domingo, 19 de noviembre de 2017

Norma por la Ópera de Moldavia. 18 de noviembre de 2017.


Este otoño, la temporada del Teatro Auditorio Adolfo Marsillach de San Sebastián de los Reyes programaba una función de ópera. El título, ni más ni menos que la Norma de Vincenzo Bellini. Un reto titánico. La compañía en cuestión es Concerlírica, una productora de ópera que organiza funciones de ópera por toda España, con cuerpos estables y solistas extranjeros (aunque a veces hay solistas españoles en sus repartos).
Función en Holanda de esta producción.

La soprano que tuvo el reto de encarnar a Norma fue la soprano venezolana Mariana Ortiz. Su voz tiene un material apreciable, pero para Norma me parece más ligera que dramática. Tras un excelente recitativo de entrada, el Casta Diva lo cantó de una forma muy íntima, lo que por momentos hacía que la orquesta casi pareciera sobrepasarla y la caballetta posterior pudo suponerle algún apuro aunque cumplió notablemente. Pero desde el segundo cuadro del acto primero hasta el final de la obra no hizo más que subir. El acto segundo fue muy disfrutable, conmovedora en la primera escena con sus hijos, y con un dramatismo solvente en el dúo con Pollione. Tanto el Mira o Norma como el final (con una línea de piano muy buena) los interpretó muy bien. No puede negarse que la soprano tiene tablas para sacar el espectáculo adelante.

Pollione estuvo a cargo del tenor italiano Simone Frediani, quien tenía la voz más grande de todos los artistas. Ya desde su entrada hizo gala de su sonido descomunal, que se escuchaba por encima de todos. El espectáculo estaba garantizado en cualquier caso. En lo referente a su interpretación, ha sido correcta, con agudos como auténticos trompetazos.

La soprano Rodica Picireanu fue una gran Adalgisa, la mejor de la noche. Su voz tiene un sonido muy bello, con un toque oscuro y de volumen aceptable. Muy buena en la coloratura de los dúos con Norma.

Maksim Ivaschuk  fue un Oroveso de voz pequeña, intuible en el primer acto pero que se pudo oír en el tercero.

Excelente la Clotilde de Tatiana Virlan y pasable el Flavio de Nicolae Vascautan.

Los cuerpos estables, al igual que la mayoría de solistas salvo Norma y Pollione, provenían de la Ópera Nacional de Chisináu, Moldavia.

La orquesta estaba dirigida por Nicolae Dohotaru, y estaba formada por poco más de 30 músicos. El sonido no estaba muy equilibrado y eso se notaba en la obertura, afectando particularmente a las cuerdas, que eran tapadas por el viento y la percusión(el platillo parecía de juguete). Pero a medida que avanzaba la noche la orquesta iba mejorando, con una excelente introducción al acto segundo. El coro era demasiado pequeño, también de una veintena de coristas.



La puesta en escena era anunciada como de la "Nederland Opera", dirigida por Iuri Matei. Era una puesta en escena clásica, de cartón piedra... pero que ayudaba a comprender el argumento de la obra dentro de las limitaciones de espacio. El telón se abre para dejar paso a una estructura de aspecto montañoso, con una estatua de un dios emergiendo del suelo y una luna colgante, con un par de árboles magros. Luego se bajará un decorado de color rocoso para recrear el refugio de Norma. El vestuario era más ornamentado para los hombres y muy sencillo para las mujeres.



Es curioso ver cómo se hace ópera en otros lugares sin grandes temporadas estables. Creo que si quienes estamos acostumbrados a ir al Real dejamos de lado los prejuicios, podemos apreciar funciones disfrutables y emocionarnos. Y yo en el Mira o Norma me emocioné. Estas compañías llevan la magia de la ópera en vivo a localidades donde no es frecuente, y su labor es encomiable. Ayer había algo de Bellini en ese pequeño teatro.

martes, 7 de noviembre de 2017

La Favorite en el Teatro Real, 6 de noviembre de 2017.




El Teatro Real celebra esta temporada su bicentenario. Para los días 2 y 6 de este mes se había programado dos funciones en versión concierto de La Favorite , ópera que inauguró el teatro (pero en su célebre versión italiana) en noviembre de 1850. La función de gala era el día 2, pero tuvo carácter privado y asistieron personajes de relevancia social y cultural, lo que hizo que el teatro estuviera semivacío según señaló la prensa invitada. No comprendo cómo un Teatro que ha promocionado su efeméride de forma tan repetida y habiendo sacado a la venta localidades para otras galas homenaje a grandes artistas ahora no haga lo mismo con este homenaje a su propio teatro, un teatro que pretende ser de todos. 

El día 6 la sala estaba altamente ocupada. Tenía muchas ganas de ver esta ópera, antes frecuente y hoy toda una rareza. Ya en 2003 pudo verse en este mismo escenario con la gran Dolora Zajick. Siendo famosa por un puñado de espectaculares arias, esta ópera podría programarse un poco más de lo que se hace habitualmente, y sobretodo con una puesta en escena para disfrutarla en su gloria trágica. La música tiene momentos de gran belleza más allá de los números más conocidos.


El principal reclamo era el Fernand de Javier Camarena. La voz es hermosa y el mexicano domina el repertorio, pero la dificultad del personaje a veces puede con él. Pero cuando se viene arriba es capaz de desatar la locura en el público y nos regala agudos impresionantes. Empezó un poco  a media voz en el Un ange, une femme inconnue, pero a partir del dúo con Léonor empezó a estar espléndido, con  la voz a pleno rendimiento. En la caballetta final del primer acto impresionó al público.  En el aria Ange si pur pasó algún pequeño apuro pero en el dúo final con Léonor volvió a estar a gran nivel. Con todo, seguimos ante uno de los grandes tenores belcantistas de hoy.

Jamie Barton como la protagonista ha supuesto una gran sorpresa. Tras una entrada algo tapada por la orquesta, una contundente y bella voz de contralto se abría paso para impresionarnos con un dominio absoluto del canto y del personaje:  unos dúos con el tenor verdaderamente magníficos, una preciosa versión del O mon Fernand  y una aún mejor de la caballetta siguiente, con un agudo impresionante en la fiancée sera morte ce soir, de esos que retumban oídos en toda la sala.

Simone Piazzola fue un decente Alphonse. Si bien en su primera aria pasó algún apuro, en las siguientes escenas y en la famosa aria Pour tant d'amour mejoró notablemente. Simón Orfila fue un gran Balthazar, siempre con su poderosa voz de bajo, y con mucha autoridad y presencia. Los comprimarios fueron excelentes, con Marina Monzó como una deliciosa Inès siendo aplaudida con su escena de entrada, y Antonio Lozano fue un excelente Don Gaspar. El coro dio una gran actuación, pero lo que esta vez fueron dignas de atención sus intervenciones en el acto cuarto; alcanzando un canto en pianissimo muy bello, casi etéreo.

Daniel Oren hizo un buen trabajo al frente de la orquesta, pero con matices: no la llevó a un nivel supremo. Durante el preludio, tras una excelente ejecución de las cuerdas, la orquesta en sus tutti sonaba con demasiados decibelios. Pero por suerte esta obra tiene muchos y muy bellos momentos orquestales, como el ballet que se representó entero, un precioso solo de trompeta en el acto primero, las introducciones a cada acto... y es ahí donde Oren se desempeñó notablemente y extrajo de la orquesta un bello sonido. Igualmente impactantes sus saltos (que molestaban en la audición del preludio al golpear el podio) y sus aspavientos al dirigir.



Pese a que el nivel no fue todo lo sublime que personalmente esperaba, hay que decir que esta ha sido una muy disfrutable noche de ópera. El público estaba tan entusiasmado al terminar la obra, que los aplausos se prolongaron por largo tiempo.


Las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con su publicación en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente.