domingo, 29 de mayo de 2022

La tragedia del destierro, desde una infantil mirada: El Cielo de Sefarad en el Teatro de la Zarzuela.

Pocos pueblos han sufrido tantas persecuciones como el judío. Desde que se originó la diáspora hace casi dos milenios, durante todo ese tiempo han permanecido en el viejo mundo, sufriendo expulsiones, pogromos y segregación. Y sin embargo, no se entienden la historia, la ciencia y el arte de Europa sin los judíos. Dicha realidad se hace más patente si cabe en la España medieval. En nuestro país, al que los judíos llamaban "Sefarad", este pueblo vivió una de las etapas más prósperas de su historia. Primero bajo el Al-Andalus islámico y después con los cristianos, en los pocos siglos que precedieron a la expulsión de 1492 por parte de los Reyes Católicos. 

De esta historia se hace eco la prestigiosa compañía de títeres hispano-canadiense Claroscvro Teatro, de fama mundial, y que ya ha producido tres espectáculos para niños en el marco del programa didáctico del Teatro de la Zarzuela, que realiza actividades en el ambigú. Este año nos traen "El Cielo de Sefarad", una historia sobre una niña judía sefardí, Noa, quien viven la tragedia de la expulsión, una historia contada con ternura pero al mismo tiempo con la contundencia del drama que supone la expulsión. Y de acompañamiento, música sefardí como también de los cristianos: piezas del famoso Cancionero de Palacio del siglo XV y otras obras de esa misma  época. Con dirección de escena de Larisa Ramos, unida a los creadores de la compañía, Julie Vachon y Francisco de Paula Sánchez, quienes ponen voz a los títeres y también actúan, con acompañamiento musical de Enrique Pastor y María José Piré, quienes interpretan instrumentos como cítola, laúd, vihuela, flauta, percusión y fídula.

El ambigú se ve dominado por un retablo en el que aparece un paisaje de una ciudad medieval, dominada por la iglesia, y el cielo estrellado. Los artistas, vestidos de época, completan el reparto junto a los títeres de Noa, su gato y sus amigos. Claroscvro pretende que sus producciones sean didácticas, y la música es un elemento narrativo importante, que complementa esa misión. En este caso, la idea es enseñar a los más pequeños la tolerancia, el respeto a los demás, y que nadie debe de ser discriminado por su religión o por su etnia. Y pocos mejores ejemplos en escena que la terrible expulsión de los judíos de España en 1492, uno de nuestros más grandes dramas humanos.  

En una ciudad española (que luego se revelará que es Toledo), una niña judía sefardí, Noa, disfruta de la compañía de sus amigos, Pedro, un niño cristiano, y Fátima, una niña morisca, y de las sabrosas comidas que le hace su abuela. Sin embargo, un día, mientras esperan la visita del juglar, se anuncia que los judíos serán expulsados de España. Noa se encuentra de repente con una realidad difícil de asimilar para ella: ¿por qué deben irse los judíos si son tan españoles como el resto? Desde los ojos de una niña vemos la segregación que sufren los sefardíes: no pueden llevar colores alegres, deben llevar un distintivo rojo cuando salen del gueto, e incluso los cristianos no ven con buenos ojos el relacionarse con ellos, aquí los adultos son los que discriminan más abiertamente que los más pequeños. Junto a Noa, otro protagonista se asoma: Don Gato, un gatito negro que también sufre las iras de los humanos, quienes le acusan de diablo. Él servirá de consuelo a Noa, a quien le explica que la superstición está detrás de las persecuciones, como cuando los gatos fueron liquidados, se multiplicaron las ratas y se prolongó una pandemia: la Peste Negra, de la que se culpará a los judíos de envenenar el agua, con los tristemente famosos pogromos del siglo XIV como consecuencia. Ante la inevitable tragedia, Noa deberá irse, junto a su madre y su abuela, ya que su abuelo, un médico muy sabio, elige quedarse en Sefarad. Pero el deseo de Noa es recordar toda su vida aquí, y llevarla consigo allá donde vaya. 

