Madrid, 4 de agosto de 2023.
Ir al Festival de Verano de El Escorial puede ser hacer una peregrinación al mejor arte, ya que esta ciudad, situada, a unos 40 kilómetros de Madrid y conocida mundialmente por su palacio-monasterio, se ha convertido en una cita más a tener en cuenta en la vibrante actividad veraniega en la capital. Aunque el festival arrancó espectacularmente en 2005, con la presencia de Riccardo Muti, o una versión en concierto del Sigfrido wagneriano con la Orquesta de París y Christoph Eschenbach, con la idea de ser un Festival de Salzburgo español, lo cierto es que en temporadas posteriores ha tenido un rumbo más modesto, sin dejar de traer a artistas de renombre mundial. En 2013, un servidor estuvo en un memorable concierto de Mariella Devia, acompañada por Giulio Zappa al piano. En el año 2021, el Festival Barroco de Bayreuth trajo su aclamada versión de la ópera Carlo il Calvo. Este año, el Festival ha anunciado dos recitales del máximo interés: la soprano americana Sondra Radvanovsky y el tenor peruano Juan Diego Flórez.
Acompañado del pianista Vincenzo Scalera, en esta ocasión, el mundialmente famoso tenor viene con un programa interesantísimo, en la primera parte dedicado a Verdi, con arias de Rigoletto y La Traviata, entre otras, que ha cantado mucho por el mundo, y una segunda parte dedicada a la zarzuela y canción española en su mayoría. El programa ha sido el siguiente:
PRIMERA PARTE
Giuseppe Verdi
“Questa o quella”, de Rigoletto
“Ella mi fu rapita… Parmi veder le lagrime… Possente amor mi chiama”, de Rigoletto
“La donna è mobile”, de Rigoletto
Romanza senza parole in Fa maggiore (piano solo)
“O dolore”, de Attila
“Dal più remoto esilio… Dal consiglio alla presenza… Odio solo, ed odio atroce”, de I Due Foscari
Valzer in Fa maggiore (piano solo)
“Lunge da lei… De’ miei bollenti spiriti… O mio rimorso”, de La Traviata
SEGUNDA PARTE
José Serrano : “Al mismito rey del moro”, de La alegría del batallón.
“Te quiero, morena (Jota)”, de El trust de los tenorios.
Pablo Sorozábal : “No puede ser”, de La tabernera del puerto.
Reveriano Soutullo y Juan Vert : “Bella enamorada”, de El último romántico
Manuel M. Ponce : Intermezzo en mi menor (piano solo)
Francesco Paolo Tosti : «L’alba separa dalla luce l’ombra»
Salvatore Cardillo :“Core’n grato”
Ernesto de Curtis :“Tu ca nun chiagne”
Ruggero Leoncavallo : “Mattinata”
Giacomo Puccini
Intermezzo, de Manon Lescaut (piano solo)
“Che gelida manina”, de La bohème
BISES:
-José Antonio
- La Flor de la Canela y Fina Estampa (mix)
- Jalisco y Cucurrucucú paloma (mix)
- Ah, lêve-toi soleil, de Romeo y Julieta (Gounod)
- Una Furtiva Lagrima de L'Elisir d'amore (Donizetti)
Con el Teatro Auditorio lleno hasta los topes, y tras el discurso inaugural de la directora artística, ya que este concierto era el primero del festival, Flórez y Scalera dieron comienzo a una primera parte dedicada íntegramente a Verdi. Los tres primeros números pertenecen a una ópera que cantó hace más de una década, Rigoletto. Tras empezar con una versión de Questa o Quella que fue para calentar la voz, siguió con la gran escena del Duque de Mantua, el recitativo Ella mi fu rapita, seguida de la genial aria Parmi Veder le lagrime. Fue aquí, donde Flórez empezó a dar muestras de lo que terminaría siendo una gran noche. No es un secreto que Verdi es un repertorio un poco difícil para la voz rossiniana de Flórez, pero con su exquisito gusto, su bella y galante voz, además de aplicarle su virtuosismo belcantista, del que en el fondo, bebe la tradición verdiana, puede sacar adelante sus interpretaciones. Luego continuó con La Donna è Mobile, la famosísima aria, en la que Flórez realizó una interpretación brillante, la primera de la noche, haciendo que su voz, no siempre sobrada de volumen aunque se haga oir, resonara por la sala, especialmente con sus agudos. Luego siguieron dos arias, más complicadas que las de Rigoletto. En la de Attila, tuvo una interpretación correcta, pero en la de I due Foscari pudo ir a más, cerrándola con un excelente agudo. La parte verdiana terminó con una ópera que lleva cantando en los últimos años: La Traviata, de la que cantó la gran escena de Alfredo en el segundo acto. El De miei bollenti spiriti lo cantó de forma sensible, apianando en el "quasi" de la bella línea "Del universo inmemore io vivo quasi in ciel". Luego cerró la primera parte con la cabaletta "O mio rimorso", en la que la furia del personaje, reflejado en una endiablada página belcantista se acomodaba al virtuosismo y a la juvenil voz del tenor, cerrándolo con un impactante agudo final en "quest'onta laverò".
Sin embargo, muchos espectadores, conscientes del esfuerzo que supone Verdi a esta voz, no esperábamos que la segunda parte, que muchas expectativas ya había levantado, no solo las cumpliría, sino que se las superaría hasta convertir la velada en algo memorable. Las cuatro primeras piezas de la misma eran romanzas populares de zarzuela, las cuales (yo me intuía que sería así) abordó con todo lo mejor de su arte: la voz juvenil y fresca, el canto galante, los espectaculares agudos y la coloratura, encajando muy bien esta última con la música española, además de sorprender con la dicción y dando muestras de entrega y entusiasmo. Así, el Te quiero morena sonó muy seductor, el No Puede ser apasionado, logrando que el teatro se viniera abajo y el Bella enamorada toda una muestra de galantería. Luego siguieron las canciones napolitanas e italianas, de las cuales la interpretación más redonda fue la de Mattinata, que se arrancó una enorme ovación.
Con la voz ya entrada en calor y en plenitud, el concierto terminó oficialmente con el Che Gelida Manina, de La Bohème, ópera que ha cantado en Londres y en Zúrich en los últimos años, que cantó muy bien, una interpretación cargada de romanticismo, buen legato y un precioso agudo en la palabra "speranza", además de moverse como si estuviera actuando, en una lección de expresividad. Uno sabe que en cada recital, Flórez aprovecha para cantar canciones latinoamericanas acompañándose él mismo de su guitarra. Nada más entrar con ella, el público empezó a pedirle que cantase canciones peruanas, o mexicanas. Flórez hizo el ademán de tomar nota como en un restaurante. Finalmente, ante la cantidad de peruanos que había en el patio de butacas, según él mismo añadió, se arrancó con una famosa canción criolla peruana, "José Antonio". Flórez ha cantado y grabado con éxito canciones populares de Latinoamérica, en las que su voz exquisita las interpreta desde la sensibilidad hasta culminarlas con entusiasmo. Siguió con una mezcla de "Fina estampa" y "La flor de la canela", clásico que ha hecho ya suyo. No se olvidó de la canción mexicana, esta vez con una mezcla de "Jalisco" y "Cucurrucucú paloma", otra clásica de su repertorio, en la que arrancó las risas del público al prolongar a propósito un agudo, con intención cómica. Luego regresó con el pianista, para acometer los dos últimos bises del concierto: primero el "Ah, leve-toi soleil" del Romeo y Julieta de Gounod, que cantó maravillosamente, y terminando la velada con su cuidada, bella y entregada versión de "Una Furtiva Lagrima" de L'Elisir d'Amore, ópera que cantó en sus años de plenitud y cuya interpretación de esta aria es conocida y celebrada.
Hay que decir que Flórez estuvo excelentemente acompañado del pianista Scalera. A destacar su gran acompañamiento en Ella mi fu rapita, la escena de la Traviata, así como en las romanzas de zarzuela, ayudando a Flórez a hacer del ambiente más festivo y al mismo tiempo más acogedor. También destacó en el acompañamiento de las propinas. Para su lucimiento propio, el pianista interpretó dos encantadoras piezas de Verdi en la primera parte, siendo la primera de ellas la mejor, un precioso intermedio de Ponce y otro más corto de Puccini, en la segunda.
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