lunes, 29 de marzo de 2021

Tarde de Oro en el Teatro de la Zarzuela: deslumbrante recital de Saioa Hernández y Francesco Pio Galasso.


A veces, algunas tardes se pueden convertir en momentos amenos. O tal vez inolvidables. Y una mezcla de todo eso suele haber en los conciertos del Teatro de la Zarzuela, tanto en el ciclo de lied como en los que suele organizar en las últimas temporadas. Uno de ellos ha contado con una soprano más o menos asidua de este teatro, la madrileña Saioa Hernández, una estrella emergente del panorama lírico nacional e internacional. Junto a ella,  el tenor Francesco Pio Galasso y el pianista Vincenzo Scalera han ofrecido un recital dedicado casi exclusivamente a la Zarzuela. 

Hernández está realizando últimamente una gran carrera en Europa, especialmente en Italia, donde ha cantado recientemente en La Scala títulos como Attila o Tosca. Entre los artistas con los que ha perfeccionado su canto se encuentra la mismísima Montserrat Caballé, quien llegó a referirse a ella como "la diva del siglo XXI". Tremendo elogio viniendo de la diva del siglo anterior. 

Dadas las buenas opiniones que me había formado de ella, y tras habérmela perdido en esa función frustrada de Un Ballo in Maschera en el Real el pasado septiembre, en la que cantaba, esta oportunidad se me presentaba como imprescindible. Y ciertamente, no he salido decepcionado. El programa fue el siguiente que se ve en esta fotografía:


Además, se dieron tres propinas:
- Qué te importa que no venga, de Los Claveles, a cargo de Saioa Hernández.
- Tu ca nun chiagne, de Ernesto de Curtis, a cargo de Francesco Pio Galasso.
- El dúo Torero quiero ser de El Gato Montés, a cargo de Hernández y Galasso.


Así pues, Saioa Hernández se metió al público en el bolsillo con un exquisito recital en el que cantó cada vez mejor, si bien desde el principio la voz sonaba radiante, en plena forma. De Hernández se ha llegado a decir en Youtube que es una soprano con un canto de vieja escuela. Sí, puede ser tras escuchar una técnica en la que se advierte la influencia de su maestra Caballé, en la que proyecta, modula, canta de una forma que no se suele escuchar en muchas compañeras de tesitura. 

La voz sorprende por su volumen, la rotundidad de su proyección, la capacidad de mantener las notas en crescendo, los potentes agudos, -magníficamente emitidos, así como el grave, que se parece al de su maestra pero mucho más sonoro,  que en el dúo de La Dolores impresionó a los allí presentes, con la línea ¡Ya no te temo, hora fatídica!, un momento sobrecogedor. El timbre es de soprano spinto, con un color vocal oscuro, dramático, con una dicción teatral en De qué me sirve el trono, de Los Diamantes de la Corona. En la arieta Mi tío se figura de El Rey que Rabió sacó a relucir su vis cómica, cantando la música con picardía, transmitiendo lo alegre del número, y todo esto con un imponente porte en escena. No decayó en ningún momento.


Francesco Pio Galasso es un tenor italiano que habitualmente ha cantado con Hernández, pero también en importa producciones. Al igual que la gran Saioa, tiene una voz grande, que tiene un timbre baritonal. Por otro lado, el paso del registro medio, que domina, al más alto le supone algún apuro. No obstante, fue de menos a más, y hay que reconocer que pese a todo el agudo se emite bien y el sonido corre por toda la sala pese a esa dificultad antes mencionada. Aun así, se metió al público en el bolsillo con una aseada interpretación del No puede ser de La Tabernera del puerto. En las propinas, cantó la única pieza que no era de zarzuela, la napolitana Tu ca nun chiagne, a la que en estilo se encontraba más cómodo al parecer, ya que la abordó muy bien. En la última pieza, el dúo de e
El Gato Montés, la voz parecía haber encontrado el punto, cerrándolo con un enorme agudo final a la par del impresionante que dio Hernández. 

El pianista Vincenzo Scalera, quien ha sido maestro de canto de los dos solistas, dio un excelente acompañamiento, con una vibrante y muy colorida versión del Intermedio de La Leyenda del Beso, en su versión solo para piano. En el No Puede ser intepretó con gran sensibilidad el momento que acompañaba a la línea Los ojos que lloran, un instante de gran belleza. No es de extrañar que acompañe a los más grandes en varios recitales. 


El teatro no estaba lleno, pero los presentes asistimos a un recital inolvidable. Una gran estrella que está abriéndose paso en Europa gracias a sus generosos medios nos lo ha ofrecido, acompañada por dos entregados artistas. Todo un regalo por parte del Teatro de la Zarzuela.

Las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación  de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente.








sábado, 20 de marzo de 2021

Les Pécheurs de Perles, the challenge: Bizet's opera becomes a survival reality show in Israel.


Georges Bizet introduced himself in the operatic world with Les Pécheurs de Perles, aged 24. This work had a success among the audience but not the same critical response. To be honest, this is a very beautiful opera, a descriptive, exotical-style music, written by a talented hand: the baritone and tenor duet Au fond du temple saint, as well as  the tenor aria Je crois entendre encore are in the operatic aria repertoire. On the other hand, the libretto is very simple, as a romantic Tv movie or soap opera. 

Until the 1920s, this was a repertoire opera. Considered a "tenor opera", due to the change in standards and tastes, it is rarely performed nowadays. However, it has seen an increasing number of stagings in recent years. One of them is the Lotte de Beer's staging premiered in Theater an der Wien, Vienna, in 2014, in which the action is set in a survival reality show. It has been seen in cities like Barcelona (2019) or Tel Aviv (2016), of which there is a complete video on Youtube. This review will talk about the Israeli performance.

                                     

De Beer, as mentioned before, sets the action in survival reality show named "The Pearl Fishers: the challenge", taking place in an idyllic island. The three protagonists are turned from a priestess and two fishermen into the contestants, and the high priest Nourabad into the presenter. The chorus are now the spectators which follow the show and will decide the love triangle's final destiny. The intention is to represent modern society, their enthusiasm for sensationalism and fascination for new and more and more surrealistic situations, much to their morbid fun, all of these available in this kind of shows. In De Beer's opinion, we are for that reason too close to reach the day in which we will decide on life and death in a live TV show.


