si bella e perduta", when they stood firmly, looking to their missed homeland, and the majestic trumpet joining them. At the end, Abigaille aims with a gun everyone, and after struggling with Fenena, she shots herself accidentally. After her death everyone leaves, even Ismaele, leaving Nabucco and Fenena alone to mourn Abigaille, completely abandoned and devastated. The triumph of the exiled people means the destruction of Nabucco's family.

The Teatro Real Orchestra has sounded beautifully under Nicola Luisotti's baton. His rendition has been vivid, agile, with a passionate sense of Verdi's dramatic style, despite sounding sometimes a bit loud for my taste. In this opera, Verdi starts to develop his genius, conveying the drama, as no one in Italian school in his day, going beyond the virtuosism intended in those days. Brasses shone in all their majesty during the prelude, and strings had beautiful moments during acts 2 and 4. Flutes were also moving during the Va, Pensiero.

Since the premiere, the Teatro Real Chorus, mastered by Andrés Máspero, is always giving an encore of the Va, Pensiero, becoming the true protagonist of this run of performances. During the piece, they sang with true devotion, moving the complete audience, specially singing at their complete power from "o mia patria, si bella e perduta". The final, enlargened "u" in a beautiful pianissimo, of the verse "al patire virtù" is always more than a tear-eye moment. These people are missing their country, they suffer. Everyone can be in their shoes: inmigrants, refugees from Ukraine, Syria or Afghanistan. That is why emotions flourish after this piece, and it is encored in Italy, New York or in Madrid these days. Last Saturday, it also happened: the audience broke into an outstanding ovation and shouting "Viva Verdi". After a long applause, the maestro Luisotti raised his thumb, and the encore began. The male section shone during the complete performance, showing the accomplished baritone and bass voices of this chorus. The female one sounded also sweet, tender, during the second part of the first chorus opening Act 1.

Madrid was a complete party, because of the LGBTIQ+ Pride, crowding the streets outside the theatre. The Teatro Real audience had its own part with a vocal feast from the second cast.

George Gagnidze was a  Nabucco which gained more and more presence and vocal authority as the performance was taking place. From the second act, he conveyed his weakness in front of his wicked daughter, specially during the duet with Abigaille in Act 3.


Saioa Hernández establishes herself as the most important spinto, dramatic soprano in Spain with her Abigaille, who deserved the great ovation she received. She passed the performance with flying colours, thanks to her amazing low register, her beautiful, solid high notes, and her technique able to cope with the difficulty of a role which is avoided by many sopranos, specially in the Act 3 duet, a complete acid test. 

Alexander Vinogradov in the role of Zaccaria was probably the most successful singer in the night, because of his massive, strong, deep voice. This bass dominated the scene every time he appeared.

Michael Fabiano plays Ismaele. In this opera the tenor does not have the prominence it will have in other works by Verdi, but the American tenor gives this character the charisma necessary to stand out. Vigorous, heroic, virile is the timbre of Fabiano's voice, and in the first act, where his character shines, he stood out for his drama, as well as in the third act when he asks for mercy for himself before the people he has betrayed by falling in love with Fenena, the daughter of the oppressive king.

Elena Maximova as Fenena has a dark, sometimes nasal voice, but still able to sing nicely her Act 4 aria. 

The supporting cast maintains the high level: Simon Lin's Great Priest of Baal surprised by his big volume, Fabián Lara's Abdallo was nicely sung and Maribel Ortega's Anna needs to be mentioned because of her powerful voice, with a beautiful dark tone (she sang Brünnhilde in Siegfried in 2017 in Oviedo). 



The audience welcomed warmly the performance and the artists, showing how much they wanted to see Nabucco on stage, and probably doing so for the first time in many cases.  In addition, today begins the Teatro Real opera week, held every summer, and this year with two live screenings in the Plaza de Isabel II for thousands of people. The performance of Friday, July 15th, will be also telecasted in more than 100 cultural centers, squares and museums all over Spain, with this same cast singing. Nabucco is winning Madrid over, isn't that great? This confirms that there is no reason to leave this work unperformed in the Teatro Real stage in the next decades.


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domingo, 10 de julio de 2022

El triunfo de un gran pueblo es un drama familiar: Nabucco en el Teatro Real.


Madrid, 9 de julio de 2022.

El Teatro Real tiene una deuda histórica, debido a su joven historia reciente, con muchos títulos tanto clásicos como inéditos en su escenario. Parece ser que poco a poco va cumpliendo esa deuda. Y es que después de 151 años, una de las óperas más populares del repertorio, Nabucco, de Giuseppe Verdi, vuelve a su escenario. 

