miércoles, 15 de diciembre de 2021

Introducción a una tremenda obra: Neopercusión trae a Madrid el "Licht" de Stockhausen.

 


La mayoría de melómanos, cuando pensamos en la cosa más extensa, cuando de ópera se trata, nos remitimos al Anillo wagneriano. Quince horas de música en cuatro extensas óperas, la más grande epopeya musical de Occidente. Por otro lado, todos conocemos, aunque sea de nombre, a Karlheinz Stockhausen, el músico más revolucionario y polémico de la segunda mitad del siglo XX. Pero lo que muchos no conocen, o al menos yo no lo conocía hasta hace diez años, es que Stockhausen también tiene su saga operística. Y no solo la tiene, sino que dobla en duración a la épica wagneriana. "Licht", o "Luz" en alemán, es ni más ni menos que siete óperas, todas ellas con una duración total de alrededor de unas veintinueve horas de música. Es decir, la desmesura misma. No obstante, esta desmesura no es algo informe y sin sentido. Si El Anillo del Nibelungo de Richard Wagner es una épica en la que se nos muestran los conflictos y personalidades de unos seres mitológicos que retratan de forma muy moderna la condición humana, en Licht hay también personajes legendarios, pero con un trasfondo más espiritual, y sobre todo imbuido del universo personal y artístico del compositor.

En Licht, tres personajes, Eva, Michael (el arcángel San Miguel) y Lucifer expresan sus opiniones y conflictos, pero a diferencia de la destrucción final wagneriana, este terceto se reconcilia al final en una ceremonia mística. Los tres personajes tienen cada uno una melodía asignada. Según el principio de Super-fórmula, de la que surgirá toda la música, definiendo la tonalidad y la duración de cada escena como un todo. Cada personaje tiene asociado un instrumento: Michael la trompeta, Eva el corno di bassetto y Lucifer el trombón. El ciclo está formado por siete óperas, cada una nombrada con un día de la semana, y en la que cada título abarcará las diferentes mitologías que se han asociado históricamente a cada uno de los días.

Karlheinz Stockhausen revolucionó para siempre la música, como Schönberg lo hizo en la primera mitad de su siglo. La polémica y la experimentación revolucionaria acompañaron su obra, que pese a ser universalmente aclamada y respetada en el mundo musical, no es de fácil comprensión para el gran público. Ello no quiere decir que no sea una experiencia tan radical, como inmersiva, y finalmente inolvidable. Este "enfant terrible" llevó a la música culta la influencia de la música electrónica, de la que es un referente y pionero, y como todos los autores contemporáneos, posiblemente más que ningún otro de los más populares, exploró hasta el límite las posibilidades de todo instrumento existente, incluída la voz humana. En esta obra, todo forma parte del espectáculo: desde los instrumentos convencionales, hasta los sintetizadores electrónicos, e incluso el público es partícipe al moverse los artistas entre los espectadores.

Esta magna obra tiene todo tipo de influencias espirituales: védicas, judeocristianas, y otras más, que tuvieron su origen en una pieza, Jahreslauf (el paso de los días), estrenada en Japón, para danza y orquesta Gagaku. A lo largo de los veintiséis años que le llevó componer este ciclo, Stockhausen se valió de todos los medios que la tecnología le pudo ofrecer, y los incorporó a su creación, como el famoso cuarteto de cuerda subido a bordo de cuatro helicópteros, uno para cada músico. Todos sus estilos están presentes aquí. Stockhausen, a través de las aventuras de Michael, trata episodios de su propia autobiografía, como el asesinato de su madre a través del programa de "eugenesia" nazi. Cada pieza de las que la titánica obra se compone, es independiente la una de la otra, y por lo tanto pueden representarse sueltas en cada concierto. Es así como parte de esta música se dio a conocer en España.

