domingo, 19 de agosto de 2018

Video review: Tannhäuser in the 2014 Bayreuth Festival.


The next one in my list of Bayreuth video productions was the Tannhäuser which was scheduled from 2011 to 2014 editions. This production was severely booed every year and it wasn't renewed for a fifth year. I have to say that this has been by far the most incomprehensible staging I have seen on video not only from Bayreuth but also from any theatre to have set Tannhäuser ever.

Sebastian Baumgarten sets Tannhäuser in an alcohol factory. The work is just a part of the daily living of the workers there. Indeed, prior the performance and during the intervals there is a performance in which actors dressed in uniform do their job, even in second intermission they attend to a liturgy, which was booed after the chants, not at a decent choir level to tell the truth. There is no curtain, and from the beggining we see the factory-like installation. It has three levels, machines to produce alcohol, mainly with waste; a metaphor of double moral and human misery: the same with dreams erotically with the Venusberg pleasures and later judges Tannhäuser for have the braveness to be there and enjoy them. At the bottom, there is a screen where some projections are seen.



The Overture begins with rare projections of alcohol producing? bacteries? and the first act begins with a cage emerging, representing the Venusberg. There, we can see at the beginning Tannhäuser and Venus making love while the bacchants dance. Venus is pregnant, and while the hero praises her, some figurants disguised as spermatozoids make a creepy dance around. In the second scene, the Holy Virgin is a projection of a woman in topless and with her bare feet in closeup. In Act 2, the Guest March is a encounter and celebration of all workers in the factory, and Venus is invited to the song contest. While the knights sing their songs, Tannhäuser is on the top level, judging their rivals. He descends to sing his praise embracing and in affectionate attitude towards Venus, much to Elisabeth's shock. In this moment the scene is illuminated in red and focusing in the feelings of the characters, with Elisabeth hurting herself and applying her blood in Tannhäuser's sleeves, showing her sufferance. In Act 3, we can see the old pilgrims in  factory customs, making strange, robot-like movements. At this point, after looking for her beloved knight, she kills herself after her prayer, by entering into the Biogas machine, to evaporate and becoming raw material. Wolfram dances with Venus while he sings his famous aria. At the end, Tannhäuser lies dead at the top of the Venusberg- cage and the choir fills the scene; while Venus shown the baby she has just had with Tannhäuser.



Axel Kober conducts rutinarily the orchestra, with slower tempi at the overtures, but not doing bad at all. Conservative conduction, accompaigning the singers.

Torsten Kerl sings Tannhäuser with resistance, but tired at the end of the act. High notes are suffering from his tireness at second act. His voice, however, is not ugly and sounds good in middle register.
Camilla Nylund has a beautiful voice, but her Elisabeth despite being well acted is not very expressive. Michelle Breedt is not the best Venus but her singing is nice and her acting steals the show whenever she appears on stage. Markus Eiche sings Wolfram with a proper technique, but the voice despite being good, reveals a cold performance.  Kwangchul Youn sings beautifully his Landgrave, as the accomplished bass he is, with great authority despite the limitations of the staging. Lothar Odinius is the great surprise, singing his Walther with a heroical voice. Thomas Jesatko and Katja Stuber sang well their parts as Biterolf and the Young Shepherd.

This production won't make any history, neither musical nor scenically. In fact, it has been so disliked that maybe it will remain as one of the less celebrated Tannhäuser productions ever seen in Bayreuth. Tobias Kratzer and Valery Gergiev have the challenge next year to overcome this.



My reviews are not professional and express only my opinions. As a non english native speaker I apologise for any mistake.
Most of the photographs are from the press and belong to its authors. My use of them is only cultural.

jueves, 16 de agosto de 2018

Vídeo: Tannhäuser desde el Festival de Bayreuth, 2014.





La siguiente en mi lista wagneriana era el Tannhäuser del Festival de 2014, que tanta polémica causó y tan mala respuesta recibió del público; hasta el punto de ser retirada tras el cuarto año. Y no es para menos: a título personal creo que es de las peores producciones que jamás haya visto en vídeo y posiblemente lo sean del propio Festspielhaus.

Sebastian Baumgarten obtuvo el encargo de estrenar la nueva producción de Tannhäuser en el Festival de 2011, y se llevó un enorme abucheo. La producción fue criticada por sus fallos y su falta de coherencia dramática. Pero además se le puede añadir un estatismo al girar siempre en torno a un mismo decorado. Se puede añadir la falta de sensatez constante y la falta de comprensión. Baumgarten traslada la acción a una fábrica, llenando el escenario de máquinas fabricadoras de alcohol y gas, llevando una de ellas el nombre de Biogas. ¿Y qué tiene que ver todo esto con la obra, cualquiera que sea la actualización que pretende llevarse a cabo? Absolutamente nada.


El director de escena pretende que el alcohol que emana de esas máquinas esté hecho con toda la miseria moral de la humanidad, esa que desea la lujuria del Venusberg en sus sueños eróticos pero luego acusa con el dedo a todo aquél que ha traspasado los límites y se ha metido de lleno en él. Y esa miseria moral está representada por desperdicios. En el escenario se ve por tanto durante toda la obra una plataforma de tres pisos, de la que la planta baja es una sala de máquinas industriales. En el fondo aparece una pantalla donde se proyectarán vídeos. Además, a ambos lados de escenario se encuentran espectadores elegidos para formar parte del espectáculo. Antes de empezar, se muestra en vídeo a los artistas que se preparan para la obra, colocándose el mono de la fábrica en la que trabajan.


Al comenzar la obertura tiene lugar una proyección de vídeos de bacterias, radiografías humanas y todo lo relacionado con la biología e incluso la producción de alcohol. La bacanal del Venusberg es una jaula redonda que emerge del suelo donde se ve una especie de insecto o crisálida horrible de la que salen los bacantes mientras que Tannhäuser y una Venus embarazada hacen el amor. Luego, mientras el héroe entona su canto a Venus unos figurantes vestidos de espermatozoides bailan al son del ritmo que Venus les marca. Luego desaparece el Venusberg y el acto primero nos muestra al pastorcillo gamberro vaciando una botella de alcohol que Tannhäuser le ordenará vaciar en la máquina. En el fondo, aparece una proyección de la Virgen María sin velo, en topless y los pies en primer plano.  Luego aparecerán los peregrinos en batas marrones y con actitud desorientada.  En el segundo acto, aparecerá Elisabeth con un sugerente traje rojo y eligiendo algunas joyas para lucir. La entrada de los invitados supone la aparición del coro y los figurantes vestidos como trabajadores de la fábrica mientas al fondo se proyecta en alemán la frase: "¿Qué droga necesita la gente?" Venus es una de las invitadas al evento, contrastando su campechanería con la elegancia de Elisabeth. Tannhäuser, desde una tribuna juzga el canto de sus compañeros, y luego acurrucado en el regazo de Venus canta su himno en las narices de una Elisabeth perpleja, quien además ha sido un poco manoseada por Biterolf. Tras escandalizar con el himno, aparece la jaula del Venusberg, el escenario se iluminará de rojo, Elisabeth se lesionará y con su sangre embadurnará a Tannhäuser, mostrándole que con su sangre ella pide por su alma al creador.  Al final, los peregrinos jóvenes vienen al escenario con la misma actitud aturdida de los mayores.

Paralelamente a la función y antes de la misma, tiene lugar en el escenario una performance que refleja los quehaceres de la fábrica. En el segundo descanso, los figurantes que interactúan con los músicos, primero limpiarán el suelo, luego embadurnarán una de las máquinas y luego celebrarán una pequeña misa en la que cantarán, aunque a un nivel no muy operístico precisamente. Tras esta eucaristía el público que ocupaba la sala les dio un sonoro abucheo.

En el tercer acto, (tras el coro de los peregrinos-trabajadores con movimientos robóticos y nada creíbles)  Wolfram intentará dar consuelo a una Elisabeth destrozada y ataviada con un traje de lana con capucha (menudo calor para la soprano), quien tras cantar su plegaria se suicidará entrando en la máquina de Biogas; para convertirse en materia prima. Entonces saldrá Venus, comiendose un helado de hielo mientras se marca un bailecito con Wolfram al son de la canción de la estrella. Luego desaparecerá, Tannhäuser cantará su narración y luego emergerá Venus con los bacantes convertidos en zombis. El final se muestra con el Venusberg expuesto y Tannhäuser muerto en lo alto de esa jaula, el coro ocupando la escena, con Elisabeth como una aparición mariana y Venus mostrando orgullosa al hijo que acaba de tener con Tannhäuser.


El equipo musical de esta producción no puede tampoco compensar la poco agradable puesta en escena. Tras el fracaso inicial en 2011 con Tannhäuser y Venus, el director Thomas Hengelbrock no regresó. En 2012 Christian Thielemann se ocupó de la obra y en 2013 y 2014 el director Axel Kober.

Kober es un director habitual en teatros alemanes, pero no tiene la personalidad de un gran director como Thielemann. Los tiempos son conservadores y a veces un poco lentos, más dedicados a acompañar que a destacar por sí mismos.

Torsten Kerl interpreta a un Tannhäuser en la línea habitual de muchos tenores que cantan este repertorio: voz con aguante, pero no siempre emisora de belleza, aunque la voz de Kerl es mejor que la de otros tenores. Sin embargo no quiere decir que sea hermosa, ya que el agudo no existe y conforme se muestre más cansado, la voz se afea. La narración de Roma fue digna de olvido.

Camilla Nylund no fue una Elisabeth ideal: la voz es bella pero además de que parece que le falte volumen, no es muy expresiva. A nivel actoral parece más adecuada, ya que físicamente es el prototipo de belleza nórdica, alta y rubia. Su mejor momento, sin ser algo extraordinario, fue la plegaria del tercer acto.

Markus Eiche interpretó a Wolfram, pero pese a sus buenas intenciones su interpretación no pasó de ser plana. Sus canciones en el segundo acto y la gran romanza del tercero sonaron bien de entonación y proyección pero le faltaba emoción. Pero no podemos evitar reconocer que hizo lo que pudo.

Kwangchul Youn fue la principal voz del reparto, con su gran voz de bajo y sus aún hermosos graves. En esta época Youn aún estaba en plenitud de facultades. Michelle Breedt fue una Venus graciosa en cuanto a actuación, y vocalmente correcta; pero no muy destacable. Lothar Odinius fue quizá la revelación de la noche, con su heroico Walter muy bien cantado. Thomas Jesatko cumplió como Biterolf. Katja Stuber tiene una voz deliciosa como el pastorcillo.




Una producción olvidable y de la que nada se puede salvar. El próximo año, Tobias Kratzer y Valery Gergiev tienen por delante el reto de superar esta producción que queda inmortalizada o como placer grotesco o de cómo no se debería hacer un Wagner en Bayreuth.

lunes, 13 de agosto de 2018

Video review: Die Meistersinger von Nürnberg in the 2017 Bayreuth Festival.



After the adventure of watching this year production of Lohengrin, I decided to continue on watching the most recent productions at Bayreuth. Last year, Die Meistersinger von Nürnberg was premiered in the 2017 Festival edition.

For the first time in 55 years (Rudolf Hartmann did it in 1951 and 1952), a non-Wagner family member directed this work for stage in Bayreuth. And the election couldn't be more adequate: the Australian Barrie Kosky, director of Komische Oper Berlin.

As a Jewish man, Kosky saw the necessity to treat the antisemitism allegdly atributed to this work and to Wagner and his wife Cosima. It is a brave idea, regarding the fact that Bayreuth had such a signifcance for Third Reich and was  a favorite opera for the nazis. This will be reflected on the countless humilliations Beckmesser will receive from all people. In addition, he also saw and worked the similarities between Wagner and Hans Sachs. That is why he chose to set the action on Wagner's era and to transform the following characters:

Hans Sachs into Richard Wagner
Veit Pogner into Franz Liszt
Sixtus Beckmesser into Hermann Levi, the conductor of Parsifal in the 1882 festival
Eva into Cosima Wagner



Walter von Stolzing and David appear as personifications of Wagner. The curtain opens as Prelude begins, and First Act shows a reconstruction of Wahnfried, where we attend a  Wagner family meeting. The rest of the characters appear from the piano. The Mastersingers are dressed like in the 16th Century. At the end of the first act, Wahnfried disappears as leaving visible the 1946 Nuremberg Trial Court. In the second act it will appear with its floor covered with grass, and excepting Sachs all characters appear in classic costumes. The fight at the Act 2 finale shows Beckmesser hit by some people and then put a big mask of a Jew based in the infamous characterization of Jewish people in Nazi publications like the notorious newspaper  Der Stürmer. At the same time a big globe of the same horrible mask invades the scene, and as it is being deflated, the Star of David is seen as the curtain rises. Act 3 shows the hall prepared for judgement, the people of Nuremberg amusing in the seats, applauding all Masters as they were entering except Beckmesser, who is received with a disrespectful silence. Kosky puts Wagner in the same court that were judged the fanatics who made him a stigmatized musician. At the end, Sachs-Wagner is alone and suddenly appears from behind the Court a chorus and an orchestra which are being conducted by this Sachs as the opera ends.



Philippe Jordan did an accomplished work with the orchestra, managing slow tempi but agile when required, like at the end of Act 2. He did splendid versions of the overtures and his conducting transmitted the deep humanism of the drama. The chorus was splendid, as usual.

Michael Volle was a well acted Sachs, but his singing not always reached the same level, being better in Act 3 than in Act 2. Johannes Martin Kränzle acted and sang well his Beckmesser, portraying him as a humble and fragile man. Klaus Florian Vogt has a beautiful voice for his Walter. Günther Groissböck sang a nice Pogner and very well acted. Anne Schwanewilms sang an Eva with some moments of beauty but the singer is past her prime and her Eva was plain. As a result, she was largely booed at the end; which is a pity regarding the former beauty of her voice. The supporting characters were excellent: Daniel Behle sung and acted a magnificent David, and Wiebke Lehmkuhl stunned with her powerful contralto voice. Georg Zeppenfeld was a luxury as the Night watchman at the finale of Act 2.



An accomplished production, which probably will become a reference in this opera in Bayreuth Festival and nice to see, even in video.

My reviews are not professional and express only my opinions. As a non english native speaker I apologise for any mistake.
Most of the photographs are from the press and belong to its authors. My use of them is only cultural.

Vídeo: Los Maestros Cantores de Núremberg en el Festival de Bayreuth 2017


Tras la aventura del Lohengrin de Bayreuth de este año, he querido seguir incursionando en las producciones actuales que se hacen en la colina verde. Ahora me ha tocado ver Los Maestros Cantores de Núremberg, en la producción del año pasado.

Hace un año se estrenaron los primeros Maestros a cargo de alguien que no pertenecía a la familia Wagner en 55 años (recordemos que en 1951 y 1952 esta obra se encargó a Rudolf Hartmann), cayendo el encargo en el director de escena australiano Barrie Kosky, director de la Komische Oper de Berlín. No pudo ser más acertada esta elección: Kosky es judío y nadie podría haber epatado mejor la obra predilecta del régimen nazi y en el que fuera su teatro más preciado. Para él, era importante tratar el tema del antisemitismo en el templo musical de Wagner. El maestro al parecer lo profesaba, y su esposa aún más. Esto se ve en las humillaciones y desprecios que sufrirá Beckmesser en el montaje. Por otro lado, profundiza en la proyección que el compositor hizo de sí mismo en el personaje de Hans Sachs. Por ello, la acción se traslada a la vida de Wagner. Sachs es Wagner, Eva es Cosima, Pogner es Liszt, Beckmesser es Hermann Levi, director judío que trabajó con el músico. El trabajo de Kosky es increíble, teniendo en cuenta que aquí Beckmesser no es ese cascarrabias borde que no se hace querer en el montaje de Wolfgang Wagner, sino un músico humilde, noble y de perfil bajo que sufre injustas humillaciones por parte de todos. Y consigue mostrar en escena el horrible (y aún vigente) tema del antisemitismo a través de la historia alemana. Juzga a Wagner en el mismo sitio en el que fueron juzgados los fanáticos que conviertieron al arrogante compositor en un músico estigmatizado y como diría el propio Kosky, teniendo siempre que justificarse.



Se abre el telón con la obertura, donde vemos una preciosa recreación de Wahnfried, en una reunión de té con los Wagner. David y Walter von Stolzing salen del piano del maestro, convertidos en sosias suyos. Y más tarde lo harán los maestros, vestidos como en la época del verdadero Hans Sachs. De hecho, una de las señas del montaje es el anacronismo entre el decorado y el vestuario fiel a la época original. En el primer acto, vemos el primer desdén a Beckmesser por parte de los presentes, ya que él no toma parte de la plegaria inicial. Luego, Stolzing-Wagner intentará cortejar a Eva-Cosima, y luego interactuará con David-Wagner, mientras Sachs-Wagner está pendiente de la acción y ensayando el texto. Al final del primer acto se ve cómo se retira el escenario de Wahnfried para mostrar las paredes del tribunal de Núremberg. En el segundo acto se ve éste con el suelo cubierto de césped. En este acto, todos los personajes salvo Beckmesser y Sachs ya se visten como en la época de Durero. Al final del mismo, Beckmesser tras cantar la serenata y comenzar la pelea con David, es golpeado por unos maestros que luego le ponen una máscara de judío inspirada en las aberrantes caricaturas de rotativos nazis como Der Stürmer. A la vez, un globo de la cabeza de ese mismo judío caricaturizado y horrible se va apoderando de la sala. En el momento de cerrarse el telón se desinfla al punto de que la cabeza se gira y una enorme estrella de David se ve en el escenario.


El tercer acto tiene lugar en la sala ya acondicionada como el tribunal y con todos los personajes ya vestidos como en el siglo XVI menos Sachs, que sigue siendo Wagner. En la escena festiva final vemos al coro vestido de pueblo de Núremberg de jolgorio y aplaudiendo a todos los maestros... menos a Beckmesser, que es recibido con un despreciativo silencio. Finalmente, en el monólogo de Sachs todos los asistentes se han ido y éste se encuentra en el estrado recitando solo su monólogo hasta que el decorado del tribunal se levanta para dar paso a una orquesta ficticia y un coro que serán dirigidos por este Sachs-Wagner que terminarán el acto.

Como siempre, la orquesta y el coro están a unos niveles excelsos. Philippe Jordan dirige una versión de tiempos lentos pero capaces de transmitir la humanidad y el drama presentes en la obra. También sabe tratar con agilidad la escena del final del segundo acto o el interludio del acto tercero y el coro "Sankt Krispin". Excelentes preludios.

El reparto no ha estado tampoco a la altura, ciertamente. Michael Volle es un gran actor y tiene el porte adecuado, pero Sachs le queda grande incluso en volumen. El monólogo del acto segundo fue casi en sprechgesang. Algo mejor en el tercer acto, con mayor presencia vocal pero adoleció de la rotundidez musical que necesita Sachs. Johannes Martin Kränzle en cambio sí fue un gran Beckmesser tanto actuado como cantado, aunque eché en falta un poco de volumen. Klaus Florian Vogt es un habitual en Bayreuth, y aunque actuó bien su canto inmaculado benefició pero no convenció del todo a su Stolzing. Muy bellas las canciones del acto tercero pero por razones que se me escapan no me creí del todo el personaje. Gunther Groissböck fue un discreto Pogner.
Anne Schwanewilms cantó Eva ya acusando un declive considerable. Soy uno de los pocos entusiastas de su voz, pero aquí salvo por unos pocos momentos de belleza la interpretación fue plana. En cuanto a los secundarios, excelente Daniel Behle como un David de bella voz y bien actuado, y aún mejor estuvo Wiebke Lehmkuhl como Magdalena con su poderosa voz de contralto. Un lujo Georg Zeppenfeld como el Sereno.



La función fue un éxito y fue bien recibida, aunque la pobre Schwanewilms fue fuertemente abucheada. También se escucharon abucheos en el acto segundo, según dice la prensa. Una función redonda y disfrutable pese a un reparto vocal que no alcanzó el nivel deseable.

jueves, 9 de agosto de 2018

Video review: Lohengrin from Bayreuth Festival. July 25, 2018.



I am quite nervous for two reasons: this is my first review in English for any wagnerian performance, and this is a review, despite being seen on video, of a performance from the Bayreuth Festival. A difficult task for a Wagnerian like me. My opinions are strictly personal, and I am neither a professional critic nor a musician. In addition, watching such an event on video is not the same to see it in the Festspielhaus.

After three years, Lohengrin returns to Bayreuth Festival, and also after the production of the rats by Hans Neuenfels. The director Yuval Sharon came in substitution of Alvis Hermanis, who left some ideas in progress who Sharon hand to take.

Blue is the color impregnating the whole production, due to the beautiful work by the painters Neo Rauch and Rosa Loy, who designed beautiful sets and choir costumes. But there is already a question: Why should the main characters carry fly wings? Is Lohengrin the zoo-opera in Bayreuth? The costumes seem to be in a nice classic line, sometimes reminding in the case of men to 16th or 17th centuries ... but those wings leaves them in nonsense. Electricity is also a constant since there is an electric generator in a tiny house in the middle of the scene. The scene is in a kind of blue darkness until Lohengrin appears, because he is the hero, the force which illuminates the scenery. The results seem to improve as the performance goes by. The first part of Act 2 is one of the most beautiful moments, with the blue darkness recreating a sort of deep, oniric night where Ortrud and Telramund regret their disgrace. The duet of Lohengrin and Elsa in Act 3 takes place in the electric house, in a ruined orange room, and to keep Elsa to ask him the forbidden question on his name he ties her on a electric column which breaks in an electric shock which eliminates an approaching Telramund. The best part is the Finale, when a beautiful lake appears in the landscape, the scene goes dark to illuminate Lohengrin while singing In Fernem Land. But some desconcertating happens in the ending:  when the hero leaves the scene for good, Gottfried is a green man with the appearance of Berlin's Ampelmännchen (the pedestrian signal man) who joins Elsa while the chorus fall in despair and Ortrud contemplates the scene.



Christian Thielemann makes an splendid conduction, with agile tempi and dramatic tension, to remark the tragic glory of the opera. Splendid versions of the preludes and the Morgenrote in Act 3. The chorus led by Eberhard Friedrich reached their glorious usual level.

The vocal cast was one of the great expectations of the production but in my opinion they weren't always singing at the expected level.


This was the return of the glorious Waltraud Meier to Bayreuth, after a 18 years long absence to the same theatre where her fame began. She has been the greatest wagnerian female singer of the last thirty years. Singing for the last time, she did with her only great role still to be performed: Ortrud. Despite the fact she is past her vocal prime, she prepared well her comeback. Her singing was elegant, and still mantaining her beautiful middle register. High notes are still amazing but more fragile and vibrating than in the past. Her acting skills were untouched for the time: she dominates the role, transmitting its evil, with dramatic gestures, gazes and accomplished psychological treatment of the character; being the most achieved theatrical performance in the show.

Piotr Beczala sang Lohengrin with a beautiful voice, but more lyrical than heroical, something missed in Act 2, when the character demands more heroicism. However, his Act 3 was remarkable. His pianissimo notes in the duet with Elsa and In fernem Land (one of the greatest acted moments in his performance) were too pleasant to hear.

Anja Harteros sang a delightful Elsa, despite her high notes sometimes were in trouble, like in the Dream aria in Act 1. Her Act 2 was better sung by far and she reached her peak in Act 3, when she show good acting too.

Tomasz Konieczny was better in Act 2, when his Telramund was sung convincingly and well acted. The great Georg Zeppenfeld sang with great authority his King Heinrich and the Herald of Egils Silins  was correctly sung, but better acted.


The performance was well received. For many wagnerians worldwide who are waiting years for a seat or haven't the opportunity to go in this moment, the Broadcasts of Bayreuth performances became a true gift. Via livestream or even Youtube, the magic of the Green Hill reaches every home in the world.

My reviews are not professional and express only my opinions. As a non english native speaker I apologise for any mistake.
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Vídeo: Lohengrin desde el Festival de Bayreuth. 25 de julio de 2018.



Celebramos un año de andadura de este blog con la reseña de la premiere del Festival de Bayreuth de 2018. No puede ser mayor dicha para mí, wagneriano de corazón. Aunque no haya sido en la propia colina verde, sino en un vídeo subido a internet, de la retransmisión que tuvo lugar el 25 de julio en la televisión alemana y que días más tarde se pudo ver en todo el mundo. Por no hablar de la generosa subida de usuarios a Youtube del vídeo de tan magna función. He ido a acto por día. Pero a pesar de las altas expectativas y las buenas reseñas, siento que algo me falta o no me termina de satisfacer.

El director de escena Yuval Sharon tenía por delante no sólo ocuparse de un trabajo ya em marcha,  sino también de superar a la producción que la precedió, aquella de las ratitas o el Rattengrin como yo lo llamo.

El color azul impregna la producción. Se dice que como alusión al montaje de Wieland Wagner. Los decorados son lo más bello del trabajo, una bella pintura que evoca un paisaje impresionista: un paisaje con un lago al amanecer o anochecer. Se agradece un poco de belleza en estos tiempos de fealdad o estupidez que imperan sobre el escenario del Festival.  El problema ya viene con el vestuario, porque si bien es cierto que los trajes parecen evocar en los hombres al siglo XVI y en algunas mujeres a la pintura holandesa del siguiente siglo, dando un toque de intemporalidad, los protagonistas llevan a las espaldas alas de insecto. ¿Se ha convertido Lohengrin en un experimento zoológico en Bayreuth? No importa la belleza y la elegancia de los trajes (salvo el de Elsa) que parecen clásicos, porque esas alas de mosca les quitan todo sentido. Pareciera que fueran un signo de distinción, en la mente del director.

El telón se abre y se ve este paisaje, con poca iluminación que sugiere una situación de oscuridad. En el centro se ve una caseta que parece un poste eléctrico. Lohengrin no puede venir en el mejor momento, ya que Elsa es condenada a la hoguera cuando hace su aparición en una especie de avioneta murciélago que está arriba de la caseta, mientras que cuando sale de la misma se ilumina plenamente el escenario. Espectacular la pelea con Telramund: el villano con una espada y el héroe con un rayo, ambos luchando en el aire con arneses.  El segundo acto mejora, con la presencia de los decorados y la oscuridad de la noche por medio de una iluminación tenue en el primer cuadro. En el segundo, la catedral de Amberes es como un pasillo enorme anaranjado, más parecido a un molino. En el tercero vemos la caseta del primer acto que gira para convertirse en el lecho de los protagonistas, una habitación ruinosa con la pintura de las paredes saliéndose; también de color naranja.


El elenco al completo: primera fila de izquierda a derecha: Piotr Beczala (Lohengrin), Waltraud Meier (Ortrud), Tomasz Konieczny (Telramund), Georg Zeppenfeld (Rey Enrique) y Egils Silins (Heraldo). Anja Harteros (Elsa) se encuentra sola en la segunda fila, más cerca en la imagen.

Dice la prensa que en alusión al movimiento Me Too, se ve como Lohengrin ata a Elsa al poste eléctrico que hay en medio de la habitación, a medida que se acerca a hacer la pregunta prohibida. Cuando la hace, se desprende una fuerte descarga que se lleva por delante a Telramund, que estaba a punto de entrar.  Lo mejor de la puesta en escena, en mi humilde opinión, es la escena final. Ya no vemos la caseta de marras. Ahora vemos el bello paisaje pintado, ahora con un lago plateado de fondo. La escena se oscurece poco a poco para centrarse en Lohengrin, mientras canta su gran aria. Pero no dura mucho la alegría, porque el ajuar que le deja a Elsa antes de irse es una cesta naranja que se ilumina al abrirse. Ortrud aparece atada y a punto de ser condenada, pero la aparición de Gottfried lo cambia todo. El hermano de Elsa es un figurante disfrazado con un traje verde que recuerda al muñequito de los semáforos de Berlín Este. Al final, Lohengrin abandona la escena mientras Elsa y su Hermano se dan la mano, los demás caen abatidos al suelo y Ortrud contempla la escena aturdida.

Christian Thielemann dirige a la magnífica orquesta. La dirección es ágil y transmite esa gran tensión dramática que hace que la orquesta de cuenta de la gloria trágica de la obra.  Aún así, a veces hay momentos de descoordinación en el viento metal; pero en general el resultado ha sido excelente. Grandes interpretaciones de los preludios y del interludio del acto tercero. El coro dirigido por Eberhard Friedrich igualmente ha logrado un gran nivel.

Waltraud Meier como Ortrud.

Esta producción suponía el regreso, pero también la despedida definitiva de Waltraud Meier; la gran intérprete wagneriana de los últimos treinta años. A sus 62 años, la diva se despide del Bayreuth que la hizo una estrella en 1983. No hace falta decir que debió cantar este personaje mucho tiempo antes y quizá lo habría hecho si no hubiese tenido desavenencias con Wolfgang Wagner en el año 2000. Pese a todo, la interpretación fue mejor de lo que me esperaba. Quizá se lo preparó a conciencia porque pese a que no resiste la comparación con ella misma hace diez o veinte años, supo cantar su Ortrud a un gran nivel. Aún mantiene el bello centro que la caracteriza, aunque la voz tiende a vibrar y no tiene el aguante de antaño. El agudo aún impacta, pero mientras no dure mucho tiempo porque entonces tiende a ser disonante. Si en la escena de la maldición estuvo aún notable, en el final pasó algún apuro.  Lo que sigue intacto en ella son las tablas y el animal escénico que es, unidos a su espectacular belleza física. Gracias al montaje que la rejuvenece, su actuación fue impecable. Ella sabe transmitir el miedo, la maldad, las intrigas de su personaje pese a las limitaciones que el montaje le da. Fulminantes  miradas, autoridad escénica,  gestos enormemente teatrales hacen que su Ortrud, ya histórica, se despida con gran dignidad.

Piotr Beczala y Anja Harteros como la pareja protagonista en el tercer acto.

Piotr Beczala debuta en Bayreuth, tras el éxito que obtuvo hace dos años con este papel en Dresde. Pero la voz pese a su belleza con un gran dominio del pianissimo, no termina de hacerse al heroísmo que también pide el personaje. Sus mejores momentos fueron la entrada y el tercer acto, pero le faltó autoridad en el segundo, incluso volumen.

Anja Harteros fue Elsa, con luces y sombras. La voz es naturalmente bella, pero hay momentos en que el agudo le juega una mala pasada, lo que podría despertar sospechas  de declive vocal. Pese a una entrada tímida, mejoró en los actos siguientes. En el último acto su interpretación fue destacable.

Tomasz Konieczny fue un Telramund que tuvo un comienzo poco memorable, pero que mejoró en el acto segundo pese a que la voz no tiene el mejor registro agudo.

Sorprendentemente, lo mismo le ocurre al gran Georg Zeppenfeld como el Rey Enrique, tras un comienzo tímido recuperó su nivel al final del acto. Además, es un gran actor.

Egils Silins fue un Heraldo decente, pero con altibajos y con un primer acto tampoco para el recuerdo.
Final

La función podrá haber sido notable y estuvo plagada de estrellas, pero el total ha sido notable pero no excelente ni para los estándares actuales. Confiemos en que mejore el nivel musical conforme pasen los años. Para los que estamos años esperando o no tenemos la oportunidad de ir a Bayreuth, esta transmisión de vídeo lleva la magia de la colina verde a todo el mundo.


Aquí hay un vídeo con la función completa.
https://www.youtube.com/watch?v=Umig-R-nts0&t=9869s