The set is a beach in which there is a shack which is demolished when the overture starts, to build the reality set. At the bottom there is a big ovalated structure which represents a building divided in many flats with different families. In the different cities it has been performed the intention was to show their society. In this case, since we are in Israel, we can see a Jewish orthodox family, a muslim numerous family, a group of hooligans of the Maccabi Tel Aviv football team, a single woman, an intellectual family with a collection of books, a middle aged couple protesting of the noise the hooligans make, and a group of students or inmigrants in a tiny room with a bunk bed, among others. 


Zurga, which seems to be disliked by the presenter, is chosen as leader by televoting among three candidates. He meets Nadir, the winner of the past season. Leïla appears dressed in an exotic sari and carried by the indigenous people of the island, dressed in a sort of traditional clothes. The characters sing their arias in front to the camera, which are shown in the big screen (the same building structure, now hidden) behind, like an interview. In the second act the Brahma Temple appears with the moonlight behind. The duet between Nadir and Durga seems to appear behind the cameras, but they are discovered by Nourabad. Audience vote mostly for punishment. 

In the intermission, a video shows  the "reality" asking some (false) spectators in the square of the opera house. The Israeli society is represented again: an old woman speaking in Russian, a man speaking in Yiddish, a blond man speaking in English and the rest speaking in Hebrew. They are asked firstly about their opinion on the course of the program and then the question: "For the lovers, Pardon or Death?", and most of them saying "Mavett!", which means "death" in Hebrew. 

In the final act, the execution of Nadir and Leïla is prepared: an inmense stake. Nourabad and the crew celebrates cheerfully the massive vote for the "death" option. But Zurga enters to save the lovers: he fights with the program staff and destroys the cameras, letting the couple to scape. No TV signal, the spectators themselves execute Zurga: the contestants he defeated for the leadership throw kerosene to the stake where he is put now, while the rest of the people film the moment with their own mobile phones.


Unlike the Israel Philharmonic Orchestra, a world class one, the Israeli Opera in Tel Aviv may not be in the same league as an opera house, but by far is the best in Middle East, with high-level productions andmany of them seen in the most important opera venues, like this one. The opera orchestra is the Israel Symphony Orchestra Rishon LeZion, here conducted by Ethan Schmeisser, also the chorus master. The level of this orchestra is in general very good, and Schmeisser does a nice conducting, maybe more focused to accompaign, but never boring. The strings in the overture sound warm, evocating, like the piece they are performing, but in the tutti they sound a bit strident, specially in Act 3 prelude. The wind section on the other hand is excellent. In the beginning of Act 2, two magnificent flautists are among the football hooligans. The chorus is accomplished, but their sound seems sometimes to be lost due to their position in this staging. 

Nadir is the protagonist of this opera by having the most important pieces for him, one sharing with the baritone but clearly he owns the show. The role requires a tenor able to cope with the lyrical tessitura. In this occasion, Russian tenor Alexey Dolgov sings the part. Dolgov has sung in most important opera houses, and his voice has a lyric sound, but sometimes not that much. Despite this, and his strong russian accent, he sings exquisitely, reserving his efforts for the famous aria, singing the high notes in piano. 

Leïla is sung by Cristina Pasaroiu, a soprano with a nice voice and beautiful high notes and register, with a dramatic touch. Her volume and projection seem to the the best of the whole cast.

Nikola Mijailovic sings a correct Zurga, and Insung Sim is a good Nourabad, sometimes lacking volume but with an impressive low register and notes.


Lotte de Beer is known by her productions fot young audiences. Most of young people follow TV series and films in Netflix or HBO, but it is undeniable that a long segment also watches reality shows. Her version of this Bizet's opera has succeeded in showing an updated version which fits with an audience exposed to the public eye via social networks, 24 hours per day, 7 days a week.

My reviews are not professional and express only my opinions. As a non English native speaker I apologise for any mistake.
Most of the photographs are from the internet and belong to its authors. My use of them is only cultural. If someone is uncomfortable with their use, just notify it to me.

Any reproduction of my text requires my permission.
                                                                                                             


miércoles, 17 de marzo de 2021

Los pescadores de perlas, el reto: la ópera de Bizet se convierte en un reality show en Israel.


Georges Bizet se dio a conocer a los 24 años con "Los pescadores de Perlas", una ópera que pese a su éxito moderado de público, no tuvo la misma respuesta de la crítica. Una obra de temática exótica, algo reflejado en la música, que da muestras del genio de Bizet, aunque Carmen todavía estaba por llegar. De esta obra se han instalado en el repertorio de números célebres el dúo del tenor y el barítono, Au Fond du temple saint, más el aria del tenor, Je crois entendre encore ambos del primer acto. No obstante, la música está llena de momentos inspirados como la obertura y los interludios orquestales, tremendamente descriptivos y evocadores, además de la oración de la soprano. Por otro lado, dramáticamente es insustancial, casi como una telenovela o un telefilme actuales. La sombra de Carmen es alargada en el catálogo bizetiano, pese a la inspirada música de la obra. 

Si bien hasta la Primera Guerra Mundial fue una ópera popular, especialmente por el tenor protagonista, que interpreraron grandes como Gayarre o Caruso, hoy en día es una rareza, en parte por el libreto y en parte por los cambios en el repertorio. Sin embargo, en los últimos tiempos ha tenido muchas producciones, especialmente como lucimiento para el tenor. Una de ellas es la que la revolucionaria (recientemente ha dirigido la polémica Aida en París, la de la marioneta antiblackface) directora holandesa Lotte de Beer ha creado para teatros de Viena, Tel Aviv y recientemente, Barcelona (2019),  con el fin de acercar esta obra a un público actual. De las funciones en Israel existe un vídeo completo en Youtube, del que hablará esta crítica.


Para esta ópera, De Beer traslada la acción a un reality show, al estilo de Supervivientes, en una isla paradisíaca. De hecho el nombre que recibe el concurso es el de: "Los pescadores de Perlas: el desafío". El montaje intenta reflejar la sociedad actual, tan ávida de morbo y sensacionalismo, valores encontrables en este tipo de espectáculos. Para De Beer, estamos en un momento tal como sociedad que no estamos demasiado lejos de una posible situación en la que podamos decidir sobre la vida y la muerte en un programa de televisión. De una forma curiosa, el libreto encaja en esta idea, haciendo esta ópera tanto o más disfrutable que si la viéramos ambientada en una paradisíaca y estática playa de Sri Lanka, en una época mitológica como dice el libreto. 

