lunes, 26 de noviembre de 2018

Vídeo: Turandot en el Teatro Real (1998) y en París dirigida por Zhang Yimou (2005)


Ante la cercanía de las funciones de Turandot en el Teatro Real, he decidido prepararme un poco viendo algunas versiones en vídeo poco conocidas de la genial obra maestra de Giacomo Puccini.

¿La última gran ópera? ¿La muerte de la ópera? ¿o de la ópera italiana? Afortunadamente no es la primera, tampoco la segunda para nuestra alegría, y aunque en mi fuero interno podría contestar que sí es la última, tampoco; aunque la ópera en el idioma de Dante ha seguido otros caminos muy diversos y no ha podido alcanzar la cúspide última a la que la llevó el genio de Lucca. Ni falta que le hace, ahí tenemos a Dallapiccola, Nono o Rota.

Puccini tenía dudas sobre cómo acabar la obra, y aunque la muerte fue el principal e infranqueable obstáculo, no fue el único. La genialidad y la opulencia de la partitura, su capacidad para unir la tradicional llamada al sentimiento pucciniana, la inspiración de melodías orientales (superando la alcanzada con Madame Butterfly) y la inspiración posromántica, wagneriana del uso de una gran orquesta, alcanzan su cénit musical y teatral en el tercer acto. A través de la cada vez más dramática e inspirada música podemos entender que el maestro se enfrentó posiblemente a una labor que le
estaba consumiendo, de ahí el problema que se encontró. Tras la muerte de Liù empieza la música de Franco Alfano, y se nota la diferencia de estilos, pese a que el final tuvo una revisión en la que intentó adaptarse al material que dejó el difunto músico. Y sin embargo y aunque se han compuesto nuevos por Luciano Berio, Janet Maguire o recientemente Hao Weiya, creo que Turandot no podía terminar con un broche más dorado que el coro final cantando el motivo de Calaf. Tal vez fuera la mano del propio Puccini, la que inspiró a la de Alfano para terminar la ópera con ese final que la mayoría del gran público conocemos y aceptamos.



Empezamos con una versión en vídeo dirigida por el prestigioso director de cine chino Zhang Yimou. En 1998, llevó a cabo esta ópera en la Ciudad Prohibida, con una lujosa puesta en escena. Siete años más tarde, en 2005, el mismo montaje se presentó en París, en el famoso Stade de France.

Sobre el enorme escenario se levanta una imponente reconstrucción de la Ciudad Prohibida, con un escenario de grandes plataformas escalonadas con la gran escalera central que lleva al salón del trono. Podemos pequeñas casas-pagodas-plataformas escénicas que se mueven por el escenario cuando conviene al drama. Ello puede, sin embargo dar una sensación de artificiosidad ya que el europeo coro vestido de negro con sobrios trajes chinos se sitúa a ambos lados de la orquesta, pero en escena quienes lo representan son la cohorte de bailarines y figurantes asiáticos.

El espectáculo empieza con un grupo de soldados con traje amarillo aparecen en escena repicando sus rojos tambores y baquetas, anunciando así cada acto. El coro Gira la Cote es representado por un bailarín vestido de azul que representa una danza del sable con destreza. El Perchè tarda la luna es bailado por unas bailarinas vestidas de blanco que realizan una sincronizada danza con velos blancos. Turandot aparece tras el salón del trono rodeada de sirvientas portando estandartes. En el segundo acto en el dúo de los tres ministros las estancias-plataformas se mueven para representar en su interior paisajes idílicos con bailarinas mientras ellos rememoran sus lejanos hogares. Naturalmente el momento más espectacular es la escena de la aparición del soberano Altoum y los enigmas de Turandot, con un despliegue de iluminación. El emperador aparece con su radiante traje dorado y el salón del trono se ilumina de este color. A cada enigma resuelto aparece la solución escrita con enorme caligrafía china en una de las casas rodantes. El tercer acto muestra a la Ciudad Prohibida iluminada de azul noche, y como no puede ser de otro modo la apoteosis escénica llega al final con todos los figurantes en escena y la iluminación deslumbrante con Calaf y Turandot unidos.

La Orquesta de la Ópera de Salerno está dirigida por János Ács, quien no termina de convencerme con su dirección ya que en muchos momentos es demasiado rápida y en otros abusa del forte. Impactante estuvo en la escena del emperador, pero también por el exceso de percusión, con el gong sonando muy fuerte. El Coro del mismo teatro en cambio cumplió aceptablemente con su cometido.

