A veces, algunas tardes se pueden convertir en momentos amenos. O tal vez inolvidables. Y una mezcla de todo eso suele haber en los conciertos del Teatro de la Zarzuela, tanto en el ciclo de lied como en los que suele organizar en las últimas temporadas. Uno de ellos ha contado con una soprano más o menos asidua de este teatro, la madrileña Saioa Hernández, una estrella emergente del panorama lírico nacional e internacional. Junto a ella, el tenor Francesco Pio Galasso y el pianista Vincenzo Scalera han ofrecido un recital dedicado casi exclusivamente a la Zarzuela.
lunes, 29 de marzo de 2021
Tarde de Oro en el Teatro de la Zarzuela: deslumbrante recital de Saioa Hernández y Francesco Pio Galasso.
A veces, algunas tardes se pueden convertir en momentos amenos. O tal vez inolvidables. Y una mezcla de todo eso suele haber en los conciertos del Teatro de la Zarzuela, tanto en el ciclo de lied como en los que suele organizar en las últimas temporadas. Uno de ellos ha contado con una soprano más o menos asidua de este teatro, la madrileña Saioa Hernández, una estrella emergente del panorama lírico nacional e internacional. Junto a ella, el tenor Francesco Pio Galasso y el pianista Vincenzo Scalera han ofrecido un recital dedicado casi exclusivamente a la Zarzuela.
sábado, 20 de marzo de 2021
Les Pécheurs de Perles, the challenge: Bizet's opera becomes a survival reality show in Israel.
miércoles, 17 de marzo de 2021
Los pescadores de perlas, el reto: la ópera de Bizet se convierte en un reality show en Israel.
lunes, 15 de marzo de 2021
The African-American Ring: Wagner's epic Tetralogy for the first time in New Jersey.
Wagner en la comunidad afroamericana: Trilogy estrena El Anillo del Nibelungo en Nueva Jersey.
viernes, 5 de marzo de 2021
Amores en Zarza: la juventud de la periferia, la inclusión y la diversidad conquistan el género chico.
Una vez más, el Proyecto Zarza llega al Teatro de la Zarzuela para acercar la magia de nuestro género a los más jóvenes y los más pequeños. Pero este año es distinto: esta vez no será una obra íntegra de género chico, sino una antología escenificada y dramaturgizada de distintos números populares, con el título Amores en Zarza. Desgraciadamente para mí, no he podido ir este año al teatro para disfrutarlo, así que como seguidor de este proyecto, me he conformado con verlo por streaming. Aunque no será lo mismo, tampoco me he resistido a comentarlo.
Después del gran éxito del año pasado con Agua, Azucarillos y Aguardiente, el escritor Nando López vuelve al Teatro de la Zarzuela, y junto a la directora de escena Rita Cosentino, lleva el género chico a la periferia madrileña, en una obra en la que en la tarde del 15 de agosto, unos jóvenes del extrarradio esperan tomar un cercanías en dirección a las fiestas de la Paloma en el centro de la capital. Sin embargo, todos y cada uno tienen sus propios problemas, acrecentados por la situación actual, en la que de forma divertida y brillante se tratan muchísimos temas que de verdad inquietan a la juventud madrileña. Y la presenta además con la diversidad que hoy tiene: inmigración, el colectivo LGTBI, empoderamiento, inclusión... En todo sentido, esta juventud ya no es la misma que la que vio estrenar estas obras en el Teatro Apolo.
En su día, el género chico trataba de acercarse a la realidad social en clave de humor y de sátira. Los temas que se veían en escena eran reconocidos en el día a día de sus espectadores. Si de presentar antologías de zarzuela a un nuevo y potencial público se trata, no se traiciona a la esencia del género si en lugar de vestir de chulapos y chulapas a los personajes, se les viste con zapatillas, vaqueros y sudaderas. No se aleja tampoco si en lugar de presentarlo como una mera gala de números, se presenta como una obra musical en la que están presentes no solo la vivacidad de los números sino también un mensaje reivindicativo e inclusivo que conecta con lo que vive en su día a día la generación a la que se desea llegar. De esta manera, los espectadores no sienten que están en un viejo teatro viendo una obra compuesta en un estilo y una época que les es ajena, sino que sentirán que se encuentran en una extensión de su barrio, que los muchachos que salen en escena pueden ser ellos mismos, como si al bajar a por el pan o por fotocopias se encontraran con lo que van a ver a continuación. Esa es la sensación que he tenido viéndola desde mi ordenador. Y lo he disfrutado como si estuviera allí, como si alguna de esas vivencias me pudiera pasar algún día.
El decorado único es, pues, un espacio repleto de graffitis, para actividades lúdicas, con pequeñas pistas para monopatín, y arriba unas vallas que nos recuerdan a las que rodean las pistas de deporte de varios de nuestros parques. En el recinto grafiteado destaca la palabra "Zarza". La iluminación de Juanjo Llorens crea una ambientación magnífica, con las luces y los colores, la luna llena, la tórrida tarde de agosto y la noche de verbena. El vestuario punk de Elisa Sanz es brillante, así como la coreografía de Nuria Castejón, que saca lo mejor de estos cantantes, actores ... y bailarines.
Uno de los mensajes más poderosos sin duda es la inclusividad. Dos jóvenes con vestuario pijo aparecen de vez en cuando intentando cantar el "Yo soy español" de La Patria Chica, y repartiendo octavillas con los colores de nuestra bandera. Cuando al final lo consiguen, los demás, escandalizados, se proponen reescribir el número. De esta forma, el cañí original, explotado hasta la denostación por la idea de una España monocolor, da paso a una nuevas formas de amarla y sentirla: hay varias Españas, todos los que vivimos en este país somos parte de él, ni buenos ni malos, seamos como seamos, todos somos España. Para mí fue potente, como respuesta cuando el chico pijo no reconoce a la musulmana ni al gitano como españoles, porque las minorías étnicas y los hijos de inmigrantes nacidos y criados aquí son parte del presente del país.
Cuesta imaginarse a Zarza sin Óliver Díaz, quien estuvo en las anteriores ediciones. Pero el conjunto musical, vestido informalmente, queda en buenas manos bajo la batuta de Miquel Ortega, quien con su dirección insufla vida, chispa y alegría a los números- Sin duda alguna, el nivel se mantuvo. Bellísima la orquesta en el Fandango de Los Burladores. A continuación, esta es la lista de números que se interpretó:
- Pasacalle de El año pasado por agua
- Canción de la gitana de La alegría del batallón
- Alirón de Don Manolito
- Mazurca de los paraguas de El año pasado por agua
- Sueña de Don Manolito
- Farruca de La del manojo de Rosas
- Habanera de La boda de Luis Alonso
- Fandango de Los Burladores
- ¿Quien es usté? de La del manojo de rosas
- Soy español de La Patria Chica
- Polca de El baile de Luis Alonso
El reparto está formado por un conjunto de cantantes y actores, no líricos sino de musical y/o de teatro, cine o televisión, menores de 30 años. Algunos de ellos, ya habituales en estas temporadas; pero todos entregadísimos.
Sylvia Parejo en el rol de Tania fue sin duda la líder indiscutible del reparto, con una voz increíble y una actuación convincente dando vida a esta joven independiente y con determinación. Su interpretación del Sueña fue memorable. Pascual Laborda formó parte del dúo, y también del gran nivel del mismo, además de convencer como el preocupado Mikel, ante la marcha inminente de su novio. Guillermo Pareja interpretando al poco leído Izan dio otra de las perlas de la noche con su gran versión del Alirón, con su enorme voz de barítono. El mismo agradable timbre baritonal lo tuvo José Pastor como Nelson, en el dúo ¿Quién es usté?, a duelo interpretativo con Adrián Salzedo. El toque queer lo dio Nayim Temine con su vodevilesca versión de la Habanera de Luis Alonso. David Pérez con su vivaz versión de la Farruca de La del Manojo de Rosas, a dúo con Cristina García, logra la mejor de las tres actuaciones que le he visto en estas temporadas. Ferrán Fabà y María Gago dieron una divertida interpretación del Yo soy Español, destacando la imponente voz de Fabà. El resto del reparto estuvo a un grandísimo nivel, derrochando entusiasmo y energía.
Posiblemente estemos ante la mejor de las producciones de Zarza (al menos la mejor de las tres que he visto yo), que ha calado entre el público, por lo que se juzga en el vídeo, que parece haber disfrutado como nunca. En esta divertida, potente y actual obra se ha conseguido algo que lleva persiguiendo el Proyecto Zarza desde su fundación y que es admirable: que esta música creada hace largo tiempo sea interpretada con pasión por estos jóvenes artistas, y que esa misma pasión llegue a una nueva generación, de la que se espera que en el futuro sea la que reemplace al público actual de un género sobre el que pesa la amenaza de declive y desaparición. Hay esperanza.
Aquí hay un enlace para ver la función completa en vídeo.
Las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente.
miércoles, 3 de marzo de 2021
Preestreno de Norma en el Teatro Real: los jóvenes frente al Romanticismo italiano en estado puro.
Para acercar la obra a un público joven, la semana pasada, la prensa anunció el reparto de más de mil localidades para asistir al preestreno, es decir el último ensayo general, a menores de 35 años. Como resultado, el domingo había una alta concurrencia de jóvenes, y en algunas zonas, quizá más de la que me gustaría.
Y de esta función hablará esta crítica, si bien no puede equipararse a cualquiera que provenga de las verdaderas representaciones al público. Se espera que todo mejore según estas vayan transcurriendo, pues los repartos son de nivel.
La puesta en escena está dirigida por Justin Way, director de producción del teatro. La producción posiblemente guste a los amantes de las "escenografías clásicas", aunque si bien vuelve el cartón piedra al Real después de una larguísima ausencia, no es exactamente así. Way recurre a la idea de teatro dentro del teatro, llevando la acción a la época del propio Bellini, en plena ocupación austríaca de Italia; donde en un teatro decrépito se ensaya una producción de Norma. En esta ambientación, Pollione es un oficial austríaco, quien mantiene un idilio con Norma, la primadonna, y con Adalgisa, una joven cantante. En la primera escena se ve un bellísimo decorado (a cargo del escenógrafo Charles Edwards) de un bosque, con la luna llena de fondo, los árboles y un vestuario ambientado en la Galia del siglo I a.C. Uno se pregunta si así se representaría cuando la Grisi cantó esta ópera en el mismo Teatro Real allá por la década de 1860. En el segundo cuadro vemos los camerinos del mismo teatro, donde Clotilde atiende a los hijos de Norma mientas ésta canta en el escenario. Hay que decir que durante el cambio de escena se veía a los operarios del teatro cambiar los decorados a la vista de todos.
En el segundo acto, toda la acción, tanto la que pasa dentro, como fuera del teatro en esta visión que Way nos propone, transcurre en escena: El escenario y las candilejas están siempre presentes. La primera escena es una especie de cueva de cartón piedra, donde duermen los hijos de Norma. Sin embargo, aquí se confunden realidad y ficción, ya que Norma aparece vestida de sacerdotisa en todo el acto. La primera aparición del coro en este segundo acto tiene lugar en el ensayo, con Oroveso ahora vestido con un traje decimonónico, así como el personal del teatro. Cuando Norma toca el gong para invocar a la guerra, el coro enarbola una pancarta, con los colores de la bandera italiana y las palabras " Unione, Forza, Libertà". La última escena retoma la representación de la ópera, con el bosque, y todos (salvo Pollione) vestidos como galos, pero al final el decorado se levanta y muestra una calle ardiendo en llamas, hacia la que se dirigen Norma y Pollione, en lugar de a la hoguera. El vestuario de Sue Willmington para Norma es uno de los logros, con un precioso vestido azul en el primer acto, y otro rojo intenso en el segundo.
Marco Armiliato dirige a la orquesta del Real, en sustitución del previsto Maurizio Benini. La orquesta parecía estar agitando los tempi y el volumen en el primer acto, con una interpretación pasada de decibelios en el preludio, aunque iba a mejor con el transcurso de la obra, especialmente a partir del segundo acto, con una bella interpretación del preludio, y de las cuerdas en la escena final. El Coro (que llevaba mascarilla), sigue en su línea habitual, también reservándose para el segundo acto, con una pronunciación sobrecogedora de la línea "Squilla il bronzo del Dio", así como excelente su interpretación del Guerra, Guerra y de la escena final.
El tremendo rol de Norma, por el que muchas primadonnas han pasado, como Maria Callas, Joan Sutherland, Montserrat Caballé o Leyla Gencer, y que exige un temperamento musical y escénico para soportar la intensidad del personaje; recae en la soprano española Yolanda Auyanet. Tras su exitoso Pirata de 2019 en este escenario, regresa al Real en este titánico personaje. Posiblemente, al tratarse de un ensayo, y como harían varios de sus compañeros de reparto, la soprano se reservó para el segundo acto. En el Casta Diva empezó algo reservada, con un tono oscuro, solemne. En el dúo con Adalgisa sorprendió con unos agudos imponentes. En el segundo acto la voz indudablemente entró en calor, con un lirismo, un agudo esta vez bello y una gran interpretación en la escena en la que intenta matar a sus hijos, y en aumento desde entonces: el segundo dúo con Adalgisa fue muy emotivo. En la célebre línea "Guerra, strage, sterminio" transmitió la ira de Norma de manera sobrecogedora, de hecho los graves en este acto fueron en esa línea. La escena final Deh, non volerli vittime fue conmovedora, cantada con una ternura y un agudo exquisito, sensiblemente proyectada la voz.
Michael Spyres es Pollione. Un rol difícil, sin duda alguna, si bien este tenor es una primera figura. Al igual que Auyanet, en el primer acto estuvo reservado, especialmente en el Meco all'altar, aunque ya desde el Va, Crudele al dio spietato mejoró. Lo sorprendente en este cantante es su registro grave, muchas veces rayano en lo baritonal, como el baritenor que también es.
La Adalgisa de Clementine Margaine impresionó a todos los presentes, siendo una agradabilísima sorpresa. Con un volumen tan grande que corría por toda la sala, una proyección firme y un aterciopelado timbre contraltado, la mezzosoprano francesa se impuso a sus compañeros, con una voz que se sobrepasaba a las de sus compañeros y a la orquesta, metiéndose al público en el bolsillo. En el Mira, o Norma cantó exquisita y conmovedoramente. Al final se llevó una gran ovación.
Roberto Tagliavini vuelve al Real con un Oroveso, que igual que sus otros compañeros, se reservó para el segundo acto, si bien estando un tanto destemplado en el Ite sul colle, en el Ah, del tebro del segundo acto volvió a su habitual gran nivel, con un canto noble y su genial grave. Igualmente estuvo convincente en la gran escena final.
Fabián Lara tiene una buena voz para Flavio, a veces más sonora que la de Spyres. Berna Perles fue una correcta Clotilde, aunque en el segundo acto se apreció mejor su timbre más bien oscuro.
La presencia de los más jóvenes, hacía palpable una atmósfera de entusiasmo, que resultó en una ovación para los intérpretes. Los silbidos y las úes de los conciertos de pop sustituyeron a los bravos tradicionales de las funciones de ópera. Esperemos que las representaciones sigan recibiendo calurosamente a la sacerdotisa.
Las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente.