martes, 4 de septiembre de 2018
Vídeo: Tristan und Isolde, Festival de Bayreuth de 2015.
Siguiendo con las últimas producciones del Festival de Bayreuth, le toca el turno a la última de Tristan und Isolde, que se estrenó en 2015 y que sigue en cartel; en el montaje de Katharina Wagner, bisnieta del compositor.
Tras el escándalo de sus Maestros Cantores, la señora Wagner realiza una producción de la gran ópera de su bisabuelo totalmente austera; con un ambiente de opresión y oscuridad de la que sus personajes son víctimas. Isolda está prometida a un esposo maltratador, del que se presume que tiene a su reino en un régimen de terror. Parece ser consciente de ese destino, con lo que toma mayor sentido la toma del filtro de la muerte. Los demás personajes no escapan tampoco a ese destino, ya que Tristan en el segundo acto inspira tanta compasión como su amada; algo que nos hace pensar en el terror que le aguardará a ella una vez que Tristan ya no esté. Marke ya no es ese venerable rey anciano dolido por la traición de su amigo, sino un sádico que se regodea con el sufrimiento de los demás personajes.
Nada más abrirse el telón se ve a lo largo del escenario un laberinto de escaleras. Al principio, los cantantes están sentados en diferentes puntos de la plataforma, con escasa iluminación. Luego esta aumentará para mostrar el laberinto en el que los personajes se moverán constantemente. El puente central se levanta y desciende según conviene a la acción. Los personajes no beben el filtro del amor, sino que lo derraman en sus manos. En el segundo acto se ve una jaula de rejas circulares, en posición primero horizontal y luego en vertical. Los esbirros de Marke arrojarán primero a Isolda y a Brangäne, para posteriormente hacerlo también con Tristan y Kurwenal. En lo alto del escenario Marke, Melot y su guardia enfocan todo el rato con la luz a los sufridos personajes, para su diversión. En la primera parte del dúo de amor, tras encontrarse, Isolda y Tristán consiguen escapar de la luz opresora y bajo una capa se refugian mientras colocan estrellitas. Posteriormente, cuando empieza la parte más conocida del dúo, llega uno de los momentos más bellos del montaje: los amantes se acercan al centro del escenario, y se proyectan unas imágenes de las sombras una pareja acercándose primero y alejándose después del ojo del espectador. Luego desaparecen las imágenes para mostrar una de las jaulas en la que los amantes entrarán y saldrán, para luego infligirse una herida con cuya sangre sellarán su amor. Después aparecerá Marke con su séquito y torturará a los personajes.
En el tercer acto, el escenario está casi desnudo, con el séquito escaso del protagonista sentado en coro, como si estuviesen en una vigilia por su señor ya agonizando. Tristán verá visiones de su amada a las que intenta acercarse, pero al tocarlas desaparecen, o en uno de los momentos más duros, la visión de Isolda sangrará por la cabeza. Este es otro de los momentos más destacados, ya que las apariciones tienen lugar en un aura triangular azul, y luego aparecerán dos más arriba, creando un espectáculo sombrío y aterrador. Finalmente llegará la verdadera Isolda para encontrar a su Tristán yaciendo en el suelo. Tras la terrible matanza, Isolda cantará el Liebestod sujetando la mano de su amado que yace ahora en una camilla. Tras terminar es separada bruscamente por Marke y arrastrada por éste hacia la oscuridad, como presagio de un futuro de maltratos, aunque a esta Isolda no parecerá importarle porque aunque su cuerpo esté presente, su mente ya está junto a Tristán. Mientas ella y su malvado esposo desaparecen, Brangäne se queda sola con el cadaver del héroe mientras cae el telón.
Christian Thielemann dirige la orquesta con la maestría habitual en él, excelente en los preludios y yendo a mejor a partir del segundo acto. El coro del festival dirigido por Eberhard Friedrich bordó su breve intervención.
Evelyn Herlitzius capitanea un sólido reparto, con una Isolda que si bien no tiene una plenitud vocal tiene un temperamento escénico impresionante. Aborda el personaje con estilo y autoridad que pone al servicio de su enorme voz, aunque el agudo a veces le pasa factura.
Stephen Gould le da réplica cantando un Tristán casi al mismo nivel, con una voz (que en 2015) aún no está desgastada, tiene un timbre de auténtico heldentenor y consigue salir airoso del tercer acto. Aunque en años recientes la voz parece ya aquejar un poco de desgaste, en el momento de esta grabación aún resiste cómodamente la desafiante partitura.
Christa Mayer es una excelente Brangäne, con un atractivo registro grave. En cambio Iain Paterson está un poco flojo como Kurwenal. Georg Zeppenfeld es otro de los atractivos del reparto, con un Marke que actoralmente borda el retrato psicopático que le atribuye Doña Katharina y a un buen nivel vocal.
En cuanto a los comprimarios, Raimund Nolte es una sorpresa en el breve papel de Melot: su interpretación refleja la vileza y el servilismo de su personaje, aunque su voz sea la de un bajo demasiado ligero pero definitivamente un cantante a seguir. Tansel Akzeybek hace doblete como el joven marinero del primer acto y como el pastor del tercer acto; siendo éste un mejor papel para su voz. Kay Stiefermann cumplió también en el rol del Timonel, además de tener una apariencia atractiva.
La producción ha sido un éxito a juzgar por los aplausos recibidos, gracias a un gran equipo musical. Aunque su trabajo genera división y al parecer no siempre acierta, esta vez Katharina Wagner ha realizado un trabajo muy apreciable con momentos de gran belleza.
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