Representación en el Holland Festival, 2019

Una obra semejante no ha podido ser representada en su totalidad todavía. En 2019, el Holland Festival, en coproducción con la Ópera Nacional Holandesa, representó a lo largo de tres días una reducción a poco más de la mitad del ciclo, unas quince horas. En un intento, desde luego encomiable, de acercar a la escena contemporánea española este tremendo ciclo, el conjunto musical Neopercusión lo lleva a Madrid en un único concierto, una pequeña selección de sus más célebres momentos, unidos por una narración, en el moderno Espacio Ronda, muy cerca de la céntrica Puerta de Toledo. Para muchos aficionados tal vez esta música no sea ópera, aunque así la haya concebido el autor. La enorme dificultad no solo para representar, sino para imaginarse programar una cosa así, los costosos derechos de autor, ya que las obras las tiene la Fundación Stockhausen, por no hablar del conservadurismo del público (tan distinto del de la escena musical contemporánea en España) sean quizá razones de peso para que no se involucre el Teatro Real, que es donde la música de Stockhausen merece ser representada dada su envergadura.

Dirigida por Juanjo Guillem, percusionista en instituciones tan prestigiosas como el Teatro Real o la Orquesta Nacional de España, Neopercusión tiene su sede en Madrid, pero actúa por toda la geografía española, además de en el extranjero. En 2019 estrenaron en la capital la Música para 18 músicos de Steve Reich. Un conjunto de once músicos ha tenido la titánica tarea de hacer sonar la obra magna de Stockhausen en el pequeño auditorio del Espacio Ronda, que se revela demasiado corto para la intensidad de la obra, no ya solamente en su importancia, sino en lo físico ya que el sonido reverberaba con una fuerza tal que si uno estaba muy cerca de según qué instrumentos podía sonar un un elevadísimo volumen. De hecho, tras decir esto uno se pregunta si esta obra no debería estar, no ya en el Real ni en el Auditorio Nacional, sino siquiera en el Auditorio 400 del Museo Reina Sofía o en el Matadero de Madrid, escenario ideal para esta obra.

Stockhausen defendía que la música, o al menos su música, fuera inmersiva. Por eso, nada más entrar al auditorio, uno se encuentra con los instrumentos repartidos en las cuatro esquinas principales de la sala. Poco se usará el escenario, salvo en el fragmento más importante. Dos enormes ruedas a cada lado del mismo, relojes con fragmentos de partituras en el lugar de las horas, se sitúan en ambos lados. Esta producción supone una selección de tan solo dos horas, eligiendo piezas muy conocidas, una por cada día de la semana, unidas por una narración y por una canción  del ciclo "Die sieben lieder der tage", también llamado Wochenkreis, que va uniendo las selecciones, dando a la obra un sentido de unidad y conjunto.

Así, el programa ha sido el siguiente:

MONTAG AUS LICHT - Flautina, Die 7 lieder der tage: Montag.

DIENSTAG AUS LICHT - Saxophone, Die 7 lieder der tage: Dienstag.

MITTWOCH AUS LICHT - Mittwoch Formel

DONNERSTAG AUS LICHT - Bijou, Die 7 lieder der tage: Donnerstag.

FREITAG AUS LICHT - Vibra-Elufa

SAMSTAG AUS LICHT - Kathinkas Gesang

SONNTAG AUS LICHT - Die 7 lieder der tage: Sonntag.

La obra empieza con el escenario oscurecido, y una luz roja. Entonces empieza la narración, en una voz femenina, y a continuación empieza la obra Flautina, perteneciente al lunes, en la que suenan tres flautas, empezando con una breve y bella melodía, para seguir con una exploración de los límites de este instrumento, a cargo de Marta Gómez. Saxophone, interpretada por Beatriz Tirado, que corresponde al martes, es igualmente una obra intensa, de fuerte color musical si bien el sonido del instrumento corrió más de lo deseable debido a lo pequeño del lugar. Mittwoch-Formel, que corresponde al miércoles, fue la primera gran pieza. Primero por su duración, quizá de unos quince o veinte minutos, en la que tres instrumentos de percusión, a cargo de Juanjo Guillem, Rafa Gálvez y Nerea Vera, en la que la percusión de tambor, xilófono y campanas recrean la solemnidad y la opulencia del Parlamento Mundial. En esta obra se alternan la percusión con el canto, a los que se añaden viscerales sonidos cantados, recitados e incluso gritados, susurrados por los músicos. Pero en cualquier caso, una obra intensa. El jueves viene de la mano de Bijou, un duelo entre clarinete y flauta, con un acompañamiento de un coro pregrabado, de hecho la obra es flauta, a cargo de Gómez, la clarinetista Lía Santalla, y cinta. El viernes estuvo representado por Vibra-Elufa, a cargo del percusionista Rafa Gálvez, quien dio una gran interpretación en solitario, una exhibición de todas las posibilidades del vibráfono, con unos sonidos y melodías tan bellos como místicos. Finalmente, la gran guinda del pastel: la famosísima Kathinkas Gesang, perteneciente al sábado. Se trata de una obra representada por una línea extrema para la flauta, y una sección que en este caso correspondió a percusión de láminas, a cargo de los performers Nerea Vera, Marina Lafarga, Lía Santalla, Gÿe, Felipe Crorpas Miguel Gutiérrez vestidos de negro y que llevaban en sus cuerpos diferentes cosas que hacían sonar. La flautista se mueve por el escenario, pero también por la sala, cambiando las láminas de sitio. Además, tiene una parte especialmente complicada. Aquí sucedió un percance: hacia el final de la obra, los performers van abandonando la sala hasta que solo queda la flautista. Sin embargo, al retirarse los del lado derecho del auditorio, se cayó al suelo una de las estructuras que sujetaban las láminas, para este entonces ya retiradas por los performers, lo que levantó un enorme estruendo. La obra termina con la flauta tocando su parte mientras desaparece de la sala, hasta apagarse en un lejano final, invisible al público. Como ya se dijo antes, el ciclo de canciones Die sieben lieder der tage servía como unión entre las diferentes piezas de los a su vez diferentes días de la semana del ciclo. En esta ocasión fueron interpretados a canto y piano. Al escucharlos, uno advierte que son bastante convencionales, en comparación con el resto del programa, incluso me pregunté si no podrían encajar en algún recital del ciclo de lied de la Zarzuela, hasta que uno escucha algunos sonidos que de repente emergen de la partitura. Aún así, creo que seguirían siendo potencialmente encajables en algún recital de canto y piano. En este caso contaron con la pianista Elisa Vázquez y la soprano Idoris Duarte, de tesitura que abarca una amplia gama que va desde agudos hasta graves. Precisamente el programa se cerró con el correspondiente al domingo. El sonido corrió a cargo de Fernando Giles, y tanto la acción como el diseño de vestuario, a cargo de Clara-Deguines Guillem, quien vistió de negro a los músicos, aunque a varios de ellos les hizo llevar trajes de papel, como complemento a su vestimenta principal.

Después de dos horas de intensa experiencia, los artistas saludaron, aplaudidos y con alguna fuerte ovación de parte del público que asistió. La más ovacionada fue Marta Gómez, cuya complicada interpretación de Kathinas Gesang estaba todavía reciente. 

Neopercusión lleva 27 años explorando los confines de la música contemporánea y étnica, ofreciendo al público la oportunidad de presenciar grandísimas obras, tanto en auditorios como en espacios alternativos. Uno no puede sino aplaudir esta titánica tarea, acercando a los madrileños un poco de la no menos titánica obra de Stockhausen, a la espera de que una institución más grande se ocupe de ella. Qué gran regalo nos ha hecho este conjunto musical, desde el mismo momento en que anunciaron su programación hace tres meses.  

Las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación  de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente. Cualquier reproducción de este texto necesita mi permiso. 

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