lunes, 12 de octubre de 2020

Callas en concierto en Madrid: la tecnología "resucita" a La Divina y la devuelve a los escenarios.



Hace cuarenta y tres años que Maria Callas, llamada La Divina, la soprano más famosa de todos los tiempos, falleció en París a la edad de 53 años. Y su leyenda no deja de crecer incluso cuando ha pasado casi medio siglo desde sus últimas actuaciones, y a través de recopilaciones de sus grabaciones más famosas, tanto de arias como de óperas completas, las sucesivas generaciones han seguido rendidos a su magistral arte, a un nivel de adoración que muy pocas o ninguna otra gloria del canto haya logrado.

Durante la década pasada, la introducción de hologramas de cantantes desaparecidos se ha introducido tímidamente en actuaciones importantes. Y en el año 2018 la empresa Base Hologram parecía lograr lo impensable: Maria Callas volvería a los escenarios en forma de holograma. La tecnología ha sido capaz de devolver, a través de una proyección de una imagen que recreaba el rostro y cuerpo a tamaño real, así como de sus movimientos, a la legendaria soprano griega a los escenarios cuarenta y un años después de su muerte, acompañada de una orquesta en directo. Desde entonces, varias ciudades en todo el mundo han acogido este espectáculo, incluidas ciudades que la escucharon en vida como Nueva York, México D.F., Londres o París. La comunidad operística ha recibido esta noticia entre el interés y el rechazo, ya que a muchos les parece macabro lucrarse con el arte de una artista ya fallecida, pero para otros supone una oportunidad que por edad no tuvieron.  Cuando me enteré de esta noticia, yo que siempre estoy pendiente y abierto a las novedades musicales, me dije que lo vería si llegaba a España, tenía curiosidad como curioso y como callasiano. Finalmente llegó en marzo, pero entonces el coronavirus y el estado de alarma suspendieron las funciones previstas a la segunda semana, justo cuando tenía una entrada, cuyo importe me fue devuelto. Ahora vuelve a Madrid durante todo el mes de octubre.

                               

En España, la Callas cantó muy poco, y ninguna actuación significativa como su legendaria Traviata - posiblemente la mejor de la historia- en el vecino Portugal, si bien nos visitó tres veces: en 1958, 1959 y 1973. En todas esas giras pasó por Madrid. En el 58 cantó en el Teatro Monumental, en el 59 en el Teatro de la Zarzuela, y en el 73 en el Palacio de Congresos de la Castellana, en su gira de despedida. Ahora su holograma canta en un teatro privado, más modesto pero no menos icónico: el Gran Teatro Bankia Príncipe Pío, situado en parte de la antigua estación de tren Madrid Norte, ahora reconvertida en una sala de espectáculos. Claro que está alejado del habitual círculo lírico: las gradas tienen mesas donde los espectadores consumen antes del espectáculo, y solo atrás hay filas de butacas. 

Cuando empieza el espectáculo, una pantalla al fondo del escenario muestra un primer vídeo promocional de las actividades humanísticas de Bankia, luego un vídeo introductorio sobre la vida de la artista y después entre pieza y pieza musical proyecta fragmentos del magnífico y exitoso documental Maria, by Callas de Tom Volf que se vio en los cines hace dos años, y donde la propia artista a través de entrevistas nos cuenta cuánto se debe a su público, cuán perfeccionista era y cuánto le suponía su leyenda en su vida personal, así como una desgarradora carta a Aristóteles Onassis, el gran amor de su vida que la destruyó.


Para poder escucharla junto a la orquesta, la voz de la gran soprano ha tenido que ser aislada lo mejor posible de sus grabaciones, en una época donde se grababa junto a la orquesta y no era separable como ahora, donde voz y orquesta se pueden grabar separadamente. Además se ha recurrido las grabaciones lo más modernas posibles, que captan a una Callas vocalmente ya madura, aunque todavía impresionante pese a las limitaciones especialmente en la coloratura. A veces, la voz llegaba con algunos desajustes de volumen o un sonido llamativamente antiguo, lo que a un oído exigente le devolvía a la realidad de que no era una voz en vivo stricto sensu. Esta Callas se ríe (de hecho antes de cantar se esuchó su característica risa), saluda al director, al primer violín, y hasta se cambia dos veces de chal, aunque a veces si se la ve de lejos se puede ver que transparenta un poco, por eso creo que los que la ven desde las primeras filas tienen una mayor sensación de realidad que las últimas. Para la ocasión se ha elegido lo mejor y más conocido de su repertorio.
                              

