lunes, 19 de noviembre de 2018

La Casa de Bernarda Alba, de Miquel Ortega, en el Teatro de la Zarzuela. 18 de noviembre de 2018.


Este mes de noviembre, se encuentra en el cartel del Teatro de la Zarzuela la ópera del director y compositor catalán Miquel Ortega La Casa de Bernarda Alba, basada en la obra maestra de Federico García Lorca. Esta ópera, primera en castellano en tratar esta magna obra, llega a Madrid en versión para orquesta de cámara, tras haber sido estrenada en Rumanía en 2007.

La última obra teatral de Lorca es una de las cumbres del teatro español. El poderoso texto, respetado por el libretista Julio Ramos, refleja la horrenda realidad de la España rural de principios del siglo pasado; la tragedia de unas mujeres asfixiadas, ahogadas por un castrador código moral que no perdona el más mínimo defecto. En él se encuentra la malvada Bernarda Alba, que representa la rigidez de ese mundo opresor (del que sin saberlo, también es víctima), la obediencia de las criadas, la resignación de unas hijas muertas en vida a consecuencia de esa opresión y las ansias de libertad de Adela, la hija menor que despierta a la vida y a la sexualidad.

A lo largo que transcurre la historia, cada vez nos cuesta respirar más, haciendo lo posible por entender como hombres modernos una realidad que en nuestro país no desapareció del todo hasta hace unas pocas décadas y que en muchos países del Tercer Mundo sigue imperando en toda su crueldad. Y sufriendo con sus personajes, que a consecuencia de todo ello terminarán devoradas por el odio, la amargura, la envidia y finalmente la muerte. Es una historia en la que sólo aparecen mujeres, pero se siente y se padece a un hombre: ese Pepe el Romano que altera sus vidas.

La partitura de Ortega es tradicional y agradable de escuchar, aunque a algunos no les parezca memorable. Empieza con una música sombría y a la vez con los gritos de la madre de Bernarda llamando a su hija. A medida que avanza, la obra parece estar más inspirada, con un intenso final del segundo acto. El tercero empieza con un preludio, con un destacado solo para viento, y toda la primera mitad del acto tiene melodías que parecen inspiradas en nuestros más destacados autores. La escena de la abuela con la oveja es una de las más bonitas musicalmente de la obra. Sea una obra para pasar simplemente una velada agradable, o uno de nuestros referentes líricos en los últimos años esperemos que tenga el recorrido que merece por nuestra geografía y por el extranjero: seguramente un clásico tan nuestro sea del interés de públicos franceses, italianos y alemanes.


La Orquesta de la Comunidad de Madrid estaba dirigida por el compositor, que sacó una dirección de buen pulso dramático, con un excelente sonido en el denso primer acto, por destacar un momento importante.

La puesta en escena de Bárbara Lluch intenta captar, desde la mayor fidelidad posible al ambiente rural, la castradora atmósfera de esta historia. Durante toda la obra se verá el mismo patio del caserón de Bernarda, con una enorme puerta, una planta superior donde duermen las protagonistas, de madera destartalada. Al lado izquierdo vemos la paja del corral. Por el portón entrarán en procesión la matriarca y sus hijas, de negro riguroso y sentadas en viejas sillas. La iluminación es sin embargo muy estática, si bien un momento estéticamente bello es el final del segundo acto cuando la luz amarilla y azul se funden para recrear el atardecer. La dirección de actores está lograda, y gracias a que las cantantes son actrices consumadas podemos sentir la tensión que Lorca intentó transmitir. El final no puede ser más aterrador, con una Bernarda afectada (qué diferencia con una Irene Gutiérrez-Caba que reprime sus sentimientos en la película de 1987) pero que mantiene la compostura y manda callar a sus hijas. El escenario se oscurece con los últimos compases y antes de que caiga el telón sólo queda iluminado el vestíbulo en el que Adela se ha ahorcado, resaltando el trágico final.


El reparto estaba conformado por un grupo de sólidas intérpretes.

Nancy Fabiola Herrera tiene un talento musical consagrado, y la hemos podido disfrutar muchas veces en Madrid. Es la líder indiscutible del reparto. Su autoridad escénica consigue  crear una Bernarda convincente y electrizante. A nivel vocal, su bello registro grave y su timbre aterciopelado nos daban una tarde para el recuerdo. Una gran interpretación.

Carmen Romeu fue una excelente Adela, con unos agudos impresionantes, una buena voz y una excelente interpretación de la libre y rebelde hija menor.

El barítono Luis Cansino interpreta a la Poncia, sacando a escena sus tablas y su enorme voz. Siendo el único intérprete masculino, siguiendo la tradición lorquiana, interpreta a la criada con mucha gracia.

La veterana y popular actriz Julieta Serrano estuvo a cargo de María Josefa, madre de Bernarda y la desequilibrada abuela de la casa. Su papel es el único hablado pero es tan buena actriz que consigue que sus dos breves intervenciones sean de los momentos más destacados de la noche, especialmente en el anteriormente mencionado momento con la oveja en el segundo acto, sacando incluso risas del público.

Las hermanas de Adela estuvieron aun enorme nivel, destacando a Carol García como Martirio y Berna Perles como Angustias. Milagros Martín hizo un cameo de lujo como una de las criadas.


En definitiva, una disfrutable tarde de ópera gracias a una igualmente disfrutable ópera sobre una de  las más intensas historias que haya dado la literatura española; que además fue transmitida en directo por Facebook a todo el mundo, miles o quizá millones de espectadores que se sumaron a los mil de la sala a este goce lírico y lorquiano al mismo tiempo.

Puede verse el streaming en este enlace.

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