miércoles, 13 de octubre de 2021

Il Pomo d'Oro y Philippe Jaroussky en Madrid: memorable Radamisto de Händel en el Auditorio Nacional.


Comienza la temporada del famoso y siempre excelente ciclo de Universo Barroco en el Auditorio Nacional de Madrid, esta vez con una ópera de Händel, Radamisto. Primera ópera que compuso para la Royal Academy of Music, una compañía que contó incluso con el rey Jorge I como accionista, cuyo propósito era surtir de opera seria al público, y donde compondría muchos de sus grandes títulos operísticos. Con un libreto de Nicola Haym, cuyo origen se remonta en los anales de Tácito, cuenta la historia de un príncipe armenio, cuya esposa es deseada por el rey, aunque no es el único. La obra tiene páginas muy inspiradas, desde el bello y enérgico solo de oboe en la obertura, a las arias de bravura del rey Tiridate y Zenobia, o las arias de Polissena, las más bellas de toda la ópera, además de que todo el acto final está lleno de arias de endiablada tesitura.


El día de nuestra fiesta nacional, 12 de octubre, y en el marco de una gira por España (en Barcelona actuaron la semana pasada), el famoso conjunto musical Il Pomo d'Oro, nos trajo la ópera haendeliana, en su primera versión de 1720, de la mano de Francesco Corti, director musical y clavecinista. Corti ha realizado una dirección francamente memorable, con los tempi quizá un poco lentos, pero totalmente convenientes a lo palaciego de la trama,  y a la solemnidad de los temas de las historias de las óperas barrocas. Una dirección inspirada, que se recrea en la belleza de la obra, además de contar con unos instrumentos en estado de gracia, desde el violín concertino de Zefira Valova quien en el aria Sposo ingrato, parto, sì del acto tercero, tiene un pirotécnico solo a la par que la no menos pirotécnica tesitura de Polissena, pasando por unos  magníficos oboes en la obertura, y las trompetas en las arias de Tiridate o el violonchelo en la trágica aria final de Zenobia. 


El famoso y legendario contratenor Philippe Jaroussky interpretó a Radamisto, el príncipe protagonista, en la que será una de sus últimas interpretaciones en vivo de óperas completas, antes de pasarse a la dirección de orquesta como hará en un futuro. A sus 43 años, y tras más de dos décadas de carrera, el francés aún se mantiene en forma, aunque la voz ya está en una fase de madurez, como quizá un poco de cansancio o el agudo un poco más estridente. Por otro lado, el protagonista, pese a dar título a la obra, no tiene precisamente las mejores arias, ni tampoco el carisma de otros grandes héroes de la producción haendeliana. No obstante lo anterior, la capacidad de cantar coloraturas endiabladas sigue presente, así como su bello timbre de soprano, con el que ha seducido a muchos públicos. También sigue siendo un animal escénico, como se puede demostrar en sus expresiones y movimientos, que a medida que avanzaba la representación, que le daban ese toque de tensión dramática de cuya falta adolecen las versiones concierto. Su aria de entrada, Cara Sposa, amato bene, la interpretó con su habitual exquisitez y sensibilidad. Y lo mismo en el aria final, la más famosa de la ópera, Qual nave smarrita, para la cual se reservó sin dudas, cantándola totalmente entregado,  transmitiendo la desesperación del protagonista a través de un aria bellísima. 

Emöke Baráth como Polissena fue la triunfadora absoluta de la noche, en una memorable interpretación de la atormentada hermana del protagonista. Las arias de su personaje son las más bellas, lo que le permite un mayor lucimiento. Ciertamente su voz tiene un deslumbrante timbre seductor, cálido, y corre por toda la sala. Tiene un estupendo agudo, además de una tremenda capacidad para los filados, como en su aria final, la más complicada de la ópera, en la que compite en virtuosismo con el violín como se ha dicho antes. También en dicha aria, pero como en toda la ópera, es capaz de lidiar con la coloratura. Una Polissena para el recuerdo.

Marie-Nicole Lemieux interpreta a la desventurada Zenobia, esposa de Radamisto. Una gran especialista en el barroco,  ha demostrado su buen hacer. Es una maestra en la coloratura, así como su timbre oscuro, aterciopelado y unos graves profundos. Además, al igual que su amigo Jaroussky es un animal escénico, y en las escenas que comparten juntos se hace evidente la gran química que hay entre ambos, como por ejemplo en el dúo Se teco vive il cor. En su primera aria Son contenta di morire deslumbró al auditorio con su coloratura, así como  con su dramatismo en Deggio dunque, o dio o en la no menos trágica Empio, perverso cor.

Zachary Wilder tiene una voz lírica agradable, con una entonación brillante, aunque la ópera barroca no da mucha importancia a los tenores. No obstante, se metió al público en el bolsillo con su aria final Alzo al volo di mia fama, una de las más complicadas de toda la obra, con una complicadísima coloratura a la altura de las de sus colegas castrati, en la que Wilder se movió como pez en el agua con una gran agilidad.

Anna Bonitatibus como Tigrane mostró una voz dulce, ágil y con un bonito timbre. Alicia Amo como Fraarte también dio una buena interpretación, especialmente en su aria S’adopri il braccio armato,  aunque le falta un poco de volumen en comparación con Bonitatibus. Renato Dolcini fue un buen Farasmane, contundente en los recitativos, aunque su única aria del primer acto se mostró algo inane. 


Aunque el Auditorio no estaba lleno pese a que ya se permite el lleno total, la alta ocupación era tan evidente que se formaron enormes colas para entrar, que iban hasta más allá de la plaza de Ernesto y Rodolfo Halffter. Lo que demuestra las altas expectativas para esta velada, que ha resultado ser memorable, con unos protagonistas de enjundia y una inspirada orquesta.

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