Este 18 de febrero Michael Nyman se presentó en el Auditorio Nacional de Madrid con su famoso conjunto musical, The Michael Nyman Band, en la gira por el cuarenta aniversario de su formación. Nyman es habitual en esta sala madrileña, y su fama mundial como célebre compositor de música minimalista y New Age fue suficiente para reunir a más de 2000 personas en una tarde que prometía ser mágica.
Personalmente, tengo que decir que no conozco mucho a Nyman; salvo por su bellísima ópera Facing Goya, y por sus obras para el cine. Además he de admtir que me gustan más otros minimalistas como Steve Reich. Y dado que el Auditorio tampoco facilitó el listado de obras del concierto, fui prácticamente virgen de conocimientos a la función.
Nada más entrar a la sala me sorprendí de ver la amplificación, algo que deslució un poco
el concierto porque el sonido era verdaderamente atronador. Creo que no le habría hecho falta, pero desconozco las razones por las que se puso. La orquesta sólo estaba formada por doce músicos incluido el propio Nyman al piano.
Empezó el concierto con mucho brío, y poco a poco Nyman fue interpretando varias de sus mejores obras para su agrupación: comenzó por Chasing Sheep is Best Left to Shepherds, luego llegaría una impactante versión de An eye for optical theory, o la conocida Sheep and Tides , el Memorial de El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, la vibrante Drowning by Numbers y un largo etcétera.
Tras acabar el concierto, vino una generosa ronda de bises. Nyman apareció en solitario para interpretar al piano la célebre The Heart Asks Pleasure First. Y en ese momento el mundo pareció detenerse. La famosa melodía de la banda sonora de la película El Piano tiene ese poder indescriptible para conmover, para mantener al público con la respiración contenida. Fue algo mágico.
Luego vinieron otras piezas orquestales y el concierto terminó con Nyman de nuevo en el piano para interpretar Franklyn, de la película Wonderland.
El concierto fue recibido con una calurosa acogida por un público entusiasta de la música de Nyman, y tuvo momentos que percibí como mágicos pese a mis pocos conocimientos en este autor. Una velada memorable, sobretodo para quien conozca muy bien su música.
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