Aun siendo una obra para niños, contada con ternura, no deja de contar una tragedia: el drama del exilio. Como bien dijo en los aplausos finales el director, un escritor judío le contó que si no se conoce la oscuridad, luego no se sabe cómo afrontarla, porque un día llega. Durante la historia, muchos pueblos han sido y siguen siendo expulsados de sus casas, y muchas Noas ha habido dentro de ellos, preguntándose por qué. Pero como bien le dice su abuelo, aunque no se vaya, debe de seguir amando a España. Y así se despidió Claroscvro, con un mensaje de amor al pueblo sefardí, con el aplauso del público asistente, que no llenaba del todo la sala, aunque esta ya estuvo llena en las funciones escolares y en las dos que salieron a la venta en un principio y estuvieron agotadas desde hace tiempo. La emoción se palpaba entre el público, incluso hubo quien derramó lágrimas.

La expulsión de Sefarad (que así se sigue llamando a España en hebreo moderno) supuso un trauma tremendo para este pueblo que allá donde se asentó, siguió llevando a su tierra en su corazón, creando una cultura de añoranza y un amor sin rencores que sigue permaneciendo en los corazones de los descendientes de los judíos sefardíes en todo el mundo, a quinientos veinte años de aquél fatal destierro.

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sábado, 14 de mayo de 2022

El enorme potencial de la ópera española, en un divertido romance colonial: Don Gil de Alcalá en el Teatro de la Zarzuela.

Madrid, 13 de mayo de 2022.

España no alcanzó a tener una ópera nacional como la tuvieron Italia, Francia, Alemania, Chequia o Rusia. Y cuando tuvo la oportunidad para hacerlo, el público estaba más centrado a la vanguardia internacional que en crear una propia. En parte por ello, ese vacío lo llenó la zarzuela, que se convirtió en nuestro género lírico por antonomasia. Cuando pensamos en teatro musical lírico en lengua castellana, nos viene a la mente la palabra "zarzuela." Sin embargo, hay óperas españolas importantes, y muchos de los maestros del género también compusieron óperas. Y esas óperas españolas han sido muchas veces etiquetadas erróneamente como zarzuelas.  Manuel Penella compuso óperas tan importantes como El Gato Montés, que incorporaba influencias del verismo. Don Gil de Alcalá también es una de ellas, ya que dado su enorme éxito, ha sido incorporada al repertorio como una zarzuela más. 

Estrenada en 1932, esta obra ha sido catalogada por el propio Penella como una ópera de cámara. Ciertamente, con una orquesta de cuerda y arpa, puede parecerlo, así como música en parte inspirada en la del siglo XVIII, época en la que transcurre la obra. Pero en gran parte, es una obra con tintes veristas, modernos, y de gran belleza en los momentos más íntimos. El primer acto y el preludio del segundo son una auténtica delicia, así como los dúos de la protagonista o la famosa Habanera. La historia transcurre en el México colonial, entonces llamado el Virreinato de Nueva España. El vocabulario de los criados Maya y Chamaco, nos sitúa en el ambiente popular del país azteca (naturalmente desde el punto de vista estereotipado del mexicano de a pie que vemos en las películas y las telenovelas), donde curiosamente Penella murió en 1939, en Cuernavaca. Una comedia romántica con un ambiente exótico, casi orientalista, algo que seguía atrayendo al público que vio por primera vez la obra en su estreno en Barcelona hace 90 años. 

Don Gil de Alcalá llega al Teatro de la Zarzuela con una producción procedente de Oviedo, dirigida por Emilio Sagi, y con escenografía de Daniel Bianco, director del Teatro de la Zarzuela. Hay algo mágico en este tándem. Que dos responsables de escena y al mismo tiempo directores artísticos (Sagi lo fue en el Teatro Real y Bianco lo es en la Zarzuela) trabajen juntos en montajes donde la elegancia y lo onírico dominan lo que ve el espectador.  Nada más entrar, un dieciochesco mapa francés del Virreinato de Nueva España recibe al espectador, un telón que se transparenta antes de levantarse, y dar comienzo a la obra. El borde del escenario está recubierto por unos relucientes escalones dorados ¿una alusión al oro americano extraído por la Monarquía Hispánica (el nombre oficial de España por entonces) en plena época colonial? Esta producción tiene un único decorado: un patio de un edificio colonial en medio del escenario, o más bien su estructura, rodeado por una espaciosa habitación, a través de la cual entra la luz del día. Este decorado se adapta para recrear el salón donde tiene lugar la fiesta del cuadro segundo del primer acto, con un fondo de un telón rojo, o el precioso bosque que se ve al fondo cuando tiene lugar la Habanera, a la vez que los candelabros (algo ya visto en el I Puritani de Sagi y Bianco en el Real) descienden hasta el suelo cuando tiene lugar el famoso número. La iluminación de Eduardo Bravo, de tonos anaranjados, evoca el clima tropical, el sol exuberante del nuevo mundo. El bello vestuario de Pepa Ojanguren es colonial, pero no necesariamente dieciochesco en el caso del gobernador o de Don Diego, aunque sí lo es para las mujeres y para Don Gil y Servando.

