Madrid, 24 de octubre de 2024.
La soprano búlgara Sonya Yoncheva está estos días de moda en España debido a la entevista que le hizo el famoso presentador David Broncano en su programa "La Revuelta" en La 1 de Televisión Española. Pero para los habituales de los teatros de ópera es una cara bastante conocida. Aquí en Madrid ha actuado bastante, cantó El Pirata de Bellini con Javier Camarena, debutó en la zarzuela con un gran concierto, en el teatro homónimo, cantó la ópera Siberia, de Giordano, y participó en el regreso de Plácido Domingo al Teatro Real, entre otros. Ahora nos visita con la obra maestra de Henry Purcell "Dido y Eneas" en el Auditorio Nacional.
Purcell es, junto al alemán Händel, el compositor barroco más famoso de Inglaterra, y uno de los más importantes de la historia del país. Si acotamos el campo hacia la ópera, es aún más importante, ya que tras su muerte, hubo que esperar hasta Benjamin Britten, dos siglos y medio después, para encontrar un operista inglés de su calibre. Estrenada en 1687, con libreto del dramaturgo Nahum Tate, basado en una obra suya y en la Eneida de Virgilio, "Dido y Eneas" es la única ópera de Purcell, pero su música escénica se extiende con las famosas semióperas (música cantada que acompañaba a obras de teatro) como King Arthur, The Fairy Queen o The Indian Queen, que se vio en Madrid hace once años en unas representaciones memorables. Por su corta duración, de poco más de una hora, y su popularidad, Dido y Eneas es bastante frecuente, y en la capital se ha visto con muchísima frecuencia por prestigiosas orquestas barrocas, y en los últimos cinco años, ha sido escenificada dos veces, la última en enero de 2023 con William Christie y coreografía de Blanca Li. Ahora viene a Madrid, en versión de concierto, de gira con la compañía de la Ópera Real de Versalles, con un reparto liderado por Yoncheva, tras haberlo representado la semana pasada en la ciudad palaciega francesa.
La Orquesta y Coro de la Ópera Real de Versalles sonaron espléndidos bajo la dirección de Stefan Plewniak. La orquesta fue de menos a más muy rápidamente. Una pena que el electrizante e intenso preludio no se acomodó a la acústica, ya que las cuerdas, muy ágiles, parecían tener un sonido más bien delgado. Pero eso se solucionó muy pronto. A partir del final del primer acto, y en todos los interludios orquestales añadidos, la agrupación por fin se hizo con la sala y sonó espléndida. Plewniak da una dirección enérgica. Muy bellas las tiorbas antes de la entrada de Eneas, la viola da gamba al comienzo del aria final, y en general en los interludios del segundo acto, de lucimiento para todas y cada una de las secciones. El Coro sí sonó formidable en todas sus intervenciones, especialmente en el final, tras el aria de Dido, con un toque casi religioso, que el coro abordó de forma sensible, emocionante, más aún cuando al final, poco a poco se situaron al borde del escenario, sumándosele el resto del elenco (menos Yoncheva), concluyendo de forma conmovedora el concierto.
En el rol de Dido, Sonya Yoncheva tiene una voz oscura y voluminosa para lo que suele ser este tipo de repertorio. Si bien ya cantó esta ópera al menos una vez, en Moscú en 2010 con Christie. Ante la pequeña orquesta, y su estilo vocal, no solo se hacía oír por encima de todos, sino que al principio, a veces daba la impresión de que la producción estaba hecha para mayor gloria suya. Su entrada en "Ah, Belinda" fue realmente hermosa, con su timbre más dramático, cantando la pieza con una sensibilidad elegíaca, de forma exquisita. Luego en el segundo acto cantó con una dramática coloratura en su breve intervención "The skies are clouded, Hark!" En el tercer acto, abordó su gran escena con enjundia dramática, y así la famosa aria final "When I am laid in Earth" la cantó con entrega y dramatismo, aunque a veces un poco nasal, pero nada que pueda empañar un momento mágico como aquel.
El barítono Halidou Nombre interpretó a Eneas, con una voz potente, con un apreciable grave, aunque el timbre algo gutural, pero después de Yoncheva tenía la voz más grande. Ana Vieira Leite fue una notable Belinda. Irregular la Bruja y el Marinero del tenor Attila Varga-Tóth, quien no tuvo un segundo acto muy brillante, pero en el tercero mejoró notablemente. Mucho mejores Pauline Gaillard y Yara Kasti como las otras brujas, especialmente Gaillard con su voz ligera, con una divertida y grotesca entonación que conviene al personaje. El contratenor Arnaud Gluck como el espíritu y Lili Aymonino, quien tuvo una breve y bien interpretada intervención añadida en el segundo acto, cumplieron con sus personajes.
La sala estaba no estaba llena, de hecho había grandes vacíos en las zonas más altas y en la tribuna, lo que da cuenta de lo poco publicitado que estaba el evento (organizado por Impacta, una empresa privada, si hubiese estado en Universo Barroco las entradas ya se habrían agotado hacía tiempo) y de los precios de las localidades (lo que se notaba en lo muy arreglada que iba la gente en el patio de butacas). Pero al terminar el público aplaudió entusiasmado, estábamos los que teníamos que estar. Pero no se quedó en eso. Hubo dos propinas: la primera, todo el elenco, con Yoncheva incluida, interpretó junto al coro "Tendre Amour", de la ópera Les Indes Galantes, de Rameau. Después, todo el elenco bailando, invitando al público a dar palmas, y con Yoncheva bailando con la pandereta, interpretaron Forêts Plausibles, de la misma ópera. De esta forma se cerró una magnífica velada de ópera barroca.
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