viernes, 31 de marzo de 2023

ESP/ENG: El Réquiem de Verdi eleva al público en Madrid con la ORTVE.



For English, please scroll down.

Madrid, 30 de marzo de 2023.

En la década de 1870, Giuseppe Verdi estaba semiretirado de la composición operística. Tras el estreno milanés de Aida en 1872, no quería saber nada de óperas. Sin embargo, en 1873 muere el escritor Alessandro Manzoni, senador y amigo de Verdi. La conmoción fue tal que el maestro se lanzó a la composición de un réquiem en su memoria. Años antes, en 1868, por la muerte de Rossini, se encargó una misa,compuesta hasta por trece compositores italianos. Verdi estaba entre ellos y compuso el final, el sobrecogedor Libera Me Domine. Si bien el maestro ya estaba rondando la idea de componer una misa, la muerte de Manzoni le dio el empuje definitivo para lanzarse a tal labor, para la que tomó de nuevo el Libera me como final, componiendo ahora el resto de la misa. El estreno el 22 de mayo de 1874 fue todo un éxito. Desde entonces, y con mayor frecuencia desde los años veinte y treinta del siglo XX, esta obra, con una pasión operística en la que se reconoce la tensión dramática que caracteriza a Verdi, una dimensión trágica que se aleja de la misa convencional, se representa en todos los auditorios del mundo.

La Orquesta y Coro de RTVE propone para esta semana dos conciertos del famoso Réquiem de Verdi, una obra que cobra una fuerza increíble en vivo. Su larga duración pone a prueba indudablemente a los cuatro solistas, especialmente a las voces femeninas que tienen amplia participación, aunque el tenor tiene también un aria complicadísima.

Pablo González dio toda la pasión que le fue posible a una orquesta que aun con algún que otro altibajo, estuvo todo lo entregada que pudo, desde las cuerdas en el Introito,  pasando por el metal (pese a algún momento de flaqueza) y la potente percusión del Dies Irae o en el Offertorium los violines, o el violonchelo en el Ingemisco. En una obra con momentos que recuerdan a sus más famosas óperas pero que aún así encuentra una voz propia, la orquesta trató de sonar lo más verdiana posible, dentro de sus posibilidades, consiguiéndose muchas veces.


El Coro de Radio Televisión Española sí dio una lección de canto coral, tanto en el Requiem inicial como en el Dies Irae iniciales, donde impactaron, dejando un Tuba Mirum para el recuerdo .

La mezzosoprano canaria Nancy Fabiola Herrera, lideró el cuarteto vocal con su aterciopelada voz, su seductor timbre de mezzo, especialmente en el Lacrimosa, que abordó con lirismo. 

Estaba prevista Lianna Harotounian, pero fue sustituida por la soprano española Miren Urbieta-Vega, quien con su voz dio un toque más lírico que dramático a su parte. Para el Libera me se reservó, dando una lectura solemne.

Antonio Poli fue el tenor, quien pese a su aceptable registro medio, los agudos del Ingemisco le dieron algún apuro. Hacia el final estuvo mejor, especialmente en el Lux Aeterna dando réplica a la mezzosoprano.

Tadas Girinikas también sustituyó al bajo previsto, Kostas Smoriginas. Estuvo cumplidor con su parte, siendo el Confutatis su mejor momento.

Tras el Libera me,Domine hubo un silencio sepulcral en la sala, que solo se rompió tras dos intentos frustrados de empezar la ronda de aplausos y ovaciones, que pronto cayeron sobre los intérpretes, especialmente sobre las cantantes y el maestro. Poco puede haber tras oír este Réquiem mas que o aplausos o un silencio de recogimiento místico. Por eso fue que al salir del Monumental ayer la sensación era de haber asistido a un servicio religioso.


ENGLISH: Verdi's Requiem uplifts the Madrid audience. 

Madrid, March 30, 2023.

By the 1870s, Giuseppe Verdi was semi-retired from composing operas. After the Milan premiere of Aida in 1872, he wasn't too much interested in new operatic creation. However, in 1873 the writer Alessandro Manzoni, senator and highly appreciated by Verdi, died. The shock was such that the composer finally decided to compose a requiem mass in his memory. Years before, in 1868,in the occassion of the death of Rossini, a mass was commissioned, to thirteen Italian composers. Verdi was among them and composed the finale, the haunting, supernatural Libera Me Domine. Although the maestro was already tossing around the idea of ​​composing a mass, Manzoni's death gave him the final push to launch himself into such a work, for which he rescued the final Libera, now to compose the rest of the mass. The premiere on May 22, 1874 was a complete success. Since then, and more frequently since the 20s and 30s of the twentieth century, this work, with an operatic passion in which the dramatic tension that characterizes Verdi`s music can be recognized, a tragic, lyrical dimension distant from the conventional ways of musical mass, is performed in every major musical venue around the world.

The RTVE Orchestra and Chorus is proposing two concerts of Verdi's Requiem this week, a work that gains an incredible power when listened live. Its long duration undoubtedly puts the four soloist singers to the test, especially the female voices that have a wide participation, although the tenor also has a very complicated aria.

Pablo González gave all the passion he could to an orchestra that, despite some ups and downs, performed as devoted as possible, from the strings in the Introitus, going through the brass (despite some moments of weakness) and the powerful percussion at Dies Irae or the violins at the Offertorium, or the cello at the Ingemisco. In a work with some moments reminding his most famous operas, but despite all it finally finds its own voice, the orchestra tried to sound as Verdian as possible, within its possibilities, achieving it many times.

The Spanish mezzo-soprano Nancy Fabiola Herrera led the cast with her velvet-toned voice, her seductive mezzo tone, especially in the Lacrimosa, which she sang with elegiac lyricism.

Lianna Harotounian was scheduled to sing the soprano part, but she was replaced by Miren Urbieta-Vega, whose voice gave her part a more lyrical than dramatic touch. She reserved her vocal force for the Libera me, giving a solemn reading.

Antonio Poli was the tenor, who despite his acceptable middle voice, Ingemisco's high notes gave him some trouble. Towards the end he was better, especially in the Lux Aeterna giving a reply to the mezzo-soprano.

Tadas Girinikas also replaced the scheduled bass, Kostas Smoriginas. He managed well his part, being the Confutatis his best moment.


After the Libera me, Domine there was a deep silence in the hall, which was only broken after two unsuccessful attempts to start the applauses and ovations, which were given to the performers, especially to the female singers and the maestro. There is little to do after listening to this Requiem other than applause or a mystical, transfiguration silence. That was the feeling while leaving the Teatro  Monumental last night, as if  the audience had attended a religious service.

Las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación  de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente. Cualquier reproducción de este texto necesita mi permiso.

My reviews are not professional and express only my opinions. As a non English native speaker I apologise for any mistake.
Most of the photographs are from the internet and belong to its authors. My use of them is only cultural. If someone is uncomfortable with their use, just notify it to me.
Any reproduction of my text requires my permission.


domingo, 19 de marzo de 2023

ESP/ ENG Primer encuentro en vivo con Bruckner: Sexta Sinfonía en Madrid por la ONE.


For English, please scroll down.

Madrid, 19 de marzo de 2023.

Hace exactamente un año, relataba en este blog mi bautizo "oficial" con la música de Gustav Mahler en directo. Tras meses explorando el rico mundo de sus sinfonías, me dejé llevar por la fuerza que cobra el oír en vivo su Primera Sinfonía. Sin embargo, todo empezó cuando en septiembre de 2021 escuché por primera vez la Cuarta Sinfonía de Anton Bruckner, músico con cuya obra he tenido mi "bautizo" oficial, al escuchar por primera vez en vivo una de sus obras.

En septiembre de 2021, la Filarmónica de Viena, junto a Christian Thielemann, visitaron España para interpretar su sinfonía "Romántica", en la Sagrada Familia. Movido por la curiosidad, escuché esta obra que sin embargo no me conquistó a la primera. En mi deseo de ampliar repertorio, empecé a explorar las sinfonías de Mahler y Bruckner, por aquello de que ambos autores tuvieron más o menos influencia de mi predilecto Wagner en su obra. Y precisamente porque los descubrí a ambos a la vez, fue que empecé a establecer comparaciones entre ellos. De hecho, hay una rivalidad entre ambos músicos alentada por los amantes de las sinfonías. Sin embargo, yo los encuentro complementarios.Y en la realidad, ambos se llevaban muy bien.




Mahler me enamoró a la primera. Con Bruckner he tenido que hacer un esfuerzo extra, pero me sentía atraído por ese reto. Oír las sinfonías de Mahler es como atravesar un bosque centroeuropeo, plagado de folclore, de animales, de ninfas. Oír las de Bruckner es contemplar desde la cima de una montaña ese mismo bosque, sentir la brisa de un cielo azul en infinita paz. Oír las sinfonías de Mahler es sentir la fuerza bruta de la naturaleza. Oír las de Bruckner es celebrar la creación divina de esa misma naturaleza. Oír las sinfonías de Mahler es buscar a Dios desde un espiritualismo universal, que viene de las entrañas, de lo íntimo del ser. Oír las de Bruckner es alabar a ese mismo Dios, elevarse a las alturas y sentir la infinita belleza de lo que ha creado y nos ha dado. Mahler es un mago de los sentimientos. Bruckner es un arquitecto que los convierte en una catedral al servicio del creador.



La Orquesta Nacional de España, dirigida por su titular David Afkham, han interpretado en su concierto de este fin de semana la Sexta Sinfonía del maestro de Sankt Florian.  

La primera parte del concierto fue un estreno, un encargo al compositor Benet Casablancas, discípulo de Friedrich Cerha, un Concierto para Violín, de inspiración de la Segunda Escuela de Viena, con Leticia Moreno como solista principal.

La segunda parte era la esperada Sexta Sinfonía de Bruckner, de cuya obra Afkham ha logrado grandes interpretaciones. La sexta es quizá de las menos conocidas, y la más corta del maestro, a la que además llamó su sinfonía más atrevida. Aunque conocido es su Adagio, el segundo movimiento de esta sinfonía y este sí uno de los más celebrados del autor. Esta orquesta es la de referencia para interpretar este repertorio. Tras un primer movimiento potente, las cuerdas se arrancaron con una fuerza sobrenatural el segundo movimiento, logrando una interpretación entregada, aunque parte del metal estuvo a veces un tanto perdido. Posteriormente, a partir del tercer movimiento la orquesta logró un sonido más homogéneo, cerrando la obra con una gran apoteosis. Mención para la flauta en el primer movimiento, estando magnífica. 

En un Auditorio que estaba más o menos a la mitad de lleno, el público de la mañana ha podido disfrutar de una agradable velada bruckneriana. La próxima cita con Bruckner en Madrid será la Cuarta Sinfonía en mayo, con la orquesta del Teatro de la Zarzuela. Allí estaré.


ENGLISH : Meeting Bruckner for the first time live. Sixth Symphony in Madrid by the ONE.

Madrid, March 19, 2023.

One year ago, I was narrating on this blog my "official debut" with the music of Gustav Mahler live. After months of exploring the rich world of his symphonies, I was carried away by the force of hearing his First Symphony by hearing it live. However, everything began in September 2021, when I heard Anton Bruckner's Fourth Symphony for the first time.

In September 2021, the Vienna Philharmonic, conducted by Christian Thielemann, visited Spain to perform Bruckner's 4th "Romantic" symphony at the Sagrada Familia in Barcelona. Moved by the curiosity, I watched the streaming of  this work that, however, did not won me over at a first hearing. In my desire to expand my repertoire, I began to explore the symphonies of Mahler and Bruckner at the same time, due to the fact that both authors were more or less influenced by my beloved Wagner in their work. And precisely because I discovered them both at the same time, I began to establish comparisons between them. In fact, there is a rivalry between the two musicians encouraged by music lovers. However, I find them complementary. And actually they both got along very well.

I fell in love with Mahler's music the first time. With Bruckner's one I had to make an extra effort, but I was attracted by that challenge. Listening to Mahler's symphonies is like going through a Central European forest, full of folklore, animals, and nymphs. Listening to Bruckner's is contemplating that same forest from the top of a mountain, feeling the breeze of a blue sky in infinite peace. Listening to Mahler's symphonies is feeling the raw force of nature. To hear Bruckner's is to celebrate the divine creation of that same nature. Listening to Mahler's symphonies is looking for God from a universal spiritualism, which comes from the depths of being. Hearing Bruckner's is praising that same God, rising to the heights and feeling the infinite beauty of what he has created and given us. Mahler is a magician of feelings. Bruckner is an architect who turns them into a cathedral at the service of the creator.


The Orquesta Nacional de España (Spanish National Orchestra), conducted by its main conductor David Afkham, has performed the Sixth Symphony by the maestro from Sankt Florian at their three-run concerts this weekend.

The first part of the concert was a premiere, commissioned from the orchestra to the composer Benet Casablancas, a disciple of Friedrich Cerha, a Violin Concerto, inspired by the Second Viennese School, with Leticia Moreno as principal soloist.

The second part was Bruckner's Sixth Symphony.  Afkham has got rave reviews from his conducting of Bruckner's works. The Sixth is perhaps one of most underrated, and the shortest symphony composed by the composer which he also called his most daring symphony. However the Adagio is well known, the second movement of this symphony and one of the most celebrated  by the composer. This orchestra is the reference to interpret this repertoire in Madrid. After a powerful first movement, the strings started with supernatural force in the second movement, achieving a devoted performance, although part of the brass was somewhat lost at times. Later, from the third movement the orchestra achieved a more homogeneous sound, closing the work with a great apotheosis. The flute in the first movement must be mentioned, being accomplished.



In an Auditorium that was more or less half occupated this matinée, the audience enjoyed a pleasant Brucknerian evening. My next appointment with Bruckner in Madrid will be the Fourth Symphony in May, by the Teatro de la Zarzuela Orchestra in this same venue. I will be there.

Las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación  de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente. Cualquier reproducción de este texto necesita mi permiso.

My reviews are not professional and express only my opinions. As a non English native speaker I apologise for any mistake.
Most of the photographs are from the internet and belong to its authors. My use of them is only cultural. If someone is uncomfortable with their use, just notify it to me.
Any reproduction of my text requires my permission.

viernes, 17 de marzo de 2023

Bizarrely funny: Shostakovich's The Nose in Madrid.


Madrid, March 15, 2023.

The Teatro Real continues to expand its repertoire by staging still to premiere operas on its stage, and like in last season, March begins with a Russian opera: The Nose, by Dmitri Shostakovich. Twelve years ago, the Madrileños enjoyed his great opera, Lady Macbeth of Mtsensk, in a production featuring Eva-Maria Westbroek and the classic staging by Martin Kusej. Now, we change Katerina Ismailova's tragedy for the absurd humor of Kovalyov's story, a general who loses his nose, and once separated from his body, it starts to live its own life. Based on the story by Nikolai Gogol, in which the Russian bureaucracy is satirized, a young Shostakovich,  in a time when Hollywood movies brought an air of modernity in the early years of Stalinism, and in which Soviet art was experiencing a creative effervescence, composed a work that unites traditional Russian styles with atonality. This did not save him from bad reviews after its premiere in 1929, and his work did not resurface completely until a production in Moscow in 1974.

Coming from London's Royal Opera House, where it was premiered in 2016, Barrie Kosky's staging highlights the most absurd, bizarre and rogue side of the work, creating a fantasy world, in which the characters are characterized by colorful and fanciful shape, all with a big nose, in an aesthetic somewhat reminiscent of Tim Burton's, even though the characters move across a gray, rough, wide set. This production a makes Kovalyov's world, who has a relationship with his servant Ivan, even more absurd, turns him into a dirty man (in fact, during a scene in which he picks his nose, he barefoots himself and takes off her socks, and touching his toes, two ladies sitting next to me were shocked, by judging their comments), who suffers a lot to find her nose.


This production is also known by its big, dancing noses who dance tap, in one of the most hilarious moments of the night, after which Kovalyov's nose addresses the audience in Spanish saying "Gracias, Madrid" (Thank you, Madrid). For this occasion, The Nose is sung in Russian, with some dialogues in Spanish.

The Teatro Real Orchestra, under the baton of Mark Wigglesworth, draws the orchestral power  from the score of a young Shostakovich. The interludes, which already carry his known breathtsking style (the woodwind reminding us sometimes the first movement of his Seventh Symphony) had astonishing renditions, in a work with a great presence of percussion. The Teatro Real Chorus once again sang with their enormous voices, in a work that pushes them to the very limits of vocalisation.


The leading role was sung by the Austrian bass-baritone Martin Winkler, who sang Arabella last month in this theatre, and in previous seasons Alberich in the Ring. Winkler's guttural voice allows him to adapt to Kovalyov's grotesque persona. Kovalyov goes through endless misadventures, which the story portrays with humor. In addition, this staging also demands a physical effort for Winkler, whose character, has filthy things to do on stage, such as whining, bawling and so on, making the audience laugh. One could imagine - since he has sung it in this stage - if Alberich could be receiving in Kovalyov's troubles, the punishment for the evil he did in Wagner's epic.

From the rest of the large, and devoted cast, made up of Russian, Eastern European and Spanish singers, we could mention the veteran Polish mezzo-soprano Agnes Zwierko, who sang the role of the Old Countess, in a scene where she had to bring out her very deep low notes. Tenors Vasily Efimov as Ivan the servant, Dmitri Popov as the policeman and Dmitri Ivanchey as the nose, without having the biggest voices, do their singing job and their portraits of such caricaturesque characters make them even funnier.

At the end of the play, the famous Spanish TV-host, Anne Igartiburu, clad in a stunning red sequined costume, appears to recite (in Spanish) the conclusion of Gogol's tale, recalling the absurdity and improbability of Kovalyov's story.

This is not an opera for every kind of audience, because of its very modern musical style, and it is because of its bizarre humor, some people comparing it to Monty Python's. Some people left the hall during the performance, but many others laughed a lot with the gags and scenes. As for every masterpiece, this opera is a must-see. And the truth is, that amusement is secured.



My reviews are not professional and express only my opinions. As a non English native speaker I apologise for any mistake.
Most of the photographs are from the internet and belong to its authors. My use of them is only cultural. If someone is uncomfortable with their use, just notify it to me.
Any reproduction of my text requires my permission.

Érase un hombre a una nariz despegado: La Nariz de Shostakovich en el Teatro Real.


Madrid, 15 de marzo de 2023.

El Teatro Real continúa ampliando su repertorio, y al igual que el año pasado, empieza marzo con una moderna ópera rusa: La Nariz, de Dmitri Shostakovich. Ya hace 12 años pudimos ver su ópera magna, Lady Macbeth de Mtsensk, con la inolvidable Eva Maria Westbroek y el montaje ya clásico de Martin Kusej. Ahora, pasamos de la tragedia de Katerina Ismailova al humor absurdo de la historia del general Kovalyov, un general cuya nariz se revela y vive su vida propia, basada en el libro de Nikolai Gogol, en el que se satiriza la burocracia rusa. De ahí que esta crítica se tome la licencia de llevar un título adaptado de un célebre verso del maestro Quevedo.

Un joven Shostakovich, en una época en la que el cine de Hollywood traía aires de modernidad en los primeros años del estalinismo, y en la que el arte soviético vivía una efervescencia creativa, compuso una obra que en consonancia con las tendencias de la época, unía estilos tradicionales rusos con atonalidad. Ello no le salvó de malas críticas tras su estreno en 1929, y su obra no resurgió hasta una producción en Moscú en 1974.

Procedente del Royal Opera House de Londres, donde se estrenó en 2016, la famosa producción de esta obra por Barrie Kosky resalta el lado más gamberro, absurdo, estrambótico de la obra, creando un mundo de fantasía, en la que los personajes están caracterizados de forma colorida y fantasiosa, todos con una nariz protuberante, en una estética que recuerda a Tim Burton, aunque los personajes se muevan en un decorado gris y frío. El montaje además, hace aún más absurdo el mundo de Kovalyov, quien tiene una relación de pareja con su criado Ivan, le convierte en un personaje sucio y con poca higiene (de hecho, en una escena en la que se hurga la nariz, se descalza y se quita los calcetines, dos señoras sentadas a mi lado estaban escandalizadas), además de sufrir mucho para encontrar su nariz. Esta producción además, se caracteriza por su baile de narices, ya que un grupo de ellas baila claqué, en uno de los momentos más hilarantes de la noche, tras el cual la nariz de Kovalyov se dirige en español al público diciéndole "Gracias, Madrid". 

La Orquesta del Teatro Real, a las órdenes de Mark Wigglesworth, saca la fuerza de la partitura de un joven Shostakovich. Los interludios, que ya llevan su estilo tan potente y desgarrador (esa madera que nos recuerda a veces a las del primer movimiento de la Sinfonía Leningrado)  sonaron con especial intensidad, en una obra con mucha presencia de la percusión. El Coro del Teatro Real volvió a destacar con sus enormes voces, en una obra que las lleva al límite. 

En una obra con múltiples personajes, que cantan, declaman y en este montaje además bailan, el reparto logró una labor más coral, más en su conjunto que en particular.


Obviamente si descontamos al protagonista, el bajo-barítono austríaco Martin Winkler, habitual en este teatro, quien el mes pasado cantó Arabella y en temporadas anteriores Alberich en el Anillo. La voz gutural  y de Winkler le permite adaptarse a su grotesco personaje. Kovalyov pasa por un sinfín de desventuras, a las que la historia retrata con humor. Además, el montaje supone un esfuerzo  físico para Winkler, que se pone tan a prueba como su personaje, haciendo cochinadas en escena, lloriqueando, berreando y demás, y saliendo airoso ya que hacía reír al público. Uno podía imaginarse -ya que lo ha cantado- si Alberich no estaba recibiendo en las cuitas de Kovalyov, el castigo por el mal que hizo.

Del resto del amplio elenco, nutrido de cantantes rusos, europeos del este y españoles, la veterana mezzosoprano polaca Agnes Zwierko interpretó a la Vieja Condesa, en una escena donde tenía que sacar sus graves de ultratumba. Los tenores  Vasily Efimov como Iván el criado, Dmitri Popov como el policía y Dmitri Ivanchey como la nariz, sin tener las voces más grandes, cumplen con su cometido. 

Al final de la obra, la presentadora estrella de la televisión española, Anne Igartiburu, enfundada en un imponente traje rojo de lentejuelas, aparece para recitar el final del cuento de Gogol, recordando lo absurdo e improbable de la historia de Kovalyov.


Esta obra es y no es para todos los públicos. Lo es por su humor absurdo, irreverente, plagado de gags, y no lo es por esa misma absurdez, sumada a la intensa modernidad de la partitura. De hecho hubo algunas deserciones en el patio de butacas. Aun así, como todas las grandes obras, es importante verla, porque si hay algo que está garantizado, es la risa.


Algunas fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación  de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente. Cualquier reproducción de este texto necesita mi permiso.

domingo, 5 de marzo de 2023

The tragedy of Hagen or the Netflix Nibelung TV-saga: the new Ring staging at the 2022 Bayreuth Festival.

In 2020, a new production of  Richard Wagner's The Ring of the Nibelung, should have taken place at the Bayreuth Festival. However, the Covid-19 global pandemic prevented it, so the Festspielhaus had to close  for the first time in 69 years. Then, at the 2021 re-opening Festival, such an enterprise was considered risky, as the different Coronavirus waves still caused lockdowns in several countries, so it was postponed for the following year. Finally, in 2022 the cycle for whose performances this theatre was built, returned after a 5-year pause. In fact, Götterdämmerung was world-wide streamed by BR on August 5. But Deutsche Grammophon announced for last Fall a streaming of the complete cycle on their "Stage +" platform, letting the largely awaited production to be seen worldwide. There was a great surprise when it was announced that the young Austrian stage director Valentin Schwarz, only 33 years old, was to direct this Ring. Schwarz, a young man of his time, stated that he conceived this Ring as a Netflix TV-series. Certainly, the long duration of this cycle would fit into one or two seasons of the famous pay-per-view TV platform.

As a result, this staging wasn't not only too much of controversial -as usual in Bayreuth-, but also so disturbing that it has become one of the most booed in the Festival history. Schwarz not only strips the work of its Norse mythological essence, taking it to the present-day era, but also leaves it only with the character's psychological conflicts and intrigues, setting the story into an American mafia family TV-series or an Latin American narconovela. In addition, for the first time, it strips a Ring Bayreuth production for most of its visual impact, something always present in some way: the 1976 Chéreau production with its industrial machinery or its working class masses, the 1988 Kupfer production with its post-apocaliptic sets of lighting and futuristic sets, or the 2013 Castorf production with its Communist Mount Rushmore or the Alexanderplatz recreation. Here, only the family conflicts, emotions, jealousy, envies, rivalries and how evil is passing from generation and generation, count. The rotating stage platform depicting an elegant hall, a dilapidated patio, a glazed room and a furnished room, the staging reinforces this concept.

The staging focuses on how the different generations are involved in a spiral of ambition, violence, child abuse and alcoholism. Each generation bequeaths its wickedness and ambition to the next one. Good and evil remain within the same family, making Wotan and Alberich twin brothers. There is no ring, there is no gold, there is no magic helmet, and not many swords either.

During the Rheingold prelude, two fetuses are shown still inside their mother's womb, with their umbilical cords attached. Suddenly, one of the babies hits the other one making it bleed, and leaving it one-eyed. It is Wotan, who in this version leaves Alberich one-eyed. The original sin, the brutal competition between these two brothers takes place even before being born. The one who will bear the weight of this tragedy on their shoulders is neither Siegfried nor Brunhilda, but Hagen. He is the true victim, the true main protagonist and not the usually brutal supervillain we are used to see.

In Rheingold, the action begins in a sunny day. Close to a radiant pool, some blond children play around it while three maids, the Rhinemaidens, take care of them and play cheerfully around the pool. Suddenly Alberich appears, who in his attempt to be noticed and to flirt with the maids, is humiliated by the children. Isolated from everyone, there is a dark-haired, Asian-like boy with a yellow shirt. Nobody pays attention to him, he could even be autistic. It is Hagen, whom Alberich kidnaps. He is the stolen gold from the Rhine, the potential instrument of revenge, since Alberich will pass on all his violence to him. The second scene takes place in a modern and luxurious house, where the Gods, here members of a rich and powerful criminal family, have fun. The giants are other gangsters, perhaps the architects of the house, coming to get their payment with the young and beautiful Freia. Erda is present throughout the second scene even if she doesn't say anything, as she is the housekeeper, who will later burst in in the fourth scene. The Nibelheim is a glazed kindergarten room, where eight girls draw while little Hagen torments them. Mime is suspiciously affectionate with girls, and as will be seen later in Götterdämmerung, this Ring brings to the Bayreuth stage the terrible problem of child abuse and violence against children. Violence in childhood is a breeding ground for criminality, and proof of this is how the child Hagen is allowed to use guns against Mime and the gods. In the end, the exchange will be between the giants, who take Hagen, and Erda, who takes one of the Nibelheim girls. In the end, Wotan celebrates his triumph.

In Walküre, at Hunding's house patio, a tree falls in the middle of the storm, and while Hunding (apparently a policeman) goes to fix the damage, Siegmund appears as a fugitive burglar, and probably Sieglinde's lover. Sieglinde is already pregnant by Siegfried, which suggests that before the action the Welsungs might already have met. Nothung is not a sword, but a gun. In the second act, Freia has died and the Valkyries attend her funeral. The remaining good, virtue in that family has died. Brünnhilde is a strong-bearing amazon, somewhat taken of a Latino soap opera. In the third act, the Valkyries are mature ladies who appear bandaged, because of  the cosmetic surgeries they have just had. They even flirt with the male staff. It is shocking that a waiter starts to dance cheerfully while Brünnhilde asks for help for Sieglinde, who has just given birth to her baby. Here we already see Grane, who is Brünnhilde's partner. The finale is one of the most successful moments of the production, Wotan, with the stage almost empty, appears alone and lying on the ground while singing his final monologue, as if he has decided to change his life. Shortly after, Fricka (present in act two as the scheming stepmother who pulls the strings of the saga) appears and has a toast with Wotan during the magic fire music, but he finally decides to break with her, and as the curtain falls, he deserts her. The god has definitely broken with any link from his former life.

Siegfried is possibly the most successful staging, because it does not deprive the hero of his mischievous, umpleasant nature. The first act begins on Siegfried's birthday, in the same dilapidated house which belonged to Hunding. Mime, dressed as Mickey Mouse in the Disney's film Fantasia, appears playing, again suspiciously with various handmade dolls. Siegfried is an alcoholic, hooligan teen who eats wok and does not renounce his barbarism. In fact, during the Forging scene he is constantly playing and destroying everything in the house, since under the crutch that Mime uses, lies the sword with which he breaks absolutely everything. Wotan appears with two bodyguards during the asking contest, but  despite all, he seems to no longer appear what he used to be. Act Two takes place in the great hall, but now Fafner appears as a dying old man, and Hagen, now an adult, is his nurse, just as the Forest Bird. Alberich and Wotan are present throughout the action, and during the Forest Murmurs scene, the hero plays with the nurse-bird. The confrontation with Fafner is a fight in which the giant dies of a heart attack. As in the original, Mime prepares a concoction of alcoholic beverages with which he tries to poison the hero, but he realizes and kills him. In the third act, the most successful of the entire production, Erda appears as a blind beggar, and makes her entrance with her daughter, probably a norn. Wotan confronts her. Siegfried enters the scene not with the bird, but Hagen, and both confront the god, taking his weapon. The music of the magic fire marks the entrance of Brünnhilde, all bandaged, and Grane behind her. Siegfried does show fear when he sees himself before Brünnhilde, while he removes the bandages and discovers that "the warrior" is a woman. She wakes up kissing him. During the love duet one can see the chemistry, the feeling between the characters, the passion and radiant love in the libretto that Schwarz has respected.

Götterdammerung takes place years later, and Siegfried and Brunnhilde, now matured, have had a little girl, while Grane has remained by their side as a major-domo. During the Prologue, the norns appear as nightmarish creatures. The couple split up, thus portraying on stage the drama of a broken marriage with children involved. In  Act One, the luxurious mansion is occupied by the Gibichs, a family of vulgar, kinky nouveaux riches. Hagen seems to be between resentful and apathetic. The prelude to act two is an incredible moment as it shows Hagen alone, reflecting on his troubled life. Now, in addition to Hagen, there is a new victim, the daughter of Siegfried and Brünnhilde, who is mistreated by her step family. The Gibichungs choir is a group of sinister hooded people wearing Wotan masks. The final act is the most powerful: at the bottom of a dirty pool, formerly the glittering one in Rheingold, the Daughters of the Rhine, now turned into old prostitutes, Siegfried and his daughter are trying to fish in a puddle. Hagen murders Siegfried with a razor, and after a touching farewell scene to his daughter, the hero dies. Whereupon, Hagen invites his daughter to leave the scene. But death does not stop: the girl dies after being touched by the daughters of the Rhine, Brünnhilde, who has received Grane's beheaded head, kisses it and awaits death, by lying alongside her husband's corpse. Hagen leaves the scene, looking around sadly: his tragedy is over, but of his  family he appears to be the only survivor. At the finale, a projection shows the two fetuses from the early beginning, appearing now  reunited and embraced. Maybe history will repeat itself, maybe there will be a new opportunity for the next generation, maybe everything returns to the same point where it started...

Due to illness of the announced Pietari Inkinen, the maestro Cornelius Meister, coming from Stuttgart, where he has obtained excellent reviews conducting the Ring, takes his place leading the orchestra. With an orchestra as powerful, brilliant, mesmerising, as the  Festival's one, Meister shouldn't have had too much trouble to excel. Instead, the orchestral direction was between the mere accompaniment and some inspired moments as in Siegfried, whose acts 2 and 3 were memorable, and during the latter, the final love duet was exciting and vibrant. But this doesn't compensate the not very enthusiastic conducting for most of the cycle. Indeed, he was strongly booed at the end of Götterdämmerung.

But if what was seen, displeased part of the public, what was heard did not make up for it: the cast could be considered the lightest one ever heard in this epic at a Bayreuth production, despite some exceptions.

Andreas Schager  undoubtedly leads the cast, with his incredible Siegfried, full of energy, with the ability show vocal resistance during the show. Despite the fact that he ends somewhat tired at the end, but with his youthful tone and at the same time his acting portrait of the hooligan and immature hero. Clay Hilley, replacing Stephen Gould, played the hero in Götterdämmerung, with his youthful but at the same time baritonal and vigorous voice proving to be a promising star. As Brünnhilde, Iréne Theorin sang  for Walküre and Götterdämmerung, and Daniela Köhler for Siegfried. Théorin is no longer at her prime, and her now worn voice and shouted projection requires her experienced stage presence to compensate. Köhler, on the other hand, did stand out, with her lyric voice, and her youthful, clear tone in his brief but intense intervention at the final love duet in Siegfried. Wotan was played in Rheingold by Egilis Silins, whose very mature voice did not match the young god of the Prologue. On the otherjourneys, the role was performed by the leading singer in it today, the Polish bass-baritone Tomasz Konieczny, who is better at Siegfried, where he plays a mature man in decline, with a full voice, than in Valkyrie, where the voice it sounds guttural when it transmits the impetus of the god, although the final Farewell monologue was moving. As an actor, he does know how to convey the most human and fragile side of the character. Olafur Sigurdarson as Alberich performs well the acting of this villainous role, but he is vocally light, so his Alberich is neither scary or sinister. On the other hand, Arnold Bezuyen as Mime did sound like a repulsive dwarf, with his spieltenor tone recreating a weak in appearance, but dangerous villain due to his hypocritical nature. Lise Davidsen is an excellent Sieglinde, with her distinctive old-school voice, that , dramatic tone that sets her above many of the lighter-sounding Wagnerians out there today. Also, Davidsen is a great actress. Klaus Florian Vogt as Siegmund sings this role with his bright, youthful voice, but that freshness isn't the most suitable for a fugitive hero, whose Wälse, Wälse from Act one are the most dull in Bayreuth history. Georg Zeppenfeld is an excellent Hunding, although some brutality of the character was missing. Bass-Baritone Albert Dohmen, has been able to prevail as Hagen, with his vocal projection and his dramatic tone, despite not being a dark bass as this role requires, in addition to his performance that fills his character with pessimism. One of the big surprises has undoubtedly been Elisabeth Teige. This Norwegian soprano also has a dramatic voice, which stands out with its beautiful dark tone, which explains why her appearances as Gutrune and Freia were among the best of the complete cast.

Christa Mayer as Fricka and Waltraute has a pleasant tone, but her voice results light compared to other colleagues. The same happens with Okka von der Damerau as Erda, a mezzo-soprano with a rather light tone, which does not fit very well with the mystical voice of the goddess, although the low voice is appreciable in Siegfried, without astonish much. Daniel Kirch is a more comical Loge with his light voice than heroic. Attilio Glaser did sing the brief role of Froh with a beautiful lyrical tenor voice. Alexandra Steiner was a nice-voiced little bird. Wilhelm Schwinghammer as Fafner had a better intervention in Siegfried, but far from the substance of other colleagues. The rest of the gods, giants, norns, valkyries and daughters of the Rhine were at the same correct level but they did not leave an impression on the listener either.

Like any Bayreuth production in its first season, this production has generated a big division of opinions among the audiences, although there have been several negative responses among the critics. Much to the surprise of Schwarz himself, the staging was received with very loud boos and a strong protest. Next season, the conductor  Inkinen will return, and we trust that the production will improve and polish details even if they are no longer televised by streaming. Let's also hope that the cast will electrify and move us as it should be in this epic.

My reviews are not professional and express only my opinions. As a non English native speaker I apologise for any mistake.
Most of the photographs are from the internet and belong to its authors. My use of them is only cultural. If someone is uncomfortable with their use, just notify it to me.
Any reproduction of my text requires my permission.

La tragedia de Hagen, la saga televisiva de una familia: el nuevo y perturbador Anillo de Bayreuth.

En 2020, debería de haber tenido lugar una nueva producción del Anillo wagneriano en el Festival de Bayreuth. Sin embargo, el Covid-19 lo impidió, haciendo que cerrase por primera vez en 69 años. Luego en la apertura de 2021 se optó por la cautela y se pospuso la reapertura para el verano de 2022.  Y así, volvía la saga wagneriana tras 5 años de ausencia. De hecho, ya pudimos ver en vídeo el Ocaso de los Dioses gracias a BR Klassik. Aun así, Deutsche Grammophon anunció para el otoño del año pasado un streaming del ciclo completo en su plataforma Stage +, haciendo accesible al mundo la enorme expectativa que siempre hay en torno a un nuevo Anillo en la colina verde. 

Mucha fue la sorpresa cuando se supo que el joven director de escena austríaco Valentin Schwarz, de tan solo 33 años, iba a dirigir este Anillo. Ya antes de que se alzase por primera vez el telón, Schwarz, un hombre de su tiempo, anunció que concebía este Anillo como una serie televisiva de la famosa plataforma de pago Netflix. Ciertamente, la duración del ciclo daría para hasta dos o tres temporadas de cualquier serie. 

El resultado es, además de controversial como siempre en Bayreuth, una puesta en escena tan perturbadora que sin duda la ha llevado a convertirse en una de las más abucheadas de la historia. Schwarz, como también es ya costumbre, despoja a la obra de su esencia mitológica, dejando al descubierto únicamente a los personajes con sus intrigas y emociones, llevando esta base al mundo decadente de una corrupta y poderosa familia mafiosa de un serial televisivo, incluso una narconovela latinoamericana. Y también le quita al Anillo su impacto visual, algo siempre presente de algún modo en las producciones del ciclo en Bayreuth: no aparece por ningún lado la espectacularidad del acto segundo como la retrataba Chéreau, ni el entramado posindustrial y apocalíptico de un Kupfer o los imponentes decorados giratorios del Berlín del siglo XX de Castorf. Aquí, solo cuentan las intrigas y la ambición de los personajes, recordando más en ambientación a un montaje de un teatro más pequeño que a una grandilocuente producción de las que se hacen en Bayreuth, sin renunciar a su capacidad técnica, usando como decorado giratorio los mismos cuatro escenarios: un gran salón de estar, una habitacion amueblada, el patio de una casa destartalada y un salón acristalado. A lo largo de ellos transcurre el drama, una alegoría de cómo el mal se transmite de generación en generación. 

La puesta en escena se centra en cómo las generaciones por las que transcurre la historia se ven envueltas en una espiral de ambición, violencia, trata de niños y alcoholismo. Cada generación lega a la siguiente su maldad y su ambición. El bien y el mal quedan dentro de una misma familia, convirtiendo a Wotan y Alberich en hermanos mellizos. No hay anillo, no hay oro, no hay casco mágico, y tampoco muchas espadas.  

Durante el preludio de El Oro del Rin, se muestra a dos bebés aún dentro del vientre de su madre, con el cordón umbilical. De repente, uno de los bebés golpea al otro haciéndolo sangrar, y dejándolo tuerto. Es Wotan, quien en esta versión deja tuerto a Alberich. El pecado original, la competencia brutal entre estos dos hermanos tiene lugar desde antes de nacer. Y quien llevará sobre sus hombros el peso de esta tragedia no son ni Sigfrido ni Brunilda, sino Hagen, quien en esta versión es la gran víctima, el verdadero gran protagonista y no el supervillano de siempre. 

En el Oro del Rin, la acción comienza en una piscina, unos niños juegan en torno a ella mientras que tres sirvientas, las hijas del Rin, cuidan de ellos. De repente aparece Alberich, quien en su intento de hacerse notar es humillado por los niños. Finalmente, apartado de todos, hay un niño con una camiseta amarilla. Nadie le presta atención, incluso podría ser autista. Es Hagen, a quien Alberich secuestra. Es él el Oro del Rin, el potencial instrumento de venganza, ya que Alberich le transmitirá toda su violencia. La segunda escena transcurre en una moderna y lujosa casa, donde los Dioses, aquí miembros de una rica y poderosa familia criminal, se divierten. Los gigantes son otros mafiosos, quizá los arquitectos de la casa, vienen a cobrarse el pago con la joven y bella Freia. Erda está presente en toda la segunda escena aunque no diga nada, pues es el ama de llaves, quien luego irrumpirá en la cuarta escena. El Nibelheim es una guardería, donde ocho niñas dibujan mientras que el pequeño Hagen las atormenta. Mime es sospechosamente cariñoso con las niñas, y como luego se verá en el Ocaso, este Anillo lleva a escena a Bayreuth la problemática del abuso y violencia contra los niños. Porque la violencia en la infancia es un caldo de cultivo para la criminalidad, y prueba de ello es como al niño Hagen le dejan usar armas de fuego contra Mime y los dioses. Al final, el intercambio se hará entre los gigantes, que se llevan a Hagen, y Erda, quien se lleva a una de las niñas del Nibelheim. Al final, Wotan celebra su triunfo. 

En La Valquiria, en la casa de Hunding, aparentemente un policía, un árbol cae en medio de la tormenta, y mientras Hunding va a arreglar los daños, aparece Siegmund como un delincuente. Sieglinde ya está embarazada de Sigfrido, lo que da a pensar que antes de la acción los welsungos ya podrían haberse conocido. Nothung no es una espada, sino una pistola. En el segundo acto, Freia ha muerto y las valquirias asisten a su funeral. Lo poco bueno de esa familia ha muerto. Brunilda es una amazona de porte recio, sacada de una telenovela. En el tercer acto, las valquirias son unas señoras maduras que aparecen con las caras vendadas de las cirugías estéticas que se han hecho. Incluso flirtean con el personal masculino. Llama la atención que un camarero se ponga a bailar mientras Brunilda pide ayuda para Sieglinde, quien ya ha tenido a su hijo. Aquí ya vemos a Grane, quien es pareja de Brunilda. Con ella desaparecerá en la oscuridad al final. El final es uno de los momentos más logrados de la producción, Wotan, con el escenario casi vacío, aparece en solitario y tumbado en el suelo mientras canta su monólogo final, como si el dios entrase en un momento de cambio en su vida. Poco después, Fricka (presente en el acto segundo como la malvada madrastra que mueve los hilos de la saga en esta jornada) aparece y brinda con Wotan durante la música del fuego mágico, pero finalmente decide romper con ella, y el telón cae mientras se aleja, abandonándola. El dios rompe con su vida de capo de la familia. 

Sigfrido es posiblemente la más lograda de todas las jornadas, porque no renuncia a la esencia del antipático héroe. El primer acto arranca en el cumpleaños de Sigfrido, en la misma casa destartalada de Hunding. Mime, vestido como Mickey Mouse en la película Fantasía, aparece jugando con diversos muñecos. Sigfrido es un joven gamberro y alcohólico, que come wok y que no renuncia a su barbarismo. De hecho, se pasa el final del acto destrozando la casa, ya que debajo de la muleta que usa Mime, esta la espada con la que se carga absolutamente todo. Wotan aparece con dos escoltas en el torneo del saber, pero ya no es el que era. El acto segundo transcurre en el gran salón, pero ahora Fafner aparece como un anciano moribundo, y Hagen, ya un adulto, es su enfermero, al igual que el pajarillo del bosque. Alberich y Wotan están presentes durante toda la acción, y en los murmullos del bosque el héroe juega con la enfermera-pajarillo. El enfrentamiento con Fafner es una pelea en la que el gigante muere de un infarto. Sí que podemos ver, como en el original, que Mime prepara un potingue de bebidas alcohólicas con el que intenta envenenar al héroe, pero este se da cuenta y le mata. En el acto tercero, el más logrado de toda la producción, Erda aparece como una pordiosera ciega, que aparece con una hija suya, y Wotan la confronta. Sigfrido entra en escena no con el pájaro, sino con Hagen, y ambos enfrentan al dios, quitándole el arma. La música del fuego mágico supone la entrada de Brunilda, toda vendada, y Grane detrás de ella. Sigfrido realmente muestra temor al al verse ante Brunilda, mientras le quita las vendas y descubre que es una mujer. Ella se despierta dándole un beso. Durante el dúo de amor se puede observar la química entre los personajes, la pasión y el amor desbordante que Schwarz ha tenido a bien respetar.

El Ocaso de los Dioses transcurre años más tarde, y Sigfrido y Brunilda tienen una niña, mientras que Grane ha seguido a su lado. Durante el prólogo las nornas aparecen como unas criaturas de pesadilla, y los protagonistas se separan, dejando Sigfrido a Brunilda y a la niña desamparadas, reflejando en escena el atroz drama de una separación con niños de por medio. Ahora la mansión lujosa la ocupan los Gibich, una familia de nuevos ricos de barrio, totalmente vulgares. Hagen aparece entre resentido y apático. El preludio del acto segundo es un momento increíble ya que muestra a Hagen en una reflexión sobre su vida. Ahora, además de Hagen hay una nueva víctima, la hija de Sigfrido y Brunilda, quien es maltratada por su familia postiza. El coro de Gibichungos es un grupo de encapuchados siniestro con máscaras de Wotan. El acto final es de lo más potente: en el fondo de una sucia piscina, otrora la reluciente del prólogo, las Hijas del Rin, unas viejas prostitutas, ven a Sigrfido y su hija intentando pescar en un charco. Hagen asesina a Sigfrido con una navaja, y tras una despedida conmovedora de su hija, el héroe muere. Tras lo cual, Hagen invita a su hija a dejar la escena. Pero la muerte no se detiene: la niña muere tras ser tocada por las hijas del Rin, Brunilda, quien ha recibido la cabeza decapitada de Hagen, la besa y espera la muerte ante el cadáver de su esposo. Hagen abandona la escena, mirando con pesadumbre a su alrededor: su tragedia ha terminado, pero de su familia él es casi el único superviviente. Al final de la obra, se ven de nuevo los dos fetos unidos y abrazados del inicio. Quizá se repita la historia, quizá haya una nueva oportunidad para la próxima generación, quizá todo vuelva al mismo punto donde empezó. 

Pero si lo que se vio disgustó a parte del publico, lo que se escuchó no compensó sobradamente, incluso el reparto puede considerarse como el más ligero que se haya oído en Bayreuth para este ciclo, salvo excepciones.

Por enfermedad del previsto Pietari Inkinen, el maestro Cornelius Meister, procedente de Stuttgart, donde ha obtenido brillantes críticas dirigiendo el Anillo, toma su lugar en la orquesta de la colina verde.  Con una orquesta tan impresionante como la del Festival, Meister no lo tenía muy difícil. En cambio, la dirección orquestal estuvo entre el mero acompañamiento y algunos momentos inspirados como en Sigfrido, cuyos actos 2 y 3 fueron memorables, y de este último, el dúo de amor fue emocionante y vibrante. Pero ello no le libró de abucheos al final del Ocaso.

Andreas Schager se coloca sin duda a la cabeza del reparto, con su increíble Sigfrido, lleno de energía, con capacidad para resistir la obra, pese a que al final termina algo cansado, y con su timbre juvenil y al mismo tiempo su interpretación actoral del héroe gamberro e inmaduro. Clay Hilley, sustituyendo a Stephen Gould,  interpretó al héroe en el Ocaso, con su juvenil pero al mismo tiempo baritonal y vigorosa voz, resultando una voz prometedora. Como Brunilda, se alternaron Iréne Theorin para Valquiria y Ocaso, y Daniela Köhler para Sigfrido. Théorin ya no está en su mejor momento, y la voz ya desgastada y la emisión gritada requieren de su garra y presencia en escena para compensar. Köhler en cambio sí que destacó por su lirismo vocal y sus agudos en su breve pero intensa intervención al final de la segunda jornada.  Wotan fue interpretado en el Oro por Egilis Silins, cuya muy madura voz no casaba con el joven dios del prólogo. En las demás jornadas la interpretó el cantante de referencia hoy día en este rol, el polaco Tomasz Konieczny, a quien se le da mejor Sigfrido, donde interpreta a un hombre maduro en decadencia, con una voz plena, que en Valquiria, donde la voz le suena gutural cuando transmite el ímpetu del dios, si bien el adiós del final fue conmovedor. Como actor sí sabe transmitir el lado más humano y frágil del personaje. Olafur Sigurdarson como Alberich resulta ligero vocalmente. En cambio Arnold Bezuyen como Mime sí que sonó como un enano repulsivo, con su timbre de spieltenor que recrea a un villano débil pero peligroso debido a su naturaleza hipócrita. Lise Davidsen es una excelente Sieglinde, con su peculiar voz con ecos de la vieja escuela, ese timbre grueso, oscuro y dramático que la sitúa por encima de muchas wagnerianas de sonido más ligero que hay en la actualidad. Además, Davidsen es una gran actriz.  Klaus Florian Vogt como Siegmund vuelve con su voz brillante y juvenil, pero esa frescura no es la más idónea para un héroe fugitivo, cuyos Wälse, Wälse del acto primero son los más imanes que se recuerdan. Georg Zeppenfeld sí ha sido un excelente Hunding, aunque se echaba en falta alguna brutalidad del personaje. Albert Dohmen, pese al recelo inicial, ha podido imponerse como Hagen, con si proyección vocal y su timbre dramático, además de su interpretación que llena de pesimismo a su personaje. Una de las grandes sorpresas ha sido sin duda Elisabeth Teige. Esta soprano noruega tiene también una voz dramática, que se hace notar con su bellísimo timbre oscuro, de ahí que sus intervenciones como Gutrune y Freia fueran de lo mejor del reparto. Christa Mayer como Fricka y Waltraute tiene un timbre agradable, pero su ligereza en comparación con otras colegas adolece de falta de enjundia. Lo mismo ocurre con Okka von der Damerau como Erda, una mezzosoprano de timbre más bien ligero, que no encaja bien con la mística voz de la diosa, aunque los graves sean apreciables en Sigfrido, sin impresionar mucho. Daniel Kirch es un Loge más cómico con su voz ligera que heroico. Raro es ya el heldentenor que acomete al semidiós del fuego. En cambio, Attilio Glaser sí que cantó el breve rol de Froh con una bella voz de tenor lírico. Del mismo modo Alexandra Steiner fue un pajarillo de voz agradable. Wilhelm Schwinghammer como Fafner tuvo una mejor intervención en Sigfrido, pero alejado de la enjundia de otros colegas. El resto de dioses, gigantes, nornas, valquirias e hijas del Rin estuvo al mismo nivel correcto pero tampoco que dejase huella en el oyente.

Como toda producción en su primer año, esta producción ha generado división de opiniones entre el público, aunque ante la crítica ha habido mayoritariamente respuestas negativas, especialmente en la española.  Los abucheos fuertes de todo primer año han sido esta vez especiales, incluso para sorpresa del propio Schwarz. El año que viene se reincorpora el director Inkinen, y confiamos en que la producción mejore y pula detalles aunque ya no se televisen por streaming. Esperemos también que el elenco nos estremezca, electrice y conmueva como debe ser en esta obra.

Las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación  de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente. Cualquier reproducción de este texto necesita mi permiso.