viernes, 28 de septiembre de 2018

Vídeo: Wagner en China ¿último bastión tradicionalista? El Anillo y el Holandés Errante.


Desde la década pasada, China se ha apuntado al furor de las producciones wagnerianas; y las presentaciones de estas obras en Pekín y Shanghái han cosechado un importante éxito.
Y por eso, he decidido bucear en YouTube para ver uno de los escasos Wagneres tradicionales que se hacen en el mundo: las producciones wagnerianas en la Ópera de Pekín. Tras unas producciones tradicionales de las primeras grandes óperas (Holandés, Tannhäuser, Lohengrin); la Ópera Nacional China, compañía que trabaja en el impresionante moderno teatro de la ópera de Pekín, decidió llevar a escena ni más ni menos que la Tetralogía. En Youtube, y gracias a la gentileza del bajo Ye Chen, podemos ver completos El Oro del Rin y El Ocaso de los Dioses (donde interpretó a Fafner y a Hagen), además de unos fragmentos de Sigfrido gracias a la gentileza de los tenores Hugo Mallet y Christian Voigt, que subieron unos vídeos, pero suficientes para apreciar la producción. Y del Holandés Errante, en Youtube se puede ver un vídeo de 58 minutos del segundo acto, gracias a la gentileza de la contralto Qiulin Zhang que interpretó el rol de Mary.

Se trata de una de esas escasas oportunidades de ver una producción del Anillo en la época legendaria en la que la concibió el maestro, aunque cada producción clásica tiene su propia forma de recrearlo. Esta versión china es espectacular, aunque no siempre es oro lo que reluce. La vistosidad y el uso de la tecnología para intentar trasladarnos a la era mitológica parece ser la prioridad aquí. La dirección de actores y el disimulo de algunos recursos es algo que falla no pocas veces, por no hablar de que el vestuario a veces peca de ser kitsch. Y lo mismo en el plano musical e interpretativo. Es loable que los chinos monten su propia producción del Anillo si tienen los recursos para hacerlo y poder introducir entre su público esta cima de nuestra cultura, pero el "siempre hay una primera vez" implica un punto de partida desde la inexperiencia y eso afecta tanto a la orquesta como a los cantantes. Una cosa que hará las delicias de los amantes de los montajes ortodoxos es que la tecnología permite crear telones en pantalla LED. Ya no hace falta volver a los telones pintados o al juego de iluminaciones, Este artilugio permite que proyectemos animaciones realistas de bosques, arcoiris, fortalezas ardiendo. Ya no vemos una pintura, vemos el Walhalla consumirse en el fuego; gracias a la animación por ordenador.

La voces son por lo general decentes pero no son wagnerianas (aún, pero tengamos fe en el futuro), por no hablar de que el cliché sobre la frialdad asiática parece cumplirse aquí. Si en China se puede hacer una industria de lo que sea y pretenderla competitiva, la ópera wagneriana no iba a ser menos.

Antes de ir con el Anillo, me referiré brevemente al Holandés. En 2012 el teatro pekinés encargó a Giancarlo del Monaco una producción de el Holandés Errante,realizando una espectacular producción tradicional. El segundo acto en concreto nos muestra la casa de Daland, con diez ventanales en el centro, siendo el salón una casa muy austera y gris. El suelo está levantado hacia arriba y las hilanderas están hilando sentadas. La casa se encuentra rodeada del mar en plena marea alta, rodeando amenazante la tranquilidad de las mujeres. Una bella recreación gracias a la animación en pantalla LED. Aquí la dirección de escena está más cuidada: Mary es una mujer gruñona y autoritaria, Senta está completamente absorta en sus pensamientos y su semblante es serio. Daland es vulgar y codicioso y le muestra a su hija algunas joyas ante su impasividad. El vestuario es muy tradicional, trasladándonos al Romanticismo. El Holandés tiene una apariencia siniestra y huidiza, aunque su look sea calcado al de Jack Sparrow en Piratas del Caribe, incluídas sus características trenzas. En el dúo de Senta y el Holandés se levantan las paredes de la casa y esta vez el mar en calma rodea el escenario, como participando de la esperanza de redención de los protagonistas, que durante un tiempo cantan tumbados mientras se escuchan sus historias el uno al otro.

Musicalmente,al parecer se eligió la versión con pausas, dirigida por un competente Lu Jia. El reparto es plenamente internacional, con Eva Johansson como Senta. Johansson en 2012 ya está mayor y se nota que la voz se ha vuelto estridente y tendente al grito. No obstante tiene las tablas a su favor, ya que su interpretación resulta conmovedora. Qiulin Zhang es una digna Mary, con una voz preciosa y un grave impresionante (Ich spinne fort!). Zhang además ha tenido una carrera internacional, cantando Erda en el Anillo que Christoph Eschenbach dirigió en París en 2006. Peter Svensson es un Erik demasiado heróico, pero no muy destacable fuera de ese timbre que tampoco es muy atractivo. Franz Hawlata es Daland, con su peculiar voz. Egils Silins es el mejor cantante después de Zhang, con una interpretación vocal y actoral excelentes. La voz tiene ese timbre atormentado y oscuro que requiere el personaje.

Empezaré  brevemente con Sigfrido que se representó en 2014, por tratarse de fragmentos. El primer acto nos muestra una cueva oscura y profunda, con un enorme horno en el centro y al fondo se ve la salida de la cueva. Lo mejor es el segundo, con una de las mejores recreaciones de un bosque que se haya podido ver nunca en una producción de ópera. De nuevo podemos ver el color verde del bosque, tan ausente en nuestras producciones europeas. vemos troncos enormes y rocas cubiertas por la vegetación y en el fondo una pantalla LED nos muestra una animación de un bosque, con la vista de los árboles y el amanecer en el momento de los murmullos, con la luz del sol abriéndose paso y los pájaros volando. Sigfrido tocará un cuerno, y de la cueva del fondo derecha saldrá un enorme e imponente dragón con escamas y púas que abre la boca, al que se le iluminan los ojos, mueve las patas y es capaz de dar la sensación de dar fuego. Simplemente maravilloso. Pero por otro lado, el pájaro del bosque aparece en una esquina, aunque mal disimulado por una soprano disfrazada a la que termina de verse detrás del árbol, sujetando un palo en cuya punta se encuentra la avecilla. Aun así, uno no termina de creerse que está viendo un bosque en el segundo acto de Sigfrido. ¡Y qué bosque! El tercer acto, sin embargo, hace aguas. La roca de las valquirias es indudablemente una plataforma rocosa espectacular, sino fuera porque cuenta con escaleras perfectamente rectas y cinceladas. Nunca la naturaleza barnizó así su propia creación. Aunque al menos Brunilda duerme en el medio y tiene casco y yelmo.

Musicalmente, Yu Feng dirige la orquesta como una apisonadora. Hugo Mallet y Christian Voigt saben cantar con profesionalidad, y además el primero sabe actuar y darle a su personaje la osadía que le caracteriza. Liu Yian es un Mime excelente que nada tiene que envidiar a los que vemos por aquí. Lisa Livingstone es una Brunilda un poco matronil para mi gusto. Desconozco sus nombres, pero los intérpretes de Fafner y el pajarillo del bosque son muy correctos.

Y ahora, vayamos con el Ocaso, representado en 2015. Es difícil representar esta cima de la lírica, con esas acotaciones cinematográficas con las que Wagner se adelantó a su tiempo. Algo irrealizable en teatro en 1876 y no muy fácil tampoco en 2018.

El director de escena Wang Huquan lidera un equipo escénico que da una de cal y otra de arena en este generalmente espectacular montaje. Respecto al Sigfrido hay una notable mejoría.
Aquí puede verse el telón que debió acompañar a las funciones. En medio del mismo hay un enorme anillo que se ilumina para darle un brillo dorado, aunque con inscripciones rúnicas que nos recuerdan a El Señor de los Anillos. El círculo interior es una pantalla en la que se proyectan animaciones de paisajes en los interludios orquestales. El telón se levanta para mostrar la escena de las Nornas: unos enormes y altos hilos (con un aire a la producción bayreuthiana de Peter Hall) penden en el escenario , y las hijas de Erda los hilarán, mientras que de fondo se ve el fresno del mundo agrietado. La roca de las valquirias es esta vez una espectacular y más conseguida plataforma rocosa que parece la enorme grieta de la cima de una montaña. El telón LED de fondo, sin embargo le quita un poco de realismo ya que proyecta un paisaje volcánico en el que domina el fuego e incluso parece que la lava. Se siente uno más en Mordor que en la legendaria Escandinavia. La iluminación es buena y termina de salvar los muebles.

El gran logro aquí es la escena del palacio de los Gibich. Se trata de los interiores de un espectacular castillo en cuyo fondo se ven dos torres unidas por un arco abovedado que le da una sensación de amplitud. A ambos lados del escenario hay dos enormes estatuas de caballeros con túnica que predominan la escena. La ambientación refleja nubes y un enorme espacio acuático que parece más el mar que el Rin. Sigfrido vendrá con un barco y con Grane, el pacto se sellará con un vaso y con sangre. En el segundo acto vemos el patio del castillo, aunque conserva las estatuas y el arco abovedado. Pero ahora vemos las luces de las antorchas y de fondo una bellísima recreación del Rin con predominio del blanco nuboso, como si el tiempo no acompañara en estas nupcias que no tienen nada de alegre. Impresionante el cambio de la luz del día con la oscuridad en el dúo de Hagen y Alberich al amanecer y atardecer nuboso y triste en el acto. Es el mejor momento de la función.

El tercer acto empieza a flaquear aun dentro de la belleza. El escenario se levanta a la mitad para descubrirnos lo que serían las aguas del Rin mientras que en el nivel superior se ve la plataforma rocosa del primer acto y al fondo la bella proyección del río del acto anterior. No está resuelta la escena de las Ondinas. Ya que aunque esté iluminado como el agua, se ven las aberturas del telón. Además de que las Hijas del Rin llevan unos trajes turquesa y tocado de inspiración más asiáticos que europeos. Aunque un momento precioso es cómo sobrevuelan los cuervos en el paisaje virtual cuando Hagen mata a Sigfrido. Luego volveremos al palacio de Gibich. El final, sin ser del todo excelente, llega a emocionar. Cuando Brunilda tira la antorcha y se tira, todos abandonan el escenario y la animación nos muestra el Walhalla arder y derrumbarse. Lástima que Hagen no cante sus palabras finales y se le vea entrar sin más en las aguas-cortinas a la vez que las ondinas que sí juegan triunfantes con el Anillo. Luego con la ayuda de la animación el color azul domina el escenario, recreando que las aguas del río lo inundan todo mientras se ven destellos de luz roja que nos hacen intuir el fuego devorador que sigue devastando todo en la superficie. Un momento verdaderamente emocionante, sea como sea la puesta en escena. ¿Hace cuánto que no vemos por nuestra Europa al Walhalla arder al final del Anillo? ¿Décadas, tal vez?

Hay que añadir que el vestuario es un ejemplo de la cal y arena que da la producción. El vestuario de los hombres generalmente está bien logrado, salvo Gunther, que lleva un traje color medio marrón medio carne con una capa vulgarmente brillante, que podría encontrarse en alguno de nuestros bazares chinos. Lo mismo el traje de Gutrune, con un verde con brillo vulgar. Y las hijas del Rin como dije antes. Y también Brunilda que lleva un traje blanco en el tercer acto con unos encajes curiosos.

Musicalmente, contamos de nuevo con la dirección de Yu Feng que vuelve a dirigir en forte a una orquesta inexperta, con una percusión que parece de juguete y una sección de viento que necesita ayuda urgentemente. Pero consigue ser un acompañamiento digno y la musicalidad no se ve del todo comprometida.


Liu Yiran es un Sigfrido de voz para nada fea, escuchable y resistente aunque el volumen no acompañe siempre. Ya podríamos escucharlo por aquí alguna vez si estudia. Wang Wei tiene una voz bella, pero ligera para Brunilda. Debido a la mala ubicación de la cámara, la orquesta tapa a los cantantes. En otro rol menos duro podría ser un canto realmente hermoso, pero la señora es inexpresiva. Parece estar más centrada en cantar que en actuar y eso termina por aburrir. Pero al menos no sufrimos. Ye Chen es un Hagen pasable, pero tampoco destaca por su expresividad aunque tiene buenos graves. Yu Jingren es un Gunther con voz enorme, pero tendente a la sobreactuación. Liang Runni como Gutrune tiene una voz también ligera para su personaje pero al igual que Wang es agradable de oír. Muy bueno el Alberich de Song Fengrun tanto a nivel vocal como actoral. Wang Hong como Waltraute tiene una voz excelente y el grave muy bello aunque a veces si se va por arriba vibra mucho. En cuanto a las comprimarias, mejores las Hijas del Rin que las Nornas, estas últimas más débiles de voz e incluso con fallos de texto.

Y finalmente, terminamos el Anillo pekinés con El Oro del Rin, que se representó en 2016 en la capital china. Disculpen el orden invertido, pero es que por circunstancias lo vi así. Y porque así se representó cronológicamente.

En esta ocasión ha mejorado mucho la realización respecto del Ocaso del año anterior. Se ha conservado la plataforma escénica de la roca de las valquirias y también se ha cuidado más la dirección de actores, devolviendo a los personajes la solemnidad pero también la comicidad y humanidad. Mime es de nuevo un atormentado que hace gracia el gafe que tiene, Loge es un auténtico amargado que no oculta al público el odio que le causan sus familiares dioses. Se ve de nuevo el telón con el anillo que se ilumina y en su interior nos muestra las aguas del Rin. Durante el preludio se levanta y muestra el agua correr con los primeros rayos del día iluminando. Este segundo telón se levanta y vemos la plataforma base y la ambientación nos lleva al fondo del Rin. No obstante, la plataforma escénica se ha aprovechado de tal forma que parece ser los restos de un barco hundido, por cuya pasarela caminan las ondinas. El oro es levantado por unas cadenas e ilumina el escenario, pero al robarlo Alberich sólo se lleva una parte con aspecto de enorme pedrusco. La segunda y cuarta escenas muestran la espectacular plataforma rocosa y de fondo la pantalla LED nos muestra una animación del Walhalla construido, hacia la cual se levantará un arcoiris virtual, que a medida que termine la ópera subirá la plataforma y proyectará debajo de ella unas escaleras doradas mientras cae el telón. Por último, la tercera escena se parece a la que creó Otto Schenk para el Met, sólo vemos una oscura cueva y en cuya parte superior se ve cómo suben y bajan los dioses al Nibelheim.

El vestuario sigue siendo mejorable, ya que a veces nos recuerda más a personajes manga que a dioses escandinavos, especialmente en el caso de las mujeres. Los de los dioses parecen más de tienda de disfraz pese al necesario ambiente tradicional que da.Los trajes mejor logrados son los de los gigantes, seguidos de los nibelungos y el de Loge.

La Orquesta de la Ópera Nacional China está a cargo de la señora Zhu Man, que dirige una interesantísima versión musical y superior a la de Yu Feng en el Ocaso. Al parecer es una promesa en su país y a juzgar por la dinámica y dramática dirección podríamos estar ante una carrera a seguir. No obstante, tiene que hacer lo que puede con una orquesta que pese a que ha mejorado sigue teniendo problemas en el viento.

El reparto es bastante digno y la mayoría de las voces son buenas, pero tengo una sospecha: o la función estaba amplificada o de nuevo la grabación está mal porque hay momentos que los cantantes disminuyen de voz sospechosamente. Yu Jingren es un buen Wotan aunque su histronismo recargado cuando recibe el Anillo de manos de Alberich es cuanto menos cómico. Liu Yinran es un excelente Loge, menos cansado que como Siegfried. Wang Hong es una Fricka autoritaria y de voz muy hermosa, así como también la frágil y bien cantada Freia de la bella Wang Ye. Ye Chen está mejor ahora como Fafner que como Hagen. Tian Hao es un gran Fasolt, y Ji Maomao añade una grotesca vis cómica a su sufrido Mime, que también canta con gran nivel. Zhao Yiluan y Yin Hai cumplen con sus papeles de Donner y Froh respectivamente, aunque el vestuario y la juventud de este último nos recuerden a algún personaje de los dibujos animados de Bola de Dragón. Las hijas del Rin repiten su buena interpretación en el Ocaso.

He querido dejarme para el final una interpretación inolvidable: el Alberich de Geng Zhe. Tiene la voz para el personaje, pero en la primera escena tiene tantos fallos de texto que la única solución que encuentra es inventarse la letra o las palabras que rimen con la musica o lo que recuerde del texto. Es algo digno de ver porque pocas veces se habrá filmado algo igual. Toda la escena es un verdadero tormento. Y además la voz se ve muy afectada cuando desaparece de escena al tranformarse con el yelmo mágico porque casi ni se oye. Es algo único.

¿Se convertirá Pekín en el último bastión de la ortodoxia wagneriana? Viendo estos vídeos, que en youtube han causado sensación, podría pensarse que sí; aunque las últimas producciones de Tristán y Maestros son del Met y de Londres, nada tradicionales. Desde luego que pese a las limitaciones dadas por la inexperiencia, y en nombre de la diversidad del arte y la existencia armoniosa de todo tipo de creación operística creo que es de agradecer que en China puedan verse estas alternativas. Porque un Ocaso que termina con el coro viendo la televisión (Kupfer-Bayreuth), o llevando cinturones bomba (Vick-Palermo) o con Hagen viendo arder su anillo en un barril ardiendo mientras las Hijas del Rin se sientan delante del puesto de Kebab que él regenta (Castorf-Bayreuth) pueden emocionar o tal vez no. Pero el Walhalla ardiendo y las aguas inundando el escenario forman una imagen de nuestro acervo mitológico que no conviene olvidar porque su belleza es arrebatadoramente conmovedora.



Postdata: Por cierto, el público chino parece aún no tener experiencia wagneriana, porque hay que ver cómo aplauden antes de la última nota o cuando los Dioses empiezan a subir al Walhalla de forma que no puede disfrutarse de esa apoteósica música. Por no hablar de sus curiosos jaleos, que sustituyen a nuestros bravos.



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