En la última etapa de su carrera, Wolfgang Wagner realizó unas puestas en escena que no le eximieron de críticas, en parte por poco originales, especialmente en sus últimas versiones de Parsifal y Los Maestros Cantores en Bayreuth En ellas, el nieto del compositor parecía volver paulatinamente al minimalismo inicial del "Nuevo Bayreuth", además de incorporar elementos tradicionales de su brillante etapa anterior, la de los años 80, con sus memorables Maestros Cantores de 1984. Además de en la colina verde, dirigió producciones de El Holandés Errante en Dresde y Sevilla, y en los años noventa, de Lohengrin en Taormina (con Giuseppe Sinopoli) y en Tokio, que se emitió por televisión, y de la que hablaremos en esta crítica.
Comparada con sus últimas producciones de Bayreuth, y sin salirse de este estilo, este Lohengrin sin ser nada del otro mundo puede considerarse más exitoso, y visualmente más bello, aunque con el lastre de la baja calidad del vídeo. Con todo, hay cosas que nos recuerdan a sus antiguas producciones del Festival. Richard Wagner siempre se refirió a Lohengrin como su ópera "triste", y ciertamente es así, pero también muestra, y sobretodo cuando se hace con una puesta en escena tradicional, la surrealista dependencia de todo un pueblo, incluido su rey, en una figura divina sin la que no pueden hacer nada y a la que no cuestionan en absoluto. Al revisar el libreto uno se pregunta si Ortrud no tiene razón al referirse a esta fascinación como un hechizo, aunque se trate de una intriga suya. Y también por esto el final no puede ser más desolador, el repentino despertar con la pérdida para siempre de la guía de ese héroe. Y en la música, durante toda la escena final, la tristeza es latente. De algún modo, Wolfgang intenta hacerse eco de esto gracias a la ambientación en la llegada y despedida del caballero del cisne.
El primer acto, tiene ecos de su producción de 1953, con un enorme disco escénico, que a veces se asemeja a un lago blanco, incluso gélido, y unos altos árboles sin ramas. De fondo un cielo azul oscuro, que a la llegada de Lohengrin se convierte en un intenso resplandor celeste, y con un cisne enorme, corpóreo, transparente. En el segundo acto, al principio se ve solo una escalinata en plena oscuridad, parecida incluso a la producción de su hermano Wieland en 1960, que se irá iluminando conforme aparezca Elsa, y finalmente en el segundo cuadro viéndose un enorme muro de piedra. El tercer acto, en su primer cuadro tiene, pese a su minimalismo absoluto, un parecido a su propia producción de 1967: solo se ve el lecho nupcial de aspecto dorado, cubierto solo por unos arcos dorados, que le dan un aspecto de corona. En la escena final, el cisne que había vuelto se hunde, y emerge Gottfried, que abraza a Elsa; mientras que Lohengrin desaparece hundiéndose en el escenario. El cielo se oscurece y el cielo azul da paso a un oscuro y lóbrego atardecer mientras cae el telón.
El vestuario de Jorge Jara, habitual colaborador de Wolfgang, es bastante conservador, quizá algo simple para el coro pero ostentoso para los protagonistas, con una armadura dorada para el rey y ricos trajes para las mujeres, aunque no muy afortunado en el caso de Ortrud. Manfred Voss también logra una mágica iluminación, en la llegada y la salida de Lohengrin, pasando de un celeste radiante a un azul oscuro sereno y un gris total en el final.
Hiroshi Wakasugi dirige a la Orquesta Filarmónica de Tokio en esta ocasión. Wakasugi fue conocido en Japón como un competente director, quien además trabajó mucho en Europa. El director de orquesta japonés realiza una dirección romántica, al estilo de vieja escuela, al frente de un conjunto musical de nivel, dada la pasión wagneriana que hay en el país del sol naciente. El Coro Nikkai dirigido por Norbert Balatsch, el gran maestro de Bayreuth, realiza una gran labor, especialmente el coro femenino, aunque como actores sean inexpresivos. Las voces masculinas también alcanzan un gran momento de lucimiento en su gran escena del segundo acto.
El reparto está formado por algunos cantantes también habituales del festival wagneriano. Voces que resultan de gran volumen comparadas con sus colegas de hoy en día.
Albert Bonnema interpreta a Lohengrin. El tenor estadounidense tiene una voz de timbre juvenil, con un centro agradable, que pretende ser de heróico, aunque el agudo se le abre. Frances Ginzer es una Elsa de voz agradable, aunque de tinte dramático y oscuro, más que el de Linda Finnie (la Fricka del Anillo de Barenboim) como Ortrud, hasta el punto que uno se pregunta si se cambiarían los roles. Finnie tiene una voz muy aguda, que le pasa factura en el final de la obra. No obstante, es una muy buena actriz, por cómo maneja las expresiones, transmite la altanería, la capacidad de intrigar y manipular de su personaje. Hans-Joachim Ketelsen es un Telramund correcto, con una voz potente aunque no muy grave, pero también con una interpretación apasionada en el segundo acto cuando lamenta su oprobio. El veterano Hans Sotin, ya maduro, interpreta a un Rey Enrique memorable, con una potente voz y un grave aún impresionante. Su creación dota al personaje de solemnidad, aunque también de melancolía según transcurren los acontecimientos. Hiroshi Kudo es un excelente Heraldo, con una bellísima, sonora y grave voz de barítono: todo un comprimario de lujo y el mejor del reparto junto a Sotin.
La representación se cierra con una gran ovación a los solistas, de nuevo una prueba del wagnerismo de los japoneses, e incluso un emocionado Wolfgang Wagner recibe los aplausos del público. Esta fue, posiblemente una de sus últimas producciones, y como en todas, la intención del nieto del maestro es lograr que se disfrute de una función de ópera, si bien para Lohengrin siempre concibió el interesante enfoque de un cuento de hadas con un final trágico y sin esperanza, en ese estilo tan personal, si bien sin muchas aspiraciones, que tuvo de unir tradición y modernidad.
Aquí se puede ver un vídeo de esta histórica función.
Las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente.
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