martes, 6 de noviembre de 2018

Only The Sound Remains en el Teatro Real. 5 de noviembre de 2018.


Kaija Saariaho es una de las compositoras más renombradas de la actualidad. Su ópera L'amour de loin ha cosechado una consideración muy alta en estas últimas décadas. Tras su estreno en Holanda en 2016, su nueva obra, Only the Sound Remains ha llegado al Teatro Real. Tras su estreno en Ámsterdam, esta coproducción con varios teatros europeos y uno canadiense llega a Madrid.

La mística, íntima, evocadora partitura de Saariaho consigue dejarse oír y hacer pasar un rato agradable. El título es en realidad un lema, un hecho constatable que se convierte en el nexo que une las dos pequeñas óperas que realmente conforman el espectáculo: Always Strong y Feather Mantle. La primera trata sobre un sacerdote que con sus oraciones por el alma del guerrero favorito del Emperador, con cuyo espíritu interactúa, y que le cuenta recuerdos que terminan atormentándole y haciéndole desaparecer, quedando sólo su voz. La segunda trata sobre un pescador que se encuentra la capa de plumas de un ángel, que le pide que se la devuelva ya que sin ella no puede ir al cielo. El pescador le pide entonces que baile para él, aunque duda, cosa que el ángel refuta ya que en el cielo ésta no existe. Tras su danza, desaparece. Ambas historias están traídas del teatro noh japonés, y tienen una gran densidad narrativa y emocional. No hay orquesta en esta obra, sino un pequeño conjunto musical formado por un cuarteto de cuerda, un cuarteto vocal, una flauta, un kantele y percusión. Además emplea amplificación y elementos de sonido.

Esta ópera supone además un doble regreso, dos grandes artistas: el conratenor francés Philippe Jaroussky, quien cantó una Poppea de Monteverdi para el recuerdo en la última temporada de Antonio Moral en el Real y un apoteósico concierto barroco en 2011; y el del director de escena Peter Sellars, habitual de las temporadas del añorado Gerard Mortier, en las que nos dejó trabajos bellísimos como Ainadamar y The Indian Queen. En el pasado más reciente, ambos nos dieron noches gloriosas y ésta ha sido una más. Junto a Jaroussky, el barítono Davone Tines y la bailarina Nora Kimball-Mentzos formaban el trío protagonista.


Sellars nos presenta un trabajo escénico bello y sencillo que casa con la espiritualidad de la obra. Nada más entrar en la sala vemos un telón que contiene un atractivo mural blanco y abstracto de la escenógrafa y pintora Julie Mehretu, sobre la que se proyectarán la iluminación de colores. Al apagarse las luces y empezar la primera ópera, vemos una pequeña mesa, donde el sacerdote aparecerá invocando al espíritu del guerrero. un foco ilumina de cerca a los personajes, proyectando sus sombras en la pintura, aumentando y disminuyendo el tamaño de las mismas según convenga al drama.



En la segunda ópera, la producción encuentra su punto álgido. Ahora el telón es más grande y pueden apreciarse los detalles del mural; cuyos trazos tan viscerales como abstractos, bien mirados, pueden hacer de paisaje de costa, de paisaje marítimo. Aquí aparecerá la bailarina que representa el estado de ánimo del ángel, cuya danza  ejecuta. Pero a su vez anuncian que lo que vamos a presenciar merece atención y calma. Aquí la iluminación de colores está muy bien trabajada, con un momento precioso en el que se ilumina de amarillo cuando el ángel dice que en el cielo no existe la duda. Hacia el final de la obra, el gran mural se levanta, para descubrirnos al fondo el mural pequeño en medio del escenario desnudo y nos descubre una preciosa iluminación de color verde oscuro, que luego se volverá violeta. Finalmente la obra termina con la desaparición del ángel y la bailarina, con el barítono/pescador bailando mientras el cuarteto vocal cierra la obra y cae el telón.

 Jaroussky interpreta a los personajes espirituales con su bellísima y angelical voz, aunque no está en su repertorio habitual, aunque la partitura tiene notas ascendentes que puede abordar debido a su destreza con la coloratura. Tines  interpreta a los personajes terrenales con su voz de barítono, aunque ésta suena un poco débil y se defiende muy bien en las danzas de la segunda ópera.

Ivor Bolton es el director musical previsto, pero por indisposición fue sustituído por el catalán Ernest Martínez-Izquierdo. Personalmente, al no conocer la obra no puedo saber cuán inspirada estuvo la dirección aunque sabemos que dirige el ensemble Barcelona 216, especializado en música contemporánea, por lo que se le presupone rodaje.



Esta es una obra caracterizada por la sencillez. Y el excelente manejo de la misma por la puesta en escena junto al eficiente trabajo musical hace que nos encontremos ante uno de los posibles momentos más álgidos de esta temporada del Real que sigue en sus comienzos. Buen trabajo.

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