jueves, 29 de junio de 2023

Luisa Fernanda, la película: reposición del gran clásico en el Teatro de la Zarzuela.

Madrid, 28 de junio de 2023.

El Teatro de la Zarzuela, en la línea del Teatro Real, cierra temporada en pleno verano, con un título clásico: Luisa Fernanda, una de las obras cumbre del género grande. La obra maestra de Moreno Torroba es una de las más queridas por el público. Compuesta en los últimos años de esplendor del género, se estrenó en 1932, en plena Segunda República. Es esta una obra musicalmente conservadora, en una época en la que Sorozábal y Falla componían en un estilo diferente. Ambientada en los años de la revolución llamada "La Gloriosa", que puso fin al reinado corrupto de Isabel II, y dio inicio a una época turbulenta en nuestro país, con un breve cambio de dinastía y finalmente con el establecimiento de la efímera Primera República. Cuando esta obra se estrena, hay de nuevo una República en España, y la monarquía del nieto de aquella primera reina, había sido derrocada. Y aunque menor, hay otro paralelismo: dos bandos enfrentados,  liberales y monárquicos, frente a la que, entonces latente, luego patente, habría en España: monárquicos y republicanos, con un fin mucho más trágico que el de La Gloriosa. Siete años después del estreno de esta zarzuela, en España se hizo la oscuridad.

Pero no solo hay paralelismos con la política. Esta obra permite que los espectadores se identifiquen con ella, o que reconozcan la forma de pensar de sus personajes. Si Vidal se enrola en una causa política ajena solo por impresionar a su amada, si Luisa Fernanda se debate entre el agradecimiento y el amor, si Vidal representa el amor maduro y racional, y Javier lo impulsivo de la juventud, con algunos toques posesivos, o si la Duquesa representa la frivolidad de quien vive ajeno a lo que acechan tanto a su entorno como a su país. 

Y además, está la genial música del maestro Moreno Torroba, una obra repleta de momentos célebres, de música bellísima alternando con romanzas inolvidables, y con un dramatismo que avanza hasta desembocar en un tercer acto deslumbrante. Como obra cumbre del género, es habitual en muchos teatros, desde su mismo estreno. Pero para remontarnos a un pasado reciente, muchos de los asistentes a estas representaciones quizá recordarán las funciones de esta obra en el Teatro Real en 2006, con Plácido Domingo en el rol de Vidal, en una de sus primeras incursiones en la tesitura de barítono, sin sospechar entonces el giro que daría su carrera, y acompañado de un reparto radiante, funciones que fueron grabadas en vídeo. En 2019 hubo un intento de hacer una versión queer de esta obra en Alicante, pero no prosperó. En 2020, esta producción que hoy comentamos se debería de haber estrenado, pero entonces aconteció la pandemia de Covid-19 y el confinamiento. Plácido Domingo iba a cantar el Vidal, pero se cayó del cartel debido al escándalo en torno a su figura. Finalmente se estrenó en 2021, cuando el público iba con mascarillas y aforo reducido.

El montaje de Davide Livermore toma el ligero paralelismo entre la época de la obra y la de su estreno, convirtiendo la obra en una película de los años 20 o 30, cuando el naciente cine español recurría mucho a la zarzuela. La acción transcurre en una película que se proyecta en el Cine Doré, y la escena está dominada por una pantalla de cine, un escenario giratorio que difumina la acción entre lo que transcurre dentro y fuera de la pantalla.  En la pantalla y al fondo del escenario se proyectan imágenes de películas mudas y de imágenes de Madrid. Recurre también a un cuerpo de danza tanto para la mazurca de las sombrillas como para las danzas del acto final. Durante el tercer cuadro, transcurriendo en plena guerra, la estética de los años 30 invita a pensar en la Guerra Civil, aunque cuando los personajes hablan no deja de ser incongruente ya que en esa época no estaba Prim. El tercer acto es el más "tradicional" por decirlo de algún modo, ya que el cine es tomado por el campo extremeño. Llama la atención la caracterización de Bizco Porras como Groucho Marx. 

Al frente de la orquesta, estuvo el maestro Miguel Ángel Gómez-Martínez. A destacar el primer violín en el principio del tercer cuadro y en el preludio del cuarto, momento del cual la orquesta interpretó una agradable versión, toda una orquestación de la romanza de Vidal. El Coro estuvo a un gran nivel.

Amparo Navarro, sustituyendo a la inicialmente prevista María José Montiel, fue una Luisa Fernanda bien cantada, reservándose para el dúo final con Javier, que acometió de forma exquisita con la voz en piano. 

Ismael Jordi fue un Javier muy bien cantado, quien deslumbró en su entrada en "De este apacible rincón de Madrid", siguiendo a lo largo de la función con su bellísimo timbre lirico, aunque el rol entraña dificultad.

El protagonista real de esta zarzuela es Vidal Hernando, lo que significa que la obra requiere de un barítono de enjundia, capaz de soportar el peso de la obra. Y Juan Jesús Rodríguez es ese barítono. Con una voz generosa de volumen, una firme proyección y un canto exquisito, se metió al público en el bolsillo y todas sus intervenciones fueron las mejores de la noche. 

Sabina Puértolas, en las funciones de 2006 interpretó a Rosita. Ahora, interpreta a la Duquesa Carolina. Puértolas, con la voz más madura, a nivel vocal se reservó para la escena de la subasta del cuadro segundo, donde sacó a relucir sus agudos increíbles. 

La habitual María José Suárez interpretó a una divertida Mariana. Nuria García-Arés fue una Rosita con buena voz aunque a veces no estuviera sobrada de volumen. El resto del elenco, estuvo entregado por completo a la función. 

La popularidad de esta obra se manifiesta en un aforo lleno, con las entradas vendidas desde hace meses. Incluso con el público tarareando y canturreando las romanzas a veces más de lo deseable. Y cómo no iba a hacerlo, si la música y su argumento encandilan en todas las épocas. Termina así la era Bianco, que ha trabajado bastante por la modernización del género. La próxima temporada, que representa su legado más inmediato, servirá de transición a una nueva etapa, la de Isamay Benavente, que el público de Madrid, lo digo convencido, tiene muchas ganas y entusiasmo por conocer.


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