domingo, 8 de junio de 2025

La ópera en el barrio de Chamberí: Tosca en el Teatro Amaya.


Madrid, 7 de junio de 2025.

Desde hace cuatro años el Teatro Amaya en el barrio de Chamberí, organiza un festival de zarzuela y ópera, junto a la compañía L'Operamore. Para los aficionados a la zarzuela, esta compañía es una alternativa tradicional y clásica frente a las producciones del Teatro de la Zarzuela. En cuanto a la ópera, es una forma de acercar el género a precios más asequibles que los del Teatro Real, y con puestas en escena más clásicas y comprensibles para el aficionado nuevo. 

Esta semana, es el turno de Tosca, la genial ópera de Giacomo Puccini. Este es uno de los clásicos que se pasan en un suspiro. Su música bella, teatral, pasional que sumerge al espectador en el suspense de la trama, una historia de amor y de abuso del poder represor contra los disidentes y los más débiles. El Amaya es un teatro moderno, de unas 600 localidades, que en la función de hoy estaba altamente ocupado. La orquesta, dirigida por Javier Corcuera, constaba de 18 músicos, situados en la primera fila del teatro. La puesta en escena, sencilla y funcional, estuvo a cargo del barítono Marco Moncloa. Como detalle a destacar, al final del Te Deum, Scarpia y el escueto coro levantan una cruz.



Tosca estuvo interpretada por Chantal Garsán, a quien ya había visto como Madama Butterfly el año pasado con Novaria. Garsán es una buena intérprete, fue una Tosca que sonaba juvenil, pero también capaz de emocionar, con un grave desgarrador. Muy buena en los dúos con Cavaradossi, en el segundo acto pudo salir airosa, gracias a su habilidad interpretativa, de la problemática tesitura.

Bernardino Atienza interpretó a Mario Cavaradossi, el pintor revolucionario. Posee una potente voz, aunque vibrante. Marco Moncloa interpretó un Scarpia cantado de forma aseada la mayor parte del tiempo, aunque en el "Gia mi dicon venal" tuvo alguna dificultad, que no afecta una digna interpretación.

Del resto del elenco, podría destacarse el Angelotti de Mauro Pedrero.

Al final de la representación, hubo aplausos para todo el elenco y para la pequeña orquesta. En un momento dado, el barítono Moncloa interrumpió un momento los aplausos para agradecerlos, y para preguntar cuántos habían visto las anteriores producciones de La Traviata y de zarzuela, abogando además por esta única. Luego anunció que el festival se cerraría con tres funciones de Rigoletto.


Una vez más, es de agradecer que estas iniciativas privadas hagan el esfuerzo por acercar la ópera y la zarzuela al gran público, convirtiendo la ópera en una alternativa más de ocio, combatiendo al prejuicio que la reduce a un exclusivo y excluyente entretenimiento.

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lunes, 2 de junio de 2025

French Baroque through multicultural lens: Rameau's Les Indes Galantes premiere at the Teatro Real.

Madrid, June 1, 2025.

When thinking about the baroque repertoire in the international operatic world, the French baroque opera from this period is not as popular as its Italian counterpart, despite the importance of composers such as Jean-Baptiste Lully, Marc-Antoine Charpentier, or Jean-Philippe Rameau. But this situation is even more pronounced in the Spanish operatic scene. For this reason, the premiere at the Teatro Real (which last year offered Charpentier's Medée in concert) of one of the best-known operas by the composer and great music theorist Jean-Philippe Rameau, Les Indes Galantes, is a significant event in the current operatic season.

This opera-ballet, with its beautiful music, tells of four gallant love stories, within a struggle between Hebe (love) and Bellone (war). This type of opera, based on courtly dances, lacks a strong plot , by the standards of its time, compared to those ones opera seria used to have. Here, dance is more important than singing. It is not a drama, just entertaining, a divertimento.


For its Madrid premiere, a touring production has been summoned, performing it in an apparently semi-staged version, led by French choreographer Bintou Dembélé , one of the pioneers of hip-hop in France, and maestro Leonardo García Alarcón , head and leading conductor of the Cappella Mediterranea ensemble. Based on a production of the complete work at the Paris Opera in 2019, Dembelé and García Alarcón now bring a cut version, around an hour from the original.

