Ante la cercanía de las funciones de El Oro del Rin en el Real, he querido hacer algunas aproximaciones en vídeo a uno de mis títulos más queridos de todo el repertorio. Y empezamos con el DVD del Metropolitan Opera de este Oro, en versión tradicional y clásica. No se me ocurriría mejor primera aproximación para la obra que este vídeo.
Este DVD se aproxima mucho a cómo concibo esta obra en mi mente. Naturalmente, la producción es mejorable. Una obra semejante que habla de la cobardía en el poder, de la ambición, la falsedad, la traición, el robo entre esferas sociales y hasta de la inocencia y lealtad de los más desfavorecidos, naturalmente necesita una actualización dado su mensaje universal. Pero lo que esta producción me ha enseñado es que incluso si intentamos situarla en su contexto original, en un mundo de dioses, enanos, gigantes y bellos paisajes mitológicos, el mensaje se mantiene inalterable y en toda su fuerza. Aunque veamos a Alberich desparecer y convertirse en un sapo de hojalata, la fuerza de la obra y su mensaje siguen golpeándonos.
Wagner escribió el texto de su obra magna en sentido contrario, terminando con este prólogo a todas las tensiones entre los protagonistas principales y narrando la causa que originó esta epopeya.
La producción es la clásica dirigida por Otto Schenk, con escenografía de Gunther Schneider-Siemssen y vestuario de Rolf Langenfass. Se ha acusado a esta producción de ser de "cartón piedra", de ser kitsch a lo Hollywoodiense o contar la historia como si fuera el mago de Oz. Pero lo que nos encontramos aquí es una bella ambientación acompañada de una excelente dirección de actores, algo que se suele echar de menos en las producciones tradicionales. Por estética y tecnología, y también por motivos económicos, está producción ya no se podría hacer hoy en día. De hecho el último Anillo tradicional, ya desaparecido, es este viejo del Met. Después de su retirada, Seattle y Pekín desean recoger el testigo aunque no parecen estar a la altura.
James Levine es un consumado wagneriano. Su dirección puede ser lenta pero transmite majestuosidad y drama. El preludio es opulento, uno siente las aguas del Rin. La entrada de los gigantes es lenta pero se siente la pesadez y la tosquedad de ellos. El final es apoteósico. Una versión referencial sin duda.
El reparto no puede ser más sólido, y posiblemente el mejor que se podía reunir entonces, repleto de excelentes cantantes-actores.
James Morris tiene una forma muy personal de interpretar a Wotan, pero la voz suena a Wagner y entiende la forma de cantarlo. Como intérprete su Wotan es canalla, pero con la dignidad de un dios.
La legendaria Christa Ludwig, ya en declive a sus 62 años, sigue siendo una Fricka de reclinatorio. La voz mantiene su belleza, estilo y bello timbre, pese a las limitaciones de su edad. ¡Y qué actriz! Al principio de la segunda escena se mantiene joven, contrariada, pero cuando Fricka desaparece y canta en el suelo, consigue transmitir a una mujer cansada y avejentada. Sólo las grandes como ella son capaces de transmitir tanto con sólo cantar.
Siegfried Jerusalem interpreta a Loge, con una voz adecuada para la socarronería del personaje. En su aria Immer ist undank Loges lohn! suena heroico, como una divinidad canalla.
Ekkehard Wlaschiha fue el Alberich de su época, y es fácil entender por qué: la voz es poderosa y la interpretación transmite la villanía del personaje, siendo terrorífico a partir de la segunda escena.
Heinz Zednik interpreta a un Mime con la voz ya un poco avejentada (pese a que sólo tenía 50 años, pero llevaba casi 20 interpretando en Bayreuth al enano) pero con todas las tablas suficientes para sacar al personaje adelante, y hacerlo creíble.
Matti Salminen y Jan Hendrik Rootering son un excelente dúo de gigantes, así como Alan Held y Mark Barker como Donner y Froh respectivamente son más que dignos. Mari Anne Haggänder, que acababa de triunfar como Eva en los Maestros Cantores de Bayreuth, es una dulce y frágil Freia.
Birgitta Svendén es una impresionante Erda, con un sobrecogedor registro grave.
Birgitta Svendén es una impresionante Erda, con un sobrecogedor registro grave.
Las hijas del Rin también son excelentes cantantes, destacando la bella voz de Meredith Parsons como Flosshilde.
Esta magnifica produccion me hace pensar que pese a que una forma y otra de representar una ópera, y sobretodo una ópera wagneriana, pueden tanto ganar fuerza en un aspecto como perderlo por otro, no puedo más que reafirmarme en mi teoría de que una puesta en escena ltradicional y otra moderna deben de ser complementarias y no anular una dogmáticamente a la otra. En nombre de la diversidad del arte, el bienestar del público y la variedad de lecturas que el maestro habría explorado en busca de la representación modélica. Seguiremos buceando en otras versiones del Oro.
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