viernes, 29 de diciembre de 2017

Estrellas del Bolshoi y el Cascanueces en el Coliseum. 27 de diciembre de 2017.

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Como cada navidad, las compañías de ballet ruso llegan a Madrid. Esta vez, el Teatro Coliseum ha organizado para navidades unas funciones de El Lago de los Cisnes y El Cascanueces. Esta vez estaría a cargo de las Estrellas del Teatro Bolshói junto al Moscow State Ballet.No esperaba a Lopatkina ni a Ovcharenko pero confié en que habría algún nivel. Y tenía el aliciente de una gran orquesta sinfónica en vivo y en directo.



Subestimé la capacidad del Coliseum. Nada más ocupar mi butaca contemplé con horror que no había sitio para decorados. La orquesta estaría situada al fondo del escenario y los bailarines tendrían que moverse en poco más de la mitad del mismo. Aquello significó un problema para los bailarines, ya que tuvieron que moverse en un espacio reducido. En fin, mi gozo en un pozo.

La "Gran Orquesta Sinfónica" anunciada era la Orquesta Sinfónica Estatal de Dneper, una orquestina ucraniana de 30 músicos. El director fue Iván Kostyakhin. El conjunto se dedicó a acompañar el espectáculo pese a algunos momentos fallidos como un desafine de la trompa en el Vals de las Flores o el fallo de amplificación de la celesta-sintetizador que afectó a la danza china.


Las anunciadas estrellas del Teatro Bolshoi eran los bailarines Maria Allash como Clara y Andrei Merkuriev como el Príncipe. Hay que reconocer que el nivel del famoso teatro ruso se notaba en ellos, respecto del resto de bailarines e incluso de compañías que he visto hasta ahora. Sus movimientos estaban perfectamente sincronizados y en sus danzas se apreciaba una técnica muy especializada, con muy pocos fallos. Estuvieron magníficos en sus solos y Allash podía realizar posturas complicadas durante mucho tiempo. Y sin embargo, tengo que decir que pese a su virtuosismo eché en falta una interpretación más intensa de sus personajes. En este sentido no pude evitar pensar en Andrey Batalov y su grandioso Sigfrido en el Teatro Philips este verano.

Sergey Smirnov hizo un Cascanueces muy bueno, y Dmitrii Chetin fue un Drosselmeyer que aunque bailó más que otros que he visto, estuvo más bien correcto. El resto de la compañía estuvo a un nivel digno, pero sólo puedo destacar la danza árabe de Valeriia Savina y Oleg Turko. Los bailarines de la danza china tuvieron los movimientos muy limitados por el espacio reducido.


Creo que un ballet necesita por lo menos un decorado para poder operar completamente la magia, ya que en un escenario tan pequeño como el del Coliseum con una orquesta detrás tienen los movimientos reducidos. A falta de decorado, había en la pared del fondo unas proyecciones de imágenes corrientes de un salón lujoso, de un paisaje nevado y del país de los dulces. Pero no era lo mismo. Supongo que ese era el precio a pagar por tener una orquesta en vivo.


La fotografía del cartel principal no es de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con su publicación en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente.

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