lunes, 29 de octubre de 2018

Mariella Devia in Teatro Real, Madrid. October 28, 2018.


After her successful 2015 performances as Elisabetta in Roberto Devereux and an splendid 2016 performance as Norma, and very close to the end of her career, Mariella Devia has sung her farewell concert to Teatro Real in a Donizetti Tudor Queens Gala. This Gala featured both the Overture and Finale to the operas Anna Bolena in the first part and Maria Stuarda in the second part.

Devia is the last italian belcantist soprano, and with Edita Gruberova, the last of some brave sopranos who sang Donizetti's Tudor Trilogy and succeded: Gencer, Caballé, Sills and both Devia and Gruberova, among few others.



At age 70, the grade of accomplishment still in her voice and style are simply astonishing. The pianissimo is still charming, her old style belcantism, her still amazing high notes (despite sometimes being just a bit troubled, a consequence of age) are just some of her vocal merits. Not every great artist is able to succeed singing main roles in his or her seventies.

Many of us were surprised to know the program. In many recitals, she has sung the three finales, including Roberto Devereux, but maybe because she had already sing it complete, it was excluded. However, we also know that a night of high-level belcanto was waiting for us.

Along with her, José Miguel Pérez-Sierra conducted the Teatro Real Orchestra and Chorus, improving as the show went by. For the finales, some soloists were brought: the bass Javier Franco (splendid Talbot), the tenor Alejandro del Cerro (a great Leicester), the mezzo-soprano Sandra Fernández (with a beautiful voice both for Smeton and Anna Kennedy), the baritone Gerardo Bullón and the tenor Emmanuel Faraldo.

The show, as well as the first part, started with the Overture to Anna Bolena. The orchestra got ready for the next scene. After the chorus sang, Devia entered and her first words Piangete voi? were sung with tenderness, to be followed by an unforgettable Al dolce guidami sung in pianissimo. The ending cabaletta Coppia Iniqua was sung with her great  technique and her typical high notes in ei m'acquisti, giving a dramatic effect. She didn't give the final high note here, but it didn't matter.



The second part opened with a larger overture to Maria Stuarda, longer than the more known gallop-like prelude. After a chorus and a brief scene, Devia entered again to sing Di un cor che muore, and later with harp, in an ethereal singing. The final cabaletta Ah se un giorno da queste ritorte was the best moment in all the show, specially with the high notes in il flagello di un dio punitor, remarking the sadness and tragical destiny of Mary Stuart. She closed her scene with an amazing and powerful high note echoing in the hall. It is always a pleasure to hear her artistry on high register.

After this intense finale, the hall went into an outstanding ovation for Devia, and despite being called for many bows, she didn't sing any encore, probably due to the tireness after such scenes.
Anyway, this recital has been really at a high level, and Devia showed us that a timely retreat, with her voice still in good shape at 70, is a victory. For such wonderful opera nights and for being (with Gruberova) the latter exponent of  a style of singing bel canto, we will always remember and miss her, as well as her artistry.


My reviews are not professional and express only my opinions. As a non English native speaker I apologise for any mistake.
Most of the photographs are from the internet and belong to its authors. My use of them is only cultural.

Any reproduction of my text requires my permission. 

Mariella Devia en el Teatro Real, 28 de octubre de 2018.


Después de unas memorables funciones de Roberto Devereux y una apoteósica función de Norma, y cada vez más cercano el final de su carrera, Mariella Devia ha decidido despedirse del Teatro Real con una gala de reinas Tudor: las oberturas y finales de las óperas Anna Bolena y Maria Stuarda.

La Devia es la última gran intérprete italiana belcantista a la vieja escuela. Esa escuela donde la belleza, la virtuosidad,  la pirotecnia y el estilo son abordados por grandes intérpretes que dominan este estilo de canto. Pocas han sido capaces de salir airosas de la partitura de la Trilogía Tudor: Gencer, Caballé, Sills, Gruberova y la propia Devia han sido de las valientes que se han atrevido con la endemoniada trilogía y han salido como mínimo airosas.

A los 70 años, es sorprendente aún la calidad que aún tiene la voz, todavía aterciopelada, con una técnica que la permite bordar estas difíciles obras. El pianissimo es delicioso, la delicadeza con que aborda las arias y su estilo belcantista de vieja escuela, por no hablar de los agudos que en su mayoría son aún impresionantes son algunas de las virtudes que mantiene. Es cierto que el agudo a veces le baila, pero aún puede emocionar y deslumbrar. No todas las grandes artistas llegan a esa edad con la capacidad de abordar protagonistas y con las facultades vocales tan bien preservadas.

Para sorpresa de muchos, el programa no incluía a las tres reinas Tudor, quizá porque la de Devereux la cantó ya. Pero sabíamos que nos esperaba una última gran noche de bel canto.

Junto a ella, José Miguel Pérez-Sierra dirigía la orquesta del Teatro Real, que fue de menos a más pero mejor en las escenas y arias que en las oberturas. El tenor Alejandro del Cerro (excelente Leicester), el bajo Javier Franco (Enorme Talbot), la mezzo Sandra Fernández (excelente Smeton y aún mejor Anna Kennedy), junto al tenor Emmanuel Farraldo y el barítono Gerardo Bullón completaron el grupo solista que acompañaba a la diva.

El programa empezó con la obertura de Anna Bolena, que sirvió para que la orquesta entrara en calor. Luego siguió el coro para que poco después entrara Devia cantando con una insuperable ternura el recitiativo Piangete voi seguido de un Al Dolce Guidami para el recuerdo. La cabaletta final Coppia Iniqua fue excelente,  y parte de su cosecha son los sobreagudos en ei m'acquisti que le dan un toque dramático, aunque en este momento a veces los agudos parecían estar en plenitud debido a la edad. No terminó esta escena con el agudo, pero no le impidió ser una gran interpretación.


La segunda parte empezó con la obertura de Maria Stuarda, una pieza larga en lugar del breve y galopante preludio que suele interpretarse habitualmente. El coro y la orquesta estuvieron mucho mejor en esta parte. Tras una breve escena, Devia volvió a entrar con una excelente escena de oración, para luego rematar el final Ah, se un giorno da queste ritorte con una excelente técnica, con ese agudo precioso en il flagello di un Dio punitor, que es un recurso que le da sentido dramático. Al final nos dio un sobreagudo fantástico que se escuchó en toda la sala, con el que coronó una genial interpretación, del que ha sido una de sus mejores creaciones.

El público ovacionó a la artista con mucha entrega, aunque el teatro no estuviera lleno. Pero estaban los que tenían que estar. Pese a las muchas llamadas a escena, la soprano no se decidió a dar un bis. Lo más probable es que estuviera muy cansada después de tanta intensidad, lo que es comprensible, aunque nos hubiera encantado algún número extra con el que redondear la noche. En cualquier caso, el concierto ha sido del más alto nivel belcantista, y Devia nos ha demostrado que retirarse a tiempo es una victoria, aunque nos deje huérfanos de su estilo, de su escuela y por tanto nos preguntemos por quién será capaz de dar continuidad a tanta belleza vocal. Siempre la recordaremos y desde ya añoraremos su arte.