Nabucco es parte del repertorio, principalmente debido a su famosísimo coro, el Va, Pensiero, que cantan en el tercer acto los esclavos hebreos que eran cautivos en Babilonia. Una pieza musical que trascendió la escena, ya que en plena era del Risorgimento italiano, cuando Italia preparaba su unificación, los italianos del norte eran "cautivos" del Imperio Austríaco. Y de hecho se hizo tan popular que la gente gritaba "Viva V.E.R.D.I", o lo que es lo mismo "Viva Vittorio Emmanuele, Re d'Italia". Incluso mucha gente lo cantó en el cortejo fúnebre del propio Verdi en Milán, en 1901. A día de hoy, sigue siendo una pieza muy popular, y en Italia, no solo entre los aficionados.

Aun así, resulta inexplicable el por qué de que esta ópera tan popular y querida no haya subido todavía al escenario del Real desde su reapertuta en 1997. No significa que no se haya visto en Madrid en todo este tiempo ya que al menos en 2003 una compañía privada la hizo en el Palacio de Vistalegre, y las compañías Ópera 2001 y Concerlírica la han paseado de vez en cuando por teatros de la periferia como Pozuelo, Alcobendas, Boadilla del Monte o San Sebastián de los Reyes con compañías de Europa del Este, además de que la producción itinerante de Ignacio García la interpretó en 2017 en una función única, en un teatro del centro de la capital. Sin embargo, habría que retroceder a los tiempos de cuando se hacía ópera en el Teatro de la Zarzuela, para saber cuándo fue la última producción importante en Madrid de este título, en este caso en 1971, con Cornell McNeil y Elena Suliotis.

¿Posiblemente se deba a que había otros títulos que poner? ¿O quizá que, como bien ha dicho el director artístico, Joan Matabosch, recientemente en la prensa, este es un título vocalmente muy exigente, sobre todo para la soprano? Ciertamente, para la soprano, el rol de la villana Abigaille es temible debido a la tremenda tesitura. Incluso la mismísima Maria Callas, posiblemente la mejor intérprete de esta ópera desde que hay grabaciones, lo cantó tan solo en dos ocasiones. En cualquier caso solo cabe la celebración por este justificado regreso.


En esta ocasión, llega desde Zúrich en una producción de Andreas Homoki, la cual traslada la acción de la obra a la misma época en la que se estrenó, en pleno Risorgimento. Una costumbre ya realizada en los últimos años, partiendo de la premisa en que el pueblo italiano en época de Verdi se identificaba con el pueblo judío en uno de sus múltiples cautiverios a lo largo de milenios de historia. El único decorado es una pared de color jade que se mueve a medida que avanza la acción, y que hace juego con el vestuario femenino. Homoki no solo se centra en la identificación del pueblo italiano con el judío en época babilonia, sino también en el drama familiar que acecha a Nabucco y sus dos hijas. La rivalidad entre estas hermanas, por la sucesión y por el afecto de su padre, se hace visible desde el inicio, cuando en la obertura se narran la muerte de su madre y sus juegos de niñas. Estas versiones infantiles de Fenena y Abigaille aparecen a lo largo de la obra para confrontar a los personajes, como recordatorio de otros tiempos felices. El vestuario de Wolfgang Gussmann incluye trajes decimonónicos, con miriñaque  y del mismo color de la pared, en verde jade, para las damas, y para los caballeros traje y sombrero de copa. Para Nabucco y Abdallo trajes militares, y para los hebreos, vestidos como el pueblo llano, dando una idea de clase obrera oprimida, algo de lo que también se tomaba consciencia en la Europa de la época. Lo que no termina de encajar muy bien es la coreografía de Kinsun Chan, ya que los caballeros hacen un baile extraño en la cabaletta de Abigaille del acto segundo. Aunque, la dirección de actores tiene dos ideas muy felices: primero, que tras el electrizante dueto final de Abigaille y Nabucco, el pueblo cae al suelo ante su poder, y tumbados empiezan con el Va, Pensiero, irguiéndose poco a poco hasta llegar al tremendo "o mia patria, si bella e perduta", donde ya están erguidos, siendo un momento sobrecogedor. El otro es el final. Abigaille apunta a todos en un arranque de locura hasta que en un momento de forcejeo con Fenena, se dispara a sí misma por accidente. Entonces canta su tremenda escena final en los brazos de Nabucco y Fenena, y tras su muerte, todos se van, incluido Ismaele, dejando a Nabucco y Fenena totalmente destrozados: el triunfo de los hebreos, que vuelven a su patria, es la derrota total de la familia real babilonia, que ha quedado destruida.

La Orquesta del Teatro Real ha llegado a un nivel de gran intensidad teatral bajo la electrizante dirección de Nicola Luisotti, habitual del repertorio verdiano en la ciudad. Luisotti ha dirigido con unos tempi rápidos, ágiles, aunque a veces subiendo un poco el volumen de la orquesta, pero ese estilo se adapta al estilo de este primer Verdi, más próximo al bel canto, pero en el que ya da muestras de su genio musical, cuya partitura transmite los sentimientos y la psicología de los personajes como nadie en la escuela italiana de la época. El metal destacó en el inicio de la obertura, y las cuerdas lo hicieron en el segundo acto, antes del aria de Zaccaria y en la introducción al cuarto. La flauta no podía destacar menos en el famoso coro. 

