martes, 19 de septiembre de 2023

La elegante tragedia de una mujer: Manon, de Massenet, en la ópera de Oviedo.

Oviedo, 16 de septiembre de 2023.

Empieza la temporada lírica en España, y la Ópera de Oviedo inicia su temporada 2023-2024 con un clásico del repertorio francés, aunque poco frecuente en los últimos años en nuestro país: la deliciosa Manon de Jules Massenet. La historia del Abate Prévost narra las aventuras de una mujer que, en su tiempo considerada una libertina, en línea con la intención del autor de prevenir a las jóvenes de no salirse del camino, hoy en día nos inspira admiración y compasión a la vez: ya que por elegir ser independiente y decidir su destino, tiene un trágico final. A lo largo de sus  cinco actos, asistimos a la fascinante trayectoria de una mujer, inocente y resignada en el primer acto, a otra mujer muy distinta al final: una vida vivida, un largo camino recorrido. 

Dos genios musicales como Massenet y Puccini pusieron música a esta historia, y ambos han conseguido asentarse en el repertorio lírico, de alguna manera. Siendo una ópera comique (aunque de cómica realmente tenga poco, pese a la exuberancia de la música y los personajes secundarios), la presencia de diálogos y frases habladas, acompañados de la orquesta, llama la atención al ser su número superior al de otra obra maestra de su género, la Carmen de Bizet. Y todo ello acompañado por la tierna y exquisita música de Massenet, que retrata el auge y la caída de la protagonista. 

El Teatro Campoamor, sede de los Premios Príncipe de Asturias, es uno de los lugares más emblemáticos de la capital asturiana. Y en su acogedora sala principal se reunía un público muy bien vestido, aunque quizá por tratarse de las fiestas de San Mateo, no estaba llena del todo. 

Una vez más, el binomio Emilio Sagi - Daniel  Bianco se reúne para un nuevo y elegante trabajo. Aunque de base es minimalista, a esta puesta en escena no le falta el colorido de gran parte de esta obra. El minimalista escenario de tonos verde turquesa, decorado con árboles y flores sacados de una pintura bucólica del siglo XVIII, época donde transcurre la historia, se ve desde antes de que empiece la obra, tapado solo por un telón de tiras de colores. Junto al escenario hay varias escalinatas que van moviendo los figurantes, vestidos como el pueblo llano, a medida que avanza la acción, para ir recreando los diferentes escenarios. Así, en el acto segundo, se juntan dos de ellas, para formar la casa de los protagonistas, con un precioso mobiliario jade. O en el cuarto, las lámparas que también se han visto en los montajes de Puritani y Don Gil de Alcalá, hacen su aparición, levantándose e iluminando la escena de juego. Al final del mismo, sucede algo terrible: las cortesanas, elegantemente vestidas, son desvestidas por la policía, el mobiliario destrozado y ellas arrojadas al suelo, señal de que habrían sido violadas y torturadas, antes de su deportación. Y en medio de esta devastación tiene lugar el acto final y la muerte de Manon. 

La Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, dirigida por Nuno Coelho, estuvo a un buen nivel, acompañando notablemente a los artistas, y en ningún momento sobrepasándolos. A destacar las cuerdas en las arias de Des Grieux. El violonchelo y también el metal tuvieron momentos de lucimiento durante la segunda parte. El Coro Intermezzo, titular de la Ópera de Oviedo, mantuvo un buen nivel, destacando la intervención de las voces femeninas al inicio del acto cuarto. 

El reparto, en su mayoría formado por grandes artistas españoles, ha demostrado una entrega como pocas veces se ha visto últimamente.

Sabina Puértolas, interpretó de forma conmovedora y apasionada a Manon, a nivel actoral y vocal, viviendo las emociones del personaje, además de demostrar sus espectaculares agudos en la segunda parte, y una melancólica interpretación en el Adieu, notre petite table.

Celso Albelo interpretó a Des Grieux, en una interpretación que fue a más a medida que avanzaba la obra. No pude evitar emocionarme en el En Fermant les yeux, no solo por la belleza del aria, sino también porque la pureza y la ternura de esta hace que duela aún más la inminente separación de los personajes, aria en la que Albelo recreó la ilusión juvenil del personaje. Pero fue a partir del Ah, fuyez douce image, que cantó con entrega y con belleza, cuando su interpretación pasó de notable a excelente, y junto a Puértolas dio una versión conmovedora del dúo final. 

Manel Esteve fue un Lescaut bien cantado y que trasmitió el arrojo y la socarronería del personaje.  El veterano Roberto Scandiuzzi, quien interpretó al padre de Des Grieux, sigue en magnífica forma vocal a sus 65 años. Aunque la voz, lógicamente de muestras de madurez, el oscuro timbre y el poderoso caudal vocal, que envuelve la sala (y en primeras filas, hasta retumba en los tímpanos), sumados a su presencia escénica, resultan en una interpretación rebosante de autoridad. 

El resto del reparto cumplió con la misma entrega, especialmente las tres solistas que dieron vida a las actrices.

Al tratarse de la última función, la emotividad estaba presente durante todo el espectáculo. De hecho, los dos protagonistas se abrazaron, con lágrimas de emoción, tras el dúo final, siendo además la representación muy bien recibida por el público, a cuya salida del Teatro aguardaba la verbena de las antes mencionadas fiestas de San Mateo, de la que se hicieron eco la soprano y el director de orquesta en los saludos, llevando sendos pañuelos de la fiesta.


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