lunes, 31 de octubre de 2022

El sufrimiento de tres personas que aman: Aida en el Teatro Real con Anna Netrebko.

 


Madrid, 30 de octubre de 2022.

Aida es una de las óperas más populares de todos los tiempos. Lo es por la belleza de su música, popularizada gracias a su Marcha Triunfal, y lo es por el sambenito de espectacular, ya que tiene las convenciones de la grand opèra que triunfaba todavía cuando se compuso, y que están tan presentes en su obra Don Carlo. Su historia es fascinante desde el inicio, pues nació como voluntad del Jedive de Egipto, Ismail Pachá, un bon vivant quien llevó la ópera al país africano, y que decidió encargarle a un compositor europeo de renombre, una obra para inaugurar la ópera jedival, el primer teatro del género en el continente. Verdi, tras muchas reticencias, aceptó. Y a punto estuvieron Gounod y Wagner de recibir el encargo. El resultado, fue una historia en la que intervinieron Temistocle Solera, libretista habitual de Verdi, y el egiptólogo Auguste Mariette, quien diseñó la costosa y fiel (para la época) puesta en escena. Desde entonces, esta obra siguió un camino de éxito hasta el día de hoy: representada en muchos grandes teatros líricos del mundo, en estadios, incluso por compañías de ópera con mucho despliegue tecnológico que no siempre va a la par con lo musical. Muchos, al pensar en Aida, piensan en grandes coros, pirámides como decorados, elefantes, bailarines, cientos de figurantes. Y ciertamente, eso es parte de esta ópera, pero no la única ni la más importante. 

Detrás de esos oropeles hay un triángulo amoroso: tres personas que sufren intensamente por amor. Un amor en el que están involucrados la guerra entre dos naciones antagónicas, y el poder clerical, cuya crítica es recurrente en la obra verdiana. Una, Aida, dividida entre el amor a su patria y el amor por el general que pelea contra ésta. Otra, Amneris, suspicaz, cauta, y atormentada por la certeza de que el hombre que ama no siente lo mismo hacia ella. Y el hombre, Radamés, fiel guerrero de su patria, dividido por el amor que siente hacia la princesa esclava del reino enemigo. Un amor que al menos en vida, no tiene nada de éxito. Y todo ello con una música no solamente bella y espectacular, sino también descriptiva, que en el tercer acto comienza evocando la noche egipcia y hasta su calidez, y con el drama en vena, que lejos de empezar y acabar con los zambombazos de una grand opèra de su tiempo; empieza con un bello preludio de cuerdas y acaba con unas notas finales tranquilas, que unen paz y dolor, en esa unión de coro, y orquesta.

El Teatro Real fue testigo del estreno español de Aida, en diciembre de 1874. En el antiguo Real, se representó muchas veces. No así en el Real moderno: en 1998 se abrió con la producción que ahora está en cartel, con todos los fastos posibles, que demostraban la nueva capacidad técnica del nuevo y reinaugurado teatro. Sin embargo, tuvieron que pasar veinte años, para que volviese al regio coliseo, en 2018, y con la misma producción ya renovada. Quizá para compensar tal ausencia, regresa ahora cuatro años después en su tercera reposición, y como entonces, con tres repartos del más alto nivel musical.

La puesta en escena de Hugo de Ana aparece renovada. En lugar de la famosa pirámide de 1998, ahora se ven proyecciones del Antiguo Egipto, y un enorme obelisco en medio. La ambientación ahora viene sugerida por la iluminación y la animación virtual. Aunque parezca que la animación ayude a recrear el ambiente, el exceso de la misma termina en toda la obra termina por sobrecargar, como en el primer acto o en el cuarto, con tanta proyección de monumentos, incluso de guerreros y de momias danzantes. La famosa escena del templo de Ptah en el primer acto es ejemplo de ello: solo están el obelisco y el suelo arenoso. Todo lo demás son proyecciones que desde arriba dificultan la visión del escenario. La coreografía de Leda Lojodice en esta escena me resulta extraña, con esa danza de momias desprendiéndose de sus vendas. El primer cuadro del segundo acto, es en la primera escena un enorme monolito ricamente decorado, como habitación de Amneris, lo que sumado a las danzas mejor resueltas, le da un toque de lujo exótico bastante convincente. El segundo cuadro  es la ya famosa escalinata, que se intuye parte de una pirámide, siendo la parte más espectacular, con una marcha triunfal y un ballet convencionales, cerrándose el cuadro con un desfile de enormes estatuas. El tercer acto es quizá el más logrado, ahora con la pirámide por fin visible, con la noche muy bien recreada, y el obelisco presente. La escena final también está muy bien lograda, con esa rica decoración de jeroglíficos y dioses egipcios en la que será la tumba de la pareja protagonista.

La Orquesta del Teatro Real volvió a estar bajo las órdenes de Nicola Luisotti, quien realizó una dirección quizá más lenta, que el día del estreno. De nuevo los intstrumentos volvieron a sonar bien, especialmente la cuerda en el preludio y en el final, así como la flauta en las danzas y las trompetas en la marcha triunfal, así como en los tutti orquestales del final de los actos segundo, tercero y la escena del juicio. No obstante, en esta ocasión la orquesta acompañaba más que creaba. Un momento inspirado, sin embargo fue el oboe en el O Patria mia. El Coro del Teatro Real volvió a tener una de sus gloriosas noches, tanto en el primer acto con sus tremendos "Guerra, Guerra", como en la marcha triunfal y desde luego el coro masculino en su tétrica escena del juicio del acto cuarto, donde el coro sonó tan estremecedor como amenazante.


Anna Netrebko vuelve a cantar una ópera entera en el Teatro Real desde su gloriosa Tosca el año pasado. Sin embargo, el mundo es hoy diferente. Hay una guerra entre Rusia, su país, cuyo presidente la condecoró, y Ucrania. Netrebko tardó en condenar la guerra, tras una pausa de unos meses, dada su complicada situación como artista favorita del género. Aun así, no le salvó del veto que el Metropolitan Opera de Nueva York sigue teniendo sobre ella, pero volvió a retomar su carrera en Occidente, con tan solo la protesta de la relevante Ópera de Siberia, que en venganza, la vetó por "poco patriótica". Por eso mismo, Madrid es una de las plazas importantes en volver a proyectarla internacionalmente, como con esta Aida de la que de dos previstas ha pasado a cantar cinco funciones. No obstante, en cada una de sus funciones madrileñas, hay ucranianos protestando por sus actuaciones, mostrando una fotografía de su muy poco afortunada aparición junto a un líder separatista de la zona prorrusa de Ucrania. 

Como fuere, Netrebko vuelve para deleitar al público de Madrid con uno de sus roles más destacados actualmente, la Aida verdiana. Su voz, ya madura, posee un timbre bello, que se hace notar, aún con impresionantes agudos, y llenando la escena con su dramático temperamento. Ya en el Ritorna Vincitor demostró un canto bellísimo, con un agudo espléndido en el Numi, Pietà, cargado de dramatismo. La voz está ya madura, incluso algo ajada tras cantar roles pesados como Turandot, lo que hace que el vibrato a veces sea un poco incómodo. Sin embargo, su Aida lideró al reparto y estuvo a varios niveles por encima. En el tercer acto estuvo simplemente memorable, primero con un O Patria Mia para el recuerdo, en el que cantó con un timbre bello, potente, melancólico, bien proyectado y con unos agudos, unas notas filadas que llevaron al público al delirio, premiándola con una fortísima ovación al final del aria. En los dúos con Amonasro y Radamés siguió con ese nivel, especialmente en el último, donde su voz sonó con increíble ternura en el dúo con el amado. De nuevo en el final, la soprano rusa volvió a deleitarnos con unos pianissimi, un legato exquisitos desde la etérea frase "Vedi? di morte l'angelo", y luego marcarse un O terra addio igualmente bello y conmovedor. 

Su enorme talla artística, que hace que voz y temperamento se unan para perfilar una Aida sufriente, pero de carácter, frente al enfoque más frágil de una Stoyanova en el primer reparto, hizo que al final fuese la más ovacionada, y con justicia, del elenco. Es una suerte que Netrebko cante en Madrid sus grandes roles.

Jorge De León interpreta a Radamés, un rol que ha cantado en los principales escenarios del mundo. La voz sigue siendo potente, pero ya en un estado de evidente madurez. El timbre suena heroico como siempre, pero a veces tiene también algún toque gutural y vociferante, especialmente en los agudos, fruto del desgaste por el repertorio tan potente que ha abarcado. El Celeste Aida fue sin duda vigoroso y cantado a plena voz, aunque no se libró de algún que otro abucheo. Durante el resto de la función se mantuvo así. Tuvo su mejor momento en el tercer acto, cerrándolo con la frase "Sacerdote, io resto a te", cantado de forma espectacular. Luego retomó su buen hacer en el final, con una versión doliente, y convincente, en La Fatal pietra.

Ketevan Kemoklidze fue una Amneris con bastante volumen y un timbre oscuro, seductor y una entonación bastante dramática, lo que añadió potencia a su gran escena del acto cuarto. 

Simón Orfila fue un Ramfis bien cantado, aunque quizá le faltase algo más de enjundia para este rol. No obstante, resolvió muy bien la escena del juicio del acto cuarto. 

Gevorg Hakobyan fue una agradable sorpresa como Amonasro. Una voz estupenda, bien cantada, que se dejaba oír por toda la sala y que emanaba autoridad, en parte debido a su timbre más bien rudo. 

Los demás intérpretes estuvieron al mismo nivel que los días anteriores. En esta ocasión la sacerdotisa estuvo interpretada por Jacquelina Liveri, quien estuvo igual de bien que Bauzá en el preestreno. Deyan Vatchkov igualmente carente de volumen pese a tener los graves, en el rol del Faraón y muy bien Fabián Lara como el mensajero. 

No podía empezar mejor la temporada, que con uno de los títulos más queridos por el público, en una representación bien acogida. En ella, Anna Netrebko demostró por qué es una de las grandes Aidas de hoy. 



Las fotografías no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación  de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente. Cualquier reproducción de este texto necesita mi permiso.

martes, 25 de octubre de 2022

A youthful, operatic big time for opening Madrid's season! Aida's Preview Under 35 at the Teatro Real.


Madrid, October 25, 2022.

Despite the 2022-2023  Teatro Real operatic season began with Glass' Orphée at the Teatros del Canal, the season starts officially in its majestic building with Verdi's Aida, in a lavish, peplum-styled staging, revived for a third time after its comeback in 2018, now in a collaboration with the Abu Dhabi Festival. The opening performance of the current season has been attended by Their Majesties, the King and Queen of Spain, alongside the Madrid jet-set, in a gala with an exorbitant cost per seat, rivalising with few major operatic houses in Europe.

However, the young people Under 35 could attend the Preview of the first cast four days before, on October 21, in a successful event in order to introduce youth into opera, to renew the audiences. In many cases, they have studied music before, in others, they just have fun, but every effort is welcome for this purpose. I could never forget that thanks to the Teatro Real's Youth policies, the best in the operatic world, I built myself as opera-goer for 21 years....



Hugo de Ana's staging, is really spectacular, very fit for conservative tastes, and merges technology and lavish sets, costumes and props to recreate Ancient Egypt on stage. Despite its bad reviews, the madrileño audience could consider themselves as fortunate, comparing this production with the deconstructive, decolonisating one by Lotte de Beer in Paris, or the recent one in London, setting it in  modern and totalitarian state. I spoke about this staging in my 2018 review, which happened to be my first one in English language, but I will speak again about it after I see the performance with Anna Netrebko next Sunday.

Nicola Luisotti conducted the Teatro Real Orchestra in a full of grace state. Luisotti's baton made the orchestra sound magic, powerful, with an enrapturing performance of the strings during the prelude. During the rest of the show it maintained a dramatic, dynamic tension, agile, vivid tempi, delving into Verdi's sense of theatre. Woodwind and Brass had a glorious night with flute shining during the Priestesses' dance in Act 1 or the Act 3 opening, as well as the brass in the final tutti in Act 2, the best orchestral moment in the night. The Chorus was at its usual great level, with the male section in a powerful, impressive singing and projection, so enthusiastic they sound in Act 1, Guerra, Guerra, Guerra, as well in their famous Act 2 scene.




As Aida, Krassimira Stoyanova makes at last her debut in the Teatro Real (she was to sing Desdemona in 2016, but she cancelled and was replaced by Ermonela Jaho), aged 60. Stoyanova is an exquisite singer (hints of her musicality are still very present), and as actress she is histrionic, with dramatic gestures in some scenes. Her low notes are beautiful, and one can taste her musicality in the piano voice, but in some parts, the singing seems a bit tired and nasal. Very remarkable her piano singing in Ritorna Vincitor, as well as an unforgettable rendition in Act 3, as well as her beautiful pianissimi in the final duet.

Piotr Beczała returns to Teatro Real after his 2018 Faust. A heroic Radamès, he has sung it in Salzburg last summer. The Polish tenor has a powerful voice, making his voice to be heard throughout the hall, in a vigorous singing despite his nerves during the Celeste Aida, like every tenor. In the rest of the show he sang comfortably and heroically. An elecrifying moment was the final line in Act 3, "Sacerdote, io resto a te", and he, alongside Stoyanova, was splendid in the final duet.


Jamie Barton was a great Amneris. With a tone, which sometimes reminds Marilyn Horne, this American soprano has an amazing low register and a grave, velvet-like singing, despite the voice sometimes lacked volume, being more suitable to belcantist repertoire than this role. As actress she is very skilled, and her final scene was simply unforgettable for conveying Amneris' despair very convincingly and did really amazed the audience with her passionate singing.

Alexander Vinogradov was a fine Ramfis, despite I liked him better in Nabucco last summer. Carlos Álvarez was an Amonasro depicted as noble, aristocratic despite his miserable state, with a fine, elegant singing. 

Deyan Vatchkov as the King of Egypt had a correct low voice, but he lacked volume. Marta Bauzá as the Priestess had a nice singing and Fabián Lara as the Messenger was excellent.


During the Intermission, four trumpeters disguised as Egyptians, suprisingly performed the Triumphal March in the lobby, which was a true surprise. After the show, a party (for which it was necessary to buy a ticket) was given to the young attendees. In the lavish salons, we were given a beer and two small but consistent wraps, before entering to the big restaurant, well-known in the city, in which a DJ played music and most of people dance and had their drinks very cheerfully.


A celebration of opera and youth. The Teatro Real hopes to renew the audience in the future. As I mentioned before, many of the attendees were familiar with opera because of their studies or their familiaity at home. In addition, times are changing. In these performances, I have noticed that the woos and whistles are replacing the bravos from the elder audiences. They showed how ovationed was the performance (despite being the dress rehearsal). Few times before my ears have had such an intense vibration, like at hearing them in this preview.

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Los jóvenes inaguran la temporada a lo grande: Preestreno juvenil de Aida en el Teatro Real.

Madrid, 25 de octubre de 2022.

Finalmente, y tras una apertura interesante y singular en los Teatros del Canal, empieza solemnemente la temporada 2022-2023 en el Teatro Real, con uno de los títulos más emblemáticos del género: la Aida de Verdi. Si en 2018 regresaba tras 20 años de ausencia, ahora lo hace entre los fastos de la inauguración de la temporada, con una función de estreno al que han asistido los Reyes de España y la alta sociedad española, con las localidades que pueden codearse con las más caras de toda Europa para una función de apertura de temporada.

Sin embargo, los menores de 35 años han podido asistir al preestreno general del primer reparto el pasado día 21 de octubre, un evento con mucho éxito por parte del teatro para aficionar a la juventud, aunque en muchos casos esta suele venir ya estudiada o formada, pero ningún esfuerzo es suficiente para aficionar al mayor número de jóvenes. Si lo sabré yo, que me he formado como aficionado gracias a esas políticas...

El montaje de Hugo de Ana, espectacular y apto para los paladares más conservadores, mezcla tecnología y atrezzo para recrear el Antiguo Egipto en escena, lo que convierte a los aficionados madrileños en relativamente afortunados al reconocer la historia en escena, a juzgar por los recientes montajes en Salzburgo, París y Londres, que la sacaron de contexto para ambientarlas en épocas más modernas y sin ninguna alusión al Egipto clásico, más bien asistiendo a una lectura deconstructora y poscolonialista de la obra. Del montaje ya hablé en mi crítica de 2018, y volveré a hacerlo con mayor detalle cuando vea mi función con Anna Netrebko el día 30.

La Orquesta Titular del Teatro Real estuvo dirigida por un Nicola Luisotti en estado de gracia, quien dirigió ya la obra en 2018, y demostró lo mucho que ha mejorado la orquesta. Ya en el preludio se escuchó a las cuerdas en un estado de nitidez impresionante, dando una bella interpretación del mismo. Luisotti dirige con unos tempi ágiles, percibiendo en su interpretación una pasión y una tensión dramática muy convenientes a la obra. El metal también estuvo muy bien durante su gran escena del acto segundo, siendo el concertante final del mismo el mejor momento de toda la función y deliciosa la flauta en la danza de las sacerdotisas en el primer acto.  El coro como es habitual, a un gran nivel. Impresionante la sección masculina cuando entona "Guerra, Guerra, Guerra" en el primer acto, y por supuesto en el Gloria all'Egitto, donde estuvo impresionante.

El primer reparto, plagado de estrellas como los otros dos restantes, ha contado con nombres de primera fila, aunque no pudiera tampoco negarse que estuviéramos ante un ensayo general.

Krassimira Stoyanova al fin debuta en el Teatro Real, y lo hace con la protagonista. A sus 60 años, Stoyanova es una cantante con una gran musicalidad, cuyo estilo aún mantiene, pese a que la voz ya aparece por momentos cansada. Como actriz, puede celebrarse su histrionismo, aunque a veces parecía gesticular de más. Precisamente su interpretación tan cargada de dramatismo descansa en unos graves bellos, y en un pianissimo estupendo, con un canto en piano en el final del Ritorna Vincitor realmente encantador. Su interpretación fue mejorando hasta dejarnos un tercer acto y sobretodo un final para el recuerdo, donde cantó bellísimanente.

Piotr Beczała vuelve al Real tras su Fausto de 2018. Ahora interpreta a Radamés, tras haberlo cantado este verano en Salzburgo. El tenor polaco tiene una voz potente, o al menos se deja oír en la mayor parte de la obra, resultando un canto vigoroso, aunque con los consabidos nervios de cada tenor en el Celeste Aida, donde pasó algún apuro. Luego estuvo cómodo durante el resto de la obra. Un momento electrizante fue cantar la famosa frase "Sacerdote, io resto a te", que cantó a plena voz, o todo el acto cuarto, donde mantuvo un gran nivel.

Jamie Barton musicalmente fue una gran Amneris. Con un timbre que recuerda a Marilyn Horne, la mezzosoprano estadounidense tiene unos graves imponentes, además de una voz aterciopelada. Quizá le faltara algo del volumen necesario para este personaje, siendo quizá su voz, pese a su musicalidad, más propia del repertorio belcantista. También es una estupenda actriz, y  los dúos con Aida y Radamés fueron momentos de gran tensión teatral. En su escena final pudo resarcirse, con una apasionada interpretación en lo actoral y musical. 

Alexander Vinogradov fue un Ramfis imponente, aunque le vi un poco menos inspirado que en Nabucco, donde fue un grandioso Zaccaria.

Carlos Álvarez fue quizá el mejor de la noche con un Amonasro con una voz noble y elegante. 

Deyan Vatchkov fue un Rey de Egipto de voz profunda, pero a la que le faltó volumen. Excelentes Marta Bauzá como la Sacerdotisa y sobre todo Fabián Lara como el mensajero.

Durante el intermedio, cuatro trompetistas caracterizados de egipcios tocaron sorpresivamente la marcha triunfal, lo que fue toda una sorpresa. Posteriormente, y siendo algo que ya es tendencia en muchos teatros, se ofreció una fiesta, un "after" para los jóvenes asistentes, previo pago, en los salones del Teatro. Nada más salir, los jóvenes (lo admito, me queda cada vez menos tiempo para serlo para el Real, pero aún lo soy) accedíamos a los salones, donde nos daban una cerveza y dos quizá no tan pequeños pero sí consistentes wraps. Después, en el restaurante, un DJ puso música durante tres horas, y los jóvenes asistentes bailaron y consumieron  animadamente en la pista y en las dos barras. 


Una celebración de la ópera y de la juventud. El Real espera renovar así la afición. Creo que puede haber esperanza porque muchos de estos jóvenes que asisten han estudiado música, como ya dije antes. O la escuchan sus familias en sus hogares. Por otro lado, los tiempos cambian: cada vez las úes y los silbidos (otrora abucheos) sustituyen cada vez más a los bravos a la hora de medir ovaciones atronadoras como la de aquella noche. Pocas veces me han vibrado tanto los oídos.

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domingo, 23 de octubre de 2022

Barbieri salva a España con una enrevesada trama: Pan y Toros en el Teatro de la Zarzuela.


Madrid, 22 de octubre de 2022.

Con Barbieri cerró la temporada anterior del Teatro de la Zarzuela. Y con Barbieri arranca su temporada escenificada. Pan y Toros es la primera zarzuela escenificada de la temporada, tras haber sido el clásico Barberillo, la última de la anterior. Ambas, además de estar unidas por el mismo autor, también tienen en común una trama política dieciochesca. En este caso, nos trasladamos al Reinado de Carlos IV. Con un argumento famoso por ser enrevesado y no tan comprensible como el famoso Barberillo, esta obra sobre la incompetencia del rey y la corrupción de la corte que le rodea, hizo que tras su estreno, su nieta Isabel II prohibiera la obra. 

Veinte años después de la última producción de la obra, vuelve esta zarzuela al teatro donde se estrenó. Ahora, lo hace en una producción a cargo del famoso actor Juan Echanove, quien debuta en la dirección de escena de una obra lírica. Y lo hace con un montaje de impacto visual pese a su sencillez, y basándose en parte en las pinturas de Goya, de las cuales recrea proyecciones de pinturas y de animaciones basadas en las mismas. El escenario es gris, vacío, con una estructura donde hay una escalera y algunos compartimentos. Hay en el centro del escenario una estructura de anfiteatro, donde tienen lugar las escenas en determinados lugares, que gira para facilitar las ambientaciones. Durante la obra se ve la constante presencia de bailarines, quienes con sus danzas intensifican la acción. La coreografía de Manuela Barrero también recrea en ciertos momentos algunos cuadros de Goya, y deja a una bailarina al frente de las castañuelas, con las que abre y cierra la obra. Echanove, con este montaje, le da a la obra ese toque de acción pero también oscuro, sugiriendo, con la iluminación de Juan Gómez Cornejo, que la obra transcurre prácticamente de noche, salvo en unas escenas. En una obra con tantos diálogos, la dirección de actores, la acción y el vestuario goyesco de Ana Garay, convierten esta producción en un éxito. Echanove intensifica con esta estética oscura, el ambiente de intriga, de espionaje, incluso la comedia. Un momento muy intenso, por ejemplo es el de la voz que le recuerda al santero que no cometa pecados antes de morir, aquí representado por un hombre ensangrentado. O momentos emotivos como la procesión del final del primer acto, con unas palabras escritas por Goya: "Murió la verdad". 



Es esta una zarzuela que tiene el encanto de lo atípico. Encanto porque tiene números muy inspirados, momentos de estilo muy belcantista, con concertantes muy donizettianos, y con romanzas como la del escapulario que recuerdan al Verdi de la década de 1840. También cuenta  con concertantes, o momentos orquestales maravillosos como la procesión, o  un preludio bellísimo del tercer acto, ambos con una destacada interpretación de la sección de viento madera. Atípica porque los protagonistas no tienen romanzas para su lucimiento, sino dúos, tercetos y escenas. Quizá solo el Abate y Pepe Hillo tienen romanzas propiamente dichas. Y atípica porque la obra la cierra Jovellanos, un personaje hablado, con una posterior conclusión orquestal, en lugar de un concertante final. Guillermo García Calvo dirigió con inspiración a la Orquesta de la Comunidad de Madrid, titular del Teatro de la Zarzuela, a la que hizo brillar en las partes meramente orquestales. El Coro femenino estuvo brillante en su coro de inicio del tercer acto, y el masculino estuvo muy bien en el primero.

En una obra con pocos momentos para lucirse, y con mucho diálogo, el reparto supo defender la esencia cómica pero enrevesada de la obra.

Yolanda Auyanet interpretó a Doña Pepita, un rol con tesitura belcantista, lo que requería una soprano familiarizada con este repertorio. Auyanet sorprendió con sus poderosos agudos y su coloratura.


Borja Quiza interpretó al Capitán Peñaranda como el animal escénico que es, dando vida a su intrépido, valeroso, àgil y gallardo personaje. Vocalmente sonó su voz juvenil, y con un grave quizá un poco ligero, pero desde luego elegante y con clase. 

Carol García fue una excelente Princesa de Luzán, con una dulce voz, y un canto exquisito, como en el dúo con Peñaranda en el segundo acto. E igualmente muy buena actriz. 

El veterano Enrique Viana se entregó por completo con su personaje de el Abate Ciruela. Este tenor de carácter, con la voz ya madura,  aún mantiene largas y potentes notas finales, además de un agudo considerable en su primera romanza del primer acto. Gerardo Bullón estuvo en forma como el celebérrimo pintor Goya, con su excelente voz de barítono. Milagros Martín recitó muy bien a La Tirana, la famosa actriz del siglo XVIII. Pedro Mari Sánchez dio voz al pérfido Corregidor, interpretándolo de manera tan divertida como creíble, llegando el público a detectar a semejante personaje, ejemplo de la servil corrupción de la corte. Carlos Daza interpretó al torero Pepe Hillo con apreciable vis cómica. Mención especial al actor Carlos Sánchez como el ilustre Jovellanos, con un porte caballeresco creíble, y que cierra la obra con un pequeño monólogo conciliador. El resto del reparto, donde también se encontraba la veterana María Rodríguez, como la Duquesa, estuvo al mismo gran nivel.


No será el Barberillo, y en parte su argumento es responsable de su menor fama, pero Pan y Toros es una obra muy inspirada, incluso de culto para los amantes del género. Y ayer, un público que hizo colgar el cartel de "No hay billetes" disfrutó y aplaudió a rabiar. No cabe duda: es el primer gran éxito de esta temporada. 




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viernes, 14 de octubre de 2022

ESP/ENG: La brillante luz del Cuarteto Casals abre la nueva temporada de cámara en Madrid.


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Madrid, 13 de octubre de 2022.

Raramente puedo asistir a un concierto de música de cámara. Y de hecho hace muchos años que no piso la sala de Cámara del Auditorio Nacional, pero en esta ocasión, y gracias a la generosidad de un amigo, he asistido a un concierto de una de las formaciones más importantes de España en esta materia: el Cuarteto Casals. Con veinticinco años de trayectoria, este cuarteto español se ha afianzado en el panorama internacional de la música de cámara, con una intensa trayectoria tanto musical como discográfica, en diversos auditorios y diferentes sellos. Este cuarteto abre la nueva temporada de Liceo de Cámara del Auditorio. Y en una sala con las localidades agotadas, esta agrupación nos trae tres piezas de grandes autores:

Franz Joseph Haydn (1732-1809)

Cuarteto de cuerda en la mayor, op. 20, nº 6 (1772)

Dmitri Shostakóvich (1906-1975)

Cuarteto de cuerda nº 4 en re mayor, op. 83 (1949)

Johannes Brahms (1833-1897)

Cuarteto de cuerda nº 2 en la menor, op. 51 (1873)

Bis: Danza del Molinero de El Sombrero de Tres Picos, de Manuel de Falla.

En un programa en el cual la luz es un elemento común a las tres obras, según dice el artículo de Luis Suñén en el programa de mano, desde luego lo que no falta en ellas es luminosidad. No me fue posible llegar a tiempo a la de Haydn, así que puedo hablar (muy por encima) de las demás obras. Empezando por la de Shostakovich, donde se nota claramente el estilo moderno de la obra que contrasta con el clasicismo de la anterior. Esta empieza con una brillante introducción que va in crescendo, haciendo que, valga la redundancia, brille el sonido de la cuerda. El movimiento final se basa en temas de la música judía, cuyo folklore se puede reconocer en diversos puntos de la obra. Tras una pausa, comenzó la de Brahms, con un precioso solo de violonchelo al final del segundo movimiento (a mayor gloria del chelista Arnau Tomàs), para luego dar paso a un lirismo muy reconocible en el catálogo brahmsiano en el tercero. Tras una fuerte ovación, la violinista Vera Martínez saludó al público y anunció la propina: un arreglo de la Danza del Molinero de  El Sombrero de Tres Picos de Falla. Una obra popular con la que no es imposible no conquistar al público dada su fuerza y su intensidad. Y como no podía ser de otro modo, el cuarteto dio una interpretación entregadísima de esta danza, haciendo creer que había más músicos en la sala.  

Y así, queda inaugurada la temporada de cámara del INAEM, la cual se antoja prometedora y un éxito total, en un concierto realmente inolvidable.



ENGLISH: The shining light from the Cuarteto Casals opens the new chamber season in Madrid.

Madrid, October 13, 2022.

I rarely attend a chamber music concert. Sadly, opera and zarzuela demand most of my leisure time. Indeed, I hadn't been to the Chamber Hall of the Auditorio Nacional, but thanks to the kindness of a friend, I could attend the opening concert of the Chamber music season of the INAEM (the Spanish Institute of Scenical and Musical Arts). Tonight's performance has been by the Cuarteto Casals, a leading string quartet not only in Spain but in the international stage, as they have recorded and performed prolifically worldwide in the last 25 years. In a sold-out evening, this has been the program:

Haydn:  String Quartets, Op. 20 n.6 in A Major
Shostakovich: String Quartet n.4 in D major, Op. 83
Brahms: String Quartet n.2 in A minor, Op. 51, n.2

Encore: Miller's Dance from El Sombrero de tres picos (the Three-Corned Hat), by Manuel de Falla.

Brightness is what these works have in common, according to Luis Suñén's article for the brochure. I couldn't attend Haydn's work because I arrived late, but I could attend from the second one. Shostakovich's quartet is clearly different from Haydn's when recognising its modern style, with a brilliant, in crescendo introduction, making strings to shine. The last movement has a strong influence from Eastern European Jewish folk music, making it the most passionate one. After the pause, Brahms' work began, with a beautiful cello part at the end of second movement (much to the cellist Arnau Tomàs' glory), followed by a lyrical, haunting third movement. After the ovation at the end of this piece, the violinist Vera Martínez welcomed the audience and announced Falla's Miller Dance from El Sombrero de Tres Picos will be played as encore, in its arranged version for string quartet. It is not difficult to win over Spanish audiences with Falla, specially with this powerful, so folk, so intense popular piece. Indeed, they succeed, because of their devoted, passionate, visceral performance in which they made the audience to feel there was a big orchestra.

With this triumphal, unforgettable night, the new and promising Chamber season at Madrid's biggest symphonic hall has been opened, with an extense repertoire, served by accomplished musicians and enthusiastically welcomed by the audience.


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viernes, 7 de octubre de 2022

ESP/ENG: Monumento musical a la naturaleza: Tercera Sinfonía de Mahler en el Teatro Monumental.

 

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ESPAÑOL

Madrid, 6 de octubre de 2022.

Comienza la temporada de la Orquesta y Coro de Radio Televisión Española (ORTVE) en el Teatro Monumental, en un nuevo ciclo llamado "Raíces", con una presencia destacada de las obras de Gustav Mahler. Con una obra precisamente monumental y demandante inicia esta temporada mahleriana, con la Tercera Sinfonía del genio de Kaliste, que fue además su primer gran éxito.

Mahler en sus primeras sinfonías celebra la fuerza de la naturaleza, con su descriptiva música con la que uno se traslada a los bosques centroeuropeos o a la paz de su cabaña en Steinbach, a orillas del lago Attersee. Y no solo eso, sino que también aborda esta alabanza, desde una búsqueda de lo divino, más espiritual que meramente cristiana, como Bruckner. 

Es pues la tercera sinfonía la más duradera, y una de las más espectaculares de su catálogo, que requiere además de la orquesta, una contralto solista, un coro femenino y un coro infantil. En esta extensa obra de seis movimientos, a los que en un principio titulaba a cada uno "lo que me cuenta..." encontramos esa naturaleza tan bella como imponente, amenazante, pacífica. El extenso primer movimiento parece emerger de las entrañas de la tierra, para llevarnos a una melodía festiva, algo muy presente en varias obras de Mahler. El segundo movimiento tiene un hermoso lucimiento de la madera, y en el tercero el solo de trompa de postín fuera de escena atrapa con su belleza y melancolía. Es en el cuarto donde entra la voz de la contralto, con un texto de "Así Habló Zaratustra" de Nietzsche,  en un aura de misterio en el que parece la misma madre naturaleza llamando al hombre a reflexionar. En el quinto un coro de mujeres y niños nos aviva tras lo místico del movimiento anterior. El último movimiento llamado "lo que me dice el amor" empieza con una introducción bella, etérea, seductora de las cuerdas, creciendo hasta la apoteosis final.

En esta ocasión, la orquesta ha sido dirigida por Pablo González, titular de la Orquesta de Radio Televisión Española, acompañado de su coro y del coro infantil Sinán Kay. Con una formación distinta de la ONE, con la que hizo una apoteósica Primera Sinfonía en marzo, aquí con la ORTVE se encuentra con las limitaciones de la sala, un antiguo cine reconvertido en sala de conciertos. Las cuerdas tardaron en arrancar, y se vieron un poco a la sombra de la cuerda y la percusión en el primer movimiento, pero para el último ya estaban en plena forma, transmitiendo la belleza de esa introducción. El viento madera tuvo, valga la redundancia respecto del párrafo anterior, un momento de lucimiento donde realmente brillaron. Un poco apurada la trompa del tercero, pero igualmente destacó en su precioso solo. Stefanie Iranyi fue la mezzosoprano solista, con una voz más lírica que grave, como muchas que cantan este solo, dando a su parte un toque más etéreo, angelical que profundo y místico. Destacable labor de los coros en su breve pero difícil parte.

Gustav Mahler goza de una gran popularidad entre el público español, dada la enorme variedad de obras de este autor que hay en la cartelera sinfónica. No es para menos, con esa música fascinante, espectacular, y asequible, porque en cierto modo en el lenguaje musical de Mahler, hay momentos en que uno identifica el lenguaje musical de muchas bandas sonoras de cine. Hoy no ha sido la excepción, con un público entregado, aunque no llenara la sala. Una tarde inolvidable para inaugurar la temporada.


ENGLISH: A musical monument to Nature: Mahler's Third Symphony at the Teatro Monumental.


The Teatro Monumental is a Symphonic Hall placed in Central Madrid, near the multicultural Lavapiés district, in the very commercial Calle Atocha, full of restaurants, bars and the famous Cine Doré, the movie theatre of the Filmoteca Española. Formely a movie palace itself, since decades ago is a concert venue. Indeed, Maria Callas herself sang here in her 1958 tour in Spain and Portugal. Since 1988, it hosts the Orquesta y Coro de Radiotelevisión Española, the Spanish National TV and Radio Symphony Orchestra and Chorus, the latter accompained by the Sinan Kay Child Chorus.

The 2022/2023 ORTVE season is called "Raíces" (roots), and in its schedule there is a big presence of Gustav Mahler's music. To open the current season, tonight's program has included Mahler's Third Symphony, which was his first big success. 

Mahler in his work praises, depicts the brutal, powerful force of Nature, with a descriptive music which takes the listener to the depth of Central European forests, or even to the peace of Mahler's hut in Steinbach. In addition, this symphony portraits also his obsession with the search of God, more spiritual than Bruckner's christian approach. His Third Symphony is very demanding, as it requires a contralto soloist, two choruses and a big orchestra. In this 6-movement massive symphony, each one is titled "What (...) tell me...", we find that beautiful, impressive nature. The large first movement seems to emerge from the depths, to take us to a festive, folk music, also very present in Mahler's catalogue. The second movement has a remarkable part for woodwind, and the third one has a beautiful solo for post horn. The fourth one is the beginning of the vocal part. A contralto voice is heard, mystical, mysterious, calling mankind to reflection, by singing a text from Nietzsche's Also Sprach Zarathustra. The soloist is surrounded by woodwind and brass, reinforcing that mystery. Fifth movement implies the chorus, in a brief but intense part. Sixth and final movement, called "What love tells me" begins with an enrapturing, charming, ethereal string introduction, in a style later found in Ninth Symphony's first movement, to finish with an orchestral apotheosis, leaving the listener in ecstasy.

The orchestra is conducted by Pablo González, a Spanish conductor with an amazing resemblance to Mahler himself. González is the main director of the ORTVE orchestra. Strings took their time to find their inspiration, specially in the first movement, but by the final sixth one, they performed very well, conveying the magic of love portrayed by the score. Woodwind and brass were splendid during the performance, despite some trouble for the off-stage post horn which despite all was at a good level. The German mezzo-soprano Stefanie Iranyi was the contralto soloist, and like several performers of her part, her voice was more lyrical, angelic than deep and dark. The choruses, both the female one and the child one, were accomplished in their difficult part.

Mahler's music has a big acceptance and popularity in Spain. No wonder why, with this fascinating, spectacular and accessible music. One of the several reasons could be the latter one, because it seems as if in Mahler's musical language, some hints of Cinema Soundtrack music could be announced. Today wasn't an exception, with a pleased audience, despite the mezzanine wasn't totally occupied.  A beautiful, unforgettable season opening at the Teatro Monumental. What a pleasure has been to walk around Madrid's cheerful streets after Mahlerian ecstasy!


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