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Madrid, 12 de enero de 2023.
De ella dicen que es la cumbre de la sinfonía romántica. La Sinfonía de las sinfonías. Si hay algo que tiene bastante consenso es el afirmar que es la obra magna del compositor de Anton Bruckner. El compositor austríaco estaba en la cima de su popularidad, que le llegó tarde, ya con sesenta años. El éxito del estreno de la Séptima Sinfonía le motivó a componer esta octava, y proponérsela a su valedor, el gran maestro Hermann Levi, relacionado con Wagner y su Parsifal. Sin embargo, Levi no estuvo conforme con el resultado, lo que no solo llevó a Bruckner a una gran depresión, sino a considerar el suicidio. Idea terrible para un hombre tan católico. Tal frustración, aumentando su ya innata inseguridad, le motivó no solo a revisar esta sino muchas de sus otras sinfonías, generando el problema de las ediciones que sigue hasta la actualidad, y que tanta confusión genera al neófito en la discografía de este músico; y que fue una de las causas por las que no terminó la Novena Sinfonía. Finalmente, su estreno a cargo de la Filarmónica de Viena en 1892 en la Musikverein de Viena, dirigido por Hans Richter, resultó ser todo un éxito, que hasta su enemigo Eduard Hanslick, el legendario crítico, tuvo que reconocer sus méritos, pese a abandonar antes del final. Hugo Wolf afirmó que estaban ante una obra maestra, la obra de un gigante.
En el marco del 200 Aniversario del nacimiento de Bruckner, con tres orquestas en Madrid interpretando sus sinfonías en la presente temporada, la Orquesta Nacional de España interpreta esta Octava Sinfonía (en la versión de 1890 de Haas) en tres conciertos en enero, dirigidos por su titular, el maestro David Afkham, quien como tantas veces he dicho en este blog, ha convertido a esta orquesta en la referencia para este repertorio. El concierto de hoy no ha hecho más que confirmármelo. La mejor forma de disfrutar de todos los sonidos y detalles de esta obra es en directo, ya que en una grabación los sonidos más tenues de las cuerdas, por ejemplo, pierden todo su potencial cautivador; por no hablar de lo que suponen los momentos en que la orquesta lleva al tutti, como en el scherzo o en el finale, con las tubas a pleno rendimiento.
Esta noche, Afkham ha logrado una dirección orquestal no demasiado lenta, sino más bien que iba al grano, directamente a impactar en los momentos del metal y la percusión, y a recrearse en la belleza en los momentos de las cuerdas, que aun teniendo pequeños altibajos sonaron brillantes. En general, su lectura ha trabajado el lado más íntimo, más solemne de la obra, sin pasarse de majestuoso, dando a cada sensación su momento.
Toda esta gama de sonidos han sido bien explotados por la orquesta, aunque en algunos momentos fueron demasiado rápidos. Desde los violines con su sonido brillante en el primer movimiento, respondido por la trompa, con el pequeño solo de oboe creando un momento mágico en la sala. El segundo movimiento fue igualmente espectacular, aunque aquí, fue de mayor brillo para el metal pese a que violines y violonchelos estuvieron a la altura. Del tercero, el larguísimo Adagio, una de las mejores páginas de la música germana, Bruckner dijo que era la cima de su música, algo que muchos encuentran como cierto. Desde luego, que este descomunal movimiento es la esencia de su estilo musical: un largo, etéreo, con momentos de climax pero siempre desde una mística calma, por encima del bien y del mal, cuyo glorioso tema principal, introducido por los violines en una etérea música, fue interpretado con belleza por las cuerdas de la sinfónica, acompañado por las trompas en el segundo tema, que también fue exquisito. En el cuarto movimiento, el protagonismo fue para el brillante metal con sus trompas, tubas, tubas wagnerianas y trompetas que acompañados de la percusión, introducen el tema principal, que envolvieron a la sala con su potente interpretación.
Nada más terminar, el público estalló en una enorme ovación, premiando con su entusiasmo a la orquesta. La sala no estaba llena (algo habitual en Bruckner), pero sí con una alta ocupación, y con varios jóvenes entre el público (y esto se agradece en este músico), lo que da a entender que era un evento esperado. Sin embargo, una sensación de déjá vu se percibía en la sala: varias mascarillas se veían entre el público, recordándonos épocas que parecían lejanas, ya que ante el aumento de casos de Covid-19 y Gripe, las autoridades españolas han estado recomendando su uso a lo largo de la semana. Sin duda alguna, se trata de una de las citas más esperadas de la temporada sinfónica en Madrid. Para gozar de la música Octava, hay que ir a verla.
Madrid, January 12, 2023.
They say it is the peak of the romantic symphony genre. The Symphony of Symphonies. If there is something that has much agreement, it is that this the Eighth is the magnum opus of the Austrian composer Anton Bruckner. By the time of its creation and premiere, Bruckner was at the peak of his popularity, since acknowledgement did arrive late to him, at the age of sixty. The success of his Seventh Symphony after its premiere, motivated him to work in his Eighth symphony, and once finished, he showed it to his main advocate, the great conductor Hermann Levi, strongly associated to Wagner and his Parsifal. However, Levi was not satisfied with the result, which not only drove Bruckner into depression, but also to consider suicide. Terrible idea for such a Catholic man. Such frustration, increasing his already innate insecurity, motivated him not only to revise this but many of his other symphonies, generating the problem of editions that continues to this day, and that generates so much confusion for the neophyte in this musician's discography; and that was one of the reasons why he did not finish the Ninth Symphony. Finally, Bruckner's Eighth Symphony was premiered by the Vienna Philharmonic in 1892 at the Musikverein, conducted by another legend, Hans Richter, and turned out to be such a success that even his enemy, the legendary critic Eduard Hanslick, had to recognize its merits, despite leaving before the final movement. Hugo Wolf stated that they were in front of a masterpiece, a giant's work.
In 2024, Bruckner's 200th Anniversary is celebrated, and three orchestras in Madrid are performing his symphonies this season, the Orquesta Nacional de España (Spanish National Orchestra) performs his Eighth Symphony (in the 1890 Haas version) in January 12, 13 and 14, conducted by its musical director, German maestro David Afkham, who as I have said so many times in this blog, he has made this orchestra the best one for this repertoire in Madrid. Tonight's concert has only confirmed me this opinion. The best way to enjoy all the sounds and details of this work is live in the auditorium, since in a recording the faintest sounds of the strings, for example, lose all their captivating potential; not to mention the moments when the orchestra leads the tutti, such as in the scherzo or the finale, with the tubas at full capacity, in which the hall is literally vibrating.
Tonight, Afkham has achieved an conducting not too slow, but rather one that got to the point, impacting the moments of brass and percussion, and recreating the beauty in the moments of the strings, which despite having small ups and downs, sounded brilliantly. In general, his rendition has delved on the most intimate, solemn side of the work, without going too much majestic, giving each sensation its moment.
This whole range of sounds has been well exploited by the orchestra, although in some moments they were too fast. From the violins with their brilliant sound in the first movement, replied by the horn, with the small oboe solo creating a magical moment in the hall. The second movement was equally spectacular, although here, it was of greater brilliance for the brass even though the violins and cellos were up to the task. Of the third one, the large Adagio, one of the heights of German music, Bruckner himself thought that it was the peak of his music, something that many find true. Of course, this inmense movement is the essence of his musical style: a long, ethereal one, with climatic moments alternating with a mystical serenity, above good and evil, whose glorious main theme, introduced by the violins in an ethereal music, was played beautifully by the strings of the symphony, accompanied by the horns in the second theme, which was also exquisite. In the fourth movement, the spotlight went to the brilliant brass with its horns, tubas, Wagnerian tubas and trumpets that, accompanied by percussion, introduced the main theme, which enveloped the room with its powerful performance.
As soon as the performance ended, the audience burst into a huge ovation, rewarding the orchestra with their enthusiasm. The room was not full (something usual for Bruckner), but it was highly occupated, with several young people in the audience (and this is appreciated in a performance of a work of this musician), which suggests this was an awaited and important musical event. However, a feeling of déjà vu was felt in the room: several masks were seen among the public, evocating times that seemed distant: given the increase in cases of Covid-19 and Flu, the Spanish authorities have been recommending their use. For sure, this is one of the highlights of the symphonic season in Madrid. To enjoy this music, you have to go see it live at the theatre or auditorium.
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