Irina Gordei es una estupenda Turandot, aun dentro del estilo eslavo: grandes voces, pero frialdad dramática. Los agudos son impresionantes y la voz suena bien proyectada, aunque la amplificación puede jugar a su favor. Nicola Martinucci tiene voz para Calaf, pero pasa por muchos apuros. El centro es apreciable, pero el agudo no lo es tanto, en los vincerò finales llega desgraciadamente al gallo y a un sonido estridente, lo que es una pena debido a su heróico timbre. Yao Hong es una excelente sorpresa como Liù, con una voz bella y unos pianissimi muy bonitos en sus arias.

Alexander Anissimov es un Timur potente, aunque el timbre de voz no es el más agradable; aun así convence vocalmente, al igual que le ocurre a Guillaume Doumenge como el mandarín. De los tres ministros el más completo es el Pong de Gilles San Juan. Massimo La Guardia es un Altoum excelente, haciendo doblete como Príncipe de Persia, con un grito "Turandot" desgarbado, casi que parecía otro tenor.


En la temporada 1997-1998 del Teatro Real, la que fue su temporada de reinauguración como teatro de ópera desde su cierre en 1925, se estrenaron sobre su escenario obras clave del siglo XX como Peter Grimes, Porgy and Bess y Turandot, como no podía ser de otro modo.

Estas funciones de 1998 se emitieron por televisión. En Youtube se encuentra un vídeo de esa retransmisión, aunque la calidad no acompaña.

Para esta ocasión, se contó con la puesta en escena de Andrei Serban, estrenada en Londres en 1984. La producción  transcurre en una amplia sala de ambientación china, de pequeña compañía. Los trajes son sencillos en comparación con los del montaje de Zhang, pero muy cercanos a los de compañías de ópera y acrobacia chinas itinerantes, con colores muy diversos en el caso del coro y los ministros, de sencillez en el caso de Calaf y Liù, y de gran belleza los de Turandot, Altoum y   Timur, aunque lejos de cualquier ostentación redundante.

El montaje cuenta con momentos de gran interés como en los coros, donde tienen lugar danzas de bailarines con máscaras, la aparición de un dragón en el primer coro del primer acto, la aparición del emperador en su trono dorado descendiendo desde lo alto del escenario,  como hijo del cielo que es. Turandot lleva una máscara que es una alegoría de su estátus divino hasta que en el dúo con Calaf se despoja de ella. Liù se suicida con la espada del verdugo y su cuerpo es llevado en un lujoso carro. Al final de la obra, Turandot y Calaf se unen y el cuerpo de la desdichada esclava vuelve a aparecer en escena, como señal de concordia.

La Orquesta del Teatro Real está dirigida por Vladimir Jurowski, quien consigue un buen rendimiento de la misma, aunque las trompetas suenen un poco desafinadas en el tercer acto.

Jane Eaglen es una Turandot de voz enorme, aunque algunos agudos en el segundo acto suenen un poco ligeros, aunque su estilo vieja escuela ya no se encuentre hoy en día.

Vladimir Galouzine es sin duda la estrella del reparto. La voz tiene un timbre baritonal, heróico, está muy bien proyectada y no da muestras de debilidad, con unos agudos impresionantes y muy bien emitidos en el Nessun Dorma.

Verónica Villaroel es una Liù bastante decente, aunque mejor en el tercer acto que el primero. El Timur de Eldar Aliev es toda una sorpresa, siendo un buen cantante, con una preciosa voz y todavía mejor actor, con una desgarradora Y conmovedora interpretación del Liù, bontà en el tercer acto. El resto del reparto está a un buen nivel, destacando a un joven Juan Jesús Rodríguez como el mandarín.

Y hasta aquí, esta primera aproximación a Turandot. Una de las obras capitales del género y de la ópera del siglo XX que siempre supone un placer ver representada.

martes, 20 de noviembre de 2018

The House of Bernarda Alba, by Miquel Ortega, in Teatro de la Zarzuela, Madrid. November 18, 2018.


The Teatro de la Zarzuela, in Madrid, has scheduled this month La Casa de Bernarda Alba (The house of Bernarda Alba), composed by  the Spanish conductor and composer Miquel Ortega, after the famous masterpiece of the same name written by Federico García Lorca.

