Después de unas memorables funciones de Roberto Devereux y una apoteósica función de Norma, y cada vez más cercano el final de su carrera, Mariella Devia ha decidido despedirse del Teatro Real con una gala de reinas Tudor: las oberturas y finales de las óperas Anna Bolena y Maria Stuarda.
A los 70 años, es sorprendente aún la calidad que aún tiene la voz, todavía aterciopelada, con una técnica que la permite bordar estas difíciles obras. El pianissimo es delicioso, la delicadeza con que aborda las arias y su estilo belcantista de vieja escuela, por no hablar de los agudos que en su mayoría son aún impresionantes son algunas de las virtudes que mantiene. Es cierto que el agudo a veces le baila, pero aún puede emocionar y deslumbrar. No todas las grandes artistas llegan a esa edad con la capacidad de abordar protagonistas y con las facultades vocales tan bien preservadas.
Para sorpresa de muchos, el programa no incluía a las tres reinas Tudor, quizá porque la de Devereux la cantó ya. Pero sabíamos que nos esperaba una última gran noche de bel canto.
Junto a ella, José Miguel Pérez-Sierra dirigía la orquesta del Teatro Real, que fue de menos a más pero mejor en las escenas y arias que en las oberturas. El tenor Alejandro del Cerro (excelente Leicester), el bajo Javier Franco (Enorme Talbot), la mezzo Sandra Fernández (excelente Smeton y aún mejor Anna Kennedy), junto al tenor Emmanuel Farraldo y el barítono Gerardo Bullón completaron el grupo solista que acompañaba a la diva.
El programa empezó con la obertura de Anna Bolena, que sirvió para que la orquesta entrara en calor. Luego siguió el coro para que poco después entrara Devia cantando con una insuperable ternura el recitiativo Piangete voi seguido de un Al Dolce Guidami para el recuerdo. La cabaletta final Coppia Iniqua fue excelente, y parte de su cosecha son los sobreagudos en ei m'acquisti que le dan un toque dramático, aunque en este momento a veces los agudos parecían estar en plenitud debido a la edad. No terminó esta escena con el agudo, pero no le impidió ser una gran interpretación.
La segunda parte empezó con la obertura de Maria Stuarda, una pieza larga en lugar del breve y galopante preludio que suele interpretarse habitualmente. El coro y la orquesta estuvieron mucho mejor en esta parte. Tras una breve escena, Devia volvió a entrar con una excelente escena de oración, para luego rematar el final Ah, se un giorno da queste ritorte con una excelente técnica, con ese agudo precioso en il flagello di un Dio punitor, que es un recurso que le da sentido dramático. Al final nos dio un sobreagudo fantástico que se escuchó en toda la sala, con el que coronó una genial interpretación, del que ha sido una de sus mejores creaciones.
El público ovacionó a la artista con mucha entrega, aunque el teatro no estuviera lleno. Pero estaban los que tenían que estar. Pese a las muchas llamadas a escena, la soprano no se decidió a dar un bis. Lo más probable es que estuviera muy cansada después de tanta intensidad, lo que es comprensible, aunque nos hubiera encantado algún número extra con el que redondear la noche. En cualquier caso, el concierto ha sido del más alto nivel belcantista, y Devia nos ha demostrado que retirarse a tiempo es una victoria, aunque nos deje huérfanos de su estilo, de su escuela y por tanto nos preguntemos por quién será capaz de dar continuidad a tanta belleza vocal. Siempre la recordaremos y desde ya añoraremos su arte.
Algunas de las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente.
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