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Madrid, 2 de abril de 2024.
La Orquesta Sinfónica de Madrid, titular del Teatro Real, además de ser la orquesta estable de nuestra gran ópera, tiene un ciclo sinfónico en el Auditorio Nacional. Además del bicentenario de Anton Bruckner, este año se celebra el 120 aniversario de la actividad de esta orquesta, que el 7 de febrero de 1904 dio su primer concierto en el regio coliseo. En su larga trayectoria, la orquesta ha pasado por momentos de vibrante actividad, como sus primeras décadas dirigida por Enrique Fernández Arbós, quien puso en su repertorio a los más grandes compositores españoles del momento, con Richard Strauss e Igor Stravinsky como maestros invitados, luego por décadas de declive desde los años 40 hasta los años 70, después como titular del Teatro de la Zarzuela, y desde 1997, como titular del Teatro Real. También es conocida por su enorme legado discográfico, principalmente de zarzuelas y música española, e incluso Peter Maag grabó la integral de sinfonías de Mendelssohn.
Desde hace seis años, la Sinfónica de Madrid está interpretando todas las sinfonías de Bruckner, y en los últimos tiempos, ha dado la casualidad de que antes de que la OSM represente un Wagner en el Real, toca interpretar un Bruckner en su ciclo sinfónico. Así fue en 2022, cuando bajo la dirección de Pablo Heras-Casado se interpretó la Novena Sinfonía en la sala sinfónica y luego el Ocaso de los Dioses en el teatro. Y como en aquella ocasión, Pablo Heras Casado ha interpretado esta tarde la majestuosa Cuarta Sinfonía del compositor austríaco, antes de representar los esperadísimos Maestros Cantores en el Real a finales de este mes.
Conocida como la "Romántica", esta y la séptima sinfonía son las más populares de Bruckner para el gran público. Esta obra, en la que la influencia wagneriana es notoria aunque sería mayor en obras posteriores, hace honor a su apodo ya que a lo largo de la misma se nos revela monumental, bucólica, evocadora, exaltadora de la naturaleza, del amor virtuoso. En la obra de Bruckner es conocida la pluralidad de versiones para muchas de sus sinfonías, revisiones del autor y ediciones adulteradas que luego fueron corregidas más de una vez. En la cuarta sinfonía este problema es aún mayor, ya que hay muchas ediciones, por no hablar de las correcciones que Bruckner hizo a su obra, incluido un final completamente diferente, llamado Volksfest. Para esta ocasión, se usa la edición de 1878/1880, la más usada en la actualidad.
Heras-Casado ha dirigido la orquesta con unos tempi tirando a lentos, y ha extraído un sonido espectacular de la orquesta, lo que resultaba aún más impactante en los asientos más cercanos a la misma. El primer movimiento arrancó un poco tímido, ya que es además una obra que compromete a la tromba, al hacerla iniciar la obra con ese bello y complicado solo, en el que el solista hizo todo lo humanamente posible. Sin embargo, a medida que transcurría la música, la interpretación encontró su camino, y al final del primer movimiento ya sonaba majestuosa, además de hacer una bella pausa antes de que se repita el tema inicial. El reflexivo segundo movimiento fue de lucimiento para la viola, que se encarga de comenzarlo, y también para la madera. En el tercer y cuarto movimientos, todo el espectacular metal de esta orquesta destacó, desde la tromba hasta la tuba, así como la potente percusión. Como dato curioso, estar tan cerca de la orquesta lo convierte a uno en testigo de las respiraciones fuertes del maestro.
Como ya dije en la interpretación de esta misma obra de hace un año en este mismo escenario, por la ORCAM, quizá Bruckner no sea tan popular en España, algo que podría discutirse teniendo en cuenta que su programación es constante en muchos auditorios, pero sí es seguro que la Cuarta es una de las más queridas por el público, y prueba de ello podria ser que en menos de un año se ha visto en tres ocasiones por diferentes orquestas de la capital, y el público hoy aplaudió entusiasmado y con una ocupación más alta que en la otra ocasión. Ojalá la próxima temporada sinfónica nos traiga más Bruckner.
ENGLISH: A pleasant surprise. Bruckner's Fourth Symphony at the Auditorio Nacional.
Madrid, April 2, 2024.
The Madrid Symphony Orchestra, also the orchestra of the Teatro Real, apart from being the orchestra of our major opera house, has a symphonic cycle at the Auditorio Nacional de Música. In addition to the bicentenary of Anton Bruckner, this year marks the 120th anniversary of the activity of this orchestra, which gave its first concert on February 7, 1904. During its long history, the orchestra has gone through moments of vibrant activity, such as its first decades led by Enrique Fernández Arbós, who included the greatest Spanish composers of the moment in its repertoire, with Richard Strauss and Igor Stravinsky as guest teachers, then for decades of decline from the 40s to the 70s, then as main orchestra of the Teatro de la Zarzuela, and since 1997 at the Teatro Real. It is also known for its enormous recording legacy, mainly of zarzuelas and Spanish music, and even recorded the complete Mendelssohn symphonies under Peter Maag's baton.
For six years, this orchestra has been performing all of Bruckner's symphonies, and in recent times, it has happened that before performing Wagner at the Teatro Real, it is time to perform a Bruckner symphony at the Auditorio. This was the case in 2022, when under the baton of Pablo Heras-Casado the Ninth Symphony was performed in the symphony hall, and then Götterdämmerung in the opera house. And as on that occasion, Pablo Heras-Casado has conducted this afternoon the majestic Fourth Symphony, before performing the long awaited performances of Wagner's Meistersinger at the Teatro Real at the end of this month.
Known as the "Romantic", this and the seventh symphony are Bruckner's most popular ones for the main audiences. This work, in which the Wagnerian influence is noticeable, although it would be greater in later works, lives up to its nickname since throughout it it is revealed to us as monumental, bucolic, evocative, exalting of nature, of virtuous love. In Bruckner's work, the variety of versions for many of his symphonies is known, revisions by the composer and adulterated editions shortly after his death or still in his lifetime, that were later corrected more than once. In the case of the Fourth symphony this problem is even greater, since there are many editions, not to mention the corrections that Bruckner made to his work, including a completely different ending, called Volksfest. For this occasion, the 1878/1880 edition is used, the most performed today.
Heras-Casado has conducted the orchestra with some slow tempi, and has extracted a spectacular sound from it, which was even more impressive in the seats closest to it. The first movement started a little shy, since it is also a work that involves so much the french horn, by making it to begin the work with that beautiful and complicated solo, in which the soloist did everything humanly possible. However, as the performance was progressing, the rendition found its way, and by the end of the first movement it already sounded majestic, as well as making a beautiful pause before the opening theme is repeated. The thoughtful and calm second movement was a highlight for the viola, which opens it, and also for the woodwind. In the third and fourth movements, all the spectacular brass of this orchestra stood out, from the french horns to the trombones and the tuba, as well as the powerful percussion. As a curious fact, being so close to the orchestra makes one a witness to the maestro's strong breathing.
As I already said in the performance of this same work one year ago at this same venue, by the ORCAM, perhaps Bruckner is not so popular in Spain, something that could be discussed considering its recurrent scheduling in many symphonic seasons all over Spain, but it for sure the Fourth is one of the most loved by the audiences, being a proof of this that in less than a year it has been seen three times by different orchestras in the city, and the audience today applauded enthusiastically, with an occupation higher than on the other occasion last year. I wish the next symphonic season will bring more Bruckner to Madrid.
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