domingo, 21 de julio de 2024

Saioa Hernández en Madama Butterfly, primer reparto: intensa noche de ópera en el Teatro Real.


Madrid, 19 de julio de 2024.

Saioa Hernández tiene al fin, la presencia constante que se merece, en el Teatro Real. En los últimos años, la soprano madrileña ha cantado en el regio coliseo Un Ballo in Maschera, Nabucco, Turandot, y este año, el rol titular de Madama Butterfly. Una larga trayectoria la avala, así como la bendición de una de sus maestras, la gran Montserrat Caballé. "Debería cantar en todos los teatros" dijo la legendaria diva catalana. Predicción cumplida, pues Hernández ha cantado en múltiples escenarios europeos, principalmente cantando óperas de Verdi y Puccini, siendo la soprano española más importante en este tipo de repertorio. En el Teatro de la Zarzuela, canta todos los años, pues nuestra lirica es otra de sus grandes especialidades. Con tan sólo 45 años, aún tiene muchas gloriosas noches por ofrecernos. Como se ha dicho antes, este año canta Madama Butterfly en el Teatro Real, y a finales de este año lo hará en Barcelona. En estas funciones, figura en el primer reparto. Sin embargo, debido a problemas de salud, tuvo que cancelar dos de las siete funciones previstas, para poder recuperarse y con la profesionalidad que le caracteriza, cantar las dos últimas, entre ellas, la de esta noche.

Teniendo en cuenta que lo acontecido con su salud ha sido reciente, y pese a ello, Hernández ha cantado una preciosa y trágica Butterfly, en una creación  que brilla con luz propia, aunque a priori podría considerarse que su voz ya no es la más idónea para este rol, sino para otros más complejos, sin desmerecer este. Y sin embargo, vive el personaje de forma tan convincente, con un canto exquisito, que termina por ganarse al público y resulta tanto o más auténtica que otras con la tesitura más adecuada al rol. Sus sonrisas, sus gestos, su desesperación y sus llantos en las escenas finales transmiten toda la montaña rusa de emociones que vive Cio-Cio-San a lo largo de la obra. 

Ya desde su entrada en "Ancora un passo or via" sorprendió con una cálida voz, una voz dramática, pero transmitiendo el candor del personaje. Posiblemente aún se vean afectados, pero el agudo impacta, como en "Amore mio" cuando tras revelarle que ha cambiado de religión, abraza a Pinkerton. En el dúo de amor, el timbre cálido, dramático que reconocemos en óperas de Verdi, se deja sentir por todo el número. En el segundo acto, transmite la montaña rusa de estados de ánimo de Butterfly. El Un bel de vedremo fue interpretado de forma bella, una interpretación sensible, madura, dramática. En la escena con Yamadori, cuando le dice cómo son los divorcios en América, resulta divertidísima imitando al juez y al marido que quiere divorciarse. Es en este acto y sobre todo en el tercero en el que Hernández puede estar más cómoda. E igualmente bella fue la interpretación de "Che tua madre dovrà".  La influencia de Caballé se nota en su forma de entonar los graves, en tanto en la frase "sua grazia se ne va" como en "morta, morta", donde a veces recuerdan a los de la catalana. Sin duda, el mejor momento fue el final, en la famosa aria final "Tu, tu, piccolo iddio", donde la voz sonó potente, imponiéndose a la orquesta (cuando hasta ese momento hubo algunos momentos en que ésta la sobrepasaba), mostrando su poderío vocal. 

Matthew Polenzani ha interpretado a Pinkerton. El tenor estadounidense tiene una voz potente, que se deja oír, pero el timbre, que pretende ser lírico, no siempre es tan agradable, cuanto más al agudo se vaya. Aún así, en el primer acto estuvo más inspirado que en el tercero, aunque el Addio Fiorito Asil lo empezó cantando en piano, algo interesante teniendo en cuenta el estado de miedo y remordimiento de Pinkerton en esa escena.

Lucas Meachem interpretó a Sharpless. La voz es buena, tiene un sonido apreciable y un timbre bonito; además de notársele la experiencia, pero le falta volumen. 

Silvia Beltrami fue una estupenda Suzuki, con una bonita voz y un precioso timbre aterciopelado. Su mejor momento fue en el tercer acto, con unos graves en las desgarradoras palabras "Che giova? Che giova?" y un pianissimo en "Oh, me trista!", cuando descubre los planes de Pinkerton.



El resto del elenco, igual que la función comentada el día 15, estuvo al mismo nivel, destacando una vez más el Goro de Mikeldi Atxalandabaso, con una voz más fuerte y una mision más segura que la de Polenzani, el tenor protagonista. 

Nicola Luisotti al frente de la Orquesta del Teatro Real estuvo al mismo nivel, alternando momentos dirigidos de forma potente, con otros más de acompañamiento. De nuevo, el viento sonó como si fuera Wagner, en "Dite al babbo scrivendogli che il giorno del suo ritorno...", y luego el pasaje orquestal final sonó un poco rápido, lo que quitaba fuerza a la escena. El coro igualmente excelente, ahora destacando al coro femenino en el primer acto. 

Poco más que añadir sobre el montaje de Damiano Michielettoya lo dije todo en mi crítica del domingo pasado.


No estaba lleno el teatro, aunque sí estaba más ocupado que el domingo pasado. Incluso, se regalaron entradas a los amigos jóvenes del Teatro Real. Algo loable, aunque no se entienden los vacíos en una ópera como esta, que es de las que agotan entradas con antelación. Hubo ovaciones muy fuertes para Meachem, y sobre todo para Hernández, a quien el público demostró su agradecimiento y cariño. El lunes 22 será la última función, y con ella una temporada en la que se ha gozado con una triunfal primavera dedicada a la ópera del siglo XX, con éxito de crítica y algunas veces hasta de público, para terminarla con un Wagner bien servido y una Butterfly con cuatro repartos del más alto nivel internacional. Ahora ha llegado el momento de descansar y recargar fuerzas para las muchas cosas interesantes que nos aguarda la próxima temporada lírica en la capital.


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