Después de 17 años, vuelve al Teatro Real la obra magna de Gaetano Donizetti, Lucia di Lammermoor. Prácticamente cerrando ya la temporada. Había ganas de ver esta gran tragedia lírica, con dos repartos muy bien cuidados. Esta entrada hablará del segundo reparto.
El ensayo general tiene un clima distinto al de una función normal, aunque se presume que los artistas la representen como tal. Siempre se prevé que se reserven un poco o quizá mucho, aunque al parecer han de involucrarse al máximo para tener un punto de partida en las funciones.
Para esta ocasión, se ha traído una producción procedente de la English National Opera, dirigida por David Alden, habitual en el Teatro Real. De todos los trabajos que se han visto de él en Madrid, este me ha parecido el mejor de todos. Alden vuelve a utilizar la idea de ambientar las obras en edificios en estado de abandono y de teatro dentro del teatro. El telón se abre y nos muestra a Lucia reposando asustada en su cama al cuidado de Alisa, para dar paso a la primera escena, un salón blanco en declive. El vestuario de los personajes y el coro presenta colores oscuros, como el negro o el gris, y el blanco, para recrear la atmósfera asfixiante de la sociedad que enfrenta a las familias enemigas de los protagonistas; ambientándolo en el siglo XIX. Luego ese salón ruinoso da lugar a una habitación en la que hay un enorme ventanal tapado por una cortina, iluminado por la luz del día, en el que Lucia y Edgardo interactuarán en algunos momentos. En el final del acto segundo, a partir de la entrada solemne de Lucia, la irrupción de Edgardo y la desesperación de ella, que terminará cantando el sexteto tumbada en la mesa.
La escena de la locura es bella y terrorífica a la vez, ya que vemos al coro sentado presenciando cual público teatral a Lucia subida al pequeño escenario, cubierta de sangre e interactuando con el cadáver ensangrentado de su esposo, creyendo que es Edgardo, y al acabar el coro finge aplaudir, casi en sincronía con el público real.
La escena de la locura es bella y terrorífica a la vez, ya que vemos al coro sentado presenciando cual público teatral a Lucia subida al pequeño escenario, cubierta de sangre e interactuando con el cadáver ensangrentado de su esposo, creyendo que es Edgardo, y al acabar el coro finge aplaudir, casi en sincronía con el público real.
Sin embargo, también hay momentos de incongruencia como que mientras Enrico y Lucia cantan su dúo en el acto segundo, éste saque juguetes de una caja, o que los invitados a la boda además de flores, también muestran fotografías; por no hablar de que en el dúo Se tradirmi tu potrai Lucia es atada a la cama por su hermano y luego éste mete la mano dentro de su vestido, lo que pudo sugerir algún abuso en el pasado. O en el dúo en la torre de Volferag (aquí una casa abandonada y vacía en plena tormenta, casi una nave industrial) algunos invitados de la boda borracho le dan una paliza a Edgardo mientras Enrico canta, o el tratamiento del final de la obra: en la que transcurre detrás del escenario del pequeño teatro, donde las fotografías sustituyen a las tumbas de los antepasados de Edgardo. En la escena final, Enrico deja una pistola en el suelo que tomará Edgardo para suicidarse, pero no muere cerca de su amada, sino a cierta distancia de ella (que yace en una silla), con su cadáver pateado por su rival.
Alden trabaja la inocencia de la protagonista, vistiéndola como una niña, una adolescente que despierta al amor y es obligada a un matrimonio de conveniencia para salvar su linaje. El personaje de Enrico, destrozado por la situación de su hermana no termina de redimirse, porque sigue creyendo que el amado de su hermana es la causa de sus desgracias y ultraja su cadáver, lo que le envilece. Al ambientarla en una mansión de ambiente victoriano del siglo en que la obra se compuso, el director de escena intenta transmitir el agobio y la opresión que se sentía por vivir en la misma, además de darle un tinte de narración gótica mayor del que ya la obra originalmente tiene.
Daniel Oren ha realizado un buen trabajo con la orquesta, aunque se reservó al principio. Sin embargo escenas como la segunda del primer acto o desde el sexteto hasta el final del segundo y todo el tercer acto han estado a un gran nivel. Excelente el trabajo del coro, que se llevó un sonoro aplauso en su intervención anterior a la escena de la locura.
La pareja protagonista empezó con alguna reserva, pero ha salido airosa del desafío el día del ensayo general. El día 5 cantaron maravillosamente.
Venera Gimadieva tiene un buen material vocal, y al principio la voz suena bellísima, aunque si va muy al sobreagudo puede llegar a calar. Entró en calor con un buen Quando rapito in estasi, aunque el agudo al final del segundo acto le supuso un gran aprieto, ya que llegó a calarlo. Pero en la escena de la locura logró ganarse al público con una interpretación conmovedora, para la que pareció guardarse, donde la voz sonó deliciosa y la coloratura digna, aunque al final de Spargi d'amaro pianto el agudo, aunque bello, parecía estar un poco forzado.
Ismael Jordi es uno de los tenores españoles de mejor trayectoria internacional. No defraudó, ya que la voz es muy hermosa, aunque como su compañera puede ponerse en algún apuro al ir al agudo. Su entrada con el Lucia, perdona sonó realmente poderosa, y se mantuvo muy bien en el dúo. Se guardó para el final, con un Fra poco a me ricovero en buena forma, y un Tu che a Dio spiegasti l'ali excelente, especialmente maravilloso al cantar en piano parte de la segunda mitad.
Simone Piazzola como Enrico se reservó al principio para luego cantar muy bien en el segundo acto. El que ha sido una auténtica revelación ha sido Marko Mimica como Raimondo: una potente y bella voz de bajo que requiere la autoridad del personaje.
Yijie Shi tiene una voz hermosa para Arturo, un lujo contar con un primer tenor para este personaje. Alejandro del Cerro como Normanno quizá no tenga los mismos atributos vocales que sus compañeros pero la voz tiene un sonido digno; como actor sí que sabe transmitir la repulsión que causa el personaje, incluso riendo malévolamente cuando Raimondo acusa a su personaje de la tragedia. La de Marina Pinchuk quizá la mejor voz para Alisa, pero al menos tiene unos agudos que se dejan oír en el concertante final y no son tan malos.
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