sábado, 6 de septiembre de 2025

¡Salve, Rienzi! El polémico montaje de la Ópera Alemana de Berlín en 2010.


En 2010, la Ópera Alemana de Berlín llevó a cabo una nueva producción de Rienzi, de Richard Wagner. Dicha producción, dirigida en lo musical por Sebastian Lang-Lessing, y en lo escénico por Philipp Stölzl, fue polémica por el evidente parecido de la ambientación de la obra con la estética del infame Tercer Reich de Hitler. Desgraciadamente, la apropiación de Hitler de la música de Wagner alcanza su cénit con Rienzi, ya que en enero de 1905, cuando tenía 15 años, la vio en Linz, y le conmovió tanto que aseguraría que ese fue el inicio de su misiánica misión política. Y el fantasma del genocida alemán acompañó esta producción: el 20 de abril de 2012 estaba prevista una función que tuvo que cambiarse de día, debido a que esa fecha es el aniversario del nacimiento del dictador. Hitler se identificó con Rienzi, ya que se veía proyectado en él: un hombre surgido de la clase media en la Roma medieval, que se hizo con el poder en una época turbulenta y decadente, dominada por los nobles. Y sin embargo, este líder medieval fue derrocado, por el mismo pueblo que le llevó a la cima, ya que en la recta final de su segundo mandato se convirtió en un tirando degenerado y opresor. Sin embargo, el nacionalista adolescente se proyectó en la parte que le convino: en la de un mesías dispuesto a redimir a su pueblo de la degeneración y decadencia, que para el futuro dictador era representada por la Viena cosmopolita del multiétnico imperio Austrohúngaro.

Como bien dice el equipo musical en el "making of" en el DVD de la obra, los acontecimientos históricos del siglo XX, no pueden obviarse en una lectura moderna de la obra. El Rienzi wagneriano es un dictador que se hace con el poder bajo una supuesta noble intención, para luego convertirse en un autócrata, lo que ayudará a sus enemigos a derrocarle. Y más aún no puede, para ellos, obviarse teniendo en cuenta los dos totalitarismos que acecharon a Alemania en el siglo pasado: el nazismo y el comunismo. 

Mientras suena la obertura, se ve a Rienzi en su imponente despacho, inspirado en la Cancillería de Hitler, sobrio, frío, e imponente. El protagonista escucha la música desde un gramófono, para luego extasiarse a medida que la obertura transcurre. Al fondo, un impresionante ventanal con un paisaje dominado por montañas nevadas, como si fuera el Berghof de Hitler. Incluso de su ánimo, se pone a hacer volteretas. En un momento dado, aparece su hermana Irene, caracterizada como el prototipo de mujer alemana "aria": rubia, vestida de forma conservadora y con el icónico peinado de trenza alrededor del cabello, como Magda Goebbels, en quien parece estar inspirada, o Gertrud Scholtz-Klink, la infame líder de la Liga Nacionalsocialista de mujeres. Irene besa a Rienzi en los labios, algo que ocurrirá más veces en la obra: es una relación incestuosa, como luego se vería en El Anillo, o que recuerda a las relaciones turbias de Hitler con su sobrina Geli Raubal.

El primer acto, parece representar la República de Weimar, con unos decorados pintados de enormes rascacielos y grúas, de estética futurista, sacados de la película "Metrópolis", de Fritz Lang. Escenas de violencia callejera, y gente vestida de colores revoluciona la escena. Los nobles son como gánsters, y Rienzi, enfundado en una chaqueta de cuero y acompañado de unos pocos paramilitares, pone orden y se hace con el poder. Adriano es un joven aristócrata vestido elegantemente, que se une a la causa. Al inicio del segundo acto, todos se deshacen de sus coloridas ropas para vestir de negro: las mujeres con un delantal blanco, y los hombres con un uniforme que recuerda al de las SS: todos ya forman parte de una nueva y "libre" Roma. Rienzi ya es un dictador y vestido con un imponente uniforme  militar da discursos encendidos. Al fondo del escenario, una pantalla muestra imágenes de Rienzi y de su pueblo entusiasmado escuchándole, con una iconografía que recuerda a la tristemente célebre película "El Triunfo de la Voluntad", de Leni Riefenstahl. También se ve un semanario llamado "Das neue Rom" o "La nueva Roma" en alemán, que recuerda a los noticiarios nazis. A partir del tercer acto, se muestra el búnker de Rienzi, en el que el dictador, ya en declive, da discursos mientras está fragil de salud. En la famosa aria de oración del acto quinto, Rienzi juega con maquetas de enormes edificios, incluída una gran cúpula, que recuerdan a la maqueta de la nueva Berlín que Hitler había encargado a Albert Speer. La violencia forma parte de la obra y es visible, en las escenas de batalla en movimiento lento en los actos tercero y cuarto, en el que además se ve a las mujeres dolerse por sus muertos, una potente recreación de la devastación. Al final de la obra, Rienzi es apaleado, y con la cara cubierta de sangre, maldice a los romanos. Abajo en el búnker, Adriano abraza el cuerpo de Irene mientras arriba, sobre el cadaver de Rienzi, el pueblo arenga a Baroncelli y Cecco del Vecchio, mientras cae el telón.

Considerando que otros intentos de representar a Wagner con una iconografía basada en la era nazi han fracasado, no llegando ni a representarse, esta imitación iconográfica con una R rúnica sustituyendo a la cruz gamada, los uniformes negros, los noticiarios y la Irene-Magda Goebbels... creo que a la Ópera de Berlín le ha salido bien el experimento.

Con el material disponible, una interpretación de toda la música de esta ópera rondaría las cinco horas. Pero en esta versión, se ha reducido a la mitad: dos horas y media sin contar los descansos. Sebastian Lang-Lessing dirige a una entregada Orquesta de la Ópera Alemana de Berlín, y con un coro que actúa maravillosamente.

Torsten Kerl interpretó a Rienzi muchas veces en la década pasada, y de hecho las dos principales referencias en vídeo de esta ópera, cuentan con él para el rol principal. Kerl se entrega al personaje, pero la voz es más bien lírica y le falta heroísmo en ocasiones. Aun así, el mejor momento, la oración del acto quinto, le sale bien cantada. Más heroico se le vería en el vídeo de 2012 que filmó en Toulouse. 

Camilla Nylund interpreta a Irene. En ese entonces, Nylund, una mujer muy bella, contaba con 42 años y estaba en su apogeo. Su voz se amolda más a estos roles, y como Irene destaca con una bonita voz de timbre oscuro pero no lo suficientemente grande para otros roles que está afrontando recientemente, como Isolda o Brunilda. Aquí está simplemente ideal. Además su físico espectacular encaja con la visión de mujer "aria" que pide esta producción para su personaje.

Kate Aldrich es la mejor intérprete del elenco, con una preciosa voz y con un canto apasionado, igual que sus dotes actorales, que bordan un Adriano joven e impulsivo, pero que al mismo tiempo se da cuenta de cuándo las cosas van mal, tanto cuando decide seguir a Rienzi como para abandonarle. Una gran creación.

El resto del elenco tiene un digno nivel, entre el que destacan el Colonna de Ante Jerkunica, y el Baroncelli del tenor Clemens Bieber.

El hecho que el Festival de Bayreuth haya decidido programar por primera y única vez esta gran ópera de juventud del maestro, ha dirigido mi atención hacia esta difícil obra, que pude ver en vivo en Madrid en 2012, en versión de concierto. Ciertamente, puedo decir que esta es la puesta en escena más interesante que ha tenido esta ópera, en lo que se refiere a sus versiones videográficas, aunque musicalmente la de Toulouse con el propio Kerl repitiendo su papel y con el maestro Steinberg a la batuta es mejor. A la espera estamos de la de Bayreuth, en un evento histórico que seguiremos con atención vía streaming. Mientras tanto, hay que decir que esta obra sin ser lo mejor de Wagner, es lo suficientemente interesante como para disfrutarla, sobre todo si tiene una puesta en escena. Yo creo que debería intepretarse más veces. 

Las fotografías y vídeos no son de mi autoría, si alguien se muestra disconforme con la publicación de cualquiera de ellas en este blog le pido que me lo haga saber inmediatamente. Cualquier reproducción de este texto necesita mi permiso.

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