domingo, 1 de julio de 2018

Angela Gheorghiu y Teodor Ilincai en el Teatro Real. 30 de junio de 2018.


Después de muchos años, Angela Gheorghiu regresa al Teatro Real con un recital en el que abordó su repertorio. Y yo pude por fin verla después de 15 años intentándolo: se me escapó en una Traviata en 2003 (la sustituyó una Norah Amsellem en estado de gracia), y en el Boccanegra de 2010 con Plácido Domingo en el que cantó una función que no fue la mía, de las tres que tenía previstas y que tuvo que cantar finalmente Inva Mula. Aparte de esa única función estuvo en un recital con el fallecido Jesús López Cobos a la batuta. Por tanto pera muchos era una oportunidad única.

Después de mucho tiempo, una de las sopranos más importantes de los últimos tiempos, también conocida por su extravagancia y su manía por cancelar producciones que seguramente no la ha ayudado en su carrera; ha hecho acto de presencia. Aunque ya no sea esa Traviata histórica que emocionó al todopoderoso Georg Solti, la soprano rumana aún conserva algo de su belleza vocal anterior.  Podemos decir que la voz sigue siendo bella, y ha elegido un programa accesible y muy de su repertorio para no desentonar. El problema es que a veces el grave puede ser tan nasal que puede llegar a parecer un mugido, o que algunos agudos no pasarán a la historia. Como ya se ha dicho, menos mal que aún conserva su precioso centro. Lo que indica que quizá sea un poco ligero para papeles tan difíciles que ha cantado en los últimos años, como Tosca o Adriana Lecouvreur y que hayan contribuido a su desgaste. También hay que decir que el pianissimo aún es maravilloso.

Primera parte

Junto a ella, dio el recital el tenor rumano Teodor Ilincai (sustituyendo al previsto barítono George Petean), quien por momentos se robó el espectáculo.

El programa fue el siguiente:

PRIMERA PARTE:
-Rapsodia Rumana número 1 en La mayor de George Enescu
- Selección de Adriana Lecouvreur, de Francesco Cilea: Io son l'umile Ancella, Ma dunque e vero, L'anima ho stanca
- Polonesa de Evgeni Onegin, de Tchaikovsky
- Habanera de Carmen, de Bizet
- E lucevan le Stelle, de Tosca, de Puccini
- O soave Fanciulla, de la Bohème, de Puccini

SEGUNDA PARTE:
- Danza Húngara número 5 de Brahms
- Colpito qui m'avete (Improvviso), de Andrea Chenier, de Umberto Giordano
- Un bel dì vedremo, de Madama Butterfly, de Giacomo Puccini
- Dueto final, Vicino a te de Andrea Chenier, de Umberto Giordano
- Suite de jazz número 2 de Shostakovich
- Nessun Dorma, de Turandot, Giacomo Puccini
- Ebben, ne andrò lontana, de La Wally de Alfredo Catalani
- Muzika, de Valurile Dunarii, de George Grigoriu

PROPINAS:
- O mio Babbino Caro (Gheorghiu)
- No puede ser, de La Tabernera del Puerto, de Sorozábal ( Ilincâi)
- Granada, a dúo.

Tras una interpretación chispeante de la vivaz Rapsodia rumana número 1 de George Enescu, la diva empezó con el Io son l'umile Ancella, donde tuvo problemas con los graves aunque terminó con un agudo precioso. Se encontró cómoda en el dúo Ma dunque, o vero, para luego cantar una bonita Habanera de Carmen, en la que no arriesgó demasiado, siendo la primera pieza en la que empezó con sus ademanes y gracias que le reía el público cual diva de otros tiempos. Terminó la primera parte con el O soave fanciulla, en la que a veces el tenor la tapaba, pero terminó con un agudo espectacular.  En la segunda mitad empezó con Un bel dì vedremo, en la que parecía ir un poco a destiempo con la orquesta, y en el per non morir al primo incontro le salió un agudo un tanto en apuros. Luego en el dúo de Chenier volvió a entrar en calor y terminar con lo que fueron sus mejores momentos en la velada: el Ebben ne andrò lontana de La Wally, donde estuvo realmente maravillosa, con una línea deliciosa de piano y trazos de bello legato igualmente. El concierto terminaría con el dúo Muzika,que cantaron animadamente. La diva dio como propina el O mio babbino caro, que fue lo segundo mejor cantado por ella, de manera deliciosa y sensible, para no arriesgar. Terminó el aria muy emocionada, y una niña le obsequió un ramo de flores. A dúo con el tenor se marcaría Granada, en la que bailó con el tenor, e incluso movió el abanico cual maja de Goya.

Segunda Parte

Ilincai ha cantado últimamente con ella en algún recital, y siendo un tenor que ha cantado en muchos teatros me despertaba expectativas. Su voz es enorme y se engulle a la soprano (especialmente en los dúos) y a veces perfectamente a la orquesta, con unos agudos impresionantes cuando le salen, aunque puede pecar de ser un poco bruto al emitirla. Tras una primera parte un tanto fría, lo mejor vino tras el descanso, ya que se marcó un Improvviso espectacular, y un Nessun Dorma con unos agudos en los Vincerò finales que deslumbraron al respetable, firmes, bellos e impresionantes.  Pero fue tras el final del concierto cuando anunció que cantaría el No Puede ser de La Tabernera del Puerto, y se marcó el mejor momento musical de la noche: fue espectacular, con un fraseo por momentos memorable y unos agudos aún mejores. En consecuencia, el teatro se vino abajo con la que posiblemente fue la más atronadora ovación; y por lo tanto robando el show por un momento a la Gheorghiu,

La orquesta estuvo dirigida por Ciprian Teodorascu, cuya dirección me gustó aunque tendía a abusar del forte en los fragmentos orquestales, lo que a algunos les podría parecer chimpunero.

Una emocionada Gheorghiu recoge un ramo de flores tras el O mio babbino caro

Aunque la Gheorghiu pudiera dar la sensación de estar en declive, la belleza de su centro aún puede dar bellos momentos, aunque a veces no se sabe si el espectáculo es la voz o ella misma gracias a sus ademanes en escena. La oportunidad era única para muchos, ya que raras veces podemos ver a la diva por España, y algunos ya podremos decir que la hemos visto.

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