I've said before that it's an apparently semi-staging of the work because, in reality, the differences with a full staged production are not very clear. There are entirely modern, working-class neighbourhood aesthetics, there is lighting, and there is dramaturgy, even though the orchestra is on stage. The dances are performed by the Namur Chamber Choir and the Rualité dance company , directed by Dembélé. Despite the fact that the Teatro Real apparently announces the fusion of music with street dance, the latter doesn't actually appear as much. In fact, there are more stage movements, more or less choreographed and dramatized, than dances. Much of the production takes place with very little lighting, coming from light bars that the artists move from one side to the other, and from a huge circle of lights located high above the stage, which creates beautiful combinations. Dembélé places the mythological characters in the royal box, and occasionally, singers and dancers at different points in the hall, achieving a quite successful immersive effect. Diversity and multiculturalism are the leitmotifs of the production, judging by its aesthetics and the multiracial group formed by dancers and chorus. However, by reducing the work, especially affecting the third "entrance" or act, and by consisting of a chorus and soloists moving around the stage always wearing the same clothes, in almost total darkness, the bucolic, pleasant essence of the score is lost on stage. Finally, the promised hip-hop dance comes in the final section, now in a  spectacular choreography, which reaches its zenith with the most famous fragment of the work, the chaconne chorus "Forêts paisibles," which always ends with an ovation from the audience.

Musically, García Alarcón managed to achieve a superb, agile performance from the orchestra, with each instrument sounding wonderfully, for example the bagpipes in the first act and flute in the beautiful aria of the second half, "Viens, Hymen," and the choir equally in its dual role of singing and dancing. Furthermore, in the number "Brillant soleil" from the second entry, the voices of the orchestral musicians joined forces. 


The vocal cast, consisting of four soloists, each in charge of multiple roles, was remarkable as a whole.

Julie Roset led the cast, with her delightful and beautiful voice, as well as her mastery of coloratura in the prologue. The highlight of the evening, was her magnificent rendition of the aria "Viens, Hymen", accompanied by flautist Rodrigo Calveyra. She sang it from one of the third-floor boxes, surrounded by the audience. Her singing was uniquely beautiful, with an angelic tone.

Andreas Wolf is known in Madrid for his performances of Mozart operas. This time, he once again sang with his powerful voice, and his acting and vocal finest moment came in the second part, portraying the jealous Inca priest Huascar.

Tenor Mathias Vidal performed well overall, although some high notes in the fourth act caused him some difficulty. Soprano Ana Quintans sang at a good level.



Although the hall was not fully occupied, the audience applauded enthusiastically after the famous Forêts paisibles, which was encored at the end of the performance, and  gave generous ovations to all the performers. Even while leaving the theatre, some people were seen humming the piece. It was a great pleasure to be able to hear the great Rameau's music at the Teatro Real, even in a reduced version.


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Rameau, en una mirada multirracial: estreno de Las Indias Galantes en el Teatro Real.


Madrid, 1 de junio de 2025.

Dentro de la recuperación y programación del repertorio barroco, el apartado correspondiente a la ópera francesa de este periodo no es tan popular como su homóloga italiana, pese a la importancia de autores como Jean-Baptiste Lully, Marc-Antoine Charpentier, o Jean-Philippe Rameau. Pero este panorama es aún más acusado en la escena lírica española. Por esta razón, el estreno en el Teatro Real (que el año pasado ofreció en concierto la Medée de Charpentier) de una de las óperas más conocidas del compositor y gran teórico musical Jean-Philippe Rameau, Las Indias Galantes (Les Indes Galantes en francés), es todo un acontecimiento en esta temporada que se acerca ya a su fin.

Esta opéra-ballet de bellísima música habla de cuatro galantes historias de amor, en una pugna entre Hebe (el amor) y Bellone (la guerra). Este tipo de óperas, basadas en los bailes cortesanos, no tienen un argumento fuerte como lo podría tener, para los estándares de su tiempo, la opera seria. Aquí es más importante la danza que el canto. No es un drama, sino un divertimento. 

Para su presentación en Madrid, se ha traído una producción que está de gira por Europa, que la ofrece en una aparente versión semiescenificada, a cargo de la coreógrafa francesa Bintou Dembélé, una de las pioneras del hip-hop en el país galo, y del maestro Leonardo García Alarcón, al frente del conjunto Cappella Mediterranea. Basada en una producción de la obra completa en la Ópera de París en 2019, Dembelé y García Alarcón traen una versión reducida, que dura alrededor de una hora menos que la completa. 

He dicho antes de que es una aparente semiescenificación de la obra porque en realidad, los límites con una escenificación completa son difusos. Hay un vestuario, totalmente moderno y de estética de barrio de clase obrera, hay una iluminación y hay una dramaturgia, aunque la orquesta esté sobre el escenario. Las danzas vienen a cargo del Coro de Cámara de Namur y de la compañia de danza Rualité, dirigida por Dembélé. Pese a que aparentemente el Real anuncia la fusión de la música con danzas urbanas, estas no aparecen tanto. De hecho, hay más movimientos escénicos, más o menos coreografiados y dramatizados, que danzas. Gran parte de la producción transcurre con muy poca iluminación, proveniendo esta de unas barras de luces que los artistas mueven de un lado a otro, y de un enorme círculo de luces situado en lo alto del escenario, que dará bellas combinaciones. Dembélé sitúa a los personajes divinos en el palco real, y en ocasiones, a cantantes y bailarines en diferentes puntos del teatro, para crear un efecto envolvente bastante conseguido. La diversidad y el multiculturalismo son el leitmotiv del montaje, a juzgar por su estética y el multirracial grupo formado por bailarines y coro. Al reducir la obra, afectando especialmente a la tercera "entrada" o parte, y al consistir en coro y solistas moviéndose por todo el escenario siempre con la misma ropa, y a abundante oscuridad, se pierde la esencia de delicia y bucolismo de la obra. Finalmente, la prometida danza hip-hop viene en la parte final, esta vez con una coreografía espectacular, que llega a su cénit con el fragmento más famoso de la obra, el coro Forêts paisibles, que siempre termina cosechando una ovación del público.

En cuanto a lo musical, García Alarcón logró sacar de la orquesta una interpretación estupenda, ágil, y con cada instrumento sonando maravillosamente, como la gaita o la flauta en la bellísima aria de la segunda parte, "Viens, Hymen", y el coro igualmente en su doble tarea de cantar y bailar. Además, en el número "Brillant soleil" de la segunda entrada, se unieron las voces de los músicos de la orquesta. 

El elenco vocal, formado por cuatro solistas, cada uno a cargo de múltiples roles, fue notable en su conjunto.

Julie Roset destacó como la indudable líder del reparto, con su deliciosa y bella voz, así como de su dominio de la coloratura en el prólogo. El mejor momento de la noche, el aria "Viens, Hymen" fue cantado por ella, acompañada del flautista Rodrigo Calveyra. La interpretó además situada en uno de los palcos de la tercera planta, rodeada de público. La interpretación de esta aria fue de una belleza única, lograda por el angelical timbre de Roset.

Andreas Wolf es conocido en Madrid por sus roles mozartianos. En esta ocasión volvió a cantar con su potente voz, y a nivel actoral y vocal su mejor momento fue en la segunda parte, interpretando al celoso sacerdote inca Huáscar.

El tenor Mathias Vidal en general estuvo bien aunque algun agudo en la cuarta parte le supuso cierta dificultad. La soprano Ana Quintans cantó a un buen nivel.


Aunque el teatro no estaba lleno, pero sí con alta ocupación, el público aplaudió entusiasmado tras el famoso Forêts paisibles, del cual se dio un bis al final de la representación, y luego fue generoso en ovaciones a todos los artistas. Incluso al pasear por los pasillos, hubo quien tarareaba la pieza. Ha sido sin duda una delicia que el gran Rameau pudiera oírse en el Teatro Real, aun en versión reducida.


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