domingo, 21 de julio de 2019

Vídeo: Tosca desde el Festival de Aix-en-Provence. 2019.



He visto en vídeo el último montaje de Tosca desde el Festival de Aix-en-Provence, a cargo del cineasta Christophe Honoré.
Y debo decir que no he visto una Tosca, sino la anti-Tosca.

Honoré desprovee al montaje del argumento original del libreto y lo sustituye por una nueva dramaturgia, que representa ensayo de esta ópera en la casa de una gran soprano retirada, en el marco de un documental sobre su carrera. Esta diva vive de sus recuerdos, y está amargada por no poder cantar. El montaje refleja la preparación de una producción, por tanto, comandada por la diva. El primer acto es un ensayo en su lujosa casa. La obra no empieza con el espectacular inicio orquestal, sino con una grabación de la diva cantando el Vissi d'arte, a continuación, su atractivo y veinteañero mayordomo le recuerda que el ensayo pronto tendrá lugar.

La diva elegida para este montaje es la soprano Catherine Malfitano, una de las más celebradas cantantes actrices de los 80 y 90.



Ella es quien acapara la atención. Cavaradossi no se fija en la soprano, sino en la vieja primadonna. La soprano tiene que sufrir la humillación de que sea la primadonna la que le robe el espectáculo. En cierto modo, algo de la Atavanti hay en ella. En el dúo de Tosca y Mario es ella quien canta las primeras frases de la soprano, quien no entrará hasta la frase "Ora stati a sentir... stasera canto". Y también interrumpirá la representación para decirle a su pupila que debe ser más sexual a la hora de cantar. En el segundo acto, la acción tiene lugar en los dormitorios y la cocina de la mansión. Scarpia, Cavaradossi y los esbirros del primero están corriéndose una juerga en la cocina, y de hecho el pintor no sufrirá tortura alguna, ya que en esa escena sus lamentos vendrán del cuarto de la diva, en cuya cama duerme recuperándose de la borrachera que se ha pegado. De hecho el quejido "Tal violenza" aquí resulta inverosímil.

Los que sufren son Tosca y el mayordomo, a manos de los matones, acosando a la primera con miradas lascivas y abusando sexualmente del segundo, obligándole a practicarles una felación.

Después de ser violado, el mayordomo se desnuda y se sienta en la cama de la primadonna, con la que se dispone a tener sexo, esta vez consentido, pero la diva tras mirarle y acariciarle es completamente incapaz.

No deja de ser cruel en cierta medida el uso de proyecciones de antiguos divos en el Recondita Armonia, donde el tenor compite con una proyección de Plácido Domingo y en el Vissi D'arte la soprano debe hacerlo con las más grandes intérpretes: Verrett, Callas, Nilsson, Milanov y la propia Malfitano. Este momento es la alternativa, cuando la primadonna le da a la soprano el vestido rojo de Tosca (copia del de Callas en Londres en 1964). Scarpia muere embadurnado de sangre sin apuñalamiento alguno. Tosca se encuentra con la Primadonna, quien se embadurna de esta sangre y se tumba en el suelo junto a las dos velas, fingiendo estar muerta.

En el tercer acto, la orquesta está en el escenario, es la función. Al principio, la primadonna pone unas velas en una réplica en miniatura del Castel Sant'Angelo y luego desaparece entre el publico. Entonces se abre el telón y tiene lugar la representación representada: Tosca en versión concierto. Mientras canta el E Lucevan le Stelle, Cavaradossi se acerca a la diva, con cierto galanteo. Luego aparece Tosca, a quien por fin corresponde su amor. La diva se irá despidiendo de los músicos, y al final se suicida a la voz de "muori! Ecco un artista". Al final la soprano descubre que Cavaradossi ha desaparecido y la diva está en un alto en el escenario, muerta.


Es menester reconocer que es una gran producción, y que dentro de su dramaturgia todo está aparentemente bien entrelazado. Pero si uno trata de ver una representación de Tosca, entonces se sufre lo indecible, ya que lo que se ve en escena no guarda ninguna relación con lo que uno escucha. Este montaje lo pueden disfrutar quienes conocen bien la obra y tienen la mente más abierta, pese a lo desesperante de saber que en realidad no se ve una anunciada función de Tosca sino un drama interesante con música de Puccini. Me parecería arriesgado que este montaje sea para alguien que no ha visto nunca una ópera en vivo, o que no haya visto ni sepa el argumento de Tosca. Y de hecho me pregunto cuántos de los que estarán viendo esta producción en Lyon estén en esta situación y terminen por no entender nada. Un montaje así no se vería, quizá, por España o Italia.

Daniele Rustioni dirige bien a la Orquesta de la Ópera de Lyon, aunque con algunos desajustes poco puccinianos en la sección de viento. El Coro realizó una prestación magnífica en el Te Deum.

Angel Blue es una excelente Tosca. La voz es muy bella y tiene un exuberante timbre de voz, con un timbre dramático apreciable. El grave es impresionante, aunque a veces sea en este registro donde a veces puede anotarse un poco su pronunciación anglosajona del italiano, aún siendo muy buena. El Vissi d'arte fue para el recuerdo, así como en todo el primer acto y el agudo en el tercer acto. Un gran descubrimiento.

Joseph Calleja es un tenor con la voz demasiado heroica para Cavaradossi, pero además esta suena ya un poco desgastada (por ejemplo en agudos como el de La Vita me costasse) pese a que tiene volumen. A veces uno se pregunta si como le pasaba a Villazón, intenta imitar un poco a Plácido Domingo. En el E lucevan le stelle realizó un canto en el que se alternaban los pianissimos con notas emitidas plenamente.

Alexey Markov es un Scarpia apreciable, con la interpretación bien integrada a las intenciones de la dramaturgia.

A sus 71 años, Catherine Malfitano vuelve a los escenarios de la forma más peculiar imaginable. Y sigue siendo una gran actriz, incluso a la hora de abordar las escenas más difíciles de entender. Verla recordándose a sí misma y enseñando a las nuevas generaciones puede resultar desolador por momentos. Además de las frases en el dúo de Tosca y Mario del primer acto, el montaje le reserva la canción íntegra del pastorcillo del tercer acto. La voz aparece avejentada, pero indudablemente es la suya, con los restos de ese timbre angelical, casi de ruiseñor, que un día tuvo, aunque resquebrajado por la edad.

El mayordomo estuvo a cargo del joven  actor Jean-Frédéric Lemoues, proveniente de una escuela de teatro.

El resto del reparto cumplió con su cometido a buen nivel.

Aquí puede verse el vídeo completo.

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