Madrid, 19 de julio de 2023.
De la Tosca de las superestrellas de 2021 a la Turandot de las cancelaciones en 2023.
Eso es lo que algún que otro aficionado habrá pensado al ver todos los avatares por los que ha pasado esta producción, con cancelaciones que han enfadado al público con justa razón. En el segundo reparto estaba prevista la soprano Elena Pankratova, pero fue sustituida por Angela Meade y finalmente por Ewa Płonka, quien canta estas funciones. En cuanto al primer reparto, puede decirse que, después del montaje de Robert Wilson, el gran atractivo de estas funciones era el debut en el rol de Liù de la soprano estadounidense Nadine Sierra, muy especialmente tras su triunfo en La Sonnambula el pasado diciembre. Sin embargo, la soprano canceló su interpretación para descansar de su ajetreada agenda. Finalmente, Serra ha sido sustituida por la soprano italiana Salome Jicia quien interpreta a la sufrida esclava. En estos días, Maribel Ortega ha sustituido a Ewa Płonka, en el segundo reparto, y Kristen Benedikt ha sustituido a Martin Muehle en el tercero.
La semana pasada, el Teatro Real se encontraba inmerso en su Semana de la Ópera, la cual por primera vez transmitía varios espectáculos en pantalla gigante en una semana. La función del viernes 14 ha sido transmitida a varios centros culturales de España, y fue retransmitido por televisión el domingo pasado. Además, aprovechando que el día 12 Javier Camarena daba un concierto, los cuerpos estables del Real y el primer reparto actuaron en el Festival de Granada, interpretando esta Turandot en versión de concierto.
La soprano italiana Anna Pirozzi es la soprano dramática italiana más importante hoy en día y una de las más destacadas intérpretes de Turandot. Pirozzi tiene un caudal vocal considerable, además de ser capaz de emitir potentes agudos, aunque lo que deslumbre en agudos, le falte en grave. Esta voz resulta autoritaria, y durante la escena de los enigmas, impacta por su fuerza. Durante el aria In Questa Reggia, uno de los mejores momentos de la noche, los agudos en la temible línea "Quel grido e quella morte" fueron una muestra de esa autoridad. Incluso se podían oír en el final del segundo acto. En el tercero se mantuvo a buen nivel, aunque durante el dúo con Calaf perdió el pulso con la orquesta, que llegó a eclipsarla tanto a ella como al tenor, aunque volvió a recuperarse para su famosa intervención final.
El tenor canario Jorge de León, vuelve al Real con su masiva voz para interpretar otro de sus grandes roles, el de Calaf. De León ya está en un periodo de madurez vocal, pero a pesar de todo, se esfuerza por darlo todo en escena, aunque el timbre tenga momentos que no son precisamente de belleza, especialmente en el primer acto y en el dúo final del tercero. Sin embargo, cuando el momento lo requiere, la voz es capaz de subir hasta un nivel notable, especialmente en las arias más importantes como Non piangere Liù y el Nessun Dorma, en esta última demostrando todo su poderío vocal, con sus más y sus menos. Durante el dúo con Turandot también tuvo el mismo problema que Pirozzi, el ser opacado por la orquesta en algunos momentos. Los agudos siguen impactando, aunque alguno mejor logrado que otro.
Con la enorme responsabilidad de sustituir a la superestrella prevista, Salome Jicia interpretó una Liù que fue de menos a más. La voz es tiene un timbre más oscuro, pastoso que el de otras colegas. Si bien su interpretación del Signore, Ascolta fue la única que obtuvo aplausos aquella noche. Mucho mejor se desempeñó en su gran escena en el tercer acto, donde su interpretación resultó conmovedora a nivel vocal y actoral (con las expresiones, ya que este montaje no permite mucho movimiento).
Adam Palka fue un Timur con volumen vocal suficiente pero un canto más bien correcto.
El resto del elenco repitió sus entregadas interpretaciones.
Del mismo modo, la orquesta dirigida por Nicola Luisotti volvió a sacar su fuerza, con un sonido más wagneriano. El primer acto volvió a ser un lucimiento para la cuerda, para y la trompeta en el coro O, Giovinetto. Al final del segundo acto sí que sonó menos refinada la orquesta, aunque en el resto de la obra siguió con su habitual espectacularidad. También hubo ternura durante la escena de los tres ministros. En el dúo final, la orquesta superó a los cantantes. Me pregunto si el hecho de que la orquesta opacara al coro se debió a mi asiento, porque ahora sí, en un asiento más alejado de la orquesta, pude disfrutar del Coro Titular del Teatro Real, el cual se marcó un primer acto de antología. Mantuvo su nivel en los actos restantes, pero el coro femenino, cantó de forma tierna y tristísima las palabras finales tras la muerte de Liù "Liù poesia".
Tras haberlo visto de nuevo, empiezo a pensar que mi teoría de que Calaf muere al final de la obra podría quedar reforzada por algo de lo que no me había dado cuenta antes: que cuando Turandot descubre su nombre, él desaparece, quedando solo ella iluminada. Interesante cómo cuando él la besa (en este montaje solo la toca a distancia), el omnipresente azul se convierte en rojo. Nada será lo mismo para ella. Es un recurso escénico muy bello.
Puccini murió cuando aún estaba en plenitud creativa, y lo demuestra esta genial partitura en la que da un paso adelante de su propio estilo, tomado como referencia varias de las corrientes musicales de ese tiempo; superándose a sí mismo en cada acto. Por eso es una pena que el acto tercero, el más importante musical y dramáticamente, se viera interrumpido con la muerte del compositor, aunque éste tampoco sabía muy bien cómo resolverlo. En cierto modo, la escena final de Liù y el aria de Timur y el coro que siguen a su muerte, son de una inspiración de un genio tal que parece que como Mozart con su Réquiem, esa música parece haber sido compuesta para su propio funeral.
Arturo Toscanini detuvo el estreno de Turandot en la Scala de Milán con esta escena. Algunos lo consideran el mejor final. De no haber sido porque la tradición ya ha aceptado el final de Alfano, que no resiste la comparación con la música de Puccini, pese a que sí cierra la obra con broche de oro al hacer que el coro celebre el amor cantando el motivo de Calaf; quizá podría ser un final ideal. Pero Puccini quería un cambio en el personaje de Turandot, de mujer cruel a mujer enamorada, y Alfano hizo lo que pudo dadas las circunstancias.
La representación se cerró con una fuerte ovación a todo el elenco, una vez más con el teatro lleno. Tal es la pasión del público de Madrid por esta obra. Termina así la temporada 2022-2023 del Teatro Real, con una importante presencia china en la misma: el encuentro de dos mundos en Nixon in China, de John Adams, y este lejano y exótico cuento de hadas, donde las mujeres son las que llevan el peso de la obra. Queda ahora el descanso, el hacer balance de la temporada, qué nos gustó más y qué menos, disfrutar de los festivales de verano, y esperar que la Medea de Cherubini abra la nueva temporada en septiembre.
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