Lorca's last play is one of the most important works in Spanish theatre. The powerful text, adapted by the libretist Julio Ramos, reflects the horrifying reality of the rigid moral code of the Spanish towns in the first decades of 20th Century. This is the tragedy of a group of women which are opressed, confined by this morality. Bernarda Alba tyrannises her daughters in the name of honor and mourning.  As the story is being developped, we cannot breathe at seeing how this toxic atmosphere spreads hate, envy and despair among the sisters. Adela, the youngest member of the family, is the only one who tries to look for her freedom and her arising sexuality.

This is a work played only by women. However, an invisible man is one of the most important agents of the tragedy: Pepe el Romano, fiancé to Angustias and lover of Adela. He is the defying factor of Bernarda's stifling order.

Ortega's score is composed in a traditional way, a music quite nice to listen. The first act is dark, the second act conveys the tension and its Finale is quite intense. Act three begins with a prelude with a remarkable wind passage and contains beautiful interludes, reaching its peak with the grandmother's scene carrying a sheep. In this act are perceptibles some influences of major Spanish musicians.

Bárbara Lluch's staging is an omnipresent white, spacious typical Andalusian courtyard, with its declining upper floor, a big door in the middle leading to the entrance and some barn seen in the left at the door of the farmyard. Lighting is however static, but a beautiful moment is the transition is the dusk, represented by yellow and blue lights mixed. The direction is supported by the singers, who proved to be skilled actresses. The ending is impressive: as the lighting is fading out as well as the curtain falling, we can see the body of Adela hanged after her suicide, as if the intention was to remark her destiny and death as her only passport to freedom.

The Orquesta de la Comunidad de Madrid was conducted by the composer himself. 11 years after its world premiere in Romania, the opera is presented in a version for chamber orchestra. A small group of musicians were in the pit, well conducted and conveying the dramatic tension of the score.

An accomplished female cast performed the opera.

Nancy Fabiola Herrera is one of the leading mezzo-sopranos in Spain: her skilled acting and excellent characterization built an opressive and evil Bernarda. Her voice has beautiful and powerful low and middle registers.

Carmen Romeu was an excellent Adela, with amazing high notes and seductive acting as the rebel young woman trying to leave that oppresive house. The baritone Luis Cansino is the only male member of the cast, in an old tradition to have a man performing Poncia, the housekeeper. His voice is big and his acting has traces of authority. The veteran actress Julieta Serrano plays María Josefa, the seniled Bernarda's mother and grandmother of the girls. Hers is the only spoken role in the work, and she recited her two parts in a moving and sometimes amusing (in Act 3) way.

The rest of the cast were at a good level, with good performances by Carol García as Martirio and Berna Perles as Angustias, and the veteran Milagros Martín made a great cameo as a servant.


The audience seemed to have a pleasant opera evening. It's expected, hoped this work could tour Spain and some countries, since the plot and nice music could interest many audiences to spend two hours of pure theatre and lyricism.

This performance has been seen worldwide thanks to the live streaming via Facebook, and it could be seen by clicking this video.


My reviews are not professional and express only my opinions. As a non English native speaker I apologise for any mistake.
Most of the photographs are from the internet and belong to its authors. My use of them is only cultural.

Any reproduction of my text requires my permission. 





lunes, 19 de noviembre de 2018

La Casa de Bernarda Alba, de Miquel Ortega, en el Teatro de la Zarzuela. 18 de noviembre de 2018.


Este mes de noviembre, se encuentra en el cartel del Teatro de la Zarzuela la ópera del director y compositor catalán Miquel Ortega La Casa de Bernarda Alba, basada en la obra maestra de Federico García Lorca. Esta ópera, primera en castellano en tratar esta magna obra, llega a Madrid en versión para orquesta de cámara, tras haber sido estrenada en Rumanía en 2007.

La última obra teatral de Lorca es una de las cumbres del teatro español. El poderoso texto, respetado por el libretista Julio Ramos, refleja la horrenda realidad de la España rural de principios del siglo pasado; la tragedia de unas mujeres asfixiadas, ahogadas por un castrador código moral que no perdona el más mínimo defecto. En él se encuentra la malvada Bernarda Alba, que representa la rigidez de ese mundo opresor (del que sin saberlo, también es víctima), la obediencia de las criadas, la resignación de unas hijas muertas en vida a consecuencia de esa opresión y las ansias de libertad de Adela, la hija menor que despierta a la vida y a la sexualidad.

A lo largo que transcurre la historia, cada vez nos cuesta respirar más, haciendo lo posible por entender como hombres modernos una realidad que en nuestro país no desapareció del todo hasta hace unas pocas décadas y que en muchos países del Tercer Mundo sigue imperando en toda su crueldad. Y sufriendo con sus personajes, que a consecuencia de todo ello terminarán devoradas por el odio, la amargura, la envidia y finalmente la muerte. Es una historia en la que sólo aparecen mujeres, pero se siente y se padece a un hombre: ese Pepe el Romano que altera sus vidas.

La partitura de Ortega es tradicional y agradable de escuchar, aunque a algunos no les parezca memorable. Empieza con una música sombría y a la vez con los gritos de la madre de Bernarda llamando a su hija. A medida que avanza, la obra parece estar más inspirada, con un intenso final del segundo acto. El tercero empieza con un preludio, con un destacado solo para viento, y toda la primera mitad del acto tiene melodías que parecen inspiradas en nuestros más destacados autores. La escena de la abuela con la oveja es una de las más bonitas musicalmente de la obra. Sea una obra para pasar simplemente una velada agradable, o uno de nuestros referentes líricos en los últimos años esperemos que tenga el recorrido que merece por nuestra geografía y por el extranjero: seguramente un clásico tan nuestro sea del interés de públicos franceses, italianos y alemanes.


La Orquesta de la Comunidad de Madrid estaba dirigida por el compositor, que sacó una dirección de buen pulso dramático, con un excelente sonido en el denso primer acto, por destacar un momento importante.

La puesta en escena de Bárbara Lluch intenta captar, desde la mayor fidelidad posible al ambiente rural, la castradora atmósfera de esta historia. Durante toda la obra se verá el mismo patio del caserón de Bernarda, con una enorme puerta, una planta superior donde duermen las protagonistas, de madera destartalada. Al lado izquierdo vemos la paja del corral. Por el portón entrarán en procesión la matriarca y sus hijas, de negro riguroso y sentadas en viejas sillas. La iluminación es sin embargo muy estática, si bien un momento estéticamente bello es el final del segundo acto cuando la luz amarilla y azul se funden para recrear el atardecer. La dirección de actores está lograda, y gracias a que las cantantes son actrices consumadas podemos sentir la tensión que Lorca intentó transmitir. El final no puede ser más aterrador, con una Bernarda afectada (qué diferencia con una Irene Gutiérrez-Caba que reprime sus sentimientos en la película de 1987) pero que mantiene la compostura y manda callar a sus hijas. El escenario se oscurece con los últimos compases y antes de que caiga el telón sólo queda iluminado el vestíbulo en el que Adela se ha ahorcado, resaltando el trágico final.


El reparto estaba conformado por un grupo de sólidas intérpretes.

Nancy Fabiola Herrera tiene un talento musical consagrado, y la hemos podido disfrutar muchas veces en Madrid. Es la líder indiscutible del reparto. Su autoridad escénica consigue  crear una Bernarda convincente y electrizante. A nivel vocal, su bello registro grave y su timbre aterciopelado nos daban una tarde para el recuerdo. Una gran interpretación.

Carmen Romeu fue una excelente Adela, con unos agudos impresionantes, una buena voz y una excelente interpretación de la libre y rebelde hija menor.

El barítono Luis Cansino interpreta a la Poncia, sacando a escena sus tablas y su enorme voz. Siendo el único intérprete masculino, siguiendo la tradición lorquiana, interpreta a la criada con mucha gracia.

La veterana y popular actriz Julieta Serrano estuvo a cargo de María Josefa, madre de Bernarda y la desequilibrada abuela de la casa. Su papel es el único hablado pero es tan buena actriz que consigue que sus dos breves intervenciones sean de los momentos más destacados de la noche, especialmente en el anteriormente mencionado momento con la oveja en el segundo acto, sacando incluso risas del público.

Las hermanas de Adela estuvieron aun enorme nivel, destacando a Carol García como Martirio y Berna Perles como Angustias. Milagros Martín hizo un cameo de lujo como una de las criadas.


En definitiva, una disfrutable tarde de ópera gracias a una igualmente disfrutable ópera sobre una de  las más intensas historias que haya dado la literatura española; que además fue transmitida en directo por Facebook a todo el mundo, miles o quizá millones de espectadores que se sumaron a los mil de la sala a este goce lírico y lorquiano al mismo tiempo.

Puede verse el streaming en este enlace.

martes, 6 de noviembre de 2018

Only the Sound Remains in Teatro Real, Madrid. November 5, 2018.





Kaija Saariaho is one of the most renowned musicians today. Her opera L'amour de Loin has been celebrated in the last two decades. After its world premiere in Amsterdam in 2016, her new opera Only the Sound Remains is being performed in Teatro Real, Madrid, in early November 2018.

The score is nice, mystical, full of intimism and spirituality. The title is actually a motto, the verification of a constant reality who is the link of the two operas making the show. The first one is Always Strong, the story of a priest who prays for the soul of a warrior, the favourite of the Emperor,, and how his ghost remembers his good old days and this makes him to fell into melancholy and finally disappears, remaining only his voice. The second opera is Feather Mantle, narrating the story of a fisherman who finds a mantle made by feathers, which belongs to an angel who needs it to return to heaven. The fisherman agreeds to give it back if the angel dances, and after the dance, the angel disappears. Both stories have a deep narrative, as they are taken from the japanese noh theater.

There is no smphony orchestra. Instead, there is a small ensemble made up of a string quartet, a choral quartet, percussion, flute and a kantele. In addition, it includes amplification and sound engineering.



This opera is marking the return to Teatro Real, after many years, of the French counter-tenor Philippe Jaroussky, who sang in 2010 a historical Poppea under William Christie; and the director Peter Sellars, a current guest during the seasons of the late Gerard Mortier. Both artists gave the Madrid audience many glorious nights, and this one was just another memorable one. With Jaroussky, the baritone Davone Tines and the dancer Nora Kimball-Mentzos formed the  performing trio.


Sellars' production is the great success of the show. His work is beautifully simple, and  fits very well with the austerity of the music and drama. At entering in the hall, a wall painted by the famous painter Julie Mehretu is greeting the audience. In Always Strong we see the priest in a table invocating the ghost, and a spotlight put close to him projects the shadows in the wall.

Feather Mantle is by far the highlight of the show. The wall is now bigger, and we can appreciate better the force and the intensity of its streaks, and sometimes evocating a coast landscape for the drama. Here the dances are more intensive and also the lighting, reaching a great moment when the wall is lighted in yellow color, when the angel says doubt doesn't exist in heaven. The ending is powerful: the wall rises and the floor is illuminated in dark green and later in purple, with the rest of the stage empty excepting for the first smaller wall visible in the first part. As the angel and the dancer disappear, the baritone dances in trance and the chorus close the work, the scene gets dark slowly.


Jaroussky sings the spiritual roles with his beautiful and angelic voice, despite he is not in his usual repertory. He could solve the ascending notes in the score thanks to his skilled coloratura.

Tines sings the human roles. His baritone voice has a nice sound but a bit weak volume. He seems to dance accomplishedly the dances in the second opera.

Ivor Bolton was planned to conduct tonight, but after being indisposed, he was replaced with the Spanish conductor Ernest Martínez-Izquierdo, a Catalan composer and director of the Ensemble Barcelona 216. As a result, his knowledge on contemporary music leads us to believe the level was secured.



This work could be defined with an adjective: simplicity, and its accomplished management by the stage and musical work seems to state that we could be in front of one of the best moments in the current operatic season in Teatro Real. Well done.


My reviews are not professional and express only my opinions. As a non English native speaker I apologise for any mistake.
Most of the photographs are from the internet and belong to its authors. My use of them is only cultural.

Any reproduction of my text requires my permission. 

Only The Sound Remains en el Teatro Real. 5 de noviembre de 2018.


Kaija Saariaho es una de las compositoras más renombradas de la actualidad. Su ópera L'amour de loin ha cosechado una consideración muy alta en estas últimas décadas. Tras su estreno en Holanda en 2016, su nueva obra, Only the Sound Remains ha llegado al Teatro Real. Tras su estreno en Ámsterdam, esta coproducción con varios teatros europeos y uno canadiense llega a Madrid.

La mística, íntima, evocadora partitura de Saariaho consigue dejarse oír y hacer pasar un rato agradable. El título es en realidad un lema, un hecho constatable que se convierte en el nexo que une las dos pequeñas óperas que realmente conforman el espectáculo: Always Strong y Feather Mantle. La primera trata sobre un sacerdote que con sus oraciones por el alma del guerrero favorito del Emperador, con cuyo espíritu interactúa, y que le cuenta recuerdos que terminan atormentándole y haciéndole desaparecer, quedando sólo su voz. La segunda trata sobre un pescador que se encuentra la capa de plumas de un ángel, que le pide que se la devuelva ya que sin ella no puede ir al cielo. El pescador le pide entonces que baile para él, aunque duda, cosa que el ángel refuta ya que en el cielo ésta no existe. Tras su danza, desaparece. Ambas historias están traídas del teatro noh japonés, y tienen una gran densidad narrativa y emocional. No hay orquesta en esta obra, sino un pequeño conjunto musical formado por un cuarteto de cuerda, un cuarteto vocal, una flauta, un kantele y percusión. Además emplea amplificación y elementos de sonido.

Esta ópera supone además un doble regreso, dos grandes artistas: el conratenor francés Philippe Jaroussky, quien cantó una Poppea de Monteverdi para el recuerdo en la última temporada de Antonio Moral en el Real y un apoteósico concierto barroco en 2011; y el del director de escena Peter Sellars, habitual de las temporadas del añorado Gerard Mortier, en las que nos dejó trabajos bellísimos como Ainadamar y The Indian Queen. En el pasado más reciente, ambos nos dieron noches gloriosas y ésta ha sido una más. Junto a Jaroussky, el barítono Davone Tines y la bailarina Nora Kimball-Mentzos formaban el trío protagonista.


Sellars nos presenta un trabajo escénico bello y sencillo que casa con la espiritualidad de la obra. Nada más entrar en la sala vemos un telón que contiene un atractivo mural blanco y abstracto de la escenógrafa y pintora Julie Mehretu, sobre la que se proyectarán la iluminación de colores. Al apagarse las luces y empezar la primera ópera, vemos una pequeña mesa, donde el sacerdote aparecerá invocando al espíritu del guerrero. un foco ilumina de cerca a los personajes, proyectando sus sombras en la pintura, aumentando y disminuyendo el tamaño de las mismas según convenga al drama.



En la segunda ópera, la producción encuentra su punto álgido. Ahora el telón es más grande y pueden apreciarse los detalles del mural; cuyos trazos tan viscerales como abstractos, bien mirados, pueden hacer de paisaje de costa, de paisaje marítimo. Aquí aparecerá la bailarina que representa el estado de ánimo del ángel, cuya danza  ejecuta. Pero a su vez anuncian que lo que vamos a presenciar merece atención y calma. Aquí la iluminación de colores está muy bien trabajada, con un momento precioso en el que se ilumina de amarillo cuando el ángel dice que en el cielo no existe la duda. Hacia el final de la obra, el gran mural se levanta, para descubrirnos al fondo el mural pequeño en medio del escenario desnudo y nos descubre una preciosa iluminación de color verde oscuro, que luego se volverá violeta. Finalmente la obra termina con la desaparición del ángel y la bailarina, con el barítono/pescador bailando mientras el cuarteto vocal cierra la obra y cae el telón.

 Jaroussky interpreta a los personajes espirituales con su bellísima y angelical voz, aunque no está en su repertorio habitual, aunque la partitura tiene notas ascendentes que puede abordar debido a su destreza con la coloratura. Tines  interpreta a los personajes terrenales con su voz de barítono, aunque ésta suena un poco débil y se defiende muy bien en las danzas de la segunda ópera.

Ivor Bolton es el director musical previsto, pero por indisposición fue sustituído por el catalán Ernest Martínez-Izquierdo. Personalmente, al no conocer la obra no puedo saber cuán inspirada estuvo la dirección aunque sabemos que dirige el ensemble Barcelona 216, especializado en música contemporánea, por lo que se le presupone rodaje.



Esta es una obra caracterizada por la sencillez. Y el excelente manejo de la misma por la puesta en escena junto al eficiente trabajo musical hace que nos encontremos ante uno de los posibles momentos más álgidos de esta temporada del Real que sigue en sus comienzos. Buen trabajo.