Antes de que empiece la obra, se ve una chabola en medio de una playa exótica mientras los técnicos del programa evalúan el sitio. Cuando suena la música, los habitantes son evacuados, y la caseta derribada, para construir la palapa o el escenario del concurso. Al fondo del escenario se ve una enorme estructura circular, que sirve de pantalla para seguir el reality, pero al mismo tiempo es un edificio de viviendas (que nos recuerda al tebeo 13 Rue del Percebe) donde se ven a distintas familias, que son los seguidores del programa. En cada ciudad donde se ha representado, se ha intentado mostrar la sociedad del país. Dado que en este caso nos encontramos en Israel, veremos signos distintivos del país, además de que el idioma del reality es evidentemente el hebreo. Entre los vecinos hay una familia judía ortodoxa, una familia musulmana, un grupo de amigos seguidores del equipo de fútbol Maccabi de Tel Aviv, parejas de ancianos, una pareja que se queja del ruido que hacen los hinchas del equipo, una familia intelectual con una enorme biblioteca, una mujer sola viviendo en una pequeña habitación, y un grupo de jóvenes en una habitación con litera, quizá estudiantes o inmigrantes. Todos ellos son el coro de la obra.


Los personajes pasan de ser una sacerdotisa y dos pescadores, a concursantes del reality, y el sumo sacerdote Nourabad se convierte en el presentador del mismo. Al principio se ve cómo Zurga, quien no cae bien al presentador, es elegido por televoto como líder frente a otros dos concursantes, y luego le presentan a Nadir, ganador de la edición del año pasado. Ambos concursantes recuerdan sus días en un privado,un enorme camastro, con una cerveza en mano. Leïla aparece cubierta en un sari, y las bailarinas exóticas bailan en unas enormes conchas, mientras al fondo se ve al coro siguiendo el programa por televisión. Los protagonistas cantan sus arias frente a la cámara, como cuando en los realities se ve a los concursantes a solas reflexionando en una entrevista personal sobre su día a día en el concurso, incluso la soprano canta su oración mientras hace yoga. En el segundo acto se ve el templo de Brahma, en el que se ve en un principio a Leïla con un sari entrevistada por Nourabad. El encuentro de Nadir y Leïla tiene lugar bajo la luna llena, entendiéndose como fuera de cámara, siendo descubiertos por los técnicos y regidores. Mientras son capturados, Nourabad y el regista celebran los resultados del televoto, que votan mayoritariamente que sean castigados por Zurga. 

En el intermedio, el "concurso" entrevista a unos (falsos) telespectadores en la plaza del teatro , donde de nuevo vemos la diversidad de la sociedad israelí: una señora hablando en ruso, un joven hablando en yiddish, un turista rubio hablando en inglés, y una señora de origen árabe, entre otros. Primero se les pregunta sobre el rumbo del concurso, y luego en la sección "en resumen", la pregunta ¿muerte o perdón?, con los espectadores contestando en su mayoría que "Mavett!", que significa "muerte" en hebreo, pero también contestando con la misma respuesta en yiddish, ruso o inglés.

En el segundo acto, Zurga confiesa sus sentimientos a la cámara, y luego habla con Leïla, encerrada en una jaula. Finalmente, con la muerte de los protagonistas votada por la mayoría, el concurso se prepara para la ejecución en directo en la hoguera, pero al final Zurga ataca al presentador y al personal, liberando a los amantes y destruyendo las cámaras. Sin embargo, mientras Nadir y Leïla se salvan, son los propios espectadores los que ejecutan a Zurga en la pira, con los concursantes que derrotó en la prueba de líder rociándole con gasolina mientras los demás lo graban con sus teléfonos móviles, ya que la señal de televisión está apagada.


A diferencia de la Filarmónica de Israel, una de las mejores orquestas del mundo, la Ópera de Tel Aviv (oficialmente Ópera Israelí) no es una plaza de primer orden, pero cuenta con una programación y montajes interesantes. La orquesta estable del teatro es la Orquesta de Rishon LeZion, dirigida en esta ocasión por Ethan Schmeisser. En general el nivel es bueno, aquí con una dirección más centrada en acompañar que en sobresalir,  aunque tampoco aburrir. Las cuerdas en la obertura tienen un sonido cálido, seductor como la pieza que interpretan, aunque en los tutti tienen un sonido un tanto estridente, algo notable en el preludio del segundo acto. El viento no obstante sí es muy eficiente, especialmente en los coros. Dos -excelentes- flautistas están entre los vecinos en el segundo acto. El coro de la ópera también está dirigido por Schmeisser. La agrupación vocal es solvente, aunque la audición del mismo está lastrada por el montaje. 


Una ópera muchas veces considerada de tenor, requiere un solista que haga justicia al lírico personaje. En este caso el tenor ruso Alexei Dolgov interpreta a Nadir. Conocido en varios escenarios, especialmente en el rol de Lensky, Dolgov tiene una voz que por momentos suena muy lírica pero en otros momentos no lo es tanto. Tiene un canto exquisito, especialmente cuando los agudos en el dúo con el barítono y luego en su aria los canta en piano. Se reserva para esta última, indudablemente, donde si bien la acomete con cierto gusto, pese a su sonido tan eslavo. 

Leïla es interpretada por Cristina Pasaroiu, una soprano solvente, con un estupendo agudo y una bonita voz, muy bien proyectada y al parecer de considerable volumen.

Nikola Mijailovic es Zurga, un barítono de voz aseada. Insung Sim interpreta a un digno Nourabad, aunque tampoco muy destacado como la pareja protagonista, si bien el grave es destacable, pero la voz no parece muy grande.


Lotte de Beer es conocida por sus montajes dirigidos al público más joven, del que, a pesar de su afición a programas de entrevistas en tono campechano y series en Netflix o HBO, es innegable que hay un tramo largo que consume telerrealidad. Y de manera eficiente ha conseguido que un libreto de gustos pasados de moda conecte con un público que vive expuesto al ojo público las veinticuatro horas del día.

Las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación  de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente.



lunes, 15 de marzo de 2021

The African-American Ring: Wagner's epic Tetralogy for the first time in New Jersey.



After seeing and reviewing the Siegfried's performance I attended at Teatro Real, I had to look forward: life goes on. Recently, I discovered the videos of the remaining journeys from an interesting Ring production, whose first and last opera I had already seen and reviewed. So I got to the same work for those videos and now I will comment the complete cycle at last.

When we think about archetypal Wagner productions in America, the Met and its lavish productions come to someone's mind, like the old-hollywoodesque style ones like Parsifal, Tannhäuser, Meistersinger, the classical Schenk Ring or the "machine" Lepage Ring. However, a historical initiative took place recently in Newark, New Jersey, just an hour of distance of Lincoln Center on public transport. The non-profit opera company Trilogy:aoc, has performed the opera epic The Ring of the Nibelung, by Richard Wagner, for the first time in New Jersey's history between 2017 and 2020. 