Ayer por la mañana, el mundo lírico se despertó con la triste noticia de que la mezzosoprano Teresa Berganza, legendaria cantante y embajadora por antonomasia del género, falleció a la edad de 89 años. Una pérdida lamentada por todos los aficionados del mundo. Por eso, antes de empezar la función, Daniel Bianco salió a escena para leer un emotivo discurso de homenaje a nuestra llorada diva. Como bien dijo, aunque lo normal en estos casos es un minuto de silencio, Berganza se merecía un fuerte y sentido aplauso del público, algo que éste dio sin rechistar por razones obvias. No pude ver, por edad, a Berganza, pero soy plenamente consciente de su importancia para nuestra música. Siempre la recordaremos.

Lucas Macías dirige a la Orquesta de la Comunidad de Madrid, la Titular de la Zarzuela, en una interpretación destacable. Ya había visto a Macías dirigir a la Filarmonía de Oviedo en una Primera Sinfonía de Mendelssohn para el recuerdo en el verano de 2020, y aquí confirma de nuevo su eficaz labor. Macías consigue engrandecer a la pequeña orquesta, en momentos tan hermosos como los preludios orquestales, donde hace que parezca más grande, e incluso hacer brillar a las cuerdas en los momentos de inspiración mozartiana. El interludio orquestal en el primer acto fue memorable. El contrabajo también tuvo momentos de lucimiento en esta ocasión. Uno se pregunta  qué podría hacer un crossover como Minkowski con esta obra. El coro, por otra parte, tuvo una destacada intervención por parte del sector femenino, especialmente en el coro de apertura.  

El rol protagonista recae en Celso Albelo, quien también protagoniza, valga la redundancia, estas funciones. Albelo mantiene su poderosa voz, su gallardo tono, su forma exquisita de cantar y frasear (que las aprendió de su maestro, el mítico Alfredo Kraus) y sus aún potentes agudos, con los que en ocasiones aún se engulle a todo lo que tiene por delante. Muy aplaudido en el primer dúo con Niña Estrella, momento en el que sacó a relucir toda su técnica antes descrita, y también nos obsequió con una linea de pianissimo exquisita en el dúo del acto segundo.

Sabina Puértolas interpreta a Niña Estrella, en una interpretación que fue a más a medida que proseguía la función, empezando un primer acto con un tono un poco nasal, que luego fue puliéndose en el segundo acto.

Los años no pasan por Simón Orfila: ni en lo vocal y casi que diría ni en lo físico. Como el Sargento Carrasquilla lo dio todo en escena: la voz sigue siendo imponente, una proyección segura y una vis cómica que le convierte en un referente en roles bufos. 

Carlos Cosías fue un excelente Chamaco, con una voz estupenda, y un canto impecable, además de transmitir la hilaridad de su personaje. Igualmente la Maya de Carol García, excelentemente cantada y actuada. Manel Esteve fue un Don Diego con buena técnica y con voz aseada, si bien como actor sí que transmite bien el despecho de su personaje. 

Del resto del reparto, poco que añadir salvo que estuvo en el mismo e inspirado nivel: desde la gran abadesa de María José Suárez, el potente David Sánchez como el Padre Magistral o el destacable Gobernador de Miguel Sola, todos ellos formaron parte del gran espectáculo.

Parte de que el público general actual, allende el melómano u operómano medios, a veces siga confundiendo ópera española con zarzuela quizá puede deberse a que es el Teatro de la Zarzuela, y no el Teatro Real, el que se encarga de programarlas, ya que el teatro de la Plaza de Oriente  inexplicablemente no se anima a hacerlo. No ya con esta obra que parece encajar mejor en un escenario más pequeño, sino con otras más grandes como Marina, El Gato Montés o La Vida Breve (la útlima vez en el Real, en 2001). 

Como bien dice el diario ABC, este año la ópera española, y una gran ópera pese a su pequeño formato, está en el teatro de la calle Jovellanos. Curiosamente, no se ha llenado el aforo, en el que parece que se trata del espectáculo de la temporada 2021-22 de este teatro. El público (entre el que se encontraban familiares de Penella) se rió a carcajadas en los momentos más desternillantes, sobretodo el final, y aplaudió al elenco con entusiasmo, especialmente a Celso Albelo. 

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domingo, 1 de mayo de 2022

Let's discover all about the Almavivas. And no mask! Le Nozze di Figaro at the Teatro Real, Madrid.

Madrid, April 21 and 30, 2022.

It is widely known that Mozart's Le Nozze di Figaro is one of the most celebrated operas worldwide. However, the enthusiasm it raises in the Teatro Real in Madrid, has no equal in the rest of Spain: since its re-opening in 1997, it has been scheduled five times: 1997, 2003, 2009, 2011 and 2014.  The last three ones, in a span of time of just five years, in the staging by Emilio Sagi, in DVD by Opus Arte. These re-scheduling raised some protest in several Madrid opera-goers because they considered these repetitions were depriving the chance to other less frequent titles. As I am concerned, I have seen this work there since 2003, then in the staging by Marco Arturo Marelli.

This run of performances has something of special, because this is the first opera in Madrid after the lift of compulsory mask wearing indoors (of public sites: theatres, schools, office...). For the first time, we can see our complete faces in the shows. On April 21, the opera house hosted the dress rehearsal for Under 35 people, with the dress rehearsal of the second cast. In addition, a party awaited for the young spectators after the performances, including free beers and a DJ session. 

I attended the Under 35 performance of the second cast and another one featuring the first cast.

This 2022 "revival" is the sixth time Teatro Real stages Mozart's masterpiece. However, this is a complete turn of page, as this is the first time it is seen on its stage with a modern, non-traditional production. Lotte de Beer's provocative, radical staging at the Aix-en-Provence festival was initally scheduled, but it was replaced by another one less disturbing: the famous production from Salzburg Festival by Claus Guth, premiered in 2006 with a stellar  cast. Guth's vision of this opera exposes the scheming, lustful and unreliable relationships between the main characters, depriving it from the lavish layer of 18th Century gowns, wigs, halls, dances and gardens. Back in 1780s, this opera was a real scandal for the Austrian nobilty, for watching on stage a comedy mocking and exposing fiercely their private reality. Today, it became a costumbrist, funny comedy, specially if we bear in mind the Ancien Regime image when thinking of it. Guth tries to bring back the subversive side of this work. The sets are the big staircase, and a wide, white but totally empty room of Almaviva's palace. No further decorations, modern (probably 1940-1960s styled) costumes by Christian Schmidt, who reinforce the idea of a contemporary approach. The adults dressed with sobriety, the youths like students. Lightning by Olaf Winter give beautiful images like a blue light in Act 2, or the projected shadows of the trees surrounding the house, with the leaves moved by the wind, during the famous Susanna's Act 3 aria. One of the best examples of this psychological exposing is the Porgi Amor, when the Countess, stricken after noticing her husband's infidelity, she lets, inmovilised by grief, her coat fall over and over again, and Susanna has to put her coat on constantly. Or the Nuptial March, now represented as an argue between Almaviva and the Countess and no march visible at all.


Another original, and also comical innovation is the presence of a character, an angel, invisible to everyone but the one who pulls the  strings of the plot: Cupid, Love, or simply the Angel, dressed like a student, like Tadzio in Visconti's Death in Venice. He is almost omnipresent, and one of the most famous images from this staging is the drawing (projected in the wall) of the character's names, elabourating a complicated diagram of their messing relations, erased and rewritten again by him. At the end, once the characters are recovered from the ecstasy of the events happening in Act 4, the couples are reunited, but now they are able to see the angel, who is firmly rejected by them. Only Cherubino lets him to give a kiss in his mouth, before leaving the stage, much to his dismay.

Ivor Bolton conducts the Teatro Real Orchestra with a correct rendition, but not as inspired in the past. The Overture sounded firmly in some parts, specially at the end, but somewhat unbalanced in volume. In the rest of the performance it reached a correct level, accompaigning the singers, but also with tempi sometimes slow (overture) or faster (Voi che sapete). Strings sounded as well they sounded in last Don Giovanni or The Magic Flute, but the percussion and brass had their best moments in the Voi che sapete, the wedding march or the finales. The Chorus sang well their brief interventions.

First cast, April 30, 2022.

André Schuen as Almaviva has an overwhelming presence and a big-volumed, well-projected voice, with a powerful tone, specially in his Act 3 aria, despite the fact he had to carry the angel in one shoulder. Quite a challenge. Joan Martín Royo, in the second cast, was a well acted and sung Almaviva, with a nice version of his Act 3 Aria.

María José Moreno was the Countess in the first cast. When I was 15 years old in early 2003, I saw a splendid soprano as Susanna, the best of a cast featuring Barbara Bonney or Pietro Spagnoli. It was Moreno. Now, 19 years later she sings the Countess, still with a beautiful voice, fresh in sound, and delightful. However, it is clear she is a bit lighter for this role, something visible in the Porgi Amor. The Dove Sono was the real height, using her experience to convey the sadness, uncertainty and nostalgia for the romantic past. Here, her beautiful voice fitted into this portrait, with some excellent fraseggio and high notes in the da capo. Miren Urbieta-Vega's one in the second cast is more lyrical, darker in her tone (specially in Porgi amor), but she gave a tender version of the Dove Sono, even putting some coloratura. 

Vito Priante was a great Figaro, with a big-volumed voice, excellent projection and nice singing. He portrays a vigorous, agile servant. A pleasant surprise. Thomas Oliemans was a correct Figaro, better acted than sung, despite his great version of Non più andrai, but lacking some grace in other moments.

Julie Fuchs as Susanna has a nice, powerful, firm voice. Her tone is lyric, very pleasant to hear. And as actress she is very committed. Elena Sancho-Pereg has a beautiful, nicely-voiced lyrical soprano for the second cast. Her tone is youthful, charming, despite being somewhat lighter for the role, however she gave a tender, sweet rendition of her aria Deh vieni, non tardar. As actress, she gave the profile for the role, as she is a very beautiful woman. Her portrait of the cute, intelligent and crafty servant was very convincing and funny.

Rachael Wilson in the first cast was a nice Cherubino. Maite Beaumont was the best of the second cast, with her amazing Cherubino: a beautiful, velvet-like mezzosoprano voice, with a generous volume, and an accurate portrait of an effervescent teenager, conveying the lack of confidence and naughtiness of her role. 

Monica Bacelli has an aged voice for Marcellina in the first cast, despite it can be heard without any problem. Gemma Comma Alabert as Marcellina gave a remarkable performance with a powerful voice and great tone. 

Fernando Radó and Daniel Giulianini were nicely sung Basilios for the first and second cast, respectively.

Alexandra Flood was a correct Barbarina, with a dark tone, more dramatic than light. Christophe Montaigne had to disfigure his tone to sing a repulsive Bartolo, according to the staging, so it was good. Moisés Marín as Curzio and Leonardo Galeazzi as Antonio were at the same good level. 

The German actor and dancer Uli Kirsch has been involved in several operatic productions, like Willy Decker's for Britten's Death in Venice (in which he performed Tadzio) or like this one, which he premiered in 2006. Like the Angel, he delighted the audience, with his acrobatic agility and his omnipresence, which was sort of comical, and all of this alongside his youthful appearance, he became the soul of this production.

Second cast, Under 35 preview


The Under 35 audience applauded with passion and seemed to enjoy every bit of the work, laughing a lot with the plot, even in such moments as Contessa, perdono. The general audience last night was a bit cold, but started to enjoy from Act 2, and they welcomed the cast, specially Moreno and Fuchs. Mozart is back. Pre-Covid normality seems to be back too. Is happiness also back? Who knows, but at least the happiness given by Nozze is back for sure! 

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Los Almaviva y sus sirvientes, al desnudo: Las Bodas de Fígaro en el Teatro Real, primer reparto.


Madrid, 30 de abril de 2022.

El primer reparto de Las Bodas de Fígaro cuenta con un elenco internacional y una gran diva española. Tras el éxito de la función juvenil, ahora tocaba ver el primer reparto. 

Cuando vi por primera vez Las Bodas en el Teatro Real en enero de 2003, una joven María José Moreno interpretó el rol de Susana. Recuerdo como un momento bellisimo a la soprano cantar su famosa aria del acto cuarto con el teatro en silencio. Ella, tumbada sobre un banco mientras la noche iluminaba de azul oscuro el escenario. Moreno fue de lo mejor de un reparto que incluía a Simón Orfila, Barbara Bonney, Pietro Spagnoli y Ruxandra Donose, todos bajo la batuta del gran Antoni Ros Marbá.


Ahora, la gran soprano española interpreta el rol de la Condesa. Moreno aún conserva su voz juvenil, deliciosa y brillante. Es una gran intérprete, y su bella voz nos transmite una Condesa de Almaviva frágil, bella, delicada, sensible, y sufridora de las infidelidades de su marido. No obstante, también se pone de manifiesto que la voz  es un poco ligera para el rol, y eso se hacía evidente, sobretodo en el Porgi Amor. En las sucesivas escenas del segundo acto se mostró más entregada, incluso mostrando buena coloratura (su especialidad) y agudos en el terceto con el conde y Susanna.


El clímax de la función, sin embargo, llegó con el Dove Sono, su gran aria del tercer acto, que con todo, abordó bellamente. Moreno sacó aquí sus tablas, que son muchas y con las que trató de compensar cualquier posible limitación, para transmitir la melancolía que aqueja a su personaje, en una lectura introspectiva. Incluso en el da capo logra un exquisito fraseo y pianissimos muy bonitos. Otro momento bellísimo fue el final, cuando perdona al Conde, donde cantó con una gran dulzura, como la de una mujer generosa que finalmente perdona, y la música la convierte en un ángel, algo que sí casa con la bella voz de Moreno.


André Schuen interpretó a un potentísimo Almaviva. Este barítono francés tiene una voz que se deja oír, y supo afrontar muy bien su aria del tercer acto, pese a la incomodidad de cargar sobre un hombro a Uli Kirsch (el ángel) mientras cantaba. Dado su imponente porte, su retrato del personaje es el de un macho alfa temperamental.

Vito Priante fue un Fígaro que resultó una agradable sorpresa. Al igual que Schuen, una voz potente, bien proyectada y con una buena actuación. Un Fígaro vigoroso.

Julie Fuchs fue una gran Susanna. Esta soprano francesa tiene con un timbre de ligera pero que se deja oír con rotundidad. Durante toda la obra interpretó a una Susanna potente, bien cantada, y muy bien actuada. Su interpretación del Deh, vieni non tardar fue bastante buena.

Rachael Wilson como Cherubino estuvo en un nivel notable, aunque me pareció que el Voi che sapete lo abordó en forte, quizá demasiado para mi gusto. Aun así, una voz notable.

Monica Bacelli, a quien vi como el niño en L'Enfant et les Sortilèges en 2002 en este escenario, es una Marcellina de voz ya avejentada, pero que no pierde volumen. 

Fernando Radó fue un Bartolo notable.

Sobre la puesta en escena de Claus Guth, ya dije todo lo que tenía que decir en mi crítica del preestreno. Esta vez he recordado lo incómodo para Almaviva cantar con el ángel a cuestas, como ya dije, o por ejemplo la austeridad de ver la marcha nupcial del tercer acto convertida en una riña entre el matrimonio Almaviva mientras no hay nadie en el escenario, o ver al ángel rabiar mientras los demás bailan una danza dieciochesca.

Esta vez, he encontrado mejor a la Orquesta del Teatro Real bajo las órdenes de Ivor Bolton. Ya no he encontrado a la orquesta perdida durante la Obertura. Incluso la he encontrado más contundente, pero no exenta de desequilibrio, especialmente en el volumen durante la ejecución de la misma. Después, a lo largo de la obra volvió la orquesta a sonar como un acompañamiento decente, con tempi a veces lentos, otras veces rápidos (Voi che sapete). De nuevo, me atrevo a afirmar que su mejor momento fue el Non più andrai, la marcha nupcial o los finales, donde el metal y la percusión se exhibieron lo mejor que pudieron. Aún así, se echó de menos el nivel logrado hace dos años con La Flauta Mágica. El Coro tiene una breve intervención, la cual abordó correctamente.


Aunque el público casi llena el teatro, parece que la función ha sido acogida fríamente, si lo comparamos con el ímpetu del preestreno joven. Tardó en arrancarse a aplaudir el respetable, aunque sí lo hizo en varios de los números más famosos, y la más ovacionada fue Moreno. Vuelven las Bodas, vuelve a disfrutar el público madrileño. Creo que esta reposición ha sido más razonable dado el tiempo transcurrido desde la última y el cambio radical de estética. ¿Cuándo volveremos a ver esta ópera? No se sabe, pero si hay algo cierto es que volverá a ser bienvenida por los jóvenes, de los cuales serán nuevos aficionados que no la habrán visto, como por el público del Real, que siempre parece querer verla. En estas funciones, el triunfador se llama  Wolfgang Amadeus Mozart.


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