viernes, 4 de junio de 2021

Cuando la ópera hace una comedia de sí misma: Viva la Mamma en el Teatro Real, segundo reparto.

Cuando vamos a la ópera, nos dejamos llevar por las emociones que nos transmite la obra que vemos, la belleza de la música, de las voces, de la orquesta, y tanto el drama o la comedia que estamos viendo nos envuelve en su mágico mundo mientras la función dura. Y sin embargo, aunque lo damos por sentado, o lo disfrutamos de otra forma, que entre bastidores puede, mejor dicho suele, haber historias tanto o más fascinantes que las que representan para nosotros.

El maestro Gaetano Donizetti, de cuya pluma han salido algunas de las mejores óperas tanto dramáticas como cómicas de todo el repertorio, toma nota de estas intrigas y conflictos que suelen ocurrir en las compañías de ópera, y junto al libretista Domenico Giraldoni explora en escena el teatro dentro del teatro, en clave de comedia, en su ópera Le Convenienze ed Inconvenienze Teatrali. En ella, los choques de egos y envidias de una provinciana y segundona compañía de ópera (que en realidad, podrían ocurrir en el mejor teatro del mundo) se presentan al espectador en una comedia desternillante. Esta obra "resucitó" en los años 60 tras más de un siglo de olvido, y desde entonces ha tenido adaptaciones, incluso traducciones y varios títulos. Hoy en día es más conocida como Viva la Mamma, en alusión al potente personaje de Mamma Agata, una innovación (y al mismo tiempo ridiculización) en su época pues se trata de un rol travestido, en el que un cantante masculino interpreta un rol femenino, cuando lo habitual en estos personajes es al contrario. 


Saboreando las mieles del éxito por el galardón "al mejor teatro del mundo" por los International Opera Awards, con la temporada número 100 (la 2021-22) anunciada y siendo prácticamente el único coliseo operístico importante en Occidente en desarrollar su temporada con total normalidad en estos tiempos de pandemia, el Teatro Real apuesta ahora por este título cómico, si acaso para celebrar sus éxitos en clave de humor. 

Y lo hace en una producción de la ópera de Lyon, dirigido por el gran director de escena Laurent Pelly, experto en ópera cómica, como atestiguan su célebre montaje de La Fille du Régiment, que ha dado la vuelta al mundo, o Falstaff en este mismo teatro hace dos temporadas. Pelly literalmente visibiliza esta idea, poniendo en escena un pequeño teatro elegante, con palcos y escenario. Quizá no sea la puesta en escena más catártica, pero tampoco es que esta obra lo requiera, y la experiencia de Pelly en el Donizetti bufo queda demostrada con las desternillantes situaciones que se suceden en escena. Y cumple porque las risas del público se oían en toda la sala.

En el primer acto, la platea es un párking donde hay unos coches estacionados. Antes de que empiece la obra, una mujer estaciona su coche  y sale con bolsas de tiendas caras. A continuación se instala la compañía, con mesas, asientos, con el maestro repartiendo las partituras, aunque la primadonna prefiere leer una revista. Mamma Agata, la protagonista de esta comedia, hace su entrada en uno de los palcos, con su augusta y graciosa presencia. En el segundo acto, aparece el teatro propiamente dicho, iluminado, tamizado y con las butacas colocadas. El tenor alemán entra destrozado, llorando y cantando su aria. Luego empiezan los hilarantes ensayos de la compañía, con Mamma Agata acercándose al foso del apuntador y de ahí emergiendo un brazo para tocarle la pierna, involuntariamente.  Al final, cuando todos huyen tras comprobar que no podrá realizarse la representación, entran unos obreros para demoler el edificio,  y mientras caen los escombros cae el telón a la vez.


La orquesta del Teatro Real, dirigida por Evelino Pidò, se ha desempeñado a un nivel entre correcto y destacable, con unos tempi ágiles y rápidos, muy al estilo bufo. Excelente la viola en el primer acto. En el segundo acto, se logró un buen sonido por parte todo el conjunto en la melancólica aria de apertura  y en la marcha fúnebre. El coro masculino como siempre a un nivel excelente, y desempeñado en la coreografía, tan hilarante en el primer acto.

Aunque estamos en una obra de guerras de egos, en realidad se necesita un reparto coral aunque los personajes tengan (cómicos) momentos de lucimiento. El segundo reparto de esta producción ha dado una interpretación dedicada. Al igual que en otras producciones, para las escenas de lucimiento, se han cantado "arias de baúl" de otras óperas, como era costumbre en su época.



Luis Cansino lidera el mismo, con su desternillante interpretación de la gruñona, autoritaria y metiche Mamma Agata, haciendo suyo este personaje. Cansino se encuentra como pez en el agua en el repertorio bufo, su auténtica especialidad (inolvidable como Sulpice hace unos años). Tiene el porte para esta temible matrona: su vis cómica y su grande y bien proyectada voz hacen que borde el personaje. Desternillante su escena del segundo acto, una sátira de la canción del sauce del Otello de Rossini, donde con soltura pasó de su natural grave a un falsete impresionante a la vez que divertido, mostrando el lado más vulnerable y cómico de esta mujer.

Sabina Puértolas realiza una estupenda interpretación de la Primadonna Daria, con una voz que llena la sala y desenvuelta en la coloratura en su difícil aria del primer acto, en el segundo cantó un aria de la Virginia de Mercadante, "Icillio io l'amo". Gabriel Bermúdez dio una interpretación divertida del esposo de Daria, el ridículo Procolo. Francesca Sassu como Luigia tuvo alguna dificultad en su aria del segundo acto, que es “Tu che voli già spirto beato” de Fausta, del propio Donizetti, pero aún así cumplió bastante bien. Alejandro del Cerro como el tenor alemán Guglielmo cantó con su enorme voz, con un timbre a veces no muy grato en algunos momentos del primer acto pero que por el contrario se reservó para el aria del segundo acto, "Non è di morte il fulmine", de Alfredo il Grande, también de Donizetti,  donde deslumbró y fue muy aplaudido por un sonido lírico, en una interpretación excelente.

El resto del reparto estuvo al mismo buen nivel que los protagonistas, con Pietro di Bianco como el temperamental y desesperado director de orquesta, en una gran interpretación en lo actoral, Carol García un Pippetto de bella voz, Enric Martínez-Castignani en una hilarante interpretación como el poeta, Piotr Micinski también con una voz potente y como el empresario, muy bien caracterizadoLuis López Navarro con una voz de ultratumba en su llamado a escena a los artistas.

El público se divirtió de lo lindo, en una agradable tarde de casi verano, y entre medias de un Peter Grimes catártico el mes pasado y una Tosca plagada de divos que cerrará la temporada el mes próximo. Nunca está demás un paréntesis ligero y de humor entre dos producciones de dos títulos gigantescos, y más cuando muestra los entresijos de una ópera riéndose de sí misma.


Las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación  de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente.

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