Algunas de las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación  de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente.

sábado, 27 de octubre de 2018

Vídeo: Tosca con Montserrat Caballé(1933 - 2018), 1980. Homenaje y recuerdos de una artista.


El pasado 6 de octubre, la insigne soprano española Montserrat Caballé fallecía en Barcelona a los 85 años; tras unas semanas hospitalizada. La noticia provocó, como era de esperar, un enorme impacto no sólo en el mundo de la lírica, sino en toda España y en gran parte del mundo. Pero como siempre digo, Caballé no murió, sino que se convirtió en inmortal. Y al hacerlo, los amantes de la ópera nos hemos quedado huérfanos.

La artista catalana era uno de esos artistas a cuya presencia todos estábamos acostumbrados. Su estátus de leyenda viva del canto, su simpatía y su sentido del humor, así como su imponente presencia y otras muchas cosas que no nos querían hacer pensar demasiado en que un día como el 6 de octubre de 2018 llegaría. Cuando me desperté no me lo podía creer. Es de esas noticias que a uno lo impactan, porque Caballé fue una de esos artistas (y lo será para siempre)con cuya presencia artística se termina encontrando todo aficionado a la ópera. Porque amplio fue su repertorio, abarcando los más grandes títulos de la ópera: una gran Tosca, una gran Aida, una de las Normas indispensables, una gran Salomé, y bordando los más endiablados títulos del belcanto como las protagonistas de Roberto Devereux, Lucrezia Borgia o Il Pirata. Porque en la música popular el mundo la recuerda por canciones como Barcelona junto a Freddie Mercury, o sus incursiones en la música pop y autores de música ligera. Porque también fue una de las más grandes intérpretes de zarzuela en España. Su legado musical es tan grande como omnipresente para todos los que amamos el género lírico.

Esta vez hablo en primera persona, para referirme a una de mis divas de cabecera. Poseedora de una hermosa voz, de una técnica increíble, reina del legato y del pianissimo; mis primeras aproximaciones serias a su voz fueron con sus grabaciones de Aida, Tosca y Don Carlo en el año 2003, cuando yo era un adolescente. Por eso, cuando en abril de 2004 fue anunciada la temporada 2004-2005 del Teatro Real y descubrí que en diciembre de ese año Caballé interpretaría dos funciones de la Cléopâtre de Massenet supe que tenía que hacer lo posible por ir a verla.

Montserrat Caballé interpretando Cleopatra de Massenet en el Teatro Real, diciembre de 2004.

Tuve suerte. Mi madre compró a primera hora de la mañana (yo estaba en el instituto) de la salida a la venta una de las escasas localidades que quedaban, cuando no estaba muy extendida la venta por internet en el teatro. Y así, el 17 de diciembre de 2004, tuve mi primera y única cita con el arte de esta gran soprano. Sabía que su estado vocal distaba mucho de ser ideal, porque un par de meses antes escuché por la radio las funciones que dio en Barcelona de esta ópera; con la voz en un declive ya muy acusado. Pero no me importaba. Era una de mis divas y verla suponía un honor suficiente para mí. Junto a ella, cantaban su hija Montserrat Martí como Octavia, el barítono Franck Ferrari como Marco Antonio, Nikolai Baskov como Spakos y Marita Solberg como Charmion, y la orquesta y coro del Teatro Real dirigidos por Miquel Ortega.

El Teatro Real estaba bastante lleno aquél día. A mi lado, dos turistas alemanes trajeados que se hicieron con las dos localidades al lado de la mía. La orquesta estaba en el foso y sobre el escenario el coro y los solistas. Aquella noche, Caballé interpretó a Cleopatra. Mis recuerdos de la interpretación son ya vagos, pero aunque la voz estuviese muy desgastada y físicamente pareciera estar agotada, todo giraba entorno a ella. Recuerdo que apareció en cada acto con un vestido diferente, para dar una nota escénica o colorista. Y con todo, la velada musical fue entrañable y todos ovacionamos a nuestra querida Montserrat cuando salió a saludar sola. También recuerdo que bajando las escaleras del vestíbulo principal, escuché  a una joven decir que aquello había sido impresionante.

Y esa fue la única vez que pude disfrutar en vivo de su arte. En 2012 regresaría a Madrid para dar un concierto en el Arena (porque esa es otra, nunca se retiró, de hecho su última actuación la dio junto a su hija en Moscú el pasado 6 de junio), pero no me fue posible ir.

Dicho esto, el homenaje particular de rigor lo hice viendo un vídeo de uno de sus personajes fetiche, Tosca, en una función en la ópera de Niza el 18 de abril de 1980. Hay varias de sus Toscas en Youtube, pero esta función francesa es la de mejor calidad de imagen. El reparto aquí es del más alto nivel vocal, toda una fiesta musical donde todos los cantantes están pletóricos. También es una Tosca con gran presencia española, debido a que de nuestro país es el trío protagonista.

En 1980 la voz de Montserrat Caballé aún estaba en un gran momento, pese a que en esta época ya empezaba su desgaste. Su Tosca es muy musical, y dada la fuerza del personaje tanto a nivel escénico como vocal supone un enorme reto. Los agudos son impresionantes, así como estremecedores sus graves,  y de todo ello da un enorme despliegue en el segundo acto. La voz deslumbra por su belleza en los dúos con Mario. Asistimos a la belleza de su legato y sus pianissimi, por ejemplo esa ternura con la que canta al final de su primer dúo: inolvidable la ternura con que canta la frase Ma falle gli occhi neri en pianissimo. Su Vissi d'arte es un momento en que se para el mundo: los primeros Vissi los interpreta con una fuerza única, para ser desde entonces interpretada el aria con igual intensidad y plenitud de facultades. Cuando llega a su última frase perché Signore, perché  me ne rimuneri così? empieza con un impresionante agudo para luego descender dulcemente al piano y luego prolongar la última nota con una gran habilidad y belleza. A nivel interpretativo resulta creíble pese a que la actuación no fuera del todo su fuerte, en el acto segundo solloza a cada momento porque el terror que la rodea es insoportable. Es la suya una Tosca sensible pero frágil, ya que pese a su fuerte carácter se ve asustada y superada por la situación de vida o muerte en la que se encuentra. Todo un placer el poder ver una de sus más destacadas interpretaciones, y comprender porqué es una celebrada intérprete de este personaje.

Junto a ella, José Carreras interpreta a un Cavaradossi lírico y de bellísima y potente voz, en plenitud de facultades. Impresionante el agudo en La vita mi costasse en el primer acto, donde está pletórico. Juan Pons es igualmente un Scarpia excelente a nivel vocal, siendo además un gran actor.

Los comprimarios están al mismo gran nivel, destacando el bajo Sergios Kalabakos como Angelotti y el tenor Alfred Navello como Spoletta.

Jésus Etcheverry dirige dignamente, aunque con tempos bastante rápidos a la competente Orquesta Filarmónica de Niza. La puesta en escena de Giuseppe de Tomasi es de lo que podríamos definir como de cien por cien "cartón piedra", totalmente concebido para ayudar a los solistas, aunque no resulte especialmente  siempre agradable de ver, como por ejemplo ese primer acto ocupado por completo por unos andamios cubiertos por una manta blanca para luego dejar paso a una gris iglesia, más parecida al arco de una plaza mayor de una ciudad medieval. En el segundo acto el despacho de Scarpia es una sala de color marrón con lujosos motivos dorados. No sé cómo tomar el traje del barítono en este acto, con una chaqueta de color dorado brillante más propia de una gala de fin de año que la de un brutal jefe de policía. Para mi gusto, el mejor momento es el tercer acto, ya que toma la perspectiva del Castel Sant'Angelo desde un enorme y pétreo vestíbulo con unas igualmente enormes rejas, dándole una sensación de densidad escénica. E igualmente es resultón el efecto del amanecer.

Montserrat Caballé ha dejado al mundo su enorme legado musical, donde siempre que haya alguien que escuche sus maravillosas interpretaciones, la soprano será eterna. Cuánto la echamos y la seguiremos echando de menos.


Aquí  se puede ver un enlace a la Tosca de Niza que acabamos de comentar.

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sábado, 20 de octubre de 2018

Schoenberg's Gurrelieder in Auditorio Nacional de Música, Madrid. October 19, 2018.

Arnold Schoenberg is the composer who made a revolution in the history of music, giving the step that post-romantic and Wagner-influenced works in late 19th Century needed towards atonalism. In many places, his atonal work is more known than his previous one, giving him the fame of difficult composer.

The Gurre-lieder are a masterpiece of his tonal period, and one of his most celebrated with Transfigured Night or Pélleas and Melisande. This is not an opera, but it seems so. It tells the love story of  the King Waldemar and his mistress Tove, how he rebelates against God after her death, and his final condamnation, as well as his henchmen.

Four years ago, Eliahu Inbal conducted an unforgettable version of this epic work. And now in 2018, the Gurrelieder return to Madrid in the Orquesta y Coro Nacionales de España (Spain National Chorus and Orchestra) 2018/2019 season.


David Afkham, the principal conductor of the orchestra, gave a fantastic performance, with the orchestra in a complete state of grace. The prelude is brilliant and the orchestra achieves to show its descriptive spell. During the work, Afkham's conduction is opulent and spectacular, maybe a bit unnecesary in some moments of Waldemar's and Tove's songs. However, in the final Tove's song the orchestra reached a charming level of lyricism. The second and third part were in the same and splendid level. The chorus, joined by the Coro de la Comunidad de Madrid,  sang their complicated parts at an accomplished level, specially the male section.

During the first part, I sat in the upper stalls behind the chorus, close to the organ, who is an ungrateful zone to hear the voices, specially when having such an orchestra behind. After the pause I could locate in front, and to hear them better.

The tenor Simon O'Neill sang the part of King Waldemar. He has good qualities, for example good high notes and good acting skills, but the voice doesn't always resist the overwhelming orchestral volume. However, his song Du wunderliche Tove  and his last song were well sung, showing a good middle register and remarkable high notes.

Juliane Banse was a beautiful and dramatical Tove, reaching a charming voice in her last song. Karen Cargill was splendid as the Wood Bird, with amazing low register and attractive voice, despite being a bit nasal. Hers was a tragic and descriptive version.

Barry Banks and Wilhelm Schwinghammer sang very well their parts as Klaus the Jester and the Peasant respectively. The first one an accomplished character tenor and the second a bass with a nice voice to hear.

Thomas Quasthoff was the narrator of the final sprechgesang part. His voice has that great low-pitched sound reminding us the marvellous bass he used to be, reciting his poem with authority and dramatism.


The Gurrelieder are a marvellous experience when listened in an auditorium. Due to their difficulty its performances are not so regular. That is why whenever they come, it's an opportunity we shouldn't miss. And specially when it is performed with experienced musicians.


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Los Gurrelieder de Schönberg, en el Auditorio Nacional de Madrid. 19 de octubre de 2018.

La música tonal del maestro Schönberg es poco conocida, frente a la música atonal que le da la fama que tiene de compositor difícil y poco asequible "para un público normal", como leí en una crítica no hace mucho. Y realmente debería serlo, no sólo para levantar la popularidad del maestro sino porque su belleza debería tener un estátus más popular del que ya tiene. Aunque incluso en estas maravillas, es difícil de llevar a cabo. Ya desde La Noche Transfigurada, Schönberg da muestras de una voluntad de ir más allá, y tanto estos Gurrelieder como las Seis Canciones para Orquesta o la Sinfonía de Cámara número 1 (de sus últimas composiciones tonales) muestran la belleza y la armonía de la música posromántica y heredera de Wagner con cierta vulnerabilidad.

Esta obra, que tardó una década en acabarse muestra claramente ese camino: la primera parte es completamente de influencia Wagneriana, tanto en el descriptivo preludio como en las canciones de Waldemar y Tove, herederas del Tristán e Isolda. Pero el final es el que muestra otro camino: el enigmático preludio nos marca un camino sin retorno, aun dentro de la melodía, para dejar paso al poema recitado en sprechgesang. Schönberg rechazó el éxito que obtuvo su obra porque ya había abrazado el estilo que le haría famoso y que el público rechazaba. Y en nuestros días las cosas no son tan diferentes.

Aunque no sean una ópera, tienen una línea argumental , cuentan una historia que nos permite imaginarla como una más del género. Y eso debería de ser tenido en cuenta por los teatros para escenificarla más veces.



Hace cuatro años, pudimos disfrutar en el Auditorio Nacional de Madrid de esta obra dirigida por Eliahu Inbal, que hizo una lectura memorable. Y en este 2018 vuelven a la temporada de la Orquesta y Coro Nacionales de España por todo lo alto, en esta ocasión bajo la batuta de David Afkham.

Afkham nos dirige a una orquesta en absoluto estado de gracia, aunque a veces en las canciones de los amantes se pase un poco de opulenta, si bien en la canción final de Tove alcanzó un bello lirismo. Los interludios orquestales estuvieron a un alto nivel, y memorable fue la canción del pájaro. La segunda parte mantuvo el mismo nivel de excelencia pese a algún desnivel de flauta. Las canciones más humanas, como la del campesino o la del bufón fueron dirigidas con un sonido bellísimo. El coro de la orquesta fue ampliado con el Coro de la Comunidad de Madrid. Ambas agrupaciones vocales estuvieron al nivel requerido, especialmente los coros masculinos que tenían a su cargo partes bastante difíciles.

Waldemar estuvo a cargo del tenor Simon O'Neill, ya en completo declive. Nunca tuvo una voz bella (ya le sufrimos en Parsifal, por mucho que actuara bien), y la ingrata acústica del auditorio no le jugó una buena pasada ya que la orquesta le tapaba en muchas ocasiones. En su última canción estuvo a un nivel digno, incluso con algún agudo potente, pero no salva una primera parte que le sobrepasaba.

Desgraciadamente, estuve sentado en la primera parte en la Tribuna detrás del coro, que afecta a las voces. Pero lo que pude apreciar de Juliane Banse como Tove fue bastante interesante, con una bella voz dramática , con una buena interpretación de su canción final. En cambio la mezzosoprano Karen Cargill, tenía una voz enorme que podía oirse bastante bien en toda la sala. Su interpretación de la canción del Pájaro del bosque fue imponente, con un grave estremecedor y un canto atractivo, si bien un poco nasal.

Barry Banks y Wilhelm Schwinghammer fueron unos excelentes Klaus el bufón y campesino respectivamente. Schwinghammer tiene una voz de bajo preciosa y Banks bordó su canción a un nivel tenoril incluso superior a O'Neill. Y más audible.

El veterano Thomas Quasthoff, ya retirado de la ópera pero activo como cantante de jazz, interpretó al narrador del poema final en sprechgesang. Su voz sigue siendo fuerte, con el sonido del bajo que un día fue y recitando con autoridad el poema.

Aunque no estaba lleno el Auditorio, la magna partitura de Schönberg volvió a cautivar al público de Madrid. Estas oportunidades hay que aprovecharlas porque no todos los días se pueden ver unos Gurrelieder, y más con una interpretación del máximo nivel.

sábado, 13 de octubre de 2018

Video review: Siegfried from Stuttgart Opera, 2002/2003


After watching two great as well as different versions of Parsifal, it was the turn of Siegfried, from Stuttgart Opera. In the past decade, the production of the Ring at Stuttgart  was filmed: four directors, four different aproximations. In this video we see regietheater in all its purity. Indeed, this opera house is well known for its productions in this modern way. This Ring is so controversial that it has supporters and detractors at equal parts.

Directors Jossi Wieler and Sergio Morabito set the action in contemporary world, maybe in a post-atomic, or post-apocalyptical poor city. However, in spite of this radical change of background, the production is in many cases more faithful to the story than expected: Siegfried forges his sword, has a horn to play for awakening the dragon, Siegfried splits Wanderer's spear, and he kisses Brünnhilde and awakens her, and the duets have a great deal of good drama.



The curtain rises to show a ramshackle kitchen, with Mime peeling potatoes before Siegfried's arrival. Siegfried enters with a fur coat representing the bear and sneakers,jeans and a blue T-shirt saying "Sieg Fried". While they argue for Siegfried's ingratitude, they prepare their meal. The Wanderer appears dressed totally in black. The knowing contest between him and Mime are done by pointing one another with a gun. But there is a sign of nonsense: after having lost the contest and after the Wanderer left the house, Mime masturbates while singing Verfluchtes licht. At least Siegfried forges his sword and when doing so the lights of their home turns on and off.


Act 2 takes place in a dark place during the night.A security fence dominates the staging. Alberich is dressed in black, barefoot and smoking heavily. He confronts Wotan, and tries to awake Fafner, who is talking through a pair of bullhorns. Siegfried awakes him trespassing the fence to discover Fafner is like an alter-ego, by wearing a T-shirt with his name inverted. The bird is a young woman with her face painted in white and with signs of being mentally disturbed.

The first scene of Act 3 is set in an abandoned storage room, where Wotan awakes, talks to an absent Erda. Siegfried enters and the bird hides into an armchair. The final scene takes place in a spacious, simply decorated,  and presumably luxurious white room with a big green bed. Brünnhilde is sleeping sit on a chair and Siegfried awakes her, an in a raw realism, she does it as if it were monday and she didn't want go to job. The duet has good dramatic moments, even a tender one with Brünnhilde combing her hair while singing Ewig war ich, but at the end the lovers appear  pulling a sheet before going to bed.



Lothar Zagrosek does an accomplished conduction with Stuttgart Opera Orchestra, by achieving a spectacular sound. The preludes and interludes were played quite well, proving the command of the score by Mr. Zagrosek.

The cast was in a remarkable and quite professional level. And they are skilled at acting.

Jon Frederic West sings the title role. was a known heldentenor during the 90s and 2000s. His voice seems to resist the challenging music and doesn't sound badly but he endures a bit trouble with high register.

Heinz Göhrig is an excellent Mime, quite convincing and a nice sound. Wolfgang Schöne is the true surprise, with a big and beautiful voice, giving his character an amazing solemnity in Act 1. He has the authority necessary to sing Wotan. Björn Waag is a professional Alberich, good at acting but sometimes lighted at singing, nevertheless he has some decent low register. Attila Jun is a good Fafner, as well as Gabriela Herrera with her tender voice for the Forest Bird. Helene Ramada has an attractive contralto voice as Erda, but low register is smooth. Lisa Gasteen is a nice Brünnhilde, with a  good dramatic voice and good acting, but in few occasions her high notes are a bit troubled.


I expected very little from this production, but I was surprised with his dramaturgy, despite some nonsense. It became a classic in Stuttgart Opera and it was well received in Germany, more than abroad. With this modern Siegfried, I close my first serious video approximation to Richard Wagner operas, which began two months ago with the Lohengrin from the 2018 Bayreuth Festival. But for sure I will keep on exploring in the future as many video productions as I can of the operas by my favorite composer.

Vídeo: Siegfried desde la Ópera de Stuttgart, 2002/2003.

Tras la experiencia de dos Parsifales tan buenos como distintos entre sí, termino mi incursión wagneriana de óperas completas con este Sigfrido procedente de Stuttgart, a cuyo experimento he sobrevivido.

A principios de la década pasada, se grabó el Anillo de la Ópera de Stuttgart, que se ha mantenido durante mucho tiempo en cartel. La idea de la Intendencia era producir un anillo con cuatro directores de escena y cantantes diferentes. Este teatro es buque insignia del regietheater en estado puro. Este Anillo tiene a consecuencia de ello detractores (me inclinaría a decir que los más) y admiradores (especialmente en Alemania).



Los directores Jossi Wieler y Sergio Morabito estuvieron a cargo de esta jornada. Habituales de la compañía, su Sigfrido tiene lugar en lo que parece un barrio pobre y conflictivo de alguna ciudad posbélica, posatómica o posapocalíptica de nuestros días. Y sin embargo, resultó ser una actualización más fiel en su dramaturgia y atractiva de lo que me esperaba, que más bien era muy poco. Hay detalles que podremos reconocer más adelante como  Lo único es que en el momento que menos se lo espera uno aparece una genialidad que altera el dramatismo. La dirección de actores está muy bien trabajada, ya que todos resultan creíbles en sus personajes.

El primer acto tiene lugar en una casa destartalada con las ventanas rotas. Mime pela patatas mientras canta su entrada. Sigfrido entra con un abrigo de piel y un sombrero ruso típico como evocación del oso. Mientras dialogan preparan la cena. Sigfrido viste con vaquero y zapatillas, con una camiseta blanca que lleva su nombre: " Sieg Fried". El Viandante entra por la casa con unas llaves (¿sería el casero?) y vestido con pantalones,  chaqueta de cuero y gorra negros, como alguien que desea pasar de incógnito. En el torneo del saber se apuntan con una pistola mientras responden sus enigmas,  un momento de gran teatralidad. Pero la insensatez ya tardaba en salir. Una vez que Wotan-Viandante se va, Mime se masturba mientras canta su desesperada aria "Verfluchtes licht". Por lo menos, podemos ver a Sigfrido fraguar su espada de verdad.


El segundo acto tiene lugar frente a la valla electrificada de lo que parece un psiquiátrico de alta seguridad, en una noche totalmente cerrada. Alberich vigila descalzo fumando sin parar. La escena con el Viandante es teatro puro,  ya que las dos fuerzas del bien y el mal se enfrentan en la oscuridad de la noche que intensifica la acción. Fafner habla por unos megáfonos. El momento más desangelado son los Murmullos del bosque, ya que esa música descriptiva no termina de casar bien con la fealdad del escenario. Cuando se enfrenta al dragón, este se revela como un alter ego de Sigfrido, con su misma camiseta pero puesta del revés. El pajarillo del bosque es una mujer joven en chándal y con la cara blanca, aturdida quizá por una lobotomía.



La primera escena del tercer acto se desarrolla en unos baños destartalados, que parecen conectar con algún edificio de lujo. Erda aparece con un camisón largo de color rosa y parece estar muy aturdida. Wotan la hace dormir en la bañera y cuando llegan Sigfrido y el pajarillo, éste se esconde en un armario. El enfrentamiento entre el dios y su nieto es muy creíble dramáticamente y pese a todo vemos que Sigfrido parte la lanza de su abuelo. La segunda escena tiene lugar en una amplia y sencilla pero elegante habitación de color blanco con una cama verde. Brunilda duerme sentada en una silla inclinada sobre una larga mesa donde se adivinan un peine y un bote de laca. Sigfrido le quita el casco tal y como está escrito. Cuando le da el beso se tumba con ella y en una escena que de realista resulta cómica, Brunilda se niega a despertarse y se acurruca sobre Sigfrido como si fuera un lunes y no quisiera ir al trabajo, para luego estirarse. Un tratamiento curioso es que Brunilda en un principio invita a Sigfrido a yacer con ella, cosa que en el libreto a priori no da a entender que ocurre pero que casa perfectamente con el texto. El dúo de amor está muy bien tratado dramáticamente: ambos intentan comprenderse y acercarse lentamente, e incluso Brunilda desprende ternura cuando se peina mientras canta su aria Ewig war ich. Pero cuando ambos cantan su dueto final, inexplicablemente aparecen agitando las sábanas de su cama para luego caer en ella y reírse de dicha trastada.


Lothar Zagrosek es un excelente director de orquesta, y consigue que la Orquesta de la Ciudad de Stuttgart suene maravillosamente, pese a que a veces algún instrumento suene toscamente. Los preludios y el interludio musical del tercer acto están muy bien dirigidos y transmiten el conocimiento del director de la música, e igualmente la orquesta aún con sus pequeñas limitaciones.

Jon Fredric West fue uno de los habituales del protagonista hasta la década pasada. Dicen que en directo la voz es muy grande. Aquí se percibe una resistencia enorme y una proyección notable pese a la inclemente partitura, aunque la voz no siempre es tan bella e incluso algún agudo sale calado. Aun así la interpretación consigue salir airosa e incluso es mejor que muchos tenores wagnerianos que se atreven con el papel hoy en día.

Heinz Göhrig es un excelente Mime, tanto a nivel vocal como actoral, con una voz bella y que se antoja de gran volumen.

Wolfgang Schöne como El Viandante-Wotan es la gran sorpresa de este DVD, con una impresionante voz, y gran autoridad tanto vocal como escénica. Su entrada en el primer acto antes del torneo del saber es simplemente memorable, y muy creíble como actor en los actos siguientes.

Lisa Gasteen es una Brunilda bastante digna, con una voz muy apreciable aunque a veces el agudo puede flaquear.

Björn Waag es un Alberich bastante notable, aunque la voz se me antoja un poco ligera para el personaje aunque hay momentos en que llega a ser lo suficientemente grave. Attila Jun es un excelente Fafner. Helene Ramada es una Erda de bello timbre de contralto, pero la voz no parece ser demasiado grande y el grave tampoco es su fuerte, siendo por lo tanto más una buena comprimaria que una secundaria de lujo como suele pedirse para este personaje. Gabriela Herrera es un cumplidor Pájaro del bosque.

Y con este modernísimo Sigfrido termina mi primer periplo por las grandes óperas de Wagner, que ha durado dos meses. Confio en volver pronto a ellas y también a las obras de juventud como Rienzi. Quizá vuelva más pronto de lo previsto, porque la música del maestro es una fuente inagotable de nuevas y diversas interpretaciones dramáticas  y de una belleza cautivadora sin límite.

martes, 9 de octubre de 2018

Video review: Parsifal from the Metropolitan Opera, 1992


After having returned to present-day Bayreuth, I wanted to see the classic Parsifal from the Met, conducted by James Levine. This is one of the most important video versions of this masterpiece, with a splendid cast, an accomplished conductor and a classical staging. This production reminds us a way to do opera which is staying more and more in the past, even in the Met. From 2013, another and more modern production is on the repertory.

Otto Schenk, a classical wagnerian director, leads a scenical team with the accomplished Günther-Schneider Siemssen as set designer and Rolf Langenfass as costume designer, which delivers us to a a legendary time in Middle Age. This production could be dusty for many today operagoers used to modern and reflexive ones. But it pretends to show the story in its original background, trying to be as close as possible to Wagner's libretto indications. In this way, it could be necesary as a first aproximation to the work. Acting could be limited in this sense, but expressions and gestures appear not only to make singing easier but also to convey emotions sometimes ignored or replaced on regietheater.

For Act 1 we can see a painted landscape, with big trees and a set with a beautiful blue-toned landscape with trees and a pond. We see Amfortas being brought to the lake in a wooden stretcher, and all dressed like true medieval knights and esquires. The Grail scene takes place not in the romanic-sytle temple Wagner imagined but in a rocky, cave-like temple with a natural dome as skylight. In the middle is the table where the Grail is put, kept in an urn. The procession of knights entering is a moving and solemn moment. Amfortas discovers the  Grail and shining beams of light enter in the temple and the chalice becomes illuminated.


 Act 2 is maybe the finest recreation in the show. The first scene shows a tower in which Klingsor is looking with his magic mirror and observing a tormented Kundry. The garden is a beautiful scene, with a sunset sky in brown tone, and the flowers (not the soloists) in suggestive transparent costumes. When Parsifal has taken the Holy Spear from Klingsor the magic garden disappears and becomes a dark grey moor. Act 3 takes place in a spring landscape with a shining green grass full of flowers, and the entrance to the forest at both sides.

Thanks to Brian Large's camera artistry we can see the spectacular change of scenes, and the expressions of the singers matching with the music.

James Levine, as the great wagnerian conductor he is, gives an accomplished conduction of the Met orchestra, showing a complete command of the score, in slow tempi but in a beautiful style. We can appreciate on it the solemnity the work requires.  The chorus are also magnificent.

The cast is maybe the best available in DVD. The singers know how to sing and perform Wagner.

Siegfried Jerusalem sings the title role. Maybe past his prime, he commands the character, portraying it with his good acting skills. The voice has its particular heldentenor tone but in the Amfortas! Die Wunde he gives a terrific dramatic performance of the aria. In Act 3 he sounds solemn and heroical.

Kurt Moll sings an authoritative and big-voiced Gurnemanz. Bernd Weikl is a tormented Amfortas. His acting is convincing but vocally has some ups and downs in his Act 1 monologue, but his performance is moving anyway. His expressions of anger and tireness are impressive. Jan-Hendrik Rootering has a nice dark-bass voice for his Titurel.

The veteran Franz Mazura is still able to sing an unforgettable Klingsor, and to show why he is a reference in this role. The voice is still good despite some signs of decay, but this are solved with his acting skills, showing a creepy villain, with horryfing expressions.

Waltraud Meier was 36 years old in this recording, and she was at her peak of her beauty and career. The voice has a beautiful and seductive mezzo-soprano sound with an attractive low register (Nur ruhe will ich) but highly enough to do soprano roles, as she started to do in early 1990s. High notes are perfectly projected and sung, and her diction is very dramatic (Da traf mich sein blick). Her acting is so accomplished that one can understood why she is regarded as a historical Kundry: her expressions of doubt and lack of certitude when she meets Parsifal for the first time, or her malevolent smile when Klingsor laments his castration or her lustful smile at seducting the hero. Supreme and unique.


The rest of supporting roles are at a good level, finding in the cast future stars as Paul Groves as a knight or Heidi Grant Murphy as Flower Maiden.

This performance is a classic of Parsifal discography for all the reasons mentioned in this post, and also it is an example of a way to do opera that shouldn't be discarded at all (despite it can be improved with our present technology) for its inmense beauty and faithfulness to Wagner's first intentions for the story and as a way to introduce ourselves for the first time in this marvellous opera.





My reviews are not professional and express only my opinions. As a non English native speaker I apologise for any mistake.
Most of the photographs are from the internet and belong to its authors. My use of them is only cultural.
Any reproduction of my text requires my permission. 

lunes, 8 de octubre de 2018

Vídeo: Parsifal desde el Metropolitan Opera de Nueva York, 1992.

Tras el Parsifal de Bayreuth de estos últimos años, vuelvo a la tradición con un clásico: el del Metropolitan Opera House de Nueva York, dirigido por James Levine.

Este vídeo, que ya tiene 26 años es una forma de hacer ópera que cada vez va quedándose anclada en el pasado. En el Met siguen cantando las estrellas, pero ¿cuántas producciones tradicionales quedan ya? Y en Wagner cada vez menos, ya sólo el Tannhäuser (porque me niego a considerar clásico al Anillo de Lepage pese a ser fiel en el vestuario). Este DVD es una referencia obligada para todos los wagnerianos en general y amantes de Parsifal en particular. Un reparto sólido, y que daría sopas con honda a la mayoría de los que se ven en Bayreuth y en todo el orbe. Y una producción quizá polvorienta para gran parte de los espectadores (sobretodo jóvenes) de hoy, pero bella y necesaria como referencia de las primeras intenciones de Wagner. Una introducción como puerta a futuras lecturas.


Otto Schenk, un clásico en la dirección wagneriana, dirige una producción que intenta ser lo más fiel posible a las acotaciones del libreto de Wagner. Por un lado, la dirección de actores puede ser tachada de mínima, debido a la economía de movimientos de los cantantes. Pero por otro esto les facilita a la hora de abordar sus difíciles partes, y también dejar paso a los gestos y las expresiones que también cuentan y transmiten los sentimientos de los personajes, como diría Anita Cerquetti. Y el hecho de contar con un reparto que, independientemente del nivel de sus voces, sabe de qué va esto de cantar Wagner permite que esta producción transmita más de lo que se cree. No obstante, es cierto que hoy en día, los telones pintados pueden dar la sensación de ranciedad, pero creo que la tecnología podría ayudar a la hora de apostar por lo clásico y China nos puede dar un ejemplo de ello. Junto a Schenk se encuentran el gran decorador Günther Schneider-Siemssen, encargado de los decorados, y Rolf Langenfass a cargo del vestuario.

Al terminar la obertura se abre el telón y vemos un precioso bosque, con frondosos árboles de atrezzo. al fondo se ve un decorado con un paisaje pintado en un precioso tono verde azulado, reflejando el lago y los árboles, como sombras en la distancia. Gracias al genio televisivo de Brian Large, podemos ver primeros planos de los gestos de los artistas, como la tierna oración de la mañana de Gurnemanz al despertarse. Entran los caballeros con preciosos trajes medievales y Amfortas en una camilla hecha con madera y lo que finge ser pieles de oso. Kundry aparece con un traje de uniforme del Grial de color azul oscuro. El vestuario de Parsifal en los primeros actos parece ser más propio de Gepetto en el Pinocho de Disney, es verdad, pero lleva un arco y flechas y se ve un cisne muerto. Y se comporta como un joven tonto. Otro logro del vídeo es que podemos ver los cambios de escena: impresionante la transformación del bosque en un templo. El templo del Grial es una de las cosas que más indeciso me tienen: no se trata del impresionante templo románico que Wagner ideó, sino de un templo sencillo que da la impresión de estar dentro de una gruta, debido al aspecto de las columnas. La cúpula es un enorme tragaluz natural abovedado. Las procesiones de entrada y salida de los caballeros y toda la comitiva de Amfortas son uno de los mejores momentos, que casan con la solemnidad de la música. En el centro se encuentra la mesa donde los jóvenes escuderos ponen la urna que custodia el Grial. Amfortas descubre el cáliz que además se ilumina en el momento clave mientras la intensidad de la luz del día que cae de la cúpula nos hace partícipes de una legendaria liturgia medieval. Gurnemanz toma un papel importante asistiendo a Amfortas, además de llevar aquí una preciosa capa gris a tono con los demás caballeros.


El segundo acto es el mejor logrado. El telón se abre con una torre del castillo de Klingsor, que tiene todos los utensilios de hechicería y viste como un harapiento y temible brujo. De las profundidades emergerá Kundry, ataviada con velos negros. El jardín de las flores es otro gran éxito, porque podemos ver las hojas de los árboles frondosos y las flores mientras que al fondo hay unas escalinatas y un cielo de color anaranjado que muestra el anochecer. El problema aquí es el vestuario de las solistas muchachas flor: que parece más propio de principios del siglo antepasado, en contraste con las bailarinas del cuerpo de ballet que van casi desnudas (con una malla que deja ver su cuerpo, recordemos que estamos en Estados Unidos, pero no deja de ser sensual). Kundry aparecerá con un vestido rosa un poco amplio y una larga melena decorada con flores como lo estuvo alguna vez Amalie Materna, quedando un poco kitsch. Al final llega otro gran momento: Klingsor tira la lanza y una vez que hace la señal de la cruz con ella vemos cómo se derrumba literalmente el jardín, con un cielo nuboso de color ocre, tras lo cual cae el telón.

Tenía mis reservas sobre el floripondil paisaje del tercer acto, pero tras leer las acotaciones de Wagner y ver de nuevo el vídeo, fui capaz de apreciar su belleza. Todo el escenario está cubierto de flores y hay una fuente de donde cae el manantial sagrado, mientras que al fondo se alza un paisaje de colinas llenas de flores y un cielo azul muy agradable. Al final volvemos a ver el espectacular templo rocoso, con Gurnemanz bendiciendo a los soldados con la lanza y Parsifal alzando el Grial en la mesa y Kundry muriendo tras alzar sus manos hacia él, ya redimida. mientras Amfortas y los caballeros asisten conmovidos, llegando esa emoción a nosotros mientras cae el telón.

James Levine se mueve aquí como pez en el agua, ya que domina la obra y junto a la orquesta forma un gran equipo. A diferencia de Haenchen en Bayreuth, los tempi son lentos pero convenientes a la solemnidad de la obra, impregnando de esta al sonido de todos los instrumentos. Los preludios son excelentes, glorioso el primero, electrizante el segundo con un sonido increíble y aterrador de las cuerdas así como el tercero con un gran patetismo. La escena del Grial también es única, cerrando con la sección de viento de forma sensible y emocionante, prolongando la última nota del primer acto. Y por una vez, el impaciente público americano se reprime las ganas de aplaudir: puede oírse al final cómo se se silencian algunos intentos de aplausos.



El reparto es casi inmejorable en su época, y lo es sin duda alguna en la nuestra.

Siegfried Jerusalem sabe de qué va su personaje. Aunque la voz puede estar ya en declive, domina a la perfección su personaje y en cuanto a volumen supera a muchos de la actualidad. Su voz es peculiar, pero suena a héroe y sus tablas le ayudan. En el primer acto se le ve muy a tono con lo travieso de su personaje, luego aterrador en el Amfortas! Die Wunde y en el tercer acto suena muy tierno al confortar a Kundry.

Kurt Moll es un bajo imponente, con una voz atronadora. A veces puede pecar de ser estático e incluso puede reñirse en belleza a un Zeppenfeld de hoy en día, pero la autoridad que emana es incontestable. Sale airoso de su monólogo del primer acto y borda el tercero.

Bernd Weikl es un Amfortas más autoritario y cansado que atormentado. La voz tiene altibajos en el primer acto, pero en general el canto es bueno. Sus expresiones son imponentes, como las de un rey harto de cargar con la cruz de descubrir el Grial y ello abrir sus heridas.

Jan-Hendrik Rootering es un muy buen Titurel, con una bella voz de bajo profundo.

Franz Mazura, sigue, a los 67 años (en 1992), siendo uno de los mejores Klingsor de la historia. Su peculiar voz, que sigue en su sitio, ayuda a crear un repulsivo personaje, que como actor transmite perfectamente - con unas horribles sonrisas, por ejemplo- . Además los atuendos de la puesta en escena lo hacen todavía más repulsivo. Una grandísima creación.

Waltraud Meier tenía solo 36 años en el momento de esta grabación, que la recoge en la cima de su carrera artística y su deslumbrante belleza. Aquí podemos verla en todo su esplendor interpretativo, por tener las más dramáticas expresiones (qué gestos de incertidumbre cuando escucha a Parsifal contando sus orígenes, qué sonrisas de maldad al lamentarse Klingsor de su condición mutilada o de deseo cuando Parsifal reconoce sus lascivas intenciones). La voz está en su mejor momento, con unos agudos perfectamente emitidos, dominio del vibrato y los graves también son buenísimos (Nur ruhe will ich) y la pronunciación dramática (Da traf mich, sein blick). Su voz tiene un bellísimo timbre de mezzo, aunque lo suficientemente aguda como para hacer roles de soprano, que empezó a abordar justo en esta época. Y también transmite una sensualidad deslumbrante en el canto. Una creación histórica.

Los coros del Met están estupendos. Los comprimarios tienen un gran nivel, y entre ellos podemos destacar a Paul Groves como caballero del Grial y Heidi Grant Murphy como muchacha flor, que luego tendrían una carrera internacional.

Esta grabación es historia wagneriana por motivos de gran trabajo musical, escénico y vocal. Pero sobretodo como testimonio de una forma de hacer Wagner que aunque puede resultarnos antigua y lejana, no debe perderse su belleza. Todos deberíamos ver alguna vez las obras del autor en la época que marca el libreto. Y conocerlo, para bien o para mal.


miércoles, 3 de octubre de 2018

Video review: Parsifal from the 2016 Bayreuth Festival.


After an intense month focused on Wieland and Chinese Wagner productions, I returned to present-day Bayreuth to see this Parsifal from the 2016 Festival. This production came to remplace the  Stefan Herheim's production from 2008 to 2012. And it succeed in the audience.

Uwe Eric Laufenberg sets Parsifal's action in present-day world in a very efficient way. It's situated in an unknown city in Middle East, threatened by the bombs and occupation by the Daesh, in the peak of its territorial expansion in 2016. Focused on religion, the production treats the how fundamentalism endangers society and people persecuted for this reason. The production is faithful to many indications of the text, from a modern perspective.



During the prelude, projections of solar system and outer space are seen. When the curtain rises, the hall of an almost ruined small temple in a likely Early Christian architecture style, with a dome . A group of refugees or helpless men are sleeping. One of them awakes with the first light of sunrise, and then the Grail Knights (dressed in classic uniforms) assist those men before leaving the hall. At the bottom of the scene there is a big baptismal font, where Amfortas takes the bath. Kundry appears dressed like a muslim conservative woman, with a black hijab. The entrance of Parsifal is announced by the death of a child, maybe by a bullet of any Western regiment. Western soldiers are seen on stage sometimes. The Grail Scene takes place on the same hall, now with the font in the middle of the scene. Amfortas is appearing as Jesus Christ in the cross, and when he is asked by his severe father to discover the Grail, the knights hurt him to take his blood while Titurel is actually discovering it. One of the rare occasions to see Titurel on stage.



Act 2 takes in the same hall, now decorated in arabic coloured tiles. Amfortas is kidnapped by Klingsor. The Flower Maidens are dressed in black burqas (or actually chadors?) but after encountering Parsifal  they quit their ones to show their sugerent  bikini-like bellydance clothes. Kundry appears with a suggestive black gown and when she kisses Parsifal Amfortas is seen and remplaces him with her, while the tormented Parsifal sings his monologue in anxiety. Act 3 shows the Hall now taken by vegetation and a jungle-like garden is seen at the bottom. Kundry and Gurnemanz are now aging, and after Parsifal is proclamed king, the Flower Maidens appear on stage dressed like for summer but more conservative and in a cherful mood, las if they were now redeemed. In the bottom, the "tears of repented sinners" are raining in the garden. The final scene shows an aging Amfortas refusing to discover the Grail and surrounded by the knights and men from all religions. When Parsifal enters and restores the order, Titurel's coffin is opened and all men are throwing relics to it. The temple dissappears and all men join to be in the new grace of God, a new era of peace and harmony for all people of any religion, as the stage is empty.


Musically, it was an accomplished performance. Hartmut Haenchen makes his debut with rapid tempi, but despite all an enjoyable and personal style. Act 3 was simply memorable.

Klaus Florian Vogt is a well sung and well acted Parsifal. He proves to convey the drama and take it to his singing. Elena Pankratova is a revelation, since she has an attractive voice and a perfect technique, with proper high and low notes. Her acting is good, but still a bit cold compared to amazing singer-actresses like Anja Kampe or Waltraud Meier. After Meier's retiring of the character, should we say that we have in Pankratova a new queen in Kundry's throne?

Georg Zeppenfeld is an accomplished Gurnemanz, with a beautiful bass voice. Ryan McKinny is a well acted than sung Amfortas, better in first act than third. Gerd Grochowski's Klingsor is better acted than sung, but not bad. Karl-Heinz Lehner is a Titurel with good singing, but with an even better acting. His Titurel is severe and non-comprehensive to his ailing son, he is only interested on discovering the Grail.

The performance was well received by the picky Bayreuth audience, with few boos to Laufenberg's team. This production shows how Bayreuth could and should treat actuality (the problem of religious fanatism) and not being ridiculous in attempting it.



My reviews are not professional and express only my opinions. As a non English native speaker I apologise for any mistake.
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Vídeo: Parsifal en el Festival de Bayreuth de 2016.


Tras un intenso mes dedicado a Wieland Wagner y a China, vuelvo a ver un Wagner moderno, en concreto el Parsifal del Festival de Bayreuth de 2016. Después del histórico Parsifal de Herheim, la obra de Bayreuth por antonomasia volvía a su lugar, con una producción que se anunciaba conservadora... pero no lo termino de ver así aunque creo que eso sólo lo puede pensar un amante radical del regietheater.

Uwe Eric Laufenberg consigue llevar la acción de la obra a nuestra época de forma bastante eficiente. Este Parsifal tiene lugar en un lugar recóndito de Oriente Medio, amenazado por las bombas y las invasiones del Estado Islámico, que en aquél año se encontraba en su momento de mayor expansión territorial. El tema de la religión es el principal que se trata, el rol que ésta tiene en la sociedad y los peligros que el fanatismo puede acarrear a sus fieles y a los perseguidos. Esta orden del Grial tiene lugar en un país rodeado por la amenaza del yihadismo. A su manera, la puesta en escena es fiel a muchos detalles del libreto, pero en el contexto del siglo XXI.



Durante el preludio, una proyección nos lleva a un viaje por el espacio exterior. A mitad del mismo se abre el telón y nos muestra un pequeño templo medieval, de posible aspecto paleocristiano, en estado de ruina. En ella vemos a un grupo de refugiados o de hombres sin hogar. Amanece y un hombre de melena y barba larga despierta con los primeros rayos del sol. Los caballeros los asisten antes de que abandonen el lugar, para preparar el baño de Amfortas, en una enorme pila bautismal en una sala abovedada al fondo del escenario y tapada por una cortina. Entran soldados brevemente en escena, posiblemente soldados estadounidenses. En contraste con los más desfavorecidos, los caballeros del Grial visten un uniforme clásico. Kundry entra en escena vestida cubierta de negro y con un hijab, rodeada por un grupo de hombres que la atosigan. La entrada de Parsifal es anunciada por un niño que cae en escena, presumiblemente abatido por una bala que viene de fuera. La escena del Grial tiene lugar en ese mismo templo, con los caballeros rodeando la pila bautismal que ahora ocupa el centro del escenario, completamente iluminada. Amfortas se tumba en el centro de la misma, mientras al fondo se ve a Titurel aparecer lentamente y pidiéndole a su hijo que descubra el Grial. Es una de esas raras veces donde se ve a Titurel en escena. El Grial se descubre como una representación de la pasión de Jesús. Amfortas está vestido como Jesucristo en la cruz, con una corona de Espinas, y los caballeros le hieren para que de su sangre puedan llevar a cabo la última cena. El cuerpo de Amfortas se llena de sangre y todos los asistentes beben de ella mientras Titurel descubre el Grial. ¡Cómo no se va a oponer su pobre hijo a sufrir una y otra vez semejantes torturas!

El segundo acto se abre en el mismo interior que el templo, ahora decorado con azulejos en estilo árabe. Klingsor tiene secuestrado a Amfortas mientras que la torre desde donde vigilará a Parsifal es ahora una sala repleta de crucifijos. Las muchachas flor aparecen vestidas con burkas negros, pero después de romper el hielo con Parsifal se los quitan y aparecen vestidas con sugerentes y ligeros trajes de danza del vientre Kundry aparecerá vestida sugerentemente de negro y las muchachas se marcharán. Cuando ella besa a Parsifal, Amfortas aparece y ocupa su lugar mientras canta su doliente aria. Al final, después de que el héroe al arrebatarle a Klingsor los restos de la lanza y formar una cruz con ella, el escenario se oscurecerá y se ve un derrumbamiento en el fondo del mismo. El tercer acto nos lleva al templo del principio, ocupado por la vegetación y la ruina, con Gurnemanz y Kundry muy envejecidos. Durante el encanto del Viernes Santo aparecerán las muchachas flor alegres, recatadamente vestidas y completamente redimidas, llevando a una débil Kundry en silla de ruedas al fondo de la sala, donde lloverán las "lágrimas de pecadores arrepentidos". En la última escena, los caballeros y hombres de todas las confesiones le pedirán a un también envejecido Amfortas que descubra el Grial. Parsifal aparecerá con la lanza y tras pedir que se descubra el Grial, se abrirá el ataúd de Titurel repleto de tierra, donde los hombres dejarán reliquias de sus religiones. La obra termina con todos los presentes asistiendo juntos a la gracia de Dios en el fondo de un escenario ya vacío, como alegoría del inicio de una nueva época llena de paz entre todas las religiones del mundo y de todos los hombres.



Hartmut Haenchen debuta en Bayreuth sustituyendo de última hora a Andris Nelsons. De sobras conocido es el talento del maestro Haenchen, sobretodo en Madrid donde nos dejó inolvidables trabajos con la orquesta del Real. La dirección de la orquesta transcurre con cierta rapidez, pero aun así se puede disfrutar de un trabajo personal y emotivo, especialmente en el tercer acto. El coro, como siempre magnífico.

Klaus Florian Vogt realiza un Parsifal sorprendentemente mejor que cuando lo vi unos meses antes en el Real. Parece haber trabajado concienzudamente el personaje y la regie de Laufenberg, y vocalmente dentro de su ligereza muy apreciable y su actuación consigue resultar dramáticamente convincente.

Elena Pankratova es la sorpresa de este DVD, pero con matices. Vocalmente es una Kundry intachable, con una voz enorme, perfectamente proyectada y con los graves y agudos en su sitio. La pega es que escénicamente resulta un poco fría (porque pese a todo parece ser una artista temperamental) aunque dramáticamente es muy convincente. Por ejemplo, Anja Kampe vocalmente está más limitada pero como actriz la supera. La sombra de Waltraud Meier es muy larga; pero creemos que al menos musicalmente el trono de Kundry seguirá ocupado, ahora por la rusa.

Georg Zeppenfeld es un excelente Gurnemanz, con una voz en perfecta forma y sin agotamiento, con un sonido bellísimo de bajo. Ryan McKinny como Amfortas está mejor en el primer acto que en el tercero, donde aparece algo cansado. Gerd Grochowski interpreta a un Klingsor mejor actuado que cantado, pero a un nivel muy digno en lo vocal. Karl-Heinz Lehner interpreta a un buen Titurel en lo musical y más imponente aún en lo escénico, representando a un padre severo e incomprensivo con su débil hijo.


La producción fue y sigue siendo muy bien recibida, y con poco escándalo. Una aproximación interesante y actual de uno de los aspectos de la obra más importantes: la religión y su peso en la vida de las personas, a veces espiritual y gratificante, otras veces devastadora. Esta vez Bayreuth se ha apuntado un tanto con este magnífico trabajo.