El Coro del Teatro Real ha sido estos días, y sigue siendo el protagonista para el gran público. Y más aún con el altísimo nivel de esta formación dirigida por el gran Andrés Máspero. Ya desde el inicio de la obra, dieron muestras de su buen hacer. En esta ocasión, las voces masculinas impresionaron por su vigor, dejando claro el alto nivel de los barítonos y bajos del mismo. No se queda atrás el coro femenino, en la segunda parte de la primera escena de la obra. Pero donde todo el mundo los quiere oír, naturalmente es en el Va, Pensiero. Es aquí donde llegaron a una emoción enorme. Esta pieza la cantan en escena los judíos, que tantos exilios han padecido en la historia, como cualquier pueblo sufriente, hoy en día pueden ser los refugiados ucranianos,  sirios o afganos, o los inmigrantes en general. Verdi, afectado también en lo personal cuando compuso esta música, canaliza el dolor de un pueblo que añora, que ama a su patria. Todos podemos ser ese pueblo y quizá esa sea una razón de que se siga bisando no solo en Italia, sino también en Nueva York y ahora en Madrid. Desde el estreno el coro del Real ha bisado esta pieza, formando parte ya del espectáculo (lo que a veces, quizá desvirtúe el encanto original de lo excepcional de un bis, en favor de la publicidad para la compañía). Tras una interpretación soberbia, en la que desde que están tumbados en el suelo, hasta el verso "o mia patria", acompañados por la orquesta y la trompeta, hasta el emocionante verso final "al patire virtù", cuando termina con una nota en piano alargando la u final hasta lo emocionante, el público del Real estalló en una enorme y larga ovación. Se esperaba el bis, y los aplausos y las vivas a Verdi se oían en la sala, con los coristas sin salir de sus personajes. Se veía feliz a Luisotti y a la orquesta. Fue entonces cuando el maestro se dirigió al público, alzó el pulgar, y el bis comenzó. De nuevo la emoción. Sea como fuere, es emocionante escuchar de nuevo una obra maestra y cantada por un buen coro.

Madrid es una fiesta estos días con ocasión del Orgullo LGTBIQ+, así que la ciudad era un hervidero de gente este fin de semana, más aún con estas temperaturas. Pero la fiesta también se ha trasladado al Teatro Real, con un segundo reparto de primerísimo orden.


George Gagnidze interpretó a un Nabucco que fue de menos a más. La voz ya tiene un timbre un tanto gutural, pero a partir del segundo acto mejora, transmitiendo la indefensión del personaje destronado por su propia hija, especialmente en el dúo con Abigaille en el tercer acto.


Saioa Hernández  interpretó a Abigaille, un rol complicado donde la haya, y se saldó con una gran ovación. Es una voz que sale airosa del tremendo reto. Desde un grave impresionante a unos agudos potentes que se dejan oír por encima de sus compañeros y la orquesta, hasta un legato destacable. Ya en el primer acto apuntaba maneras, pero en su famosa aria del segundo "Anch'io dischiuso un giorno" se destacó por una gran sensibilidad, para terminar con una cabaletta espectacular. Pero fue en el dúo con Nabucco en el tercer acto donde logró impresionar  con su técnica, saliendo airosa de ese reto. En el final resultó conmovedora tanto en lo vocal como en lo actoral, donde dio vida a una Abigaille inestable, traumatizada por sus circunstancias.

Alexander Vinogradov dio vida a Zaccaria, o Zacarías, siendo el mejor intérprete de la noche, con una poderosa voz, con un grave propio de un bajo profundo y con una autoridad que lograba imponerse. En todas sus arias e intervenciones dominaba la escena. 

Michael Fabiano interpreta a Ismaele. En esta ópera el tenor no tiene el protagonismo que tendrá en otras obras de Verdi, pero el tenor estadounidense imprime a este personaje el carisma necesario para destacar. Vigoroso, heroico, viril es el timbre de la voz de Fabiano, y en el primer acto, donde tiene lucimiento su personaje, destacó por su dramatismo, así como en el tercer acto cuando pide piedad para sí ante el pueblo al que ha traicionado enamorándose de Fenena, la hija del rey opresor.

Elena Maximova como Fenena tiene una voz oscura, de sonido pastoso, pero consigue sacar su plegaria del cuarto acto, que acomete con dignidad.

Simon Lin como el Gran Sacerdote de Baal tiene un impresionante timbre de bajo. Excelentes Fabián Lara como Abdallo y Maribel Ortega como Anna, especialmente esta última con una bella y generosa voz (por eso cantó la Brunilda de Sigfrido en Asturias).


Triunfo total de la obra de Verdi, en un público que aplaudió generosamente a este reparto. Había ganas de ver Nabucco, y seguramente para muchos por vez primera. Lo que indica que es deseable que nunca más pase tanto tiempo sin una producción importante de esta obra en el Real. No hay justificación para esa ausencia. 



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