Kaufmann ya ha entrado en una fase de madurez vocal. Podrán achacársele muchas cosas, incluído engolamiento, como dicen sus detractores, pero lo que he podido comprobar es que domina el rol de Cavaradossi, lo que pone de manifiesto su musicalidad. Hay momentos en los que comparado con él mismo, la voz suena más frágil, aunque el timbre sigue manteniéndolo. Tiene que reservarse para sus momentos clave, pero el volumen es el suficiente para que la voz se pueda oír. De hecho, parece haberse hecho un poco más frágil, pero ese timbre baritonal, tan heroico en Wagner, cruza cómodamente hacia lo lírico para acomodarse a los héroes italianos, aunque no suene todo lo agudo que se les presupone muchas veces. Si me preguntaran, diría que la voz es agradable, bonita, solvente y con las tablas suficientes para sacar el rol adelante, pero de este no puede decirse que sea tan fácil. Es un cantante inteligente, sin duda. En lo actoral es ciertamente brillante. Sus gestos, sus expresiones logran sacar el lado más tierno y divertido del personaje, algo en lo que no había reparado antes, y de hecho no pocas veces me reí en el primer acto. Pero también le da ese toque de altanería e impulsividad en el segundo acto, que no supone una presa fácil para Scarpia. Es la estrella y parece ser consciente de ello.
Comenzó con un Recondita Armonia un tanto contenido, pero agradable de oír. En el dúo con Tosca en el primer acto ya parecía entrado en calor, especialmente hacia el final, con "Quale occhio al mondo può star di paro" cantado con cierta calidez. No obstante en la frase "La vita mi costasse" lanzó un potente agudo aunque parecía que no sin esfuerzo, y un poco abierto en "vi salverò". La dicción es clara, aunque se le notan las "erres" alemanas. En el acto segundo sin duda mejoró, con una apasionada interpretación tanto en lo vocal como en lo actoral. Prolongado el segundo de los "Vittoria, Vittoria", potente, visceral. De impacto la pelea con Scarpia en esta escena.
Un momento aparte fue el E Lucevan le stelle del tercer acto. Kaufmann ha demostrado que domina esta aria. Que sabe cantarla, que sabe conmover y transmitir el pathos de Cavaradossi, pero no desde el de un hombre temperamental que se queja airadamente, sino como el de un artista sensible que sabe que se va con un suspiro, que tras una intensa tortura su salud es tan frágil que no está en condiciones de gritar. Y ciertamente, tras un inicio solemne, a partir de "O dolci baci" es una auténtica delicia, ya que empieza a acometer el aria en una línea de pianissimo realmente bella, con la que se mete al público en el bolsillo. En la frase "disciogliea dai veli" vuelve a acometer otro pianissimo inolvidable.
Al terminar el aria, la música continuaba, para sorpresa de todos, pero cuando entró el carcelero, poco antes de la entrada de Tosca, el público, de repente pareció recuperar la consciencia o animarse a aplaudir. ¡Y vaya si lo hizo! Un aplauso larguísimo y multitud de bravos. Tanto así que el tenor terminó por sentarse tras aguantar la postura del personaje mucho tiempo. Desde mi asiento pude ver cómo el maestro Luisotti movía la mano para preguntar si finalmente bisaban, pero Kaufmann se hizo esperar, mientras recibía la incesante ovación. Hasta el punto de llegar a salirse del personaje y sonreír. Finalmente accedió a bisar el aria, que acometió desde una nueva y mejor línea de pianissimo, cantándola con mucha ternura y sensibilidad. Y de nuevo, el público tardó en reaccionar ¿no se sabrían la obra o estaban demasiado emocionados o incluso tímidos?. Pero esta vez cuando se arrancaron los aplausos, Luisotti no detuvo la música.
En el dúo final con Tosca llegó al que me atrevería a decir que fue su mejor momento. La voz sonó en plenitud, y de nuevo en "O dolci mani, mansuete e pure" volvió a hacer las delicias del público con su canto apianado y sensible.
Radvanovsky regresa al Real después de cantar en dos funciones exitosas del problemático Ballo el septiembre pasado. La soprano estadounidense ya cantó una memorable Tosca en este mismo escenario en 2011, en la que deslumbró al público madrileño, quien vuelve a acogerla calurosamente diez años más tarde, incluso llegando a bisar el Vissi d'arte en varias funciones. Y esta noche no ha sido una excepción. La voz suena más madura, lo que afecta a su vibrato, pero sigue siendo una intérprete consumada. Si bien durante el primer acto parecía no terminar de arrancar, pese a cosas buenas como la química en escena con Kaufmann en el dúo. No obstante mejoró en el final del primer acto, con una imponente interpretación de la frase final "Egli vede ch'io piango".
En el segundo acto empezó la verdadera gran noche de la buena de Sondra. Como actriz resultó convincente en la ironía inicial del personaje, que se convierte en fragilidad y desesperación al final. En toda la escena con Scarpia los agudos fueron increíbles. Pero como es de esperar en Tosca, el verdadero clímax llegó con el Vissi d'arte. Fue en la famosa aria donde Radvanovsky desprendió todo su poderío vocal, que parecía intacto tras diez años. Aquí es donde la voz llegó a su plenitud, con el agudo más "carnoso", más sonoro y con un bello timbre dramático, oscuro, demostrando un legato maravilloso al final, aunque tapado por la orquesta. Fue aplaudidísima al final de su primera intervención, y la emoción comenzó al ver al maestro Luisotti al pasar hacia atrás las páginas de la partitura para repetir el aria. Y en el bis estuvo, como en las demás funciones, aún mejor y con la voz espléndida, a la vez que se podía ver en la soprano la emoción y la expresión trágica que intensificaban el drama y la fragilidad de Tosca en este momento de la obra. El montaje de Azorín hace que esta Tosca sea más humana, ya que no es esa diva fuerte y recia, sino una mujer frágil capaz de todo por salvar a su amado, lo que en la escena de la muerte de Scarpia parece mostrarse falsamente solícita antes de matarle. Algo que Radvanovsky explota muy bien en esta función. En el tercer acto se mostró también maravillosa en el dúo final, con un poderoso y prolongado agudo en la frase "Io quella lama gli plantai nel cor", que repetiría en la famosa frase final que cierra la obra "O Scarpia, avanti a dio", que fue un momento sobrecogedor en su canto.
Álvarez vuelve a cantar un rol de enjundia en el Real después de largo tiempo. Ya el mes pasado divirtió al respetable con Mamma Agata en Viva la Mamma. Ahora se enfrenta al malvado Scarpia, un rol que ya cantó en varios teatros importantes. De nuevo nos demuestra el gran artista que es, aunque lo que a la voz le sobra en nobleza y elegancia, le falta en brutalidad, algo de lo que no andaba sobrado en el primer acto. La voz, pues, sigue siendo estupenda. Si bien en el primer acto parecía no entrar en calor, pese a una gran interpretación del Te Deum, otra cosa fue el segundo, donde Álvarez bordó el personaje, con todas sus aristas, tanto su lascivia como su sadismo, siempre desde su bella voz, con su timbre aún robusto, siempre dándole al villano ese toque aristocrático que no pierde pese a su extrema crueldad. Memorable en el aria "Ha più forte", en la escena de la tortura y también en "Già mi dicon venal", que cantó con ímpetu.
Sobre el resto de la función, tanto comprimarios, como orquesta y puesta en escena, ya hablé sobradamente en mi reseña del segundo reparto, pero aún así haré algunos comentarios:
Esta vez Nicola Luisotti parecía estar dirigiendo la orquesta sin el extremo forte habitual en estas funciones, especialmente en los momentos donde parecía Kaufmann, como si estuviera mimando más a los cantantes que en el segundo reparto, aunque de nuevo la orquesta volvió a sonar espectacularmente bien en el Te Deum, y de nuevo las cuerdas en el momento previo a la escena de Tosca y Scarpia en el segundo acto volvieron a brillar con los violonchelos sonando maravillosamente. Del mismo modo dirigió con serenidad el interludio inicial del tercer acto, con una destacada participación de los trombones (por cierto, desde mi asiento pude ver como un joven trombón miraba a Kaufmann y Radvanovsky en el dúo del tercer acto, un momento muy bonito y enternecedor) y el clarinete, cerrando la obra con un tutti apoteósico. Parece, que las cuerdas suenan cada vez mejor y podría ser una buena noticia.
El coro, pese a tener una participación breve, volvió a exhibir su habitual gran nivel en el Te Deum, sonando imponente, poderoso, eufórico.
En esta ocasión, me ha parecido apreciar mejor el carcelero de Luis López Navarro, quien estuvo espléndido de voz en su breve papel.
Por último, de la puesta en escena de Paco Azorín, poco hay que decir ya. Me ha gustado advertir, ahora que tenía un mejor asiento, la humanidad que desprende el personaje del carcelero. Con qué cariño trata a Cavaradossi y cómo ayuda a la pareja protagonista. Un soplo de bondad en un mundo cruel. También he podido apreciar mejor la fuga de Angelotti con la que se inicia la obra, y las terribles torturas de golpes y cuchillazos que debe sufrir Cavaradossi. Como dato curioso, el personaje mudo de la Revolución era interpretado por una mujer distinta a la de la función pasada, una dama de largo y lacio cabello, pero recogido.
El público recompensó generosamente la función. Y realmente la sensación fue de habérnoslo pasado en grande, especialmente en los bises de Radvanovsky (el momento más emotivo de la noche) y de Kaufmann. Una noche a recordar por esta singularidad y por el buen nivel alcanzado. Alguna gente en los pasillos decía que era una función para toda la vida. Brillante manera de acabar la temporada, y se avecinan más bises en esta semana final, con la que el Real se apunta un triunfo histórico.
Anna Netrebko, Yusif Eyvazov y Luca Salsi formarán el cuarto reparto de Tosca, con el que terminarán estas esperadísimas y milagrosas funciones. Lamentablemente, este reparto no será comentado en este blog porque un servidor no asistirá ya a más funciones. Y con la obra maestra de Puccini, un año después del milagroso regreso de la ópera a Madrid, termina la primera temporada post-pandemia del Teatro Real. Una complicada temporada que nos ha convertido a los madrileños, así como también a los aficionados de Barcelona, Oviedo, Valencia, Sevilla y demás ciudades españolas que tambíen los mantuvieron abiertos, en los aficionados más envidiados del mundo, pudiendo disfrutar de nuestro arte favorito mientras que los demás teatros importantes han permanecido cerrados e incluso ofreciendo filmaciones de representaciones sin público, en internet. Incluso el Real ha sido catalogado como "el mejor teatro de ópera del mundo" por los International Opera Awards, por su temporada 2019 (de gran calidad, aunque la atención al público general ya es harina de otro costal). De esta manera, el Teatro Real se consagra definitivamente como un teatro importante a nivel internacional al mismo tiempo que hace historia, manteniendo viva la magia de la ópera en unos tiempos tan terribles cuyo final parece vislumbrarse (las vacunaciones avanzan en la capital) pero que aún no termina de llegar.
Las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente.
Kaufmann también cantó Florestán en un Fidelio de Les Arts en Valencia, pero de eso, claro, en Madrid no se enteran
ResponderEliminarDisculpe, no lo recordaba, dado que fue tan solo una función y evidentemente mucho después de aquélla Clemenza.
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