                       
                     Kevin Maynor, Trilogy's director and manager

Trilogy, managed by the bass Kevin Maynor, is a company whose members are mainly African-American, whose repertoire is based on black composers, works, stories and historical events concerning African-American community. Maynor, himself a bass with a career in important opera houses, singing Wagner roles, believes in the contemporarity of Wagner's works, even stating he would recommend his dramas over Mozart's or Rossini's ones to introduce new audiences. This Ring took place, semi-staged, in different venues, like the New Jersey Performing Arts Center, excepting the 2020 Götterdämmerung,which took place in an open-air version concert in the University Heights Amphiteatre with social distances among the artists as well as among the audience, due to the Covid-19 pandemic. For this occasion, it was presented in the reduced version by Jonathan Dove and Graham Vick, suitable for fitting into small stages, and performed in places like London or Strasbourg. This reduction could be controversial, terrible for the most orthodox Wagnerians because it leaves in 7 hours the original complete 15-hour cycle. However, it gives the chance to small theatres and companies to sing the Ring to audiences usually in far places from the operatic mainstream and major theatres. The event was even reported by the German radio channel Klassik Radio, whose noted anchor Axel Brüggemann interviewed Maynor.


For the scenical conception, Maynor chooses just few key elements which will be seen throughout the complete cycle. A big golden ring is omnipresent in the four operas. The depth of the Ring symbolized by a rock with the gold above, Freia's Apple in Rheingold, a sofa in Walküre, the sword Nothung with leaves spread all around, representing also the ash tree, as well as some props like the Helmet and sword in Siegfried and different dressing colours for Walkyries and Rhine Maidens. Projections of several landscapes were projected as a set. In Rheingold, the lighting did a good job by recreating intense ambiances with yellow, red, blue and green colours.

Die Walküre, Act 2

TAOCarkeste is the orchestra of the company, the little around 20 musicians ensemble which has the difficult task to cope with the majestic score, even in the reduced version. The orchestra was conducted by Julius Williams during the first two dramas and by Leslie Dunner in the remaining two. Both conductors have to their best to make justice to the work despite limitations and lack of experience. Williams gave an accomplished conducting in Walküre, maybe the most balanced Journey in this production in terms of singers and orchestra. Dunner had to cope with the social distance in Götterdämmerung, separating winds and strings at a long distance, with the singers in the middle, and as a result the sound seemed to be lost in some moments. Nevertheless, in Siegfried the strings did a good work in the Siegfried's monologue "Selige Öde". An organ was used in the Siegfried orchestration.
Siegfried (Kevin Courtemanche) crossing the Magic Fire in Act 3.

Before rewiewing the cast, I suggest to have a look to my articles about their performances of  Das Rheingold and Götterdämmerung

As usual, the Ring requieres a big cast, one of the most difficult tasks for any company to perform the tetralogy. As I mentioned before, almost the complete cast is African-American, with only four exceptions: Siegmund, the first Siegfried, and the Rheingold's Alberich and Mime. Some singers like Maynor had sung Wagner before, but another ones were singing his music for the first time, and sometimes they have to cope with the difficulties of German language. However, their effort, devotion and enthusiasm for taking part of such a work and such an historical performance is remarkable, since they seem to be really happy at performing. 

                                                
                                             Chivonne Perkins as Brünnhilde in Siegfried.

The main roles are sung by different singers for each title. Wotan is sung by the veteran Donnie Ray Albert (historical performer of Porgy) in Rheingold, with a matured voice but still high quality singing, Raemond Martin in Walküre sang the role with exquisite manner, and beautiful voice, and Maynor himself in Siegfried, which I  will speak later. Brünnhilde was sung by Latoya Lain in Walküre, with a nice tone, specially her middle register and dramatic low notes, very moving in third act. Chivonne Perkins  had a brief part in Siegfried, but her voice is powerful, big-volumed, as well as her shining high notes. Manna Knjoi had a dramatic voice too, but she reserved all her powers for the Inmolation scene, in which she gave a beautifully sung rendition. Siegfried was sung in the title-role opera by Kevin Courtemanche, who has a heroic-toned voice, clear and youthful. In Götterdämmerung the hero was sung by Rod Dixon (who sang Loge in Rheingold too), who has a darker, more baritonal, bigger-volumed voice for Siegfried.

Chantelle Grant and Kevin Maynor in the Act 3 from Siegfried.

Mauricio Trejo was a superb Siegmund, with a resistant, powerful, heroic voice. Marsha Thompson gave a nicely sung Sieglinde, with a tremendous dramatic diction in her final sentence "Dich segnet Sieglindes weh!", truly moving. Kimberly Lloyd was also a charming Gutrune, with a pleasant voice. One of the great surprises was to hear Chantelle Grant as Erda in Siegfried and Waltraute in Götterdämmerung. A contralto-toned dark voice, with amazing low register and notes, whose diction is dramatically effective, as a mystical Erda and as a Waltraute in despair. One of the best renditions in this Ring, by far the best female. Nicole Mitchell (with a tone reminding the wonderful Ronnita Miller) sang as well an amazing Erda in Rheingold, with voice, deep, and mystical formidable, seductive singing. Geraldine McMillan sang well the role of Fricka, with a nice mezzo-soprano tone, and as Flosshilde in Götterdämmerung her voice surpassed in volume the other Rhine Maidens. Pamela Jones was a nice Freia, and Greg Rahming a correct Gunther.

                             
                                                 Alberich and the Rhinemadens

Kevin Maynor himself sang in all operas, as Fasolt in Rheingold, Hunding in Walküre, the Wanderer in Siegfried and Hagen in Götterdämmerung. Hunding is his best role here, with his remarkable deep low register, a powerful dark bass, giving the character the brutality it is supposed to convey. As the Wanderer, he has the authority in the first act, where his performance reached its peak. Alberich was sung in Rheingold by Benjamin Bloomfield, an experimented bass-baritone, and in Götterdämmerung by Jonathan Green, but it was Richard Hobson in Siegfried who gave the best rendition in this role with his great voice, with a big, dark volume who made the character more scary, evil, and making Hobson one of the best male singers in this Ring. Walter Jackson is one of the most pretty voices of the cast, even when playing a character which is not pretty at all: Siegfried's Mime. His is a nice spieltenor voice, with a youthful sound (despite the greedy dwarf is old), giving it a lilliputian touch, but without sounding ridiculous. Maria Marbet was a superb Flosshilde in Rheingold.

The rest of gods, characters, walkyries and Rhine maidens were at a good or correct level, but all of them devoted for the sake of this Ring as I mentioned before. For Götterdämmerung they used a choir of only six members. 

Die Walküre, Act 3

To produce, sing, set and see the complete Ring is an extraordinary and titanic experience, a landmark cultural event for any city. All the kudos to Mr. Maynor and Trilogy for making New Jersey's turn to come, and to prove that Ring can be performed successfully by anyone who loves Wagner's music with passion, wherever the place is. 

 Links to watch Das RheingoldDie WalküreSiegfried and Götterdämmerung

My reviews are not professional and express only my opinions. As a non English native speaker I apologise for any mistake.
Most of the photographs are from the internet and belong to its authors. My use of them is only cultural. If someone is uncomfortable with their use, just notify it to me.

Any reproduction of my text requires my permission.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                             

Wagner en la comunidad afroamericana: Trilogy estrena El Anillo del Nibelungo en Nueva Jersey.



Imagínense que en el pequeño barrio, ciudad o provincia donde viven, una igualmente pequeña compañía de ópera decide llevar a escena la épica musical por antonomasia; y prueba de fuego para cualquier teatro lírico que se precie: El Anillo del Nibelungo, la  famosa tetralogía operística de Richard Wagner. Sería un sueño, ¿no es verdad? Habitualmente, hay que desplazarse a los grandes teatros de las grandes ciudades para poder verlo. Y por todo lo que supone montar tamaña obra, es algo que no se ve todos los días, casi siempre una vez en la vida o solo una vez cada década si no se vive en Alemania, Austria, Londres, París o Nueva York. 

Kevin Maynor, bajo y director de la compañía.

Pues en una empresa parecida se ha embarcado la compañía de canto estadounidense Trilogy:aoc, con sede en Newark, en el estado de Nueva Jersey. Dirigida por el bajo Kevin Maynor - quien  ha cantado en importantes escenarios líricos y varios roles wagnerianos-, está formada en una gran mayoría por cantantes afroamericanos, el repertorio habitual de esta compañía trata sobre historias y temáticas sobre la comunidad negra del país, representando obras de compositores de este colectivo. A poco más una hora del lujo hollywoodiense del Metropolitan Opera de Nueva York, esta compañía ha representado la tetralogía por primera vez en la historia de Nueva Jersey. Eso sí, lo ha hecho en la reducción para pequeños teatros de Jonathan Dove y Graham Vick, representada con éxito en sitios como Londres o Estrasburgo. Este arreglo deja la tetralogía en 7 horas de las 15 originales. Por lo tanto, puede resultar imposible para los wagnerianos más puristas, pero el representarla en pequeños centros culturales también supone la oportunidad de sentir algo de la magia wagneriana para un público que habitualmente no puede permitirse una entrada en el Met, o que no tenga que tener que desplazarse de su barrio. Por no hablar de teatros que por espacio o distancia les es posible montar ópera pero no el ciclo entero. Además, Maynor cree en que la Tetralogía es universal e intemporal, de modo que su motivación para llevarla a cabo en su compañía supone un reto artístico y un intento de conectar a Wagner con su comunidad y el público de Nueva Jersey. De este modo, las pasiones y conflictos tan humanos que el maestro muestra de los dioses, elfos, humanos de los mitos germánicos, se incorporan a los temas que esta compañía suele representar.

Sigfrido, tercer acto, primera escena.

El ciclo se llevó a cabo entre distintos escenarios de la ciudad de Newark, entre 2017 y 2020, en versión semiescenificada y de concierto. La dirección escénica corrió a cargo de Maynor, quien también interpretó cuatro roles. Con una inmensa voluntad, pero con limitaciones dadas las circunstancias, Maynor elige algunos elementos básicos de la historia que serán colocados a lo largo del escenario: un Anillo gigante que estará presente en toda la obra, igualmente el fondo del Rin con el oro, la manzana de Freia solo visible en el prólogo, la espada Nothung envuelta por un tronco y hojas y en Valquiria un sillón. Sobre el escenario se proyectan imágenes que representan las ambientaciones de la obra, bastante sencillas por otro lado. Posiblemente, lo mejor resuelto escénicamente fuera El Oro del Rin, ya que contó con una magnífica iluminación capaz de crear ambiente dramático en toda la obra. El vestuario es propio de concierto, aunque hay utillería como el yelmo, una espada, o trajes de diversos colores para las hijas del Rin y las Valquirias. El Ocaso de los Dioses se representó al aire libre y en versión concierto, en un patio de universidad y con distancias de seguridad tanto entre el público y los artistas, debido a que se realizó cuando la pandemia del Covid-19 ya estaba azotando al mundo.

TAOCarkeste, la orquesta de la compañía, fue el conjunto musical que se hizo cargo de la monumental tarea. Fue dirigida en El Oro del Rin y La Valquiria por Julius Williams, y por Leslie B. Dunner en Sigfrido y El Ocaso de los Dioses. La orquesta hizo lo que pudo dado que era novel en la partitura, y además muy reducida, con lo que en algunos grandes momentos orquestales deslucía bastante. No obstante, Williams fue quien mejor la dirigió. En el Ocaso, Dunner tuvo que arreglárselas con la desigual distribución de la orquesta, dividida a ambos lados del escenario y separada por los artistas de por medio., algo que resultaba difícil de dirigir y el sonido a veces no llegaba. No obstante, en Sigfrido la viola hizo un estupendo trabajo en la llegada de Sigfrido a la roca de las valquirias.

La Valquiria, escena final.

En cuanto al elenco, antes que nada, invito a leer mis dos crónicas sobre El Oro y El Ocaso, donde hablo detalladamente sobre estas funciones. 

Como es habitual, el Anillo requiere un inmenso elenco, incluso si es una compañía pequeña. Y Trilogy no se queda atrás, si bien muchos de los solistas repiten distintos roles en cada una de las jornadas. Para muchos es la primera vez con Wagner, e incluso con el idioma alemán, pero su entrega es admirable. Si hiciéramos un balance, posiblemente la mejor cantada sea Valquiria, donde el reparto parece estar equilibrado. El reparto está compuesto, como ya se ha dicho antes, por casi exclusivamente cantantes negros, si bien cuenta también con tres intérpretes blancos: el Alberich del Oro, el Siegfried de la ópera homónima  y el Siegmund, además del Mime mudo del Oro. Del elenco podremos citar particularmente a los siguientes artistas:

Wotan, el padre de los dioses, fue cantado por tres cantantes diferentes: en el Oro lo hizo el veterano (y celebrado Porgy) Donnie Ray Albert, con un buen gusto para el canto pero la voz algo gutural, quizá avejentada. En Valquiria fue Raemond Martin, quien cantó estupendamente, especialmente en su largo monólogo del segundo acto, aunque pasó algún apuro en los adioses, y Kevin Maynor en Sigfrido, de quien se hablará más adelante. Sigfrido fue interpretado por Kevin Courtemanche en la segunda jornada, y Rod Dixon en la última. Courtemanche tiene una voz potente, con un timbre heróico y juvenil más o menos agradable, que supo mantener la voz durante toda la obra. Dixon fue un muy buen actuado Loge en el Oro, pero en Sigfrido su baritonal voz, aunque solvente, necesita recorrido. Brunilda también fue interpretada por tres sopranos. En Valquiria fue Latoya Lain, una buena cantante, con un centro muy bueno, conmovedora en el tercer acto. Chivonne Perkins en Sigfrido tuvo una participación más reducida de la que ya tenía de por sí, pero encandiló al público con su bellísima voz y sus grandes agudos. Manna Knjoi fue un poco más discreta en el Ocaso, aunque se reservó para el final, que abordó solemnemente y bien cantado. 

Chivonne Perkins como Brunilda en Sigfrido.

Mauricio Trejo fue un excelente Siegmund, con una voz heróica y bien proyectada. Una de las mejores voces de este elenco ha sido Chantelle Grant como una Erda de Sigfrido fantástica, de graves impresionantes y voz que suena contraltada. En el Ocaso intepretó a una trágica y magnífica Waltraute. Marsha Thompson como Sieglinde y Kimberly Lloyd como Gutrune tienen unas voces con un bellísimo y delicioso timbre de soprano. Thompson además tiene un grave que proyecta bien en las escenas más dramáticas. El mismo Kevin Maynor interpretó a Fasolt, Hunding, el Viandante y Hagen. La voz de Maynor es de bajo profundo, y una de las más grandes, sino la que más, de todo el elenco. La voz es agradable de oír, y puede llegar a ser impresionante en su registro más grave. Su mejor rol es el de Hunding, donde en el primer acto consigue hacerlo temible, imponente, con su oscuro timbre. Como el Viandante tiene autoridad, la voz es potente, aunque por momentos le falte algo de nobleza al canto. En el Oro, Alberich fue interpretado por Benjamin Bloomfield, un experto y destacable barítono-bajo. Otra grandísima voz es el Alberich de Richard Hobson, una voz poderosa y con un timbre que hace temible al personaje, aunque al cantante aún le falte rodaje si bien ha supuesto una agradable sorpresa. Walker Jackson es un Mime estupendo en Siegfried, con una juvenil, y al mismo tiempo bella voz de spieltenor, que da  a su creación del personaje ese toque liliputiense, sin rozar tampoco el ridículo. Nicole Mitchell cantó bellamente la Erda del Oro, con una aterciopelada voz de contralto. Maria Marbet también destacó como Flosshilde en el prólogo. Geraldine McMillan fue una correcta Fricka en las dos jornadas, así como Wellgunde en el Ocaso, superando en voz a las demás hijas del Rin. 

El resto de dioses, diosas, ninfas, valquirias y demás personajes se mantiene en un nivel entre correcto sin más y digno, pero todos cantando con el entusiasmo que les supone estar en esta gran producción.

Kevin Courtemanche en el tercer acto de Sigfrido.

Con toda su modestia, pero encomiable dedicación, lo que ha hecho que este Anillo pase posiblemente a la historia no es el color de piel de la mayoría de sus cantantes (algo muy poco relevante en realidad), sino la valentía, la iniciativa de llevar la épica wagneriana a donde nunca antes se había representado. Y esto nos lleva a pensar que es posible interpretar la música de Wagner en cualquier sitio que se desee, y se ame su genial obra.

Enlace a Lista de reproducción para ver El Oro del Rin en cuatro vídeos.
Enlace para escuchar La Valquiria
Enlace para ver Sigfrido
Enlace para ver El Ocaso de los Dioses


Las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación  de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente.
 

viernes, 5 de marzo de 2021

Amores en Zarza: la juventud de la periferia, la inclusión y la diversidad conquistan el género chico.

                 

Una vez más, el Proyecto Zarza llega al Teatro de la Zarzuela para acercar la magia de nuestro género a los más jóvenes y los más pequeños. Pero este año es distinto: esta vez no será una obra íntegra de género chico, sino una antología escenificada y dramaturgizada de distintos números populares, con el título Amores en Zarza. Desgraciadamente para mí, no he podido ir este año al teatro para disfrutarlo, así que como seguidor de este proyecto, me he conformado con verlo por streaming. Aunque no será lo mismo, tampoco me he resistido a comentarlo.

Después del gran éxito del año pasado con Agua, Azucarillos y Aguardiente, el escritor Nando López vuelve al Teatro de la Zarzuela, y junto a la directora de escena Rita Cosentino, lleva el género chico a la periferia madrileña, en una obra en la que en la tarde del 15 de agosto, unos jóvenes del extrarradio esperan tomar un cercanías en dirección a las fiestas de la Paloma en el centro de la capital. Sin embargo, todos y cada uno tienen sus propios problemas, acrecentados por la situación actual, en la que de forma divertida y brillante se tratan muchísimos temas que de verdad inquietan a la juventud madrileña. Y la presenta además con la diversidad que hoy tiene: inmigración, el colectivo LGTBI, empoderamiento, inclusión... En todo sentido, esta juventud ya no es la misma que la que vio estrenar estas obras en el Teatro Apolo.

En su día, el género chico trataba de acercarse a la realidad social en clave de humor y de sátira. Los temas que se veían en escena eran reconocidos en el día a día de sus espectadores. Si de presentar antologías de zarzuela a un nuevo y potencial público se trata, no se traiciona a la esencia del género si en lugar de vestir de chulapos y chulapas a los personajes, se les viste con zapatillas, vaqueros y sudaderas. No se aleja tampoco si en lugar de presentarlo como una mera gala de números, se presenta como una obra musical en la que están presentes no solo la vivacidad de los números sino también un mensaje reivindicativo e inclusivo que conecta con lo que vive en su día a día  la generación a la que se desea llegar.  De esta manera, los espectadores no sienten que están en un viejo  teatro viendo una obra compuesta en un estilo y una época que les es ajena, sino que sentirán que se encuentran en una extensión de su barrio, que los muchachos que salen en escena pueden ser ellos mismos, como si al bajar a por el pan o por fotocopias se encontraran con lo que van a ver a continuación. Esa es la sensación que he tenido viéndola desde mi ordenador. Y lo he disfrutado como si estuviera allí, como si alguna de esas vivencias me pudiera pasar algún día.

El decorado único es, pues, un espacio repleto de graffitis, para actividades lúdicas, con pequeñas pistas para monopatín, y arriba unas vallas que nos recuerdan a las que rodean las pistas de deporte de varios de nuestros parques. En el recinto grafiteado destaca la palabra "Zarza". La iluminación de Juanjo Llorens crea una ambientación magnífica, con las luces y los colores, la luna llena, la tórrida tarde de agosto y la noche de verbena. El vestuario punk de Elisa Sanz es brillante, así como la coreografía de Nuria Castejón, que saca lo mejor de estos cantantes, actores ... y bailarines.

¿Y qué se ve en la historia? Un costumbrismo del siglo XXI, en el que vemos a un equipo de jugadoras de fútbol animado por sus compañeros masculinos con pasión, a una joven musulmana con hijab y a la que pagan poco y mal en su trabajo, a un influencer que sube cada momento que le sucede a las redes sociales, para sus 20000 seguidores, a una joven rica que trabaja y estudia para no depender de sus padres, a un muchacho desesperado porque su novio se va un año al extranjero por estudios, pero que en el fondo no quiere irse sino que debe hacerlo para ayudar en casa y evitar que su madre se deslome, y que a su vez critica que su chico, tan absorto en sus prácticas, se deje explotar de mala manera. Veremos a dos jóvenes gitanos hablando en caló, a un chico de barrio convertido en actor de la noche a la mañana, relaciones que terminan mal, un joven que no tiene ni idea de literatura (tan citada aquí), peleas entre grupos, a dos amigas que intentan arreglar los problemas de todos con un filtro mágico...Estos problemas harán que el plan inicial de ir a la Verbena se trunque, pero con su resolución, esa misma fiesta se queda en el barrio. 

                             

Uno de los mensajes más poderosos sin duda es la inclusividad. Dos jóvenes con vestuario pijo aparecen de vez en cuando intentando cantar el "Yo soy español" de La Patria Chica, y repartiendo octavillas con los colores de nuestra bandera. Cuando al final lo consiguen, los demás, escandalizados, se proponen reescribir el número. De esta forma, el cañí original, explotado hasta la denostación por la idea de una España monocolor, da paso a una nuevas formas de amarla y sentirla: hay varias Españas, todos los que vivimos en este país somos parte de él, ni buenos ni malos, seamos como seamos, todos somos España. Para mí fue potente, como respuesta cuando el chico pijo no reconoce a la musulmana ni al gitano como españoles, porque las minorías étnicas y los hijos de inmigrantes nacidos y criados aquí son parte del presente del país.



Cuesta imaginarse a Zarza sin Óliver Díaz, quien estuvo en las anteriores ediciones. Pero el conjunto musical, vestido informalmente, queda en buenas manos bajo la batuta de Miquel Ortega, quien con su dirección insufla vida, chispa y alegría a los números- Sin duda alguna, el nivel se mantuvo. Bellísima la orquesta en el Fandango de Los Burladores.  A continuación, esta es la lista de números que se interpretó:

  1. Pasacalle de El año pasado por agua
  2. Canción de la gitana de La alegría del batallón
  3. Alirón de Don Manolito
  4. Mazurca de los paraguas de El año pasado por agua
  5. Sueña de Don Manolito
  6. Farruca de La del manojo de Rosas
  7. Habanera de La boda de Luis Alonso
  8. Fandango de Los Burladores
  9. ¿Quien es usté? de La del manojo de rosas
  10. Soy español de La Patria Chica
  11. Polca de El baile de Luis Alonso

El reparto está formado por un conjunto de cantantes y actores, no líricos sino de musical y/o de teatro, cine o televisión, menores de 30 años. Algunos de ellos, ya habituales en estas temporadas; pero todos entregadísimos.

Sylvia Parejo en el rol de Tania fue sin duda la líder indiscutible del reparto, con una voz increíble y una actuación convincente dando vida a esta joven independiente y con determinación. Su interpretación del Sueña fue memorable. Pascual Laborda formó parte del dúo, y también del gran nivel del mismo, además de convencer como el preocupado Mikel, ante la marcha inminente de su novio. Guillermo Pareja interpretando al poco leído Izan dio otra de las perlas de la noche con su gran versión del Alirón, con su enorme voz de barítono. El mismo agradable timbre baritonal lo tuvo José Pastor como Nelson, en el dúo ¿Quién es usté?, a duelo interpretativo con Adrián Salzedo. El toque queer lo dio Nayim Temine con su vodevilesca versión de la Habanera de Luis Alonso. David Pérez con su vivaz versión de la Farruca de La del Manojo de Rosas, a dúo con Cristina García, logra la mejor de las tres actuaciones que le he visto en estas temporadas. Ferrán Fabà y María Gago dieron una divertida interpretación del Yo soy Español, destacando la imponente voz de Fabà. El resto del reparto estuvo a un grandísimo nivel, derrochando entusiasmo y energía.

Posiblemente estemos ante la mejor de las producciones de Zarza (al menos la mejor de las tres que he visto yo), que ha calado entre el público, por lo que se juzga en el vídeo,  que parece haber disfrutado como nunca. En esta divertida, potente y actual obra se ha conseguido algo que lleva persiguiendo el Proyecto Zarza desde su fundación y que es admirable: que esta música creada hace largo tiempo sea interpretada con pasión por estos jóvenes artistas, y que esa misma pasión llegue a una nueva generación, de la que se espera que en el futuro sea la que reemplace al público actual de un género sobre el que pesa la amenaza de declive y desaparición. Hay esperanza.


Aquí hay un enlace para ver la función completa en vídeo.

Las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación  de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente.


miércoles, 3 de marzo de 2021

Preestreno de Norma en el Teatro Real: los jóvenes frente al Romanticismo italiano en estado puro.


Hubo un tiempo, en la historia reciente del Teatro Real, en que Norma era una auténtica rareza. Y no es para menos, debido a que una ópera considerada como "catedral del bel canto" demanda unos artistas que son poco menos que animales operísticos, capaces de lidiar con la difícil partitura, especialmente los tres protagonistas del triángulo amoroso que presenta. Esa ausencia habitual terminó en 2010 con dos funciones en versión concierto, pero su consagración en el nuevo Real tuvo lugar en 2016 con una gran producción, procedente de Valencia, con muchos repartos, entre los que destacaban nombres como Gregory Kunde y Mariella Devia, quien cantó una única y gloriosa función. Cinco años después de esas gloriosas funciones, el Real vuelve a montar esta gloriosa ópera en una nueva producción propia. 

Para acercar la obra a un público joven, la semana pasada, la prensa anunció el reparto de más de mil localidades para asistir al preestreno, es decir el último ensayo general, a menores de 35 años. Como resultado, el domingo había una alta concurrencia de jóvenes, y en algunas zonas, quizá más de la que me gustaría.

Y de esta función hablará esta crítica, si bien no puede equipararse a cualquiera que provenga de las verdaderas representaciones al público. Se espera que todo mejore según estas vayan transcurriendo, pues los repartos son de nivel.

La puesta en escena está dirigida por Justin Way, director de producción del teatro. La producción posiblemente guste a los amantes de las "escenografías clásicas", aunque si bien vuelve el cartón piedra  al Real después de una larguísima ausencia, no es exactamente así. Way recurre a la idea de teatro dentro del teatro, llevando la acción a la época del propio Bellini, en plena ocupación austríaca de Italia; donde en un teatro decrépito se ensaya una producción de Norma.  En esta ambientación, Pollione es un oficial austríaco, quien mantiene un idilio con Norma, la primadonna, y con Adalgisa, una joven cantante. En la primera escena se ve un bellísimo decorado (a cargo del escenógrafo Charles Edwards) de un bosque, con la luna llena de fondo,  los árboles y un vestuario ambientado en la Galia del siglo I a.C. Uno se pregunta si así se representaría cuando la Grisi cantó esta ópera en el mismo Teatro Real allá por la década de 1860. En el segundo cuadro vemos los camerinos del mismo teatro, donde Clotilde atiende a los hijos de Norma mientas ésta canta en el escenario. Hay que decir que durante el cambio de escena se veía a los operarios del teatro cambiar los decorados a la vista de todos.

En el segundo acto, toda la acción, tanto la que pasa dentro, como fuera del teatro en esta visión que Way nos propone, transcurre en escena: El escenario y las candilejas están siempre presentes. La primera escena es una especie de cueva de cartón piedra, donde duermen los hijos de Norma. Sin embargo, aquí se confunden realidad y ficción, ya que Norma aparece vestida de sacerdotisa en todo el acto. La primera aparición del coro en este segundo acto tiene lugar en el ensayo, con Oroveso ahora vestido con un traje decimonónico, así como el personal del teatro. Cuando Norma toca el gong para invocar a la guerra, el coro enarbola una pancarta, con los colores de la bandera italiana y las palabras " Unione, Forza, Libertà". La última escena retoma la representación de la ópera, con el bosque, y todos (salvo Pollione) vestidos como galos, pero al final el decorado se levanta y muestra una calle ardiendo en llamas, hacia la que se dirigen Norma y Pollione, en lugar de a la hoguera.  El vestuario de Sue Willmington para Norma es uno de los logros, con un precioso vestido azul en el primer acto, y otro rojo intenso en el segundo.

Marco Armiliato dirige a la orquesta del Real, en sustitución del previsto Maurizio Benini. La orquesta parecía estar agitando los tempi y el volumen en el primer acto, con una interpretación pasada de decibelios en el preludio, aunque iba a mejor con el transcurso de la obra, especialmente a partir del segundo acto, con una bella interpretación del preludio, y de las cuerdas en la escena final. El Coro (que llevaba mascarilla), sigue en su línea habitual, también reservándose para el segundo acto, con una pronunciación sobrecogedora de la línea "Squilla il bronzo del Dio", así como excelente su interpretación del Guerra, Guerra y de la escena final.

El tremendo rol de Norma, por el que muchas primadonnas han pasado, como Maria Callas, Joan Sutherland, Montserrat Caballé o Leyla Gencer, y que exige un temperamento musical y escénico para soportar la intensidad del personaje; recae en la soprano española Yolanda Auyanet. Tras su exitoso Pirata de 2019 en este escenario, regresa al Real en este titánico personaje. Posiblemente, al tratarse de un ensayo, y como harían varios de sus compañeros de reparto, la soprano se reservó para el segundo acto. En el Casta Diva empezó algo reservada, con un tono oscuro, solemne. En el dúo con Adalgisa sorprendió con unos agudos imponentes. En el segundo acto la voz indudablemente entró en calor, con un lirismo, un agudo esta vez bello y una gran interpretación  en la escena en la que intenta matar a sus hijos, y en aumento desde entonces: el segundo dúo con Adalgisa fue muy emotivo. En la célebre línea "Guerra, strage, sterminio" transmitió la ira de Norma de manera sobrecogedora, de  hecho los graves en este acto fueron en esa línea. La escena final Deh, non volerli vittime fue conmovedora, cantada con una ternura y un agudo exquisito, sensiblemente proyectada la voz.

Michael Spyres es Pollione. Un rol difícil, sin duda alguna, si bien este tenor es una primera figura. Al igual que Auyanet, en el primer acto estuvo reservado, especialmente en el Meco all'altar, aunque ya desde el Va, Crudele al dio spietato mejoró. Lo sorprendente en este cantante es su registro grave, muchas veces rayano en lo baritonal, como el baritenor que también es.

La Adalgisa de Clementine Margaine impresionó a todos los presentes, siendo una agradabilísima sorpresa. Con un volumen tan grande que corría por toda la sala, una proyección firme y un aterciopelado timbre contraltado, la mezzosoprano francesa se impuso a sus compañeros, con una voz que se sobrepasaba a las de sus compañeros y a la orquesta, metiéndose al público en el bolsillo. En el Mira, o Norma cantó exquisita y conmovedoramente. Al final se llevó una gran ovación.

Roberto Tagliavini vuelve al Real con un Oroveso, que igual que sus otros compañeros, se reservó para el segundo acto, si bien estando un tanto destemplado en el Ite sul colle, en el Ah, del tebro del segundo acto volvió a su habitual gran nivel, con un canto noble y su genial grave. Igualmente estuvo convincente en la gran escena final.

Fabián Lara tiene una buena voz para Flavio, a veces más sonora que la de Spyres. Berna Perles fue una correcta Clotilde, aunque en el segundo acto se apreció mejor su timbre más bien oscuro.

La presencia de los más jóvenes, hacía palpable una atmósfera de entusiasmo, que resultó en una ovación para los intérpretes. Los silbidos y las úes de los conciertos de pop sustituyeron a los bravos tradicionales de las funciones de ópera. Esperemos que las representaciones sigan recibiendo calurosamente a la sacerdotisa.

Las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación  de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente.