domingo, 24 de febrero de 2019

La Verbena de la Paloma en el Teatro de la Zarzuela, 23 de febrero de 2019.




El Proyecto Zarza es una iniciativa del Teatro de la Zarzuela, que busca acercar a los jóvenes nuestro género lírico, adaptándolo a nuestra época; con el fin de acercarles a  la zarzuela de forma que puedan conectar con ella, sin prejuicios de casticismo rancio que suelen asociarse a la misma. Todo ello interpretado por cantantes muy jóvenes, de hecho su lema es "Zarzuela por jóvenes y para jóvenes". Tras dos años de éxito, la apuesta para este año ha sido con una de las cumbres no sólo del género chico sino de todo el género: La Verbena de la Paloma. Personalmente, una de mis asignaturas pendientes era ver en vivo la que posiblemente  se considere la más emblemática de las zarzuelas, y dada su popularidad, supuso una oportunidad para mí. Y había bastante afluencia de público.



La idea del Proyecto Zarza es acercar a la juventud actual a la zarzuela, y para este fin, cree necesario modernizar el género: la mayoría de jóvenes tiene una idea del género asociada a un casticismo rancio y hasta nostálgico, con unos elementos culturales con los que no conectan e incluso rechazarían, más cercano a sus abuelos que a ellos mismos. Por eso, para llevar estas obras a una nueva generación el equipo de esta producción cree conveniente modernizar la ambientación a una época con la que puedan sentirse identificados, porque como dice Daniel Bianco, el sainete reflejaba la realidad de su época. Y ciertamente, esta obra ha pasado a la historia como uno de los estandartes del casticismo madrileño, cuya cultura era una realidad cotidiana en su estreno de 1894.


En la búsqueda de esta modernización, el director de escena Pablo Messiez traslada la acción a un nuevo centro cultural de un barrio madrileño en nuestros días. La obra empieza con una discusión entre Julián y Susana. El calor, un elemento importante en la historia, hace estragos y la directora del centro, ante la imposibilidad de coordinar las diversas actividades del centro (que incluirán una función de La Verbena), deja pasar a los sufridos muchachos, que están delirando por las altas temperaturas. En lo alto del escenario, hay una pantalla donde se proyecta un documental silente donde vemos a niños y adolescentes hablando de lo que representa el amor para ellos. A lo largo de la función veremos a los artistas cantar los  números mientras realizan diversas actividades como tai-chi, ballet o danza. Los diálogos de Bretón son sustituídos por otros totalmente distintos, en los que se habla de temas tan modernos como el poliamor, de las formas diversas de amar reflejada en el amor no correspondido entre dos de los personajes masculinos o el beso de las dos cantaoras, del género no binario; o de la inmigración que se refleja en Marta, una joven china asistenta de la directora del centro (Rita) y entusiasta de la zarzuela, y el racismo, reflejado por ejemplo en la escena del sereno -convertido aquí en celador y limpiador-, que se atreve a hacer un saludo fascista. Hay dos tramas amorosas: una entre un Julián y Marta y otro entre los Julián y Susana de la zarzuela. A mitad de función, cuando Julián y Rita (no la directora del centro sino la cantante) cantan el dúo frente a la casa de Antonia, aparecen vestidos con trajes típicos de color negro y maquillados de blanco, y uno a cada lado de la escena canta su parte haciendo gestos sin moverse de su sitio, un claro guiño a las producciones de Robert Wilson. Al final, triunfa el amor y los jóvenes cantan Por ser la virgen de la paloma en plena apoteosis musical.  Aunque me ha gustado mucho, no puedo evitar sentir que he visto y al mismo tiempo no he visto la Verbena: al interpretarse la partitura completa, el montaje consigue que lo que se canta sea creíble y pueda más o menos seguirse el argumento. Pero al modificarse los diálogos para su modernización, se pierde el elemento castizo (patrimonio cultural de la ciudad) característico de la obra; y no porque los personajes no se vistan de chulapos y chulapas sino porque al transformar el argumento original de Bretón y De la Vega, ocurre que el público habitual de la zarzuela termina por no reconocerlo. De hecho, los mayores que estaban a mi alrededor estaban escandalizados porque tenían esa sensación.


El reparto estaba formado, como ya se ha dicho antes, por jóvenes cantantes y actores de menos de 30 años, cuyas voces no parecen especialmente líricas sino más bien propias de musical  y teatro (de hecho, durante algunos momentos tuve la sensación de que me sentía más bien viendo un musical en la Gran Vía). No obstante, podía palparse la entrega, la energía y el entusiasmo en sus interpretaciones, que han cautivado al público. Creen en este proyecto, gracias a él están aprendiendo a amar la zarzuela, y desean transmitir esos sentimientos al público más joven; y a tenor de las reacciones lo consiguen. Entre los cantantes podemos destacar a Etheria Chan como Marta, con una estupenda voz de soprano de coloratura que deslumbró al público. Mitxel Santamarina con sus divertidas actuaciones, y su convincente caracterización del Sereno que logró hacerse coger un poco de tirria al hacer el saludo fascista. Lara Chaves fue una divertida Rita-directora con una voz apreciable, y Laura Enrech una estupenda y expresiva Rita-cantante . La canción En Chiclana me crié fue cantada por dos cantaoras estupendas: Cielo Ferrández y Clara Muñiz, ambas protagonistas de uno de los mejores momentos musicales de la noche. Ya resulta curioso imaginarnos a un Don Hilarión jovencísimo, pero José Miralles logró convencer, igualmente Natán Segado con su divertido Tabernero. La pareja protagonista estuvo a cargo de David Pérez y Nuria Pérez, cuyos atractivos Julián y Susana tuvieron bastante frescura y energía, además de contar con buenas voces.



La orquesta estaba formada por ocho músicos, imaginamos que en parte para no tapar demasiado las ligeras voces del elenco. La agrupación musical estaba dirigida por Óliver Díaz, director musical de la casa e implicado como el que más, por lo que se pudo ver después. La partitura se interpretó completa, ya que una de las máximas del proyecto es no tocar ni una nota musical. Al acabar la función hubo un coloquio en el que el público hizo preguntas al equipo musical, y uno de los momentos más tiernos vino de una niña que preguntó al elenco que qué sentía cuando cantaba.



Si uno busca una visión clásica, con chulapos y chulapas paseando por las calles del centro de Madrid, este montaje puede hacer que se salga escaldado. Pero si se atiene a la máxima del teatro de conectar con el público del momento y se va con la mente abierta, entonces se puede salir con una sonrisa en los labios. Ese fue el sentir general en el público. Y si los más jóvenes pueden empezar así a introducirse, emocionarse y disfrutar del género y de su bella música, entonces este montaje es más que bienvenido.

Las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación  de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente.

sábado, 23 de febrero de 2019

Bryn Terfel in Teatro Real, Madrid. February 22, 2019.


The celebrated bass-baritone Bryn Terfel has made his debut in the Teatro Real few hours ago, in the cycle of great voices in the 2018/2019 season. However, this was not his debut in Madrid, since he has sung a concert performance of Der Fliegende Holländer in 2016 in the Auditorio Nacional, with high acclaim from the audience and critics. With him, the Orchestra of Teatro Real was conducted by Josep Caballé-Domenech.

Terfel is a major opera star, and his repertory includes successful renditions of Wagner, Mozart, Puccini's Tosca, musicals among many genres. For his presentation here, the program is a representation of that variety:

First Part: Wagner.

- Lohengrin: Prelude to Act 3
- Die Meistersinger von Nürnberg: Was duftet doch der flieder
- Die Walküre: Ride of Walkyries and Wotan's Farewell.

Second Part:
- Offenbach : Overture from La Belle Helène
- Boito: Son lo spirto che nega from Mefistofele
- Weill: Die Moritat von Mackie Messer from The Threepenny Opera
- Rodgers and Hammerstein: Overture and Oh, What a beautiful morning from Oklahoma!
- Loewe and Lerner: How to handle a woman from Camelot
- Bock and Harnick: If I were a rich man from Fiddler on the roof

Encore:
- Traditional: Ar Hyd y nos 

He made his entrance with a good rendition of the Meistersinger monologue: sang with good entonation, and amazing the audience with his big-volumed sound, despite it seems a bit less refined for Sachs. The Walküre ending is another story: he has trouble with high register, the highest the note was, the most gutural it sounded. He sang with moving tenderness the line der freier als ich, der Gott. On the other hand, his performance is so solemn,so powerful that the singer lets the character appear: his gaze and gestures convey the power and authority of Wotan, his hands moving as if he was conducting Loge's flames to round the stage... one could feel like attending a real production of Die Walküre. He ended his scene singing in high volume Wotan's final words: Wer meines speeres spitze fürchtet, durchschreite das feuer nie! and left the scene while the orchestra ended the music, as if he really had left any Brünnhilde sleeping. The orchestra was not at the same level: it wasn't the same as in Rheingold last month, since it seemed to lack some rehearsals, and the tempi were sometimes too fast and the wind section was not too much in vein, indeed the last chord of Walküre was far from being moving.

The second part was more comfortable for the orchestra as well as for Terfel. The conductor's style was more appropriate for the overtures of La Belle Helène and Oklahoma. In Son lo spirto che nega the singer did a good performance despite the singing was limited, but again his skilled acting saved the rendition, and his amusing whistles made the people whistle with him in the applause. The Weill song was very well performed, as well as the musical songs, in which Terfel succeded, with an accomplished singing as well as humoruousness.

Surprisingly, there were only an encore. While receiving the final applause, a man from the audience asked him to encore a song, but he said in Spanish he preferred to sing a Welsh song, the beautiful Ar Hyd y nos (All through the night). It was a charming way to close the concert, with both the singer and the orchestra being perfectly fit.


Terfel's voice has been missed in Teatro Real seasons during all these years. He could have sung in a production of Falstaff allegedly planned by the late Gerard Mortier, as it was rumoured in the press and opera forums. But it's always a pleasure to listen a talented artistry like his, no matter if the voice was or not at the height of his powers if his voice is still able to move and amaze the audience, who received him warmly in this late but necessary debut.


My reviews are not professional and express only my opinions. As a non English native speaker I apologise for any mistake.
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Bryn Terfel en el Teatro Real. 22 de febrero de 2019.

En el ciclo de voces del Teatro Real de esta temporada hacía su debut en el concierto de hoy el bajo-barítono galés Bryn Terfel, después de 25 años de larga y dilatada carrera. Aunque hace tres años ya había cantado un Holandés Errante en el Auditorio Nacional con un enorme éxito de público y crítica, nunca se había escuchado su enorme voz en el regio coliseo.

Terfel es una de las figuras más importantes del panorama lírico internacional. Aclamado en todo el mundo, empezó siendo un notable intérprete mozartiano, para luego ser un gran intérprete de roles como Scarpia, Wotan o Hans Sachs, y también ha cosechado éxitos en Broadway. De su variado repertorio ha dado cuenta en este recital de presentación.
La orquesta del Real ha estado dirigida por el director catalán Josep Caballé-Domenech.


La primera parte del concierto estuvo dedicada exclusivamente a Wagner. La orquesta empezó con el preludio del tercer acto de Lohengrin, tras el cual Terfel hizo su entrada y cantó el monólogo de Sachs Was duftet hold der flieder, del acto segundo de Los Maestros Cantores de Núremberg. Abordó está aria maravillosamente, con una proyección ideal, y un estilo de nivel, convenientemente pausado; si bien el enorme volumen de su voz sugería un poco de bastedad para Sachs, aunque no inconveniente del todo para el personaje.

Y llegó el momento de La Walkiria: tras una interpretación orquestal de la cabalgata, Terfel volvió para acometer los tremendos adioses de Wotan, otro de sus grandes personajes. Wotan ya es otro cantar, y aquí el galés dio una de cal y otra de arena. El problema del registro agudo es que tiende a ser demasiado gutural, casi de ladrido. Con mucha dulzura cantó der freier als ich, der Gott, para luego acometer mejor Der augen leuchtendes paar. En el final de la escena, el fuego mágico fue realmente la encarnación del dios, dentro de sus posibilidades, y terminó cantando las palabras finales  Wer meines speeres spitze fürchtet, durchschreite das feuer nie! a pleno volumen. Si musicalmente fue irregular, con un problemático agudo, la interpretación fue intachable. Pese a que no me gustó que en los primeros acordes estaba de espaldas mirando al director, inmediatamente se dio la vuelta y el cantante desapareció para dejar paso al dios: con esa mirada autoritaria, totémica, propia de un animal escénico. Cuando empezó a invocar a Loge, mientras la flauta y el xilófono sonaban, Terfel movía la mano con una sonrisa, como si estuviera dirigiendo el rumbo de las llamas que rodean la roca de las Walkirias. Y tras cantar con solemnidad sus palabras finales se fue mientras la orquesta iba cerrando la escena, como si realmente se tratase de una representación escenificada de la obra. En cuanto a la orquesta, esta no era la misma que acometió el Oro hace un mes: le faltaba práctica y al parecer el director iba demasiado rápido, con una dirección más de acompañamiento que destacable: las partes orquestales no destacaron demasiado, quizá mejor en la Cabalgata que en Lohengrin. En el monólogo de Maestros es donde estuvo más inspirada, especialmente el viento. En el final de Walkiria a veces sobrepasaba al cantante, y el viento estaba poco refinado y tampoco el compás final transmitió mucho.

La segunda parte fue mucho más ligera y accesible para ambas partes (sobretodo para el bajo,la verdad sea dicha), aunque tras alcanzar el cielo con la música de Wagner al principio parecía saber a poco. Así, en la obertura de La belle Helène de Offenbach la orquesta estaba más cómoda y el estilo del director de orquesta más adecuado. Luego llegó el aria Son lo spirto che nega del Mefistófeles de Boito, donde Terfel volvió a mostrar cierta soltura, y sobretodo gracias al uso de la brutalidad musical que le caracteriza, logró una gran caracterización del demonio operístico, con unos silbidos tan característicos que en los aplausos logró hacer silbar al público. Finalizada la parte operística siguió el famoso Die Moritat von Mackie Messer de La Ópera de Tres Peniques de Kurt Weill, que acometió muy bien. Siguió la obertura y Oh, what a beautiful morning de Oklahoma de Rodgers y Hammerstein, el número How to handle a woman de Camelot de Loewe (del que habló un poco antes de cantar, y dando las gracias al público por venir) y el famoso If I were a rich man de El violinista en el Tejado, de Jerry Bock. Números que fueron los mejor cantados de la noche junto al monólogo de los Maestros. En ellos, Terfel cantó con estilo, vis cómica y la voz sonó maravillosa. En la obertura de Oklahoma la orquesta estuvo muy bien.

En los aplausos finales, alguien del público le pidió que cantara un número. pero el cantante replicó diciendo que "me gustaría cantar una canzón galesa": la preciosa Ar Hyd y nos (Durante toda la noche), que fue un precioso cierre de recital con cantante y orquesta en buena forma. Fue el único bis que Terfel dio, suponemos que para sorpresa de algunos.


Pese a que quizá no haya podido estar en su mejor momento vocal, el público acogió calurosamente al artista, que habría cantado en el Real en una producción de Falstaff; según se rumoreaba en la prensa y los foros, si el desaparecido Gerard Mortier no hubiese fallecido. Sea como fuere, siempre será un placer escuchar en este teatro a grandes voces, y al mismo tiempo animales escénicos como el señor Terfel.

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lunes, 11 de febrero de 2019

El sueño de una noche de verano de Gaztambide en el Teatro de la Zarzuela, segundo reparto. 9 de febrero de 2019.


Dice un artículo en el Diario El Mundo que la idea de rescatar esta obra de Joaquín Gaztambide del olvido le vino al director del Teatro de la Zarzuela, Daniel Bianco, tras buscar en Internet alguna Zarzuela basada en William Shakespeare, pero al examinarla descubrió que era otra historia. La de Gaztambide trata en realidad de una trama ficticia, en la que Isabel I de Inglaterra, enamorada de Shakespeare, le busca por todas las tabernas para encargarle una obra, que será El Sueño de una noche de verano. Por tanto, con el clásico del bardo inglés y la ópera de Britten sólo comparte el título. Desde que se anunció en la nueva programación del teatro, se convirtió en uno de los reclamos de esta temporada.

Hija de su época, la obra de Gaztambide tiene un estilo belcantista, que además era el principal en el repertorio operístico de los teatros españoles de su tiempo. Y la sensación que se tiene es la de estar ante una entretenida ópera bufa, con momentos que imitan a los grandes clásicos del género. Uno cree escuchar a veces Don Pasquale o I Puritani. Pese a su inspiración y lo agradable de su escucha, dicen los entendidos que sin embargo estamos ante una obra menor del autor.


Para su reposición, 160 años después de su estreno, se había designado a Gustavo Tambascio como director de escena, pero su fallecimiento impidió una colaboración más allá de unas ideas y esbozos que su colega italiano Marco Carniti ha terminado, con los textos de Raúl Asenjo como adaptador del libreto original. Esta obra nunca se ha grabado completa, ni siquiera un solo fragmento, por lo que estamos ante un estreno moderno, cuya ambientación en el rodaje de una película española en la Roma de finales de los años cincuenta y patrocinada por el gobierno de Franco ha terminado por dejar la obra  no sólo en difícil de reconocer sino prácticamente en una obra de teatro con música de Gaztambide. Hay referencias a personajes de la época, a cineastas como Orson Welles, que es un personaje de la obra, a elementos conocidos de la actualidad y los personajes de la obra como Shakespeare o Falstaff son convertidos en Juan Sabadete o Guillermo del Moro, y la Reina Isabel es la princesa Isabella Tortellini. El argumento del montaje es pues el propósito de rodar en cinemascope una Zarzuela, precisamente la de Gaztambide. Por ese motivo, en el segundo acto, del cual gran parte es la alucinación de Del Moro/Shakespeare para firmar el contrato de la película; es realmente el argumento original de la obra, o parte de ella.



Tras un diálogo largo sobre la idea de rodar esta producción, el telón se abre para mostrar un restaurante romano con carteles de cine de películas como Dos Mujeres, de Vittorio de Sica, con una vista de la Plaza de España y su impactante escalinata. En determinados momentos baja la fachada del mismo y se puede ver el nombre de la lujosa Via Condotti romana.  El segundo acto es quizá la parte más llamativa y fiel al título, ya que al abrirse el telón se ve el bosque fantástico de la obra de Shakespeare al fondo del escenario. Isabel I/Isabella baila una danza de puntillas, antes de convertirse en Isabel I. De gran belleza es la escena de la "alucinación", donde se ve a criaturas bacantes y personajes de la era isabelina, así como a Shakespeare y Falstaff con su caracterización original, con el referido bosque de fondo y bella iluminación. Del mismo modo, Orson Welles aparece como un doble de sí mismo para desbaratar los planes de rodaje de la película con una burla final, en la que aparece el coro, y los principales protagonistas caracterizados como en el siglo XVI y fotografiados por paparazzis.

La Orquesta de la Comunidad de Madrid hizo un gran trabajo a manos de Miguel Ángel Gómez-Martínez, quien logró sacar de la orquesta un sonido muy belcantista, por ejemplo en la obertura (dentro de lo que los diálogos permitieron escuchar) o en el solo de clarinete de la danza de Isabella en el segundo acto.



El segundo reparto fue liderado por la Isabel/Isabella de María Rey-Joly, de voz estupenda y notable vis cómica, aunque los agudos a veces le costaran un poco en el segundo acto. Antoni Lliteres fue un Guillermo/Shakespeare de bella voz, un tanto juvenil. Valeriano Lanchas fue un aceptable, aunque con mejor actuado Juan Sabadete/Falstaff y Sandra Fernández una estupenda y bien actuada Olivia de Plantagenet. Toni Marsol estuvo a un gran nivel como Arturo Látimer. El resto del elenco estuvo entregado al espíritu cómico de la obra.

El Teatro de la Zarzuela ha cosechado un cierto éxito de público, pese a la recepción no siempre tan amigable de la crítica, que pese a todo se lo ha pasado en grande ya que las risas se escuchaban casi en todo momento. Y la labor de recuperación de obras olvidadas siempre es bienvenida, sea una obra mayor o menor.


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domingo, 3 de febrero de 2019

Das Rheingold in Teatro Real, Madrid. January 17 and February 1, 2019.


Seventeen years later, the Teatro Real has started its second Wagner's Ring cycle since its reopening in 1997. From 2002 to 2004, Teatro Real co-produced with the Semperoper Dresden its first Ring, conducted by Peter Schneider and directed by Willy Decker. This production is still in the repertory of Dresde Opera. I myself was a teenager at that time. I remember I waited with special illusion to see Das Rheingold, one of my favourite operas, but finally I couldn't attend. I saw the rest of the Ring, but I always have regretted to miss Rheingold. For that reason, this was an opportunity not only for me, but also for many people wanting to see the Ring again and in much cases for the first time. As a result, tickets were sold out for all performances. I attended the premiere and the last one.

From 2019 to 2022, Teatro Real will schedule its new Ring, one opera per year. At the beggining, it was a co-production with the Chicago Lyric Opera, but due to budget reasons the chosen production has been the classic one from Cologne Opera, directed by Robert Carsen, which has already been recently seen in Barcelona.

Carsen's production has been known as an "ecologist" Ring, because it starts from a premise: a post-apocaliptic polluted world, where there's only mysery, dirt, corruption, oppression and falseness. In this staging there is neither space for beauty nor hope. Das Rheingold is a work about corruption and ambition, as well as a wild fight for power while the most disadvantaged are dominated and humilliated. Carsen echoes this and take it into a deeper level of degradation. In the program, the theatre manager Joan Matabosch says since Wotan attacked nature by making his spear from the world ash tree, to dominate the entire world with this weapon, and to build his power through pacts and lies. This message taken from Wagner's monumental epic is still happening nowadays in the world, so this production is even more timely now than in its premiere in 2000. The main idea is interesting, but not always interesting when translating it into a theatre stage.


A metallic curtain is welcoming the audience when entering the hall. When the prelude starts, it raises slowly to show a fog, representing the Rhine. As the piece is being played, some men are seen throwing all kind of waste to the river. The Rhinemaidens are three dirty, panhandler women who play in the middle of the stolid filth. We can see an oxidized washing machine, bottles and so on. Alberich is not less filthy than the maidens. From a wheel the Rhine gold will shine and be stolen by the nibelung.


Scene 2 is a forest of concrete and cranes. Walhalla is built by a modern building company. Wotan is dressed like a military dictator, the gods like posh gentlemen and gentlewomen and the giants like foremen of the building, leading a group of disciplinated builders. We can see in this modern adaptation how Wotan is betraying his people, trying them to work for free. The Nibelheim is the best scene of the show: we see the Nibelungs working dragging in the floor while they are working Alberich's treasure, with the stage few illuminated. Erda's appearing is mystical, embracing Wotan while advicing him to give the Ring. The Finale is one of the most achieved moments: after the invocations of Donner and Froh, it starts snowing in the bottom of the stage, maybe polluted snow. Gods celebrate their victory dancing while the Rhinemaidens sing their laments, and then they decide to enter Walhalla, followed by their servants, furniture and soldiers. Power is consolidated by military force, but amidst an unbearable ugliness, predicting an even worse future.



Pablo Heras-Casado is the music conductor for this new Ring. There were many expectations and he fulfilled them, hoping he would maintain or even improve the level for the next seasons. Even he lacks the grade of accomplishment of Wagnerian directors, he did a good task. He obtained a good sound from the orchestra, with strings sounded specially beautiful in the Prelude, as well as the percussion. From the third scene, conducting became energic, even violent (reminding sometimes to Solti's Rheingold), quite convenient for Nibelheim scene. Musical interludes were played with dramatic tension and strength, and the finale was spectacular.

The cast had some ups and downs.

Greer Grimsley's Wotan has the physical appearance, but his singing is sometimes troubled by a gutural high register, despite the middle one is acceptable. Sarah Connolly as Fricka is a good singer, and his voice is nice but not Wagnerian, despite having good acting skills.

Joseph Kaiser is a good acted and has beautiful voice for Loge but since he lacks a bit volume makes his interventions a bit boring. The gods are well sung, specially Sophie Bevan as a beautiful and nicely sung Freia. Raimund Nolte and David Philip Butt were both correct as Donner and Froh. The giants were outstanding: Albert Pesendorfer with a deep voice as Fasolt and Alexander Tsymbalyuk's dark and deep bass voice for Fafner. Ronnita Miller was a big sensation as Erda, with her expressive and mystic contralto voice, with great low notes.


The Nibelungs were the real stars of the evening: Samuel Youn was a big hit as Alberich with a big and beautiful bass-baritone voice, well projected through the main hall, conveying perfectly Alberich's both ambition and evil. He received an outstanding ovation and revealed himself as a sensation. Mikeldi Atxalandabaso was a magnificent and superbly sung Mime. This promising Spanish tenor will succeed Gerhard Siegel and Helmut Pampuch in the throne of this role.

The Rhinemaidens sang at a good level, with María Miró as a delightful Wellgunde, and both Claudia Huckle and Isabella Gaudí as nice Flosshilde and Woglinde respectively, the latter one better acted than sung.


The performance was well received, despite the ups and downs before mentioned, since the audience wanted to see the Ring; and maybe because the magic of Wagner's music could be felt in the Hall.Now it's the time to wait for Walküre next year. The power of the Ring is more alive than ever.



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sábado, 2 de febrero de 2019

El Oro del Rin en el Teatro Real de Madrid. 17 de enero - 1 de febrero de 2019.


Después de 17 años, el Teatro Real empieza un ciclo nuevo de El Anillo del Nibelungo. Entre 2002 y 2004, el Real y la Ópera de Dresde coprodujeron una interesante versión de la epopeya lírica, que abordaba el teatro visto desde el teatro, a cargo de Willy Decker y Peter Schneider en el foso. Estaba previsto que el nuevo ciclo del Anillo fuera una coproducción con la Ópera de Chicago, pero razones de presupuesto cambiaron de tercio los planes previstos y el Real apostó por la producción de la Ópera de Colonia, que ya se había visto en Barcelona entre 2013 y 2016.

Yo era un adolescente cuando se programó el Anillo de Decker-Schneider en el Real. Recuerdo la ilusión que me hacía ver un Anillo en el teatro de mi ciudad, pero cuando se acercó el momento de comprar una entrada para el Oro, en taquillas me dijeron que no quedaba nada con visibilidad. Ya pueden imaginarse la tristeza que embargó a mi yo con 14 años. Por suerte, vi el resto de la tetralogía con un reparto increíble para lo que se  podía ver aquí. Por tanto, esta función suponía para mí una nueva y ansiada oportunidad. La expectación por un nuevo Anillo ha agotado rápidamente las localidades y se ha traducido en un lleno total en todas las funciones.

                                    Greer Grimsley como Wotan y Sophie Bevan como Freia.

La producción de Robert Carsen que aquí nos ocupa parte de una premisa: un mundo contaminado y apocalíptico, donde sólo existe la sociedad, la miseria, la corrupción, la opresión y la falsedad. No hay espacio en este montaje para la belleza, incluso aunque lo haya para la esperanza. Esta obra trata todos estos temas y además la opresión de los más débiles, así como la falsedad en las cúpulas de poder. El montaje de Carsen se hace eco de todo esto y lo traslada al mundo contemporáneo del modo más crudo posible. Ello no quiere decir que la producción sea del todo agradable de ver. O que a veces resulte cansada, aunque gane mucho más vista en vivo que en el vídeo que circula en internet de las funciones de Barcelona. Carsen apuesta en esta producción por una visión ecologista de la obra, y Joan Matabosch lo explica en el programa: del mismo modo que Wotan atentó contra la naturaleza al usar el fresno del mundo para construir su lanza, y dominar con ella a toda la creación al mismo tiempo que consolida su poder por medio de pactos llenos de falsedad. Con esta premisa, Carsen crea una visión actual de la magna epopeya wagneriana, cuyo mensaje sigue vigente, si acaso más oportuna que nunca.  Este Anillo empieza cuando el mundo ya ha sido irremediablemente contaminado, y el único camino posible es la degradación final. ¿Una forma de transportar el mensaje de Wagner a nuestra época? La idea es apasionante, pero no quiere decir que haya tenido del todo una feliz traducción en el escenario.

Un telón metálico recibe al espectador en la sala. Cuando la celestial música de la partitura empieza, el telón se alza lentamente y nos muestra al Rin, sugerido por humo de niebla. ¿Quizá los gases pesados que contaminan el aire? A medida que éste transcurre, aparecen hombres en escena que empiezan a tirar desperdicios (lo que en zonas bajas dificulta la audición del preludio) hasta llenar el río. Las luz deja paso a un Rin inmundo, con todo tipo de basura, en el que sus sucias y andrajosas
hijas revolotean. Alberich entra vestido con un roído chandal para jugar con las impulcras ninfas. De repente, de un neumático sale una luz amarilla resplandeciente: es el Oro del Rin. Alberich robará de ahí el Anillo.

El escenario para las escenas segunda y cuarta es un bosque de grúas y hormigón, debido a la construcción del Walhalla. Wotan aparece vestido como un dictador militar, y su esposa Fricka tiene una empleada. Los gigantes aparecen como modernos albañiles junto a un grupo de trabajadores, cuales líderes sindicales. Los demás dioses aparecen vestidos como caballeros adinerados y esnobs, mientras que Freia es una bella mujer vulnerable. Loge aparece en bicicleta y con bombín, y su personaje es canalla pero divertido. Después de una cena de manzanas de la juventud sobre los bloques de hormigón, los gigantes se llevan a Freia en una grúa que se eleva hacia lo alto.

El Nibelheim es lo más logrado: es un lugar tenebroso, con escasa iluminación, donde los nibelungos se arrastran por el suelo trabajando el oro. Wotan y Loge descienden por una escalerilla a este lugar abyecto. Cuando Alberich se coloca el yelmo para convertirse en serpiente, los nibelungos pelean entre sí. Una cosa que echo en falta es que no se escuchan sus gritos, un terrible efecto que nunca falta. No sé la razón de por qué se ha eliminado aquí.

En la cuarta escena vemos a los gigantes cubrir a Freia con el oro, pero el día del estreno sucedió una anécdota divertida: se cubrió todo menos un zapato. ¡Así no hay oro que pueda cubrir a la diosa! Cuando Wotan no quiere desprenderse del Anillo, los todos los dioses se lo intentan arrebatar desesperadamente. La aparición de Erda con el escenario oscurecido y abrazando a Wotan fue uno de los momentos más mágicos de la función, pero lo mejor estaría por llegar: el gran final.

Tras las invocaciones de Donner y Froh, y con el cadáver de Fasolt completamente ignorado, el paisaje de grúas se despeja y se ve nevando en el fondo del escenario. Mientras los dioses festejan su triunfo final con unas danzas, luego se disponen a entrar en el Walhalla, seguidos por su séquito, el mobiliario y personal militar a medida que baja el telón. Los dioses tienen todo el poder, pero celebran su triunfo en medio de una fealdad inhabitable, que augura un futuro peor.
                                                   El final de la obra, pero en Barcelona.

Pablo Heras-Casado es y será durante las jornadas restantes en las próximas temporadas el director musical de este nuevo ciclo. La orquesta ha mejorado mucho desde el anterior Anillo hace 17 años y el director granadino ha podido aprovecharlo para conseguir una gran función. Consiguió de la orquesta un sonido muy bueno. Es sorprendente lo mágico de la partitura: el famoso primer acorde sonó como un susurro, como algo grande que se abre paso tímidamente. Las cuerdas tuvieron un sonido bellísimo en todo el espectáculo. En la primera y segunda escenas la orquesta sonó muy bien, pero a partir de la tercera la cosa cambiaría. Ya el interludio anunciaba una agitación orquestal impactante. Desde este momento la dirección musical pasó a ser muy opulenta, de una violencia que parecía recordar al Oro de Solti. Las cuerdas y las trompas encontraron su mejor momento, al igual que la tuba al recrear las transformaciones de Alberich. La cuarta escena siguió esta senda inspirada, con una bella realización de las cuerdas a la salida de Alberich de escena, y el espectacular final con la sección de viento en plenitud, aunque la nota final parecía acabar más bien lentamente. La percusión igualmente estupenda, aunque las trompas han estado un poco bruscas en la segunda escena. El joven director granadino ha obtenido unos resultados estupendos en estas funciones, y aunque le falte rodaje en el complejo mundo wagneriano, se espera que continúe el nivel en las próximas jornadas. Ojalá.
                                                           Samuel Youn como Alberich.

Los nibelungos han sido las estrellas de la noche. Sin duda  Samuel Youn se ha revelado como un excelente Alberich, con una bella y suficientemente proyectada voz de bajo, que ha sabido proyectar toda la maldad del personaje, con unas tercera y cuarta escenas para el recuerdo. Y ha sido con justicia el solista más ovacionado de todos. Una promesa. Mikeldi Atxalandabaso sigue con su excelente y poderosamente cantado Mime, y sin duda estoy convencido de que recogerá el testigo de  Gerhard Siegel y de Helmut Pampuch en este rol.

Greer Grimsley es un Wotan difícil, ciertamente. No tiene problemas en el registro medio, donde suena aceptable, pero el agudo es gutural, rozando el ladrido. Y tanto al principio como en Abendlich strahlt der sonne auge, suponía un sufrimiento.

Sarah Connolly me parece una decente Fricka, y sobretodo bien actuada, pero la voz no es nada wagneriana, lo que termina aburriendo.

Joseph Kaiser canta bien el Loge, pero la falta de volumen hace que la interpretación sea insuficiente y le quite personalidad. Los gigantes fueron las  otras voces más redondas de la noche. Sophie Bevan sí que fue una gran Freia, con su deliciosa voz y belleza física. Raimund Nolte es un hombre con un porte tan elegante, que convino a la concepción de Donner para este montaje, la de un gentleman con actitudes un poco ridículas. David Butt Philip fue un Froh aseado, con la voz un poco heroica que requiere el personaje. Los gigantes fueron las otras grandes voces de la noche: Albert Pesendorfer sustituía a un indispuesto Ain Anger como Fasolt. En su entrada en escena soltó unos graves de auténtica ultratumba. Alexander Tsymbalyuk fue un gran Fafner con una bella voz de bajo profundo. Ronnita Miller fue una estupenda Erda, de voz misteriosa y oscura, con unos graves bellos e impactantes. Esperamos tenerla en Sigfrido. Puede decirse de los tres últimos solistas que son algunas de las revelaciones vocales de esta temporada madrileña.

Las hijas del Rin  estuvieron en un buen nivel, lideradas vocalmente por la estupenda Wellgunde de María Miró, por la dulce voz de Claudia Huckle como Flosshilde e Isabella Gaudí, con una Woglinde de timbre muy agradable, pero mejor actuada que cantada.

Y así terminan las siete funciones del prólogo de la Tetralogía, y con ganas de ver la Walkiria y el resto del Anillo. Ha sido un Oro con altibajos, lo que hace esperar que el nivel suba por el bien de la producción. Esperanzadora orquesta, reparto desigual. Y sin embargo, Wagner ha estado en la sala, porque la magia de escuchar en vivo esta obra titánica ha podido con todo y ha vuelto a cautivar a un público que ha conseguido colgar el cartel de "no hay entradas" en todas las funciones. El poder del Anillo sigue vigente y más vivo que nunca.


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