Empezó con el aria Je veux vivre de Romeo y Julieta de Gounod, en la que exhibió sus habituales grandes agudos, pero con una coloratura ya tocada. La primera gran pieza del espectáculo fue la primera gran escena de Macbeth: la lectura de la carta, que se saca del bolsillo para sorpresa de todos, el Vieni t'afretta y la cabaletta Or tutti sorgete. Callas fue la más grande Lady Macbeth de todos los tiempos, y su voz augusta se ajusta a la majestad del personaje: una interpretación dramática, con unos graves tremendos y unos agudos aún impresionantes, pero sobretodo la capacidad de retratar lo visceral y endemoniado del personaje, así como la agilidad en la cabaletta.  Tras una interpretación de su famoso preludio, llegó el turno de Carmen, una de sus más conocidas creaciones aunque realmente no la cantó demasiado. La Habanera es una de sus mejores grabaciones de su época final, porque su voz madura conviene al personaje, especialmente en el registro más grave, pero la sensualidad de su voz en esta grabación deslumbran pese a las limitaciones que ya tenía en el agudo. Después vino una "gran escena trágica" y uno de los momentos más destacados del espectáculo. La orquesta empieza pero la diva la detiene: hasta en holograma la Callas impone respeto. Luego procedió con la escena de las cartas, un momento oscuro, donde de nuevo brilla la voz en esta etapa crepuscular: su magnífico grave sale a relucir en esta escena donde la gitana descubre que le espera la muerte. Como al terminar el aria es contestada por sus amigas Frasquita y Mercedes, la música se detiene abruptamente, y ella tira las cartas al aire, donde se quedan suspendidas. De repente, el público se echó a reír, lo que me aturdió ya que parecían no entender que se trataba de un momento trágico. A continuación acometieron la escena del sonambulismo de Lady Macbeth: Una macchia è qui tuttora, otro de sus caballos de batalla, donde en la grabación elegida sigue estando espléndida, con ese agudo final en el Andiam, Macbetto que aún suena etéreo, toda una obra de arte.


El concierto continuó con el aria Ebben, ne andrò lontana de La Wally. Personalmente, no he oído casi nunca esta aria, por eso en esta ocasión me supuso un doble descubrimiento: por un lado la belleza de la partitura verista de Catalani y por otro la magistral, insuperable interpretación de Callas de esta bellísima aria. El concierto terminó oficialmente con el aria de la ópera Hamlet, Pâle et blonde, una sorpresa porque no está en el disco oficial de esta gira. Aquí la voz parecía sonar un poco baja de volumen, aún así en esta versión podemos escuchar la asombrosa coloratura de la soprano griega en esta gran escena. Los bises fueron dos de sus creaciones más emblemáticas, donde no ha sido superada, y con las que se despidió de los escenarios en 1965. Tras un vídeo donde se lee una triste carta de amor dirigida a Onassis, la diva interpreta el Vissi d'arte, de Tosca, un momento de verdadera emoción del concierto. Finalmente, la velada musical terminó con el Casta Diva de Norma, con una bella interpretación, plena musicalmente. 


El acompañamiento musical corrió a cargo de la Orquesta Sinfónica de Bankia, dirigida por José Sanchís. La orquesta está formada por una veintena de músicos. Las piezas escogidas fueron la obertura de Il Signor Bruschino, el preludio de Carmen y el Ballet de Macbeth. El reducido número de músicos hacía que las piezas orquestales a veces se quedaran un poco deslucidas, como en el Preludio de Carmen. El mejor momento de la orquesta vino con la introducción orquestal a la escena del sonambulismo, cuando logró recrear el ambiente lúgubre, oscuro, elegíaco que rodea a la enloquecida protagonista. Otro de sus grandes momentos fue en el aria de La Wally, donde logró transmitir el encanto y dramatismo del aria junto a la voz de la Callas.


Al terminar de cantar, la diva se despidió del público, hasta recibiendo una rosa del director de orquesta, para luego retirarse y desaparecer. El espectáculo terminó con un vídeo con momentos de la Callas dentro y fuera de escena, con el Ave Maria de Schubert de fondo, aunque no cantado por ella. Dicho vídeo terminó con una frase que decía "Your art will live forever". El público, que dio muestras de haber disfrutado la tarde, quedó encantado y fascinado a juzgar por las reacciones a la salida.

La fama y el arte de Maria Callas han trascendido a escala planetaria, por eso creo que este concierto está dirigido a un público más diverso y más profano que al habitual de los teatros de ópera, aunque si sirve para enganchar a algún espectador al género, posiblemente nunca esté de más. Otro debate es si los músicos desaparecidos son franquiciables vía holograma. No sé qué pensar: creo que la mejor forma de disfrutar de la música en vivo es precisamente, con artistas vivos. Un holograma puede ser un negocio, una curiosidad técnica, pero no puede ser la norma: la vida sigue y hay mucha más gente talentosa que puede seguir emocionando a las nuevas generaciones sin necesidad de recurrir siempre al pasado. 

Por eso me inclino a pensar que esta experiencia puede ser puntualmente interesante, un bonito homenaje, para quien quiera disfrutar del arte en -artificial- vivo de la mujer que cambió para siempre el mundo de la ópera... aunque este peculiar juego sea la única alternativa posible para hacerlo.

Las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación  de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente.
 

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