Después de 16 años (cuando lo interpretó la gran Mariella Devia), volvía el Fausto de Gounod al Teatro Real, y lo hacía a lo grande con una gran producción y un gran tenor protagonista. La temporada 2018/19 del Real se inaugura con este Fausto, y al estreno asistieron los Reyes de España, ante cuya presencia la orquesta interpretó el Himno Nacional.
La Fura dels Baus, con Alex Ollé a la cabeza, volvía al Real para poner en escena una versión impactante y provocadora de Fausto, pero que para mi gusto tuvo tanto luces como sombras. La acción fue trasladada a un laboratorio moderno en Ámsterdam. Nada más entrar a la sala, nos recibe un enorme espejo que a la vez será una pantalla y un sofá en una esquina, cerca del cual hay dos ordenadores portátiles. Mientras suena la obertura, el personal avanza por el laboratorio antes de dejar a Fausto solo. Mefistófeles hace su entrada vestido como un rockero estrafalario. En el segundo acto vemos la taberna convertida en el comedor del Laboratorio, en el que tras salir de sus tubos de fabricación o criogenización, autómatas exuberantes con enormes pechos amenizarán la velada a unos soldados vestidos a la moderna y unos estudiantes vestidos con traje de Hockey. En el tercer acto veremos entrar a Margarita vestida con un traje negro y una horrible peluca azul que borra cualquier atisbo de inocencia presumible a esta doncella. La escena de ella cantando sus arias es de cierta belleza, cantando en un horrible edificio iluminado de rojo con un cielo estrellado. Las danzas de los coros estuvieron muy bien coreografiados en el segundo acto, con un momento de vistosidad en la canción del becerro de oro. Las figurantes femeninas aparecen representadas con pechos enormes y vestidas con un rancio glamur. No fue muy lograda la primera parte, pero la segunda mejoró. La escena de la iglesia iluminada de rojo mejoró notablemente, con una aparición pertubadora de Mefistófeles como Jesucristo. La Noche de Walpurgis fue una bacanal grotesca, con mujeres vestidas con coronas doradas casi de revista. Aterrador el momento en el que Margarita ahoga a su bebé en un pozo de sangre. El acto final nos muestra a los prisioneros llevados a celdas minúsculas, donde estuvieron una vez los tubos criogenizadores. Allí Fausto intentará liberar a su amada, pero entonces ésta lo rechazará y volverá a su celda, transfigurada. Mientras el espejo del principio desciende para dejar a Fausto detrás de él mientras que Mefistófeles ocupa su lugar en el mundo real.
No me parece que haya sido el mejor trabajo. En mi opinión, pese a que él es un científico que reniega de su saber, la ambientación en un laboratorio deja a escenas como las más intimistas en un sinsentido que muchas veces roza el aburrimiento. Plúmbea escena de Fausto y Margarita. Al final, Fausto tras perder a Margarita termina su contrato con el diablo y forma parte del mundo de fantasía y juventud que vive a consecuencia de ese pacto. El demonio ocupa su lugar en el mundo real, desconcertado ante los sentimientos de amor de ese alma arrebatada al bien. Aunque las escenas corales han sido las mejor trabajadas, la espectacularidad del montaje no le quita fealdad en muchos momentos, como el ya referido final del tercer acto. Al menos pudo remontar a partir del cuarto, pero no nos ha librado de la sensación de pesadez.
Dan Ettinger dirige a la orquesta del Real de forma a camino entre lo batutero y lo regular. No es malo el sonido de la orquesta aunque en la introducción orquestal no destacó por su refinamiento. Fue a mejor a medida que avanzaba la función aunque las danzas del quinto acto fueron de tempi demasiado rápidos. El coro tuvo una de las mejores noches que le recuerdo en mucho tiempo. Espectacular el coro masculino del cuarto acto.
Piotr Beczala era uno de los principales reclamos. Uno de los tenores más importantes de la actualidad, que ha obtenido un éxito clamoroso en Bayreuth y que cantó en el Real otro Fausto, el de la Condenación de Berlioz en mayo de 2009. Y hay que decir que ha sido con justicia el triunfador de la noche, con una voz poderosa, de sonido heroico y dominio del personaje. El Salut, demeure fue uno de los grandes momentos de la noche, cantado con una técnica exquisita y a bella voz, con el agudo final cantado en forte y solvente. De nuevo se hizo notar al final con un agudo precioso en el trío final. Tal vez no sea el mejor Fausto del mundo ¿o tal vez sí en los niveles que hoy manejamos, Alagna aparte? pero creo que al Real le esperan noches fantásticas.
Luca Pisaroni ha sido un gran Méphistophélès, con una enorme voz y gran nivel de actuación, salvo en la canción del Becerro de oro donde le tapó la orquesta,
Marina Rebeka ha sido otra interpretación, de nuevo en mi personal opinión, con luces y sombras. Hasta la primera mitad, encontré una voz que no me motivaba para nada, que en el aria de las joyas no andaba muy puesta de volumen y los agudos no eran lo mejor de la noche por no hablar de lo cortos que eran. Hasta me vino a la cabeza que Devia lo haría mejor 16 años atrás pese a que tampoco recibió las mejores críticas. Sin embargo, a partir del acto cuarto mejoró notablemente: la voz se adecuaba mejor a los momentos más dramáticos, y dicho acto lo abordó desde este punto de vista. Y en el final estuvo muy bien, hasta el punto de llevarse luego las mejores ovaciones de la noche junto a Beczala.
Stéphane Degout ha sido un irregular Valentin, con una voz enorme y buen nivel interpretativo pero que tiende a la guturalidad. Excelentes las mezzos Serena Malfi como un tierno y musicalmente bello Siebel y Sylvie Brunet-Grupposo como una excelente Marthe. Isaac Galán de nuevo volvió a impresionar con su breve pero bien cantado rol de Wagner.
Pese a que me reafirmo en que la función tuvo altibajos, el sello de gran producción habitual de La Fura estuvo presente y musicalmente no estuvo mal servida. Los artistas fueron muy aplaudidos, ovacionados en el caso de Beczala y Rebeka, pero sorprendentemente Pisaroni se llevó un abucheo y el director de orquesta fue acaloradamente abucheado. Pero lo peor estaría por llegar: el equipo de la Fura salió a escena y fue (como no podía ser de otro modo por el tradicional público de estreno) fuertemente reprobado, pero los abucheos llegarían a un escándalo mayor; posiblemente porque algunos de sus miembros llevaban puesto el lazo amarillo independentista, quizá en un acto de provocación política por la presencia de los Reyes. Creo que ha sido la primera vez que he escuchado al público del Real corear con fuerza "Fuera, fuera".
La temporada empieza caliente, aunque se prevé que la producción vaya a mejor conforme transcurran las funciones.
Algunas de las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